A Carmen Santonja, Gloria van Aerssen y Toni Leblanc, in memoriam
-Siempre que vuelves a casa
me pillas en la cocina
embadurnada de harina
con las manos en la masa.
-Niña, no quiero platos chinos,
vengo del trabajo y me apetece un fino
con anchoas de Revilla,
que son una maravilla,
y a ver si me aliñas
un cordobés salmorejo,
con su ajo y sin pepino,
que luego me repito más que Villarejo.
-Pues en cocina han preparado bacalao al pil-pil
con un poquito de perejil.
-Eso ni mentarlo que me recuerda al moro
y estoy de él hasta el gorro.
-No seas chiquillo, que hiciste un cursillo
para engañar a ese pillo.
-Eso ya lo sé pero, chiquilla…
-¿Qué?
-Dame al menos pepinillos
que los remojaré con una copita de Dictador.
-Lo que tú quieras, mi amor…
-Sabes que después de mí eres mi único lucero.
-Te quiero…
-Como la tierra al sol.
-No me seas cursi y novelero
que está seco mi abrevadero.
-¡Qué fina y educada!
–Mira quién fue a hablar:
que hasta la tesis tuvo que copiar
el rey de la cagada.
-No me hables, no me hables,
no me hables así.
-¡Ya salió san Francisco de Asís!
-No me tientes, no me tientes,
que te tendré que dimitir.
-¿A quién? ¿A mí?
-Sí, a ti.
-Antes de expropiarte como a Rumasa,
¿me quieres decir qué te pasa?
-Nada, amor mío, nada me ocurre, nada me traspasa.
-Entonces, ¿a qué se debe tanta mala guasa?
-Que para los indultos ocultar
a Iván se le ocurre montar
una española NASA.
-¿Esa no era de Astro Duque su antigua casa?
-Sí, pero con él hicieron tabla rasa.
-Pues nómbrame a mí gerente
y todo quedará en casa.
-¿Y qué dirá la gente?
¿Qué opinará la prensa?
-A esos enseguida se les pasa
con un poco de pasta gansa,
que todo lo amansa
el vil metal, que es la harina para la masa.
-¡Qué sabia te has vuelto!
-¿Te apetece un revuelto?
-¿Sabes que me pones con el pelo suelto?
-Pues ponte manos a la obra
que ésta que aquí está
hasta por cocinar cobra.
-Joer, joer, cómo está
y qué mal luce hoy la cosa.
-Pues ya sabes: o tú mismo te lo guisas
o no comes, y a otra cosa, mariposa.
-¿Y para eso te hice mi esposa?
-No me hagas hablar,
no me hagas hablar,
que te vas a cagar
si suelto a pasear
no mi cabello lacio,
sino muy, muy despacio,
mi lengua viperina de raposa.