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El callejón
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La vox a ti debida

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Pongamos que hablo de una esquina de Madrid. Domingo temprano. Finales de abril. Un par de puretas han montado una carpa con propaganda electoral. Por todo atrezzo, una mesa plegable (como las que están en oferta en Leroy Merlin), unos globos verdes y una bandera española. Por la izquierda entra un grupo de jóvenes airados, embozados en capuchas y mascarillas. Tras cruzar unos insultos rutinarios, anodinos, con la pareja de casi ancianos, arremeten contra la carpa y vuelcan la mesa de una patada.

ANCIANO

(Con dolida aflicción)

Me deshonras, te ríes de mis ideales y te burlas de mis creencias; afrentas a nuestra nación, dificultado mi derecho a expresarme en libertad, desalentando a mis amigos, azuzando a tus colegas contra mí. Y ¿por qué razón? Porque soy de VOX. Un simpatizante de VOX ¿no tiene ojos, no tiene manos, órganos, dimensiones, sentidos, afectos, pasiones? ¿No se alimenta de lo mismo? ¿No lo hieren iguales armas? ¿Acaso no sufre de iguales males? ¿No se cura con las mismas vacunas o acaso solo quieres endilgarnos la AztraZeneca? ¿No tenemos calor y frío en verano e invierno como vosotros? Si nos apedrean ¿no sangramos? Si nos hacen cosquillas ¿no reímos? Si nos envenenan ¿no morimos? Y si nos ofenden ¿no nos vengaremos? ¡Si en todo somos semejantes también lo seremos en esto! Si uno de VOX ofende a un rojo sectario como tú ¿qué es o qué hará éste? ¡Vengarse! Si un comunista ofende a uno de VOX, ¿qué es lo que debería hacer siguiendo el ejemplo socialista? ¡La venganza, la villanía que me enseñaron yo la voy a ejecutar y malo sería que no supere al instructor!

Y tras pronunciar estas últimas palabras, el anciano le atiza un guantazo de los que hacen época al niñato, aprendiz de echenique pero sin sidecar, y se arma la marimorena. En medio del estropicio, donde vuelan los golpes, los escupitajos, los gritos y las patadas, hace acto de presencia el ALCALDE DE MADRID, quien, ataviado con la indumentaria de macero rojiblanco y miope y como en el clímax de un drama de Lope, interviene, desde su estatura reducida y voz fañosa, cual deus ex machina, y recita los versos siguientes:

¿Quién te va a ti reconocer

en lo que callas o en esas

palabras con que te acanallas?

El que te busque en la vida

que estás viviendo no sabe

más que alusiones de ti,

pretextos donde te escondes.

Ir siguiéndote hacia atrás

en lo que tú has deshecho, antes,

sumar omisiones con sonrisa,

años sin nombre, será

ir perdiéndote, paso a paso.

Nos conocimos en la tormenta.

Te conocimos, hoy arrepentidos,

en ese desgarramiento brutal

de tiniebla y luz,

donde se revela el fondo,

el revés del día y de la noche.

Te hemos visto y ahora

desnudo ante la historia

y del pesado pasado,

tú, Mariano,

gandul, pailán palpitante de desdén,

percebe acobardado,

llegaste sin esperarlo,

eres tan antiguo, tan viejo, amigo,

te conocemos de tan de tiempo,

que en tu hastío cierro los ojos

y veo que caminas sin errar,

a bostezos, sin decir nada,

con esa luz lenta y segura

con que se apaga toda

noble idea,

como lámparas de IKEA,

y no echemos cuentas:

que creemos lo que se ve

y sabemos quién eres tú,

que has sido tú, ex presidente,

quien le dio el primer mordisco

a la manzana que ha hecho cisco

a este país de cuerpo presente.

En medio de la trifulca, que vive un breve armisticio, uno de los jóvenes iracundos y antifascistas, se gira hacia el primer edil y le espeta de muy malas maneras:

JOVEN INCOMPRENDIDO

Pero… ¿Se puede saber con quién coño estás hablando, gilipollas? Así, disfrazado, pareces un Playmovil de Todo Colección…

ALCALDE ALMEIDA

(Ofendido en lo más hondo de su orgullo)

¡Qué sabrás tú de interpelaciones retóricas! ¡Seguro que no has pasado de la segunda cartilla de Palau y ya quieres un ministerio, perroflauta! ¡Anda, criatura, acércate que así recibes algo de conocimiento por ciencia infusa!

JOVEN INCOMPRENDIDO

(Fuera de sí, arremete contra el alcalde con la determinación de un TALGO y la furia de José Luis Rodríguez ‘El Puma’)

¡¡¡Eso se lo dirás a la muy puta de tu madre, Frodo!!!

Como era previsible, el munícipe hace uso del mazo con la contundencia de Thor y su célebre martillo y propina un golpe de arriba a abajo sobre la frente del chaval que resulta definitivo: describiendo un leve ángulo sobre la superficie etérea del aire y que impacta en el parietal del desdichado activista con la rotunda precisión del puño de Cassius Clay/Muhammad Ali en el cráneo de Sonny Liston, al minuto y medio de la segunda pelea entre ambos. Luego, tras una pausa sobrecargada de tensión, la riña, confusa, tumultuaria, se disuelve entre huidas, algún que otro alarido, y el aullido de sirenas que se aproximan.

Cuando entran en escena los agentes del orden y los sanitarios del SAMUR, tan solo hallan a un par de ancianos magullados, con brechas en la cabeza y sollozantes, y a varias adolescentes con crisis de ansiedad, que gimotean en torno al cuerpo inmóvil de un encapuchado que duerme el sueño plácido de los púgiles noqueados.

Poco después, por la derecha hace acto de presencia un individuo longilíneo, envuelto en un chándal de Addidas, con el coronado escudo del Panathinaikos estampado en el pecho. Su luenga barba lo hace inconfundible.

MARIANO RAJOY BREY

(Que observa el campo de batalla mientras sortea a tirios y troyanos con el paso grácil de su caminar raudo y algo robótico, como a punto de desguarniarse)

Caray… Vaya, vaya, cuánto caído en combate en esta playa.

Mejor prosigo mi marcha como si tal cosa,

antes de que alguien me reconozca

y siga mi rastro de babosa…

Y el caminante, cuyo camino es andar sin volver la vista atrás, hace mutis por el foro con la rapidez de quien, a falta de conciencia, se sabe a buen recaudo en su aforamiento, que es aforo vacío tanto de escarmientos como de arrepentimientos.

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