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El callejón
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Los Talibanes

Pedro El Magnánimo

A José Ramos Martín y al maestro Jacinto Guerrero, in memoriam

CUADRO PRIMERO

Una playa, en las proximidades de Karachi. A la izquierda, practicable de rocas; a la derecha, un monte, en cuya cima está enclavada una aldea. Al fondo, el mar. Al levantarse el telón, comienza a amanecer, y, poco a poco, va subiendo de intensidad la luz, para acabar el cuadro completamente de día. Se oye muy lejana la llamada del muecín a la oración, desde lo alto del minarete.

MUECÍN

Fistro, pecador,

de la virtud te alejas,

y el honor

en la orilla te dejas.

Sobre el mar

va empujándote el viento

a luchar

por ganarte el sustento.

Anda, pecador,

que ya brilla el día,

¡desafía al mar, traidor,

que ya no te ayuda la CIA!

(Baja por el practicable de rocas Joe Biden. Representa unos ciento cuatro años. Viste un elegante terno oscuro. Queda unos instantes contemplando, entre atónito, embelesado y temeroso, el panorama de la aldea)

JOE BIDEN

¡Qué noble idea!

¡Cuánto el alma se recrea

al contemplar tan modesta aldea!

Pensando en ti noche y día,

aldea de mis amores,

mi esperanza renacía,

se aliviaban mis dolores.

Pensando en ti, mar serena,

pensando en ti, bello cielo,

era más dulce mi pena

y menor mi desconsuelo.

Siempre en esta aldea soñaba,

siempre en ella pensaba

mas ahora se me cae la baba

porque no entiendo nada.

Pero no importa,

que aunque viejo y pellejo

alegre el corazón salta en mi pecho

y mi ambición de anciano tipejo

no conoce aún techo.

No importa

mi lucha por lograr el oro,

si al cabo logro engañar al moro,

hoy soy más rico y poderoso.

No importa

lo que tuve que penar,

lo que importa es que he vuelto

hasta aquí para no regresar jamás.

(Cae de rodillas en el suelo. Se oyen los cantos de los pescadores)

CORO

Pensando en ti, mar serena,

pensando en ti, bello cielo,

era más dulce su pena

y menor su desconsuelo.

Siempre en esta aldea pensaba,

siempre ambicionó volver

y este momento soñaba

de otra vez la aldea ver.

Miradle, ved como al viejo le agobia

el gentío y cómo pierde el señorío

hasta parecer una momia,

mira si es carca el tío.

Sin duda,

luchaste por lograr el oro

y al cabo

has vuelto más rico y poderoso.

Lo que importa que ya vuelves

para no marchar jamás…

Me recuerdas a Manuel Hermoso.

(Animación extraordinaria en todos. El sol sale esplendoroso. Sobre el mar, de derecha a izquierda, cruza una barca, hinchada la vela. Sus tripulantes contemplan el cuadro)

KAREEM

(Señalando a Biden)

¡Es Joe Biden!

ABDUL

¡Ha vuelto!

JABBAR

¡Y problema resuelto!

CORO

(Con el mayor entusiasmo)

¡Si Alá es grande USA lo es más!

¡U-S-A! ¡U-S-A! ¡U-S-A!

TELÓN RÁPIDO

(Durante este intervalo escénico se oye la siguiente copla)

Palomita, palomita,

cuidado con tu pichón.

Mira que rondando el nido

está el Talibán ladrón”

CUADRO SEGUNDO

En la lonja se han reunido de manera espontánea las mujeres de la aldea, quienes lamentan que, a pesar de la llegada del presidente norteamericano, su lamentable situación de sometimiento total a los varones sigue siendo la misma.

MALALA

(CORIFEO)

No hay por qué gemir,

no hay por qué llorar,

libre es la mujer

y al que quiera debe amar.

LAS DEMÁS

(Profundamente afligidas)

Sí hay por qué gemir,

sí hay por qué llorar,

cuando la mujer

al que quiere no ha de amar.

No hay por qué gemir,

no hay por qué llorar,

al final para la mujer

la vida sigue igual.

MALALA

¡Hay que tener valor

para vencer

los reveses del infiel traidor!

LAS DEMÁS

¡Pero es mucho mejor

no padecer

tan amargo dolor!

¡No, señor…!

MALALA

(Con firmeza)

Dulce tormento

de dolores siento,

mas no me importa sufrir de dolor,

que mi lamento

lo lleva el viento

hasta el oído de Alá,

que aunque esté más allá

es mi dueño y señor.

Cómo me adora,

suspira y llora

con mis tristezas y mi dolor,

y me enamora

cuando me implora

que nunca cese mi amante ardor,

que el día menos pensado

de estas cadenas nos habremos librado.

KAMALA

¡Claro! Tú hablas así, libre de oprobio,

porque aún no tienes novio…

SHEREZADE

Y porque crees que cuando lo tengas

para ti no habrá pesadas arengas

ni de tu madre,

ni de tu padre,

ni de tu abuela

y sí el consuelo

de tu abuelo,

o de tu suegro o suegra,

o de la consuegra,

y hasta tendrás del imán respaldo

y nadie te pondrá a de pota caldo.

MALALA

Bueno, bueno, no nos precipitemos

que cuando eso llegue… Ya hablaremos.

KAMALA

Y que acaso llegue pronto. He observado que, de algún tiempo a esta parte, pasas más tiempo con los libros que con nosotras.

MALALA

¿Y qué se supone que he de hacer? Todos saben que estamos condenadas a que nos subasten como ganado. Tenemos que quedarnos en casa y hacer todas las labores que nos son propias. Nuestra casa es nuestra prisión. Al menos, los libros me permiten ir a lugares donde soy completamente libre de hacer lo que me venga en gana. En fin, Salam Aleikum!!!

(La joven se va haciendo mutis por el foro y dejando a las demás cariacontecidas)

KAMALA

Siempre he dicho que esta hermana nuestra no nos va a traer sino problemas.

SHEREZADE

Ya se le quitará el cuento cuando se interese por ella un buen partido.

KAMALA

El partido que mencionas no lo habrá de encontrar esa chiquilla en un lugar como éste. Aquí solo hay pescadores y cabreros y esa muchacha busca un sultán que solo existe en los sueños.

SHEREZADE

¡Lástima de mujer! Es digna de mejor suerte…

KAMALA

Como todas nosotras. Esto es una vida de mala muerte.

(Por la derecha entra un grupo de aldeanos, encabezados por el alcalde)

ALCALDE

¿Y vosotras qué hacéis todavía aquí? ¡Andad, a casa, que queda mucho por hacer!

(La asamblea de mujeres se disuelve con la rapidez de un rebaño de ovejas azuzadas por un perro pastor, entre la algazara general de los varones del pueblo, que se dirigen hacia la casa en la que se ha alojado Joe Biden para echar una siesta reparadora. El primer edil aporrea la ventana, en medio del estrépito y alborozo de todos)

CORO

¡Que salga pronto,

que le esperamos!

¡Sal, que te aguardan

los aldeanos!

Tras una ausencia

de tantos años,

ansiamos todos

darte un abrazo.

(Por la puerta de la casa sale Biden y se queda allí quieto, con los brazos abiertos, como una escultura de Giacometti)

JOE BIDEN

¡Aquí estoy ya,

con los brazos abiertos

para a todos abrazar

de par en par!

(Avanza, y en seguida se arrojan en sus brazos algunos aldeanos. Otros le dan golpecitos en la espalda)

JOE BIDEN

Es mi mayor orgullo y satisfacción,

es mi mayor felicidad

tan dulces pruebas recibir

de la amistad más leal.

CORO

Es su mayor satisfacción,

es su mayor felicidad

tan dulces pruebas recibir

de la amistad más leal.

JOE BIDEN

(Avanzando hacia el proscenio)

El dinero que atesoro,

todo el oro

y el petróleo robado al moro,

nada vale para mí,

comparado a este contento

que ahora siento

de verme otra vez aquí,

¡Son mis campos! ¡Es mi monte!

¡Mi horizonte, como hombre soy de Delmonte!

Y como dice Pepe Benavente:

¡Venga, mi gente!

La alegría me alboroza

y de amor mi corazón reboza.

¡Oh, nación del oro,

me diste un tesoro

que, con mis marines, supe conquistar!

Grande es mi riqueza;

pero en mi cabeza

ahora todo es maleza

y me cuesta coordinar

y hasta recordar

si ya fui al baño a orinar.

CORO

¡Oh, nación del oro,

le diste un tesoro

que, con su milicia, supo conquistar!

¡Pero, oh, cielos, oh, pena,

oh, la vejez le condena

con sus terribles puñales

y el hombre lleva otra vez pañales!

JOE BIDEN

Grande es mi contento

y el placer este que siento

de volveros a abrazar.

Hacer bien quiere el amigo americano,

y hoy ufano

cifra toda su ilusión

en miraros animosos

y dichosos

al brindaros protección.

Ser amado yo lo espero,

mi dinero

es sublime talismán

para todo buen musulmán.

Los placeres seductores,

los amores,

y todos los sensuales sudores

hoy son vano deseo en mis abductores.

ALCALDE

(Abrazando a Joe Biden con gran entusiasmo)

¡Mi queridísimo presidente!

JOE BIDEN

(Agobiado ya por tantos abrazos)

¡Por Dios…!

ALCALDE

(Interviniendo)

¡Dejadle ya, que lo vais a desguarniar!

¡Que nuestro amigo tiene ya una edad…!

JOE BIDEN

(Pasándole un brazo por el cuello al alcalde)

¡No importa, alcalde, no importa! Sobre todo, dejad que las niñas se acerquen a mí…

ALCALDE

(Un tanto desconcertado)

Tranquilo, presidente, tranquilo…

JOE BIDEN

(Un poco contrariado)

¿Ni siquiera…?

ALCALDE

No, y créame que siento mucho llevarle la contraria, pero, de momento, la Sharía no le permite, respecto a las niñas: ni verlas, ni tocarlas, ni olerlas.

JOE BIDEN

(Esbozando una siniestra sonrisa con su rostro calavérico)

En fín… Qué se le va a hacer… ¡Vaya, hombre, vaya…!

¡Y yo que quería pasarme de la raya!

(Al alcalde)

Saca vino y que beban cuanto gusten para festejar mi vuelta…

(Zafándose de otro aldeano sobajón)

¡Y tú, majadero, suelta, suelta!

ALCALDE

(Con cierto embarazo)

Lo siento, presidente, pero nosotros no consumimos alcohol.

JOE BIDEN

Pero… ¡Qué mamones!

¿Acaso vosotros sois mormones?

ALCALDE

(Mirando desconcertado al resto de paisanos)

Nos lo prohíbe el Libro Sagrado, señor…

JOE BIDEN

¡Vaya, qué contrariedad!

¡Qué contrapié!

¡Que traigan té!

ALCALDE

¡Viva el presidente!

TODOS

¡Viva!

ALCALDE

¡Que Alá bendiga a América!

TODOS

¡Que así sea!

TELÓN

CUADRO TERCERO

Decoración a todo foro. Plaza de la aldea. En el centro del foro, la casa del alcalde, de un solo piso, con ventana y puerta practicables. En el lateral izquierdo, en segundo término, está el Cuartel de los Cascos Azules, con ancha puerta. A la derecha, también en segundo término, el Ayuntamiento. En su fachada, a conveniente altura, hay una lápida cubierta por una bandera con los colores nacionales. En las ventanas de todas ellas hay colgaduras, lo mismo que en el balcón del Ayuntamiento. Sobre la puerta del Cuartel, la bandera de la ONU.

Adosados a los muros de la casa del foro y del Cuartel, dos bancos de piedra. Es de día.

Al levantarse el telón, está la escena sola. A poco sale del Ayuntamiento el alcalde, seguido de una comitiva de individuos barbados que portan fusiles de los tiempos de la Guerra de Crimea.

ALCALDE

(Deteniéndose en primer término derecha)

Venid, aldeanos,

venid acá.

(Comienza a salir el Coro General de Aldeanos y forma semicírculo alrededor del alcalde y del grupo de barbudos armados)

Quiero que todo el pueblo

la buena nueva conozca

y que pronto el hermoso boncho

comience y dure hasta que anochezca.

(Los tipos armados cargan sus rancios fusiles y disparan al aire en señal de alborozo. Esto provoca que del Cuartel de los Cascos Azules salgan alarmados un destacamento de soldados bastante mosqueados)

OFICIAL DE LA ONU

(Deteniéndose en primer término izquierda)

Pero, ¿qué es este ruido?

¿Qué es este follón?

¡A mí, mis muchachos!

¡A mí, mi guarnición!

¡A mí, la legión!

¡Que me expliquen este lío

o aquí va a haber un problemón!

ALCALDE

(Dirigiéndose solícito al oficial de los Cascos Azules)

¡Tranquilo, oficial, tranquilo, no os preocupéis!

¡Que estos que a mi vera tenéis

son hombres de total confianza

de la Atlántica Alianza!

OFICIAL DE LA ONU

(Arengando a su tropa)

Pues si el primer edil así lo afirma

no seré yo quien le lleve la contraria

y mucho menos a estos parias

que necesito tomarme un café Tirma

y tostadas con mantequilla Arias.

(Los Cascos Azules vuelven de regreso a su Cuartel)

ALCALDE

(A los fusileros necesitados de varios peluqueros)

No os cortéis un pelo,

perdón, he dicho una obviedad,

y sin control y con desafuero: disparad,

hermanos, sin cesar disparad.

Sea el homenaje

de vuestra amistad,

como vasallaje

de fraternidad.

No sería vano

que lo demostréis,

si como a un hermano

vosotros nos queréis.

(El grupo de barbudos obedece y repiten las salvas. A continuación, uno de ellos, el único que no porta fusil sino un Colt del 45, que enfunda en su correspondiente cartuchera, tras vaciar el tambor, se aproxima al alcalde)

ZABIHULLAH MUJAHID

¡Cierto que sí!

Y como a un hermano

tú me quieres a mí.

¡Amigos, siempre amigos,

juntos marchemos

en las luchas de la vida!

¡Amigos, siempre amigos,

olvidaremos

la jornada maldecida

que nos arrebató nuestra patria querida!

Unidos, siempre unidos,

y contra los Estados Unidos

compartiremos

esperanzas y alegrías,

hermanos, más que amigos,

demostraremos

que tus penas son las mías.

ALCALDE

Amistad, amistad,

¡qué dulce sentimiento del alma brota

cuando se abandona la garrota

por la hermosa garota!

De un amigo de verdad

la alegría que siente me alborota.

¡Amistad, amistad,

clamen todos los hombres en la tierra!

¡Siempre amigos, gritad,

y acaben ya los odios y la guerra!

(Poseídos del mayor entusiasmo, unos y otros, vecinos y forasteros, barbados o lampiños, avanzan hacia la batería y cantan, mientras suenan los tambores y las cornetas, con gran estrépito)

Amistad, amistad,

¡qué dulce sentimiento del alma brota

cuando se abandona la garrota

por la hermosa garota!

De un amigo de verdad

la alegría que siente me alborota.

¡Amistad, amistad,

clamen todos los hombres en la tierra!

¡Siempre amigos, gritad,

y acaben ya los odios y la guerra!

Una vez concluido el coro, se disuelven ambos grupos y en escena tan solo quedan el alcalde y su nuevo invitado.

ALCALDE

(Señalando la placa oculta por la bandera nacional)

He querido que el mismo día en que vosotros partís de vuelta a vuestro amado país se descubra esa lápida que lleva esculpido su nombre, que es el que, de ahora en adelante, tendrá esta plaza.

ABIHULLAH MUJAHID

(Visiblemente contrariado)

¿Y por qué no pones el nombre de nuestro pueblo?

ALCALDE

¿El de todos? ¿Estás loco? Además, conviene dorarle la píldora al carcamal y hacerle creer que nada volverá a ser como antes, ya que, como no ha cambiado nada desde vuestra diáspora y martirio, sabe Alá que todo continúa exactamente igual a como lo dejasteis.

ZABIHULLAH MUJAHID

(Adoptando un exagerado tono declamatorio)

¡Gloria al hombre sabio que siembra el bien dondequiera que va! ¡Honor al hombre que no puede ver una lágrima sin enjugarla! ¡Mil veces bendito eres, Alí Babalos!

ALCALDE

(Luciendo una falsa modestia)

¡Tampoco es para tanto, hombre!

ZABIHULLAH MUJAHID

¡Sí lo es!

ALCALDE

Bueno, bueno, si tú lo dices… Como te venía contando: al final, cogiendo el cordón de esa cortina exclamaré: “Pero esta aldea sabrá agradecer los favores recibidos; esta aldea que, hasta que él ha regresado, era un pueblo oprimido… ¡Oprimido, sí!… Pero se acabó la opresión”… Y al decir opresión, tiro del cordón… y descubro la lápida.

ZABIHULLAH MUJAHID

(Taciturno)

Con su nombre.

ALCALDE

Y apellidos.

(Por el lateral izquierda aparece Joe Biden, con su sempiterno aire despistado)

ALCALDE

(A su amigo)

Calla, calla, que hablando del rey de Roma por ahí se asoma…

ZABIHULLAH MUJAHID

(Con expresión de obvia incredulidad)

¿Es él? ¡Está mucho más viejo de lo que aparenta en la televisión!

ALCALDE

Las malas lenguas dicen que duerme en una cámara hiperbárica y le inyectan ácido hialurónico cada dos días…

ZABIHULLAH MUJAHID

Pobre hombre… Lo que hacen unos pocos por poder decidir por todos los demás.

ALCALDE

¡Calla, que parece que no pero este viejo se entera más de lo que tú crees!

ZABIHULLAH MUJAHID

¡Si hasta camina como un teleñeco!

ALCALDE

Buenos días, presidente… ¿Dónde te metes, macho, que en toda la mañana no he logrado echarte la vista encima?

JOE BIDEN

Salí muy temprano y me fui a dar un paseo por la playa, entre las rocas…

ALCALDE

Recordando tus buenos tiempos, ¿eh…?

JOE BIDEN

Sí… Recordándolos… Aunque ando más bien confundido.

ALCALDE

Presidente, aprovecho que estás aquí para presentarte a un amigo. Se llama Zabihullah Mujahid y está de visita, porque regresa mañana a su país.

JOE BIDEN

(Le tiende su temblorosa y raquítica mano derecha)

Encantado.

ZABIHULLAH MUJAHID

(Le devuelve el saludo a la manera musulmana)

Salam Aleikum!

JOE BIDEN

¡Felices fiestas!

ALCALDE

(Rompiendo la tensa pausa que se ha abierto entre los tres)

Preparado ya para el gran acto, ¿eh, presidente?

JOE BIDEN

(Sentándose en el banco que hay adosado al muro del Cuartel de los Cascos Azules)

¡Ay, qué cansado estoy…!

ALCALDE

¿Quiere que le pida un taxi para volver a su residencia?

JOE BIDEN

Pues no diría que no. Este reuma está acabando conmigo. Y eso que me han puesto hasta cuatro dosis de la vacuna de Pfizer, tres de Astrazeneca, dos de Moderna y tres de Deliplus.

ALCALDE

¿Tantas?

JOE BIDEN

Los chinos se niegan a darnos el antídoto. Nos piden a cambio la explotación de las reservas de petróleo de Texas por cincuenta años y celebrar la Superbowl en Shanghái de forma permanente.

ALCALDE

¡Qué cabrones!

JOE BIDEN

No lo sabes tú bien… Nos engañaron como nosotros solemos engañar al resto del mundo. Los chinos nos engañaron como chinos. Hemos intercambiado los papeles. Nuestros laboratorios no tienen ni idea de aquello a lo que se enfrentan. Nos mandaron el patrón genético pero lleno de falsas pistas y de puntos vacíos. Nos la metieron doblada. Mira, esto no se lo he reconocido a nadie hasta hoy, pero, sinceramente, hubiese preferido que Trump repitiera antes que pasar por todo esto.

ZABIHULLAH MUJAHID

Es el precio que tiene pactar con el demonio.

JOE BIDEN

Exactamente. Veo que es usted mucho más inteligente que lo que da a entender su indumentaria. Parece que lleva un disfraz de talibán para los carnavales de Santa Cruz. ¿No será usted de Los Diablos Locos, por casualidad? Su fundador, Tom Carby, estudió conmigo en los Hermanos de La Salle de Pensilvania.

ZABIHULLAH MUJAHID

(Que no sabe qué contestar)

Es un traje típico de mi país. Nos lo ponemos en ocasiones excepcionales y en ceremonias como la de hoy.

JOE BIDEN

Disculpe si lo he ofendido.

ZABIHULLAH MUJAHID

(Sombrío, en un tono vagamente amenazador)

Descuide. No ofende quien quiere sino quien puede…

JOE BIDEN

(Que sigue a su bola)

Pues veréis… Esto me recuerda una anécdota de juventud. El día que iba a confesarle mi cariño a mi primera novia, me acicalé como si fuera de fiesta… Me miré al espejo y no pude menos de lanzar un suspiro de satisfacción… Salí loco en su busca, y por el camino, en todos los arroyos que me encontraba, me miraba, y en todos me veía como en el espejo… Joven… ¡Ay!… Y guapo… Llegué, al fin, a su lado, y empecé a hablarle de cosas sin importancia, y cuando ya iba a decirle que la quería con todo mi corazón, alzó ella los ojos y los clavó en los míos… Entonces se me cayó el alma a los pies, chico… En sus pupilas no me vi como en el espejo ni en los arroyos. Me vi un machango… Claro, yo tenía cinco años y ella era el ama de cría de la casa. Como buenos terratenientes demócratas del este teníamos personal de servicio y todos negros. Simone se llamaba. Era bisnieta de esclavos. Y tenía dos mamelias que siempre he echado de menos… En fin, the life, Manola, the life…

ALCALDE

¡Amén!

JOE BIDEN

Aquel día me convencí de que uno es joven o viejo, según las circunstancias, porque yo os aseguro que, si en vez de mirarme en los ojos de una negra mucama, me hubiese mirado en los de una chiquilla de mis años, no me hubiese retraído…

(Por el primero derecha entra la joven Malala. A pesar de respetar las normas, su insinuante contorno salta a la vista y, por si fuera poco, no lleva oculto el rostro. El viejo ex senador Biden se pone en pie como activado por un resorte)

MALALA

Salam Aleikum!

JOE BIDEN

(Que la mira con la avidez de un leopardo en celo)

Lo que tu digas, niña…

MALALA

Buenos días, señor presidente.

JOE BIDEN

Llámame Joe. Tú puedes llamarme Joe, nena.

ALCALDE

(Algo violento por la situación)

Malala, hija, hazme el favor de cambiarte. Ya sabes que no me gusta que vayas exhibiéndote por ahí…

ZABIHULLAH MUJAHID

(Recriminatorio)

Sí, una verdadera hermana no viste así.

ALCALDE

Disculpa, hermano, pero esto es un asunto entre padre e hija…

JOE BIDEN

(De quien se ha apoderado una libido de lo más repulsiva)

¿Tienes más amiguitas como tú?

MALALA

Descuida, papá, que sé manejarme solita con las cobras.

(La muchacha se marcha por la derecha con un provocativo contoneo de caderas que deja a Biden petrificado cual estatua de sal, a la salida de Gomorra)

JOE BIDEN

¡Guau, quién tuviera ochenta y cinco años menos!

ALCALDE

Bueno, bueno, será mejor que nos marchemos, que todavía hay mucho que preparar.

JOE BIDEN

(Quien de pronto parece recuperar la agilidad y el vigor de la juventud)

¡No importa que al deseo mío

se oponga ahora el mundo entero;

yo he de lograr lo que ansío,

porque quiero…!

¡¡Quiero porque puedo

y lo demás me importa un bledo!!

Si el amor puede lograrse con dinero,

mis riquezas a cualquiera yo daré:

yo a las tías adoro con locura, yo a todas deseo,

y aunque todos se opusieran lo conseguiré.

El deseo que tengo me domina,

y por todos y por todo ha de saltar…

La hermosura de las niñas me fascina,

nadie puede mis tormentos consolar.

Es mi encanto, es mi ilusión, es mi alegría,

la gloria con que puedo ambicionar

que la polla pueda aún levantar.

¡No importa que al deseo mío

se oponga ahora el mundo entero;

yo he de lograr lo que ansío,

porque quiero!

¡¡Quiero porque puedo

y lo demás me importa un bledo!!

(Como presa de una locura episódica, Biden prosigue su vaniloquio dando pasos de baile dignos de un pingüino con problemas de riego)

ALCALDE

¡Y yo que en mi discurso iba a hablar de su bondad…!

ZABIHULLAH MUJAHID

La verdad es que tu amigo es un tipo de lo más repugnante.

ALCALDE

Pues mira que tú y los de tu turbante…

ZABIHULLAH MUJAHID

Alí Babalos, no empezemos, no empezemos…

(Hace acto de presencia un coro de aldeanos)

ALCALDE

¿Y estos qué hacen aquí ahora?

CORO

Puesto que todos complacer

a nuestro ilustre visitante queremos

con antelación venido hemos

a ensayar bien qué hacer.

ALCALDE

Poca cosa es el acto

pues el discurso doy ipso facto

y una vez descubierta la placa

os podéis ir a hacer caca.

CORO

¿Y el baile? ¿Y el solaz alboroto?

¿Acaso el programa se ha roto?

¿No había después una danza?

¿Nos retiramos sin nada que echarnos a la panza?

ZABIHULLAH MUJAHID

Si el alcalde no me corrije,

acercaos a escuchar:

(Los lugareños se colocan alrededor del tal Mujahid)

al viejo el seso no le rige

El baile se debe suprimir,

que el nota se va dormir.

¡No más festejos en honor

de quien vino aquí a cobijar

sin pagar y sin amor,

que a esta momia solo interesa

una cosa y no es rezar

como Santa Teresa!

JOE BIDEN

(Recuperando repentinamente la lucidez)

¿Qué está diciendo?

ZABIHULLAH MUJAZHID

(A Biden, en un tono de abierto desafío)

Guarda, yayo, tu riqueza,

guarda tu tesoro, vejestorio,

que pasaron tus días de Tenorio

y tu rollo le da a uno pereza,

que ni estás para una orgía,

ni para ninguna otra porfía

que no sea meterte un supositorio.

De mi país yo soy el dueño,

y en ello puse todo mi empeño;

lo reconquisté,

y al que arrebatarlo quiera,

lo mataré.

JOE BIDEN

No me asustan tus amenazas,

ni nada temo a tus rigores,

si al final tu país ha de ser tuyo,

yo no huyo:

te lo regalo de de mil amores.

ALCALDE

Guarda, presidente, tu riqueza,

guarda, amigo, tu tesoro,

que la fe del moro

no se compra con el oro.

Bajo tu bota el Islam nunca estará

y la tierra que atesora

de atrás hasta ahora

con nuestra sangre se defenderá.

CORO

El deseo que en vano sueñas

no tiene ni dueños ni dueñas,

es un vacío anhelo nada más

que no has de conseguir jamás.

TELÓN

CUADRO CUARTO

Decoración a segundo término. Sala blanca en casa del alcalde. A foro derecha, una puerta; a foro centro, ventana; y a foro izquierda, un altar budista en el que arden varias velas. En los laterales, dos puertas, ambas con cortinas. En primer término derecha, una mesa baja, rodeada de numerosos cojines. Es de noche. La escena está bien alumbrada por un velón de varias luces, colocado sobre la mesa. Al levantarse el telón están todas las mujeres, formando un coro. En el centro de la escena, sin poder ocultar su abatimiento, se encuentra Malala.

CORO DE MUJERES

¡Vivan los novios, que enamorados

sus dulces sueños realizarán en catres dorados…!

¡Viva Malala, gentil y bella, como la rosa del azafrán,

que pronto esposa será de Zabihullah, el Talibán!

(Óyense unos golpes, dados en la puerta del foro)

MALALA

(Con sobresalto)

¡Llaman!

(Kamala y Sherezade miran por la ventana)

KAMALA Y SHEREZADE

Con el toque de queda al caer

los pescadores su regalo vienen a traer…

(Kamala abre la puerta. Tras ella aparecen los pescadores)

KAMALA

Pasad, venid;

si buscáis a la moza más bella,

la tenéis aquí.

(Los pescadores avanzan hasta colocarse frente a Malala)

PESCADORES

Rendidamente,

humildemente,

mi pobre ofrenda venimos a traer.

Sé tú indulgente,

sé complaciente,

coge el regalo, linda mujer.

MALALA

Gracias os doy

no por hoy

sino por mañana

que es cuando será la jarana.

PESCADORES

Niña gentil,

por tu hermosura singular,

digna eres tú

de ricas joyas ostentar.

Comprendí

que tu galán muera por ti;

joya eres tú

y como tú ninguna vi.

Dale ya tu amor,

que rendido está

por ti en el zaguán

Zabihullah, el Talibán.

Tesoros mil

con que poderte regalar

quisiera yo

a tus plantas arrojar.

Recibe tú

al ver logrado ya tu amor,

la ofrenda fiel

de la amistad del pescador.

(Desfilan ante Malala, entregándole los pescados que han capturado ese día)

MALALA

Gracias, galanes,

por lo que me traéis

como dones

obtenidos de la mar

que yo sabré apreciar

porque ya veréis

cómo a los Talibanes

la gentileza les toca los cojones,

que estos gañanes

tienen la virtud de los caimanes.

(La respuesta de la novia deja a todos, todas y todes, en una estupefacción tan espesa que los pescadores se limitan a hacer mutis por la puerta del foro en un silencio sepulcral)

KAMALA

(Tratando de quitarle hierro al asunto, a la vez que despide a los pescadores en la puerta)

Mi amiga, agradecida,

conmovida y emocionada,

solamente puede decir:

gracias por venir…

Y mañana, a las nueve,

tanto si luce el sol como si llueve,

todos en la Mezquita

y, respecto a estos presentes,

a rucio regalado no le mires los dientes

o Santa Rita, Rita, Rita,

lo que se da no se quita.

MALALA

(Suspirando tristemente)

¡Ay…!

KAMALA

(Molesta, tras cerrar dando un portazo)

¿Quieres hacerme el favor de no suspirar más, que me estás poniendo nerviosa…? ¿A qué vienen esos ayes…?

MALALA

(Desafiante)

Si tantas ganas tienes de que me case, ¿por qué no lo haces tú en mi lugar?

KAMALA

(Alarmada)

Pero… ¿Qué estás diciendo, desgraciada?

MALALA

Eso lo seré a partir de mañana. Si nada, ni nadie lo remedian…

(Tocan a la puerta y, sin esperar que le abran, entra en escena el alcalde, quien se dirige directamente hasta donde se encuentra su hija, a quien toma el rostro entre sus manos y cubre de besos)

ALCALDE

¡Pero qué guapa estás, hija mía…! ¡Cuánto te quiero!

(Continúa dándoles sonoros besos en las mejillas. La joven se deja querer con resignación sumeria)

¡Lo orgullosa que estaría tu madre de ti…!

(Al nombrar a su progenitora, a Malala se le ensombrece la expresión. Parece a punto de echarse a llorar)

¿Por qué estás triste, hija…?

MALALA

No estoy triste. Es que me he acordado de mamá.

ALCALDE

(Abrazándola con ternura)

No te preocupes, hija mía, ella nos está mirando ahora desde las estrellas con más luminosidad que ninguna de ellas. Porque brilla de verdadera felicidad.

(Se escucha un hondo suspiro entre el resto de mujeres presentes que acogen esta cursilería paterna como un bálsamo frente a tanta tensión)

En fin, hija, quédate con Alá, que es ya muy tarde y mañana hay que madrugar…

(Al resto de mujeres)

Que descanséis…

(El coro de mujeres asiente y el alcalde sale del cuarto por donde mismo ha entrado)

KAMALA

(Remedando al alcalde)

Que descanséis, que descanséis… ¡Será hipócrita el tío! ¡Así sueñes que se te llevan los demonios, y, cuando te despiertes, sea verdad…!

MALALA

(Que no da crédito a las palabras que han salido de labios de su amiga)

¿Cómo…?

KAMALA

¡Sí, hija, sí! Que tu padre es un hipócrita y un majadero. Y acabo de darme cuenta de que lo que pretende hacer contigo es una infamia.

MALALA

¿Qué? ¿Infamia…?

KAMALA

¿Qué es si no tu boda con ese palurdo al que le cantan los sobacos a queso de cabra?

MALALA

(Sin poder salir de su asombro)

Él cree que es lo mejor para mí.

KAMALA

(Adoptando un tono entre iracundo y justifiero)

¡Mentira! Es lo mejor para él. Te casa para tener acceso directo a los créditos que han de darle un montón de países gilipollas a esos gandules, que encima son unos desalmados… ¡Basta ya de lágrimas que no merecen ser derramadas! ¿Sabes cómo de verdad llaman en el Islam a esos barbudos? Gavilanes.

MALALA

¿Gavilanes? ¿Por qué…?

KAMALA

Porque los gavilanes se dan buena maña para cazar palomas inocentes como tú. Lo dice una copla que cantaba Miguel de Molina:

Palomita, palomita,

cuidado con tu pichón…

Mira que rondando el nido está el Talibán traidor”.

MALALA

(Que por fin ha recuperado la sonrisa)

Eso último te lo has inventado.

KAMALA

¿Vas a negar que no digo la verdad?

MALALA

Sí… Digo, no… Digo… Bueno, ya sabes lo que pienso.

KAMALA

¡Déjate de zarandajas y escúchame bien! ¡Escuchadme bien todas! Esto tiene solución pero para que llegue a buen puerto este barco tiene que zarpar antes de tiempo…

(Todas las mujeres hacen coro silencioso alrededor de Kamala, mientras escuchan lo que ésta tiene que contarles)

TELÓN RÁPIDO

OSCURO TOTAL EN TODO EL ESCENARIO

Mientras, a oscuras completamente, se produce la transición escénica al último cuadro, se escucha la siguiente copla, cantada por el Coro de Aldeanos:

CORO

Palomita, palomita,

cuidado con el pichón;

mira que rondando el nido

está el Talibán ladrón.

CUADRO QUINTO

La decoración reproduce el interior de una mezquita. Al fondo, a la derecha, se encuentra el espacio acotado para las mujeres, con sus paredes de celosía. Los hombres se distribuyen a izquierda y derecha. En primer término, en presencia del imán, que permanece de espaldas al público, se encuentran el novio (acompañado por sus colegas Talibanes) y la novia, que luce un burka que la cubre completamente, de arriba a abajo, escondiendo su rostro. Junto a ella, su padre, el alcalde.

IMÁN

Por el poder que me ha sido otorgado, yo os bendigo en nombre de Alá y a partir de este momento seréis marido y mujer.

CORO MASCULINO

¡¡¡Vivan los novios!!!

(Y como a las mujeres no se les está permitido abrir la boca ni en este ni en otro lugar se limitan a dar una suave y casi inaudible salva de aplausos)

ZABIHULLAH MUJAZHID

(Dirigiéndose al alcalde)

Querido suegro, Alí Babalos, ¿das tu permiso para que pueda besar a mi esposa?

ALCALDE

(Que asiente sin poder ocultar su orgullo y su satisfacción)

¡Adelante, hermano, te entrego a mi hija!

ZABIHULLAH MUJAZHID

(Acercándose a ella mientras le dedica unos versos aproripiados)

Bien sé que nada valgo para ti.

Mas tú eres todo para mí.

Coraje, gallardía y valor

intento sincero demostrar

para que veas que tu amor

es el tesoro que he de conquistar

y para que veas que no miento

en lo que de verdad siento

esta barba me voy a recortar

sin rechistar ni proferir un lamento.

Eres mi amiga, mi dueña, mi oro;

ven, que yo te adoro,

y a mi afgana tierra

yo te he de llevar

para que puedas contemplar

la dulce morada, el sagrado hogar

que tú y yo vamos a crear.

(El novio posa con extrema delicadeza sus manos en el velo que oculta el rostro de su amada y al terminar de retirarlo descubre, entre el espanto y el horror, que se trata del alcanforado careto de Joe Biden)

JOE BIDEN

¡No importa que reboses de amor

por este pellejo

que aún con el motor viejo

este corazón aún guarda ardor

de sobra en su duro interior!

(Y antes de que el aludido pueda reaccionar irrumpe desde el fondo del escenario, precedida por un abanderado y un danzarín con pandereta que hace cabriolas circenses, la tuna de Aparejadores, que al son de sus laúdes, bandurrias y guitarras entona esta popular tonada que es coreada por todos los personajes presentes en la escena)

TUNA

Cuando el amor llega así

de esta manera

uno no se da ni cuenta.

El carutal reverdece

y el guamachito florece

y la soga se revienta.

Caballo le dan sabana

porque está viejo y cansa’o,

pero no se dan de cuenta

que un corazón amarra’o

cuando le sueltan la rienda

es caballo desboca’o.

Y si una potra alazana

caballo viejo se encuentra,

el pecho se le desgrana

y no le hace caso a falsetas,

y no lo obedece al freno

ni lo para un pasa rienda.

Cuando el amor llega así

de esta manera

uno no tiene la culpa.

Quererse no tiene horarios

ni fecha en el calendario

cuando las ganas se juntan.

Caballo le dan sabana

y tiene el tiempo conta’o

y se va por la mañana

con su pasito apura’o

a verse con su potranca

que lo tiene embarrasca’o.

El potro da tiempo al tiempo

porque le sobra la edad

caballo viejo no puede

perder la flor que le dan

porque después de esta vida

no hay otra oportunidad.

(Coincidiendo con el fin de esta canción, perpetrada, más que interpretada, de una manera infame, el tuno de la pandereta culmina sus acrobacias sin gracia justo delante del novio, quien, le suelta un sonoro sopapo que, de no mediar la longilínea anatomía de Joe Binden, habría acabado con el estudiante en el segundo anfiteatro)

ZABIHULLAH MUJAZHID

(Presa de una indignación feroz, blande, amenazante, una espectacular cimitarra, lo que provoca que los tunos huyan en veloz estampida)

¡Esto es un ultraje! ¡Un atropello!

¡Me voy de aquí aunque sea en camello!

¡Qué vergüenza! ¡Qué insulto!

¡Esta ofensa no tiene indulto!

¿Y tú, Alí Babalos, estabas en el ajo?

¡Di la verdad o te corto el badajo!

ALCALDE

(De rodillas, sollozando)

¡Oh, amigo mío! ¡Oh, hermano!

¿Cómo me crees capaz de algo tan marrano?

¡Ni idea tenía de este ardid, de esta treta!

¡Y si miento amputarme puedes esta teta!

(Desesperado, Alí Babalos se señala su pectoral izquierdo)

ZABIHULLAH MUJAZHID

(Dirigiéndose desafiante a Joe Biden)

¿Y tú, carcamal, nada tienes que alegar?

¿A mí me la querías tú pegar?

¿A quién crees que pretendes engañar?

¡Anda, da gracias, viejo chocho,

que mi religión me prohíbe trocear a Pinocho!

JOE BIDEN

(Mostrándose muy digno)

No me hables, no me hables,

no me hables así,

que me duele,

que me duele,

que me traten así.

Ya no sé si dejarte de lado

o fingir que me voy por no verte

al país de aquí al lado.

Si total, al final me tendrás a tu suerte,

en esta vida o en la muerte.

Es más, ¿qué tiene de malo

querer como estoy queriéndote?

¿Acaso te disgusta mi dote?

¿O es que no aceptas a este machote?

Si un día comías en mi mano,

¿por qué hoy me la muerdes, perro afgano?

(El Talibán, colérico, fuera de sí, levanta su espada sarracena para partir en dos al anciano, pero justo en ese instante se interpone el imán, quien, al girarse hacia el patio de butacas, descubrimos que no es otro que el mismísimo Pedro Sánchez Pérez-Castejón, recién llegado de la base de Torrejón y que luce en medio del turbante un imperdible enorme con el pin de la Agenda 2030)

IMÁN

(En tono conciliador, casi en un susurro)

Que haya paz, hermanos, hermanas, hermanes…

Dejemos atrás nuestros roces, diferencias y desmanes.

Ha llegado la hora del perdón, que a los enemigos hace inanes

y que al progreso y al dinero atrae como imanes.

En defensa del hombre y su justicia,

abomino de la violencia,

condeno la inmundicia

pido la paz y la palabra.

Y a todos os imploro

empatía y resiliencia,

urbanidad y decoro,

sororidad y paciencia,

y compartir una ración

de carne de cabra

por la reconciliación

y la feliz convivencia

entre occidente y el moro.

ZABIHULLAH MUJAZHID

(Guardando la cimitarra)

De esta escapaste, viejo embustero,

gracias a la intercesión de este majadero.

Así que a ti, vejestorio gandul,

te espero allá, en Kabul,

sin mentiras y sin tul,

a ver si los tienes como un bull.

Y como dicen los bereberes: Ahul!!!

(Una vez proferidas tales palabras, el líder Talibán abandona la mezquita, secundado por sus hombres, que se marchan notablemente enrabietados)

JOE BIDEN

(Visiblemente contrariado)

Fuck You, Motherfucker!!!

IMÁN

En fin, una vez resuelta la controversia,

este que está aquí se va de gira a Persia.

(Cumplida su tarea, el imán se retira por un lateral, quedando en escena el alcalde y el presidente de los EEUU)

ALCALDE

(Con cara y semblante de circunstancias)

Bueno, querido presidente,

dado que no hay a quien hincar el diente,

hora es de volver a casa

y hacer tabla rasa.

JOE BIDEN

Mi querido, amigo, mal mucho que me pese

no me queda otra que ordenar tu cese,

antes de mandar a mis drones

que den caza a esos cabrones

y me traigan la cabeza de ese…

(Con desacostumbrada agilidad y prontitud, Joe Biden abandona el escenario por otro lateral. De esta forma, el alcalde se queda tan solo acompañado por los hombres y las mujeres del pueblo)

ALCALDE

(Consternado, dolido consigo mismo)

Razón tenía mi abuela que de zagal

a mí una y otra vez me decía:

la política es una pocilga, un cenagal,

y en él los pies jamás pongas un día

porque sus manchas marrones

no las quita ni el mejor de los jabones.

(Compungido, lloroso y derrotado, Alí Babalos se retira del escenario por la puerta de la mezquita. Le siguen los aldeanos. Poco después, de forma sigilosa, discreta, abandonan la escena las mujeres; una de las cuales, antes de salir por el fondo, se vuelve atrás y se aproxima hasta el proscenio)

MALALA

(Quitándose el velo y el resto de la indumentaria)

Sí hay por qué gemir,

sí hay por qué llorar,

por qué luchar,

por qué soñar;

ya que libre no es la mujer

a quien obligan a amar

y a quien obligan a obedecer,

y una y otra vez ceder.

Y mientras haya una sola

que a quien quiere no ha de amar

las demás esa mujer sola

todas nosotras seremos

y por igual esclavas viviremos.

¡Hay que tener valor

para juntas vencer

los reveses del macho agresor,

de tanto tóxico amor

y del falso feminismo traidor!

Y CON EL ALEGATO DE ESTA ENCANTADORA CRIATURA

SE ECHA EL TELÓN Y SE PONE FIN A LA CARICATURA

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