Si exceptuamos a los hermanos Alfonso y Felipe, criados en el inagotable vivero del Ramiro de Maeztu y terminados de pulir en el Real Madrid, para mayor gloria del baloncesto patrio, España no ha tenido excesiva fortuna con los reyes, ni con las reinas. De hecho, la bochornosa experiencia vivida en tiempos de Isabel II llevó a los redactores de la constitución de 1978 a recuperar una ley promulgada por Clodoveo I, monarca francés del siglo VI, que impedía expresamente a las féminas el acceso al trono.
En contra de lo que apuntan algunos cortesanos, el nuestro es un país que nunca ha sentido especial simpatía por la Corona. Es cierto que monárquicos los ha habido siempre, ya que de todo ha de haber en la viña del Señor y así los hay que nacen con vocación de súbditos, con afán de obedecer y con un innato complejo de inferioridad que los lleva a rendir pleitesía a quienes de su parte reciben un tratamiento distinguido por razón de cuna y son respetados y venerados con una devoción casi religiosa por este rebaño de gregarios hasta la sepultura.
Escarmentados por las tropelías de un miserable que pasó a la historia universal de la infamia con el nombre de Fernando VII (ilustre antepasado Borbón de nuestro actual y maltrecho rey Juan Carlos), los españoles, que llegaron incluso a gritar en público aquel triste y penoso lema de ¡Vivan las cadenas!, cuando el canalla regresó a Madrid para restaurar el absolutismo y asesinar con premeditación y alevosía a los mismos que habían luchado en su maldito nombre para derrocar a Napoleón, entraron en el siglo XX mirando de reojo y con cierto desprecio a la familia real. No olvidemos que el abuelo de nuestro Jefe del Estado aceptó reinar en compañía de un dictador (Miguel Primo de Rivera) y luego tomó el largo e inhóspito camino del exilio en cuanto pintaron bastos y a prisa y corriendo se proclamó una República demasiado avanzada para un país, en general, pobre, atrasado, analfabeto y con el alma partida en dos.
La guerra civil y el posterior régimen franquista supusieron un frenazo brutal a las aspiraciones de una minoría intelectual que creía que la civilización y el progreso de las naciones se basaban en una ciudadanía educada en la libertad y en la tolerancia y en una sociedad en la que todos sus miembros han de tener las mismas oportunidades.
Nada de eso se cumplió durante el franquismo: un sistema totalitario y autárquico, al que favoreció la devastación de Europa, tras la II Guerra Mundial, y la cruzada anti-soviética emprendida por EE.UU. y sus aliados en la década de los cincuenta.
En medio de esta coyuntura, el general Franco, que detestaba profundamente a Juan de Borbón (su desmedida afición por el alcohol y las mujeres le recordaban en demasía a su propio padre), sólo aceptó el retorno del rey en la persona de su hijo, Juanito, a quien el Caudillo tuteló como si se tratase del varón que nunca tuvo. A su muerte, y enterrado con él todo lo que significaba un régimen que se había convertido en un anacronismo incómodo, volcán extinto en pleno corazón del Mercado Común, a Juan Carlos sólo le quedó la alternativa de reimplantar una democracia a su medida: es decir, una monarquía parlamentaria, a la inglesa o a la nórdica, en la que el rey reina pero no gobierna, ostenta la más alta representación del Estado y arbitra y modera el normal funcionamiento de sus instituciones.
A decir verdad, Juan Carlos I ha desempeñado su labor con cierta dignidad y una más que aceptable discreción durante treinta y cinco años. Sin embargo, por mucho que le duela aceptarlo, hace tiempo que llegó el momento de la retirada, de entregar el cetro a Felipe VI, porque, de persistir en su insensato aunque comprensible deseo de perpetuarse en el trono, seguirá dañando el prestigio que a su familia tanto esfuerzo le costó en recuperar, hipotecará (y quién sabe hasta qué punto) y malogrará el futuro de su sucesor y, lo que es peor, la interminable sucesión de implantes de titanio que tendrán que colocar en su desvencijado cuerpo, para remendar su débil salud, terminarán por convertirle en el primer rey biónico de la dinastía, en una especie de Roborboking: mitad hombre, mitad máquina, todo majestad.
pevalqui
Interasantísimo post el suyo, valorado Ifícrates.
Más allá del espejo francés en el que nos miramos en una época no tan lejana de nuestra Historia, lazos familiares incluidos, el nivel de crispación al que hemos llegado, por asuntos que como bien sabe permanecen enquistados desde el siglo XIX, y que cada vez resultan más difíciles de conciliar, es la subsistencia económica de un país llamado España, salvando divergencias políticas o secesionistas.
Pero como bien dice, en alusión a Quevedo, en estos momentos no se trata tan solo de tener "Buen señor". Sino emulándolo nuevamente, de "no hablar mal ni de tus enemigos".
Buenos días. Saludos cordiales.
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ificrates
Al contrario, España fue un país extremadamente apacible, casi siempre.
Soy de la opinión de Quevedo, que buenos vasallos si tuvieran buen señor.
La razón principal que se aduce para la fácil conquista musulmana (tres años) frente a los casi dos siglos que les costó a los musulmanes, fue la escasa costumbre guerrera del pais.
De 200 años para acá los borbones, que al principio llevaron a cabo una uniformización legislativa y fiscal necesaria, más que una centralización, se empeñaron en centralizar el Estado.
Es decir, convertir España en Francia, sin darse cuenta que la centralización le costó a Francia la vida de un rey y cien años de guerra civil.
Esto desde Fernando VII y luego los carlistas siguieron con la matraca.
España no puede centralizarse, nunca se ha centralizado, no la centralizaron los romanos, ni los visigodos, ni los musulmanes, ni los Trastámaras, que nunca fijaron una capital, ni los Austrias.
Encima hemos tenido una serie de monarcas locos (Carlos II,Felipe IV, Fernando VI, en su última época tras morir su mujer), tontos o viciosos (Carlos IV,los dos Alfonsos, Isabel II) o simplemente ruines como Fernando VII.
Para colmo el gobierno más largo, el de Franco, monarca más absoluto que Los Reyes Católicos, correspondió al mayor hijo de puta de la historia de España, sanguinario, mediocre, al que solo le alcanzaron las meninges para apartarse del gobierno económico, en 1958, pero seguir con el fascismo hasta que estiró la pezuña.
Siempre recuerdo que el general Narvaez, en su lecho de muerte, se niega a perdonar a sus enemigos, ante el cura que le da la extremaunción, alega:"no puedo padre, los he matado a todos".
Pero ya parecia que cogiamos camino y ahora resurge la estupidez y la irracionalidad, y se nos planta un creyente en la presidencia del gobierno.
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pevalqui
Y seguimos con el debate: España no es un país fácil de gobernar. Nunca lo fue. Desde la época de la invasión musulmana que duró 800 largos años, y de lo que nos quedó un interasantísimo legado histórico y cultural hasta la de los reinos de los reinos, de Granada, de Castilla, de Aragón… Guerra Civil dando pie al epílogo final de "las dos Españas". Los Austrias, los Borbones… Dictadura franquista, monarquías, y monarquía parlamentaria, con la apertura del país hacia una democracia, que aún no hemos desarrollado sufientemente. De aquellos reinos, las subsiguientes Comunidades Autónomas con aquel famoso "café para todos". Una enorme casa de de servicio doméstico que ya no nos podemos permitir.
España, país donde no se canta el himno, tampoco se hace mención de ostentar la bandera, no se que te llamen facha, salvo en determinados eventos deportivos, con el añadido de la cornamenta taurina y hasta el tricornio guardaciviliano. Que si el himno de Pemán, que si el otro. Que si los catalanes, que si los vascos con su régimen fiscal especial, del que no disfrutan en ningún otro lugar de España.
El rey muy Borbón él, "cazando" en Kenia. A sus pies, yacía un elefante -decían que era una foto de años atrás-. Como cuando el Generalísimo pesacaba el hombre unos salmones que eran portadas de los Nodos. Tan grandes que se ocupaban casi toda la pantalla. Aunque eso a Franco no parecía inmutarle, mientras tranquila y relajadamente, jalaba el hombre por la caña.
Algunos revolucionarios de nuevo cuño, de la época digital, que nos dan clases ocasionalmente de republicanismo por la televisión. Hablan de lo divino y de lo humano, contradiciendo al PSOE, una vez que se atemperó tras el Congreso de Suresnes, adaptándose a los nuevos tiempos. Y hostigando a la Derecha, casi como si estuvieran enclavados en los tiempos de "La Ruptura Democrática".
Un país que está abordando una nueva etapa política, al parecer fuera del bipartidismo, que no tiene rumbo claro, con un partido gobernante acosado por la corrupción y otro en la oposición que sigue empeñado en facogitarse así mismo, y algún tema que escuece por el Sur de España, entre la ambiguedad catalanista y la de boquilla, y la ausencia de un Congreso extraordinario que clarifique todas estas cosas y abra por fin una etapa nueva, con gente joven y con otro dinamismo, capaz de afrontar los nuevos retos.
¿Monarquía o República? Qué quieren que les diga, más allá de las caderas de nuestro monarca, las de "Jenny Lop" me resultan mucho más atractivas. Aunque, visto lo visto, me quedo con "la Danza del Vientre", para no olvidarnos si quiera, de nuestro pasado más remoto.
Buenas tardes. Saludos cordiales.
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PedroLuis
Me gustan las "caderas" del señor "Pintao". No están las cosas para movimientos bruscos, no vaya a ser se nos caigan a todos las prótesis.
Demos tiempo a que las generaciones que han nacido en democracia, maduren y aprendan a vivir y convivir en y con la democracia. En mi opinión, no es el modelo de jefatura del estado la causante del déficit, del paro, de la corrupción política generalizada, de la falta de respeto, del fracaso escolar, de los recortes del estado de bienestar… asuntos que sinceramente me preocupan muchísimo más que el apellido del jefe del Estado sea Borbón, Aznar, Anguita o Zapatero. Lo mío es una convicción pragmática, no un sentimiento amoroso, porque en cuestión de amores veo poco probable emparejarme con una princesa… y, de momento, menos con un príncipe.
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ificrates
Hace poco el Jefe de Estado de Alemania dimitió, por plagiar su tesis doctoral.
Aqui no podemos destituir o elegir al rey, encima es inimputable, las leyes penales, no le afectan.
Hace cuatro mil años, se escribió el código de Hammurabi, y las leyes penales, si afectaban al "rey de la cuatro tierras", ahora hemos retrocedido.
Por cierto, cuenta Napoleon que Fernando VII le ofreció que se quedara con Cataluña y él se quedaba con el resto de España. Hay una cierta corriente en el PP que piensa igual, "si Cataluña se independiza, mejor, ahí no tenemos votos". Pasan los siglos y no cambian.
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Pintao
Seamos prácticos por una vez en este país. Sabemos que puestos a hacer experimentos, por lo general hemos fracasado, menos en instaurar la democracia, pues éramos consientes, aun los franquistas, de que en la Europa Occidental no pegábamos ni con cola. Experimentos los menos posibles y más en este tema donde un presidente de la república contaría desde el primer día con la enemistad manifiesta de media España, no por antimonarquica sino por no ser de la misma cuerda política.
Contamos con excelentes sembradores de cizaña.
Sigamos adelante con la monarquía sin darle demasiada importancia a los casos tipo Boswana, pero seamos intransigentes con los Undargarines de turno.
No nos compliquemos la vida más de lo que ya la tenemos con una deuda pública del 100/100, y ponían a parir a ZP cuando pasó de 50/100.
Aquí si que tenemos un dilema patrio, que todavía creemos más a los políticos que a los analistas económicos.
Suerte si que vamos a necesitar para volver a la senda del bienestar mínimo exigido.
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PedroLuis
Estimado Pevalqui, estamos de acuerdo, desde el "tanto monta, monta tanto", hasta la "alteración de la personalidad". Los tiempos de "Isabel y Fernando", se me desdibujan en la lejanía… los que corren en tiempos de la "princesa consorte", son duros y demandan generosidad, pues no cabe la menor duda que para pasar, de la noche a la mañana, de ser alegre portada de telediario, a sobria imagen monárquica, la cosa exige tener las caderas en su sitio, con o sin prótesis biónicas.
Vamos a ver hasta donde somos capaces de llegar entre todos (y todas, a menos que vuelva Clodoveo), porque ser capaces de superar nuestros complejos atávicos y lastres históricos, depende de las caderas o cintura de tod@s.
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PedroLuis
Vivan pues: bonitas y feas, siempre hay que mirarlas.
También se dice que la verdad es dura, pero hay que contarla.
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pevalqui
Más allá de la voluntad del Rey Juan Carlos, están los poderes que la Constitución otorgan al Gobierno para promover la sustitución en la Jefatura del Estado.
La representatividad e imagen que el Rey ha dado a lo largo de muchos años, supera en mucho no solo a las monarquías nórdicas, sino a la propia monarquía inglesa.
La consabida amistad del Rey con los árabes y la manera como se desdijo de su juramento ante D. Alejandro Rodríguez de Valcárcel, por aquella época, Presidente de las Cortes Españolas, en donde juraba cumplir y hacer cumplir los principios nacionales del Movimiento Nacional a la muerte de Franco, ciertamente trajo a España una época de prosperidad y estabilidad. Más aún considerando lo que fue la primera mitad del siglo XX. La imagen del Rey era intachable. Su labor en el 23F, también. Muchos de los que nunca fumos monárquicos, nos hicimos Juancarlistas por todo ello, con el añadido indiscutible de su cercanía y carisma.
Aunque ni soy ni me siento representado por monarquía alguna, tampoco tengo muy claro lo que una República podría dar de sí. Y menos aún considerando lo que significó en etapas pretéritas en España, que ha sido un país en donde las revoluciones burguesas que siempre han sido la antesala de las Revoluciones, han llegado de forma tardía. Un país que comenzó su andadura monárquica con la anexión de los reinos de Castilla y de Aragón.
Veo al príncipe Felipe, o esa impresión me dá, por el aplomo,desenvolturayseguridad con la que se manifiesta, que es una persona preparada. A su mujer me da la impresión que el "cargo consorte"leha alterado la personalidad, confundiendo notoriamente la formalidad del cargo con la espontaneidad normal propia a cualquier persona.
Los Borbones, a quienes la hemofilia condicionó su heredero, unido a otros vicios mundanos, han tenido épocas de Sol y de Sombra.
Honestamente creo que la inmensa mayoría del país, actualmente no está por la Monarquía, que por otra parte en los momentos actuales es un auténtico anacronismo.
En Inglaterra al menos, le sacan pingues beneficios, sobre todo desde el punto de vista turístico.
Buenas tardes.Saludos cordiales.
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Celia
Que desilusion. Por un momento y al leer el titulo pense que ibamos a hablar de algo excitante, gluteos, biceps y otros musculos…
Siento no estar de acuerdo, a mi Felipe me da mucha confianza.
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