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El callejón
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Florinda

Viajamos cuarenta años atrás en el tiempo. Jacarrillo (un tanto amedrentado) aparece junto a sus primas Silvia Rivera Carrillo (a su derecha) y Laura Rivera Carrillo (a la izquierda). Los acompaña, con brazos protectores, su tía querida Florinda.

Este fin de semana y por cuarta vez en los últimos cinco años, miembros de la familia Carrillo Trujillo nos volvimos a juntar (esta vez, en la finca rural La Hacienda, en el norteño municipio de Los Silos) al calor de la conversación y en la sabrosa compañía de platos elaborados a partir de recetas cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos: garbanzas, tollos con papas guisadas, callos o pavo al curry con piña tropical (¡Qué bueno te quedó, María! Ríete tú de Arguiñano… y dos piedras).

Además, en esta ocasión, se dio la gozosa circunstancia de que la citada convención coincidió con el cumpleaños de la hija más joven del clan original, Florinda Carrillo Trujillo, quien ha alcanzado la década prodigiosa en pleno uso de sus facultades mentales, disfrutando de una aceptable salud y manteniendo viva la llama del buen humor.

Dice el refranero que a quien Dios no bendice con hijos el diablo colma de sobrinos y, de ser cierto semejante proverbio, Lucifer ha sido verdaderamente benévolo con esta mujer, ya que le ha regalado diecisiete hermosos sobrinos y sobrinas que son otros tantos pétalos que rodean la dulce corola de su nombre.

A pesar de la diferencia de edad o tal vez debido a ella, todos sus sobrinos, sin excepción, hemos encontrado en Florinda, en el corto camino de la vida, Manola, la vida, una hermana mayor a la que confiar secretos, con la que compartir ilusiones y a quien pedir un favor (y algún dinerillo) cuando ha hecho falta y, en todo este tiempo sin tiempo que llevamos juntos en un mundo tan complicado, solo hemos recibido de ella muestras de generosidad, afecto, cariño y simpatía, que la hacen merecedora, con creces, de este y de cualquier otro sentido homenaje que se tercie. 

Porque, además de todo esto, sin ella, esta gran familia no sería lo mismo: es la energía y la fuerza que nos mantiene unidos, la mediadora en caso de conflicto, la organizadora de fiestas y banquetes y la organizadora eficaz de viajes irrepetibles. Creemos que no exageramos al afirmar que nuestra tía es la piedra angular de un clan donde todos van un poco a su aire, como planetas que gravitan en órbitas concéntricas -unos- y excéntricas -otros- pero todos flotando alrededor del sentido carritrujillesco de la vida que consiste en unos cuantos principios inamovibles e innegociables. A saber:

No pronunciarás el nombre de La Palma en vano.

Santificarás al Tenerife y a la Unión Deportiva.

¡Gloria al Tenisca!

Honrarás la memoria de María Jesús, José Amaro y Fisco.

Harás tuyo el célebre axioma de don Pepe Recorte.

Ríete con los demás así como de ti mismo, ya que la vida no merece la pena tomársela demasiado en serio.

Amarás al prójimo como a ti mismo y agradecerás siempre a Dios los dones con los que te ha bendecido.

Preciosa flor en el jardín frondoso de los Carrillo Trujillo, muy amiga de sus amigos, hermana de sus hermanos, hija de sus padres, devota de Juan Pablo II y Fray Leopoldo de Alapandeire (que diría Daniela Carrillo Herrera, residente en Pasaje Flandes, Tejina, y una de sus veinticuatro sobrinos nietos) y leal servidora de Coalición Canaria (en fin, porque nadie es perfecto), permítenos, Florinda, que te deseemos una prolongada y provechosa tercera juventud, que arranca con la celebración de tu vigésimo trienio, y que podamos seguir compartiendo contigo más momentos plenos de dicha como éste hasta que de nosotros no quede sino el rastro del polvo del que un día venimos, mas polvo enamorado.

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