Al reputado José Félix Tezanos,
druida que cocina a dos manos
sondeos y encuestas electorales
cuyos resultados cantan a raudales
incluso en los trabajos manuales,
gratuitos, frecuentes e individuales,
a los que con pleno convencimiento,
disciplina, fe y patrio entusiasmo,
muchos se dieron en el confinamiento
hasta llegar al éxtasis del orgasmo
Paso la larga noche sin sueños
y apenas los ojos ciegos
por el placer de la manuela
iluminan mi mente que así se consuela.
Como luna llena es mi amor por esta
que mis manos cariñosas
susurran sobre la sábana enhiesta.
Mi total dedicación a las gayolas,
que es deseo consumido a solas,
tiene mis sentidos presos
y para ellas son todos mis rezos
en la nebulosa penumbra de mis sesos.
Desde que llegó a mi vida este encierro,
ni siquiera roto por tanto entierro,
encontré en ti la serena paz de mi alma
que escuchar al doctor Simón calma
y que al ver a Sánchez se empalma.
Aquí, en esta celda, estoy cautivo
pero nadie más que yo redivivo
porque cada día me esperan
la dulzura de tus dedos
que con ternura se esmeran
y me acarician quedos.
Cada noche, cada instante,
mi ilusión más grande
es entregar mi mano a ti, gallarda.
Sólo por ti vivo, aunque mi glande,
que casi para ti existe, arda.
Desde que llegó a mi vida este encierro,
ni siquiera roto por tanto entierro,
encontré en ti la serena paz de mi alma
que escuchar al doctor Simón calma
y que al ver a Sánchez se empalma.
Que la revolución también en la cama
se hace, sin fusil y sin soflama,
que a la derecha le jode e inflama
no dar palo al aire y vivir de la mama,
que para eso el Estado me mima y me ama,
mientras yo recito a Marx, que me relaja,
y en silencio, tranquilo, me hago una paja.
Así rompa a tronar el Vesubio,
se incendie Troya
o acierte o no Confucio,
dejadme, Dioses, darle al manubrio,
que yo soy yo y mi polla:
del escroto al prepucio
y ya esté ebrio o sobrio
ande yo siempre caliente
y que le vayan dando a la gente.