Sobre una colada,
buscando unos perros,
no diré flotaba,
sobrevolaba un dron.
De su domicilio
salió un palmero
y a otro dijo: “Oiga, don,
¿a qué viene questo?”.
“¿Qué ha de ser?, responde:
“A cuatro podencos
con urgencia y presto
quieren rescatar”.
“¿Sí? -replica el otro-.
Por allí los veo,
y no son podencos”.
“¿Qué son si no?”. “Galgos”.
“¿Qué? ¿Galgos tú dices?”
“Sí, como el tren Talgo:
del ferrocarril
el más corredor”.
“Son podencos, coño,
si yo lo sabré”.
“Que son galgos, Toño”.
“Digo que podencos”.
Y en esta disputa,
tonta y disoluta,
a los dos paisanos
pillan despistados
y los cuatro canes
se llevan salvados
unos que una nota
dejan como idiota
a quien por cuestiones
de poco momento
ignora que va antes
vida que salvamento.
pevalqui
Mi agradecimiento
al equipo A
porque con decisión y convencimiento
a los galgos o podencos,
pudieron rescatar.
Sin embargo
de mi asombro no salgo,
al asistirme la sorpresa
que al parecer no fue Pedro,
el causante de semejante enredo.
Aunque aún desconocemos
si todo lo narrado
es cierto,
solventado finalmente
por unos valerosos palmeros.
Con mi aplauso y reconocimiento
me despido
hasta otro momento.
Estimado José Amaro, el envío anterior me dio error; al desconocer si te llegó, lo reenvío. No tengo yo alma de poeta, esto y como en otras disciplinas del saber (con perdón), tú eres el puto amo. Saludos cordiales.
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