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El callejón
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Reaparición mariana

¡Oh, Mariano, astro de Urano!

Muéstranos la vía para nos, y guíanos.

Porque haces ver a los errados

que se perdieron por sus pecados,

y les haces entender que no son culpables

aunque a ellos les hables

en un popurrí de blables;

porque que tú los perdonas

de la osadía

que les hacía

hacer locuras

como excomulgar curas

en tu sacro nombre

de bendito hombre

que no debieran

y que sin embargo hicieran.

¡Oh, Mariano, dios de rostro humano!

Muéstranos la vía para nos, y guíanos.

Debes enseñarnos el camino,

como la Virgen del Pino,

para ganar por todos modos

la gloria sin par y verdadera

que sólo tú puedes darnos

de forma imperecedera;

porque a ti Dios te lo

concediera

querría dárnosla por ti,

y así a nos nos la diera.

Tu buen juicio puede guiarnos,

más que en nada a la Moncloa

donde Satán tiene gozo y barbacoa

para quien quiso creer en él;

y nada nos placería más,

si a ti te place,

que fuese y al mal desplace

tu alma en nuestra compañía

para purgar al fin al Demonio

sanchista y revanchista

y devolverlo al infernal manicomio

para mayor honra y gracia de María.

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