"¿Cuacua come kiki?"
Averell Dalton
Desde que, en 1748, el filósofo Charles Louis de Secondant, más conocido como Montesquieu, dado que poseía el título de barón de dicha localidad, diese a la imprenta El espíritu de las leyes, ya nada fue lo mismo para (casi) nadie.
Inspirada en el modelo de jurisprudencia anglosajón, que trata de garantizar la independencia de aquellos funcionarios llamados a impartir justicia, esta obra proporcionó el corpus teórico y jurídico sobre el que décadas después se cimentó la revolución francesa. La fórmula, no por sencilla, entrañaba y aún sigue encontrando no pocos escollos y dificultades para su normal puesta en marcha. El estado de derecho existirá en la medida que haya total división entre los poderes que lo sustentan: el legislativo, el ejecutivo y el judicial.
En los más de dos siglos que han transcurrido desde la toma de la Bastilla hemos asistido, bien es verdad que en la mayoría de las ocasiones como meros espectadores, sujetos pasivos (y pacientes) que contemplan el deambular de los acontecimientos desde las cunetas de la Historia, a las continuas tensiones, a la lucha feroz, permanente, entre representantes, electos o no, de tales poderes, con el fin de neutralizar, cuando no sojuzgar, a los miembros de los otros dos.
De las tensiones entre ellos derivan, en gran medida, los males que minan la salud de la democracia, frágil entelequia que, como toda aspiración humana, resulta especialmente sensible a los cambios bruscos de opinión, a los giros insospechados y a las maquinaciones ideadas en su contra y siempre con ánimo de destruirla.
En su afán por acapararlo y controlarlo todo, los partidos políticos -cualesquiera que sea su signo- pretenden extender su ámbito de influencia a los tribunales de justicia, de forma que sea imposible separar las diferentes fuerzas y entidades que conformar al Estado, como si éste se tratara de la Santísima Trinidad. Pero ocurre que no se debe confundir el cometido de cada uno de los poderes públicos (legitimados por las urnas para legislar, gobernar y hacer cumplir las leyes) porque en cuanto los tres se transformen en cabezas de un mismo Leviatán habremos caído, de nuevo, en un eterno retorno, en el despotismo, en el estado absolutista, en la tiranía y en un régimen totalitario. Y no, mi"jo, eso sí que no… Porque nuestras madres y padres no nos han traído a este mundo para malvivir bajo la bota de nadie o como dejó escrito Thomas Jefferson (lo que siempre queda bien, porque esta gente, a la par que inteligentísima, escribía con una brillantez inoxidable):
"Sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se vuelva destructora de estos principios, el pueblo tiene derecho a reformarla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno que base sus cimientos en dichos principios, y que organice sus poderes en forma tal que a ellos les parezca más probable que genere su seguridad y felicidad"
Y entonces uno contempla con lógico desánimo el actual estado de confusión, desorientación y servidumbre en el que se encuentra, errática, extraviada y perdida, la administración de Justicia en nuestro país (con jueces que actúan como fiscales y fiscales que parecen abogados defensores), cuya ciudadanía soporta, con un estoicismo rayano en la tolerancia cómplice, las fechorías de tanto pícaro y rufián de alta cuna y baja catadura moral que, para más inri, tienen la inmensa desfachatez de solicitar clemencia sin reparar el daño causado, como si los demás, los que debemos ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente, fuésemos imbéciles y nos quisieran hacer comulgar con ruedas de molino y encima tuviésemos que reírles la gracia, mientras nos miran por encima del hombro y, rememorando al Chavo del Ocho, dijesen aquello de: "Fue sin querer queriendo".
Lamentablemente, hace tiempo que descubrimos que este sucedáneo de realidad, que pretenden hacernos tragar a cucharadas -como aceite de ricino- es tan solo un bodrio de democracia -que tiene poco de representativa y nada de participativa-, en el que las dos fuerzas políticas mayoritarias se alternan en el poder -tal y como sucedía hace ahora dos centurias-, a fin de que todo parezca que cambie para que todo continúe igual.
Que ya está bien, señores, que no nos chupamos el dedo. Que esta monarquía parlamentaria, como el yate Bribón, hace agua por todos lados y ha llegado el momento de cerrar página y de que empecemos a escribir la Historia entre todos, no un puñado de escribas, al dictado de sus amos, aunque al principio los renglones nos salgan un poco torcidos.
Porque el futuro es nuestro y no pertenece al Banco de Santander.
Lo contrario será persistir en el error. O lo que es lo mismo: perpetuar la partitocracia (y su principal excrecencia: la mamandurria), alimentada por el clientelismo político; hipotecar la esperanza, razón por la cual los jóvenes se seguirán viendo obligados a mandarse a mudar; y, en definitiva, echar por tierra lo que tanto esfuerzo costó lograr.
Aún estamos a tiempo de evitar todo esto. ¿Cómo?
Para esa pregunta se me ocurren varias respuestas y la única sensata es que, en las próximas elecciones al Parlamento Europeo, la opción más votada sea la papeleta en blanco.
pevalqui
Las cloacas de la Democracia, tal y como se les da en llamar, también hacen su labor.
Mientras los grandes partidos se sigan repartiendo los jueces en el Consejo General del Poder Judicial, no existan listas abiertas, la imposibilidad de presentarse más de dos legislaturas en cualquier ámbito de lo público, y no haya una auténtica regeneración en los modos y formas dentro de lo que consideramos como Política, seguiremos con las consideraciones tan acertadas como las que has hecho José Amaro.
Lo peor es que la supuesta salida de la crisis, o la inversión de la tendencia, con la que se llenan la boca los dirigentes peperos, está abriendo una brecha social enorme de difícil solución, con salarios de hambre y pérdidas de derechos sociales que nos retrotraen a la etapa pre democrática.
Ah me quedaba una duda:¿somos verdaderamente los españolitos todos, iguales ante la ley?.
Buenas noches. Saludos cordiales.
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carlichili
"Voten, voten, panolis mios, voten, que yo mis bolsillos llenaré, y a sus espaldas me reiré."
Esta ilustre cita, encontrada por analístas jurídicos, en algún lugar escondido (con letra minúscula) de nuestra constitución, le ha sido atriubuida, por los expertos, a unos de los peores frutos que ha dado nuestra democracia: El Político.
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estaca
D. Amaro, hace muchas lunas que Alfonso Guerra dijo aquello de que Montesquieu había muerto. El otro día los partidos políticos – incluida IU por primera vez – excepto UpyD, celebraron un funeral conmemorativo, al elegir mediante cuotas de partidos, a los miembros del gobierno de los jueces, el CGPJ (UpyD, chilló espero que no sea por aquello que decía Celia Cruz: “no hay cama pa tanta gente”).
También, hace muchas lunas, y a su manera, Pedro Pacheco, alcalde de Jerez, constató el hecho. Afirmando que la “Justicia es un cachondeo”. Naturalmente fue condenado por el Tribunal Supremo, faltaría más.
Por eso ayer cuando Rajoy dijo en relación con la infanta: “Estoy absolutamente convencido de que las cosas le irán bien" porque "estoy absolutamente convencido de su inocencia", creo que a pocos, en este país, les extrañó. Más de lo mismo.
La casta es una como una hidra, con varias cabezas: partidos, sindicatos, corona, banqueros, etc. Si se meten con una de ellas, las demás cabezas le caen encima.
El asunto éste de la infanta, todo quedará en agua de borrajas. Ya Hacienda rectificó: lo que antes eran facturas fraudulentas, ya no lo son y, las que lo son “casualmente” no suman los 120.000 euros que suponen delito fiscal. Y colorín colorado…
Lo que sí me ha llamado a atención y producido una enorme tristeza y ganas de no pertenecer a la misma especie que el fiscal, es la descalificación personal y profesional que hizo este pájaro del juez, del que además era amigo. Y aunque no lo fuera.
Siempre he pensado que en una controversia, los que recurren a los insultos, a los gritos o los ponen etiquetas a los demás, evidencian una falta carencia de argumentos y/o de razón. En este caso, que un profesional ponga en evidencia su falta de profesionalidad defendiendo lo indefendible y además recurra a la descalificación innecesaria de un amigo debe tener otras razones más poderosas que la profesionalidad, la amistad y el decoro.
Igualmente censurable es sólo la asociación minoritaria de jueces Francisco de Vitoria ha desaprobado la descalificación del juez por parte del fiscal. La progresista Jueces para la Democracia y la conservadora Asociación Profesional de la Magistratura y el mismo CGPJ, miraron para el otro lado, no sea que les jodan los ascensos a algunos.
D. Amaro, yo eso de votar en blanco no lo veo claro. Es cierto que votar en las elecciones europeas no sirve para nada, Vote el 10 % o vote el 90 % da igual: salen los mismos. Tampoco tengo claro que esos partidos nuevos, una vez tengan cuotas de poder hagan lo mismo. A día de creo que voy a votar a uno de estos nuevos, no he decidido cual todavía. De ilusiones también se vive ….
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PedroLuis
Don José, la exposición de motivos, impecable. Su descontento e insatisfacción personal, bastante generalizada. Las frustraciones generadas por un sistema que no parece el mejor, evidentes. La fórmula para cambiar el sistema, o “revolucionarlo” sin caer en el abismo (como postula unpalmeroerrante), de momento la veo más cerca de la utopía que de la realidad. El voto en blanco, no pasa de ser una inmaculada ilusión.
¿Y entonces qué?
– Resistir y verlas venir… ¿Pesimista? Es posible. O, tal vez, optimista escaldado…
Guardo la esperanza (¿utopía?) de que entre los jóvenes, que lo son, y a los que ya hemos dejado de pertenecer algunos, surjan nuevas ideas regeneradoras, entre las cuales alguna de ellas tenga la virtud de congregar a su alrededor el pensamiento o convicción de una amplia mayoría, y, junto a la idea, la fortuna de encontrar líderes capaces de llevarla a la práctica.
En nuestra juventud, esa “idea” fue el “antifraquismo”. Pensábamos que acabando con la autocracia o dictadura, y conquistada la democracia, llegaríamos a la solución de “todos” los problemas. Parece que no ha sido así, o al menos no acertamos con la democracia que perseguíamos. Entonces los mayores, escarmentados del drama de la guerra civil, en general no estaban por experimentos o “revoluciones”… y fueron los jóvenes de la época (cuando hasta don Juan Carlos y Adolfo Suárez, formados en el régimen, eran jóvenes) los que lideraron el cambio.
Con la máscara de los “nick” (algunos) no sabemos la edad de la mayoría de los que escriben u opinan concienzudamente sobre estos problemas (por ejemplo en este medio) pero “me parece” que son más los “tíos, padres y abuelos” que los “sobrinos, hijos y nietos”… y ahí se disuelve buena parte de mi esperanza… de momento, que, ya lo dijimos, además de verlas venir, resistimos, y jóvenes y renovadas ilusiones siempre ha habido (¿los habremos mal educado, pregunto?).
Saludos: “algo es más que nada”.
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arodriguez
Amén.
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unpalmeroerrante
Sr Amaro: estoy completamente de acuerdo con usted, con todo el fondo de su exposición, pero no veo claro lo del voto en blanco. Creo que estamos en una situación crucial donde es necesaria una REVOLUCIÓN CIUDADANA que no sea interpretada como la caída a un abismo. Creo que por defender lo mejor para nuestros hijos, tenemos el derecho y el deber de acabar con esta casta social cuyos mayores méritos son comenzar de pega-carteles y lameculos hasta ocupar un puesto de poder del que si descienden si que caen en un abismo por futuro. Ellos no conocen lo que se llama dignidad ni vergüenza y por tanto no les importará seguir en el poder con el voto de su familia. De ellos tampoco podemos esperar regeneración, ya los vemos como protegen a los sinvergüenzas de sus partidos, porque se lo mandan y les va la comida en ello. La REVOLUCIÓN en la que creo es una desfenetración más efectiva que la de Praga y que no acabe en lo mismo, una desfenetración que llene el parlamento de minúsculas fuerzas que al menos dificulten el clima de amparo parlamentario de la corrupción que ahoga este país.
Podré estar equivocado, pero pienso que si liberamos al parlamento de todos los grandes nacerá un clima de regeneración.
Un cordial saludo y lo dicho,comparto completamente sus ideas.
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lleon
Efectivamente: tenemos un gran bodrio de pequeña democracia. Y no se le mucha solución. Por cierto, en las europeas del 25 de mayo ¿la gente irá a votar? ¿Y con qué fin?
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