¡Ay, qué proeza! ¡Ay, qué proeza!
¡Ay, qué proeza! ¡Cómo saltan los moros la fortaleza!
¡Cómo saltan los moros la fortaleza!
Y la saltan sin delicadeza, sin delicadeza,
que al ministro Marlaska le da pereza,
le da pereza, le da pereza
frenar a la alauí realeza.
Frenar a la alauí realeza y reforzar la valla,
reforzar la valla, reforzar la valla,
para poner firmes a tanto canalla,
a tanto canalla, a tanto canalla
a un lado y a otro de la raya,
de la raya, de la raya,
y mandar a Marte a González Laya.
González Laya, González Laya,
que ni sirve a buen señor ni es buena vasalla,
buena vasalla, buena vasalla,
que habla lo que calla
y no calla y todo lo encalla,
todo lo encalla,
todo lo encalla con su franca torpeza,
franca torpeza, franca torpeza,
que es fiel reflejo de su poca cabeza,
poca cabeza, poca cabeza.
Poca cabeza y nula entereza,
nula entereza y poca cabeza
hacen que de Europa seamos una vergüenza,
una vergüenza, una vergüenza.
Y todo esto por uno del Polisario,
del Polisario, del Polisario,
del Polisario, que vive en Logroño cual presidiario,
cual presidiario, cual presidiario
en un centro hospitalario,
en un centro hospitalario,
para librarse de un sumario,
de un sumario, de un sumario,
que sin duda será su propio sudario,
su propio sudario.