¡Ay, va! Ahí va el muy necio
de imbecilidad sin precio
y suelta el memo engreído
que ahora ha rejuvenecido
su desgobierno inclusivo
buscando un gran revulsivo
y de paso más de un chivo
expiatorio liquidar
y a sus fieles contentar.
Que solo a un grajo
de vuelo tan bajo
y a quien un carajo
le importa el país
que aniquila de raíz
se le ocurre ardid trilero,
cual ruin descuidero
y contumaz embustero,
de anunciar al mundo entero,
con la huera fanfarria
de hortera bandarria,
que él y solo él
ya no es el tipejo aquel
de vocación impostor,
con todos defraudador
y de España destructor;
ya no más sepulturero
sino audaz aventurero,
que a todos, todas y todes,
como no hacía ni Herodes,
el ilustre doctor pasma
por la pantalla de plasma
con su rostro de diamante
dando el gran salto adelante.
¿Sabrá el sunsún,
este supremo ignorante,
babieca, tonto tunante,
que eso lo intentó Mao Tse Tung
y la China hizo ¡pim, pam, pum!?