A Los Chalchaleros y a Los Sabandeños, por supuesto
Ante Pedro, ante Pedro El Redentor
se arrodi, se arrodillaba un palmero
y roga, y rogaba por las almas
de los bra, de los bravos marteleros.
Eran se, eran sesenta paisanos
los sese, los sesenta marteleros.
Eran va, eran valientes fulanos
de cora, de corazones de acero
y de juicio muy severo.
Quiero elevar mi canto
como un lamento de tradición
para los marteleros
que defendieron a mi nación.
Pido para esas almas
que las bendiga Nuestro Señor.
(Y se va la segundita)
Nuestra Se, Nuestra Señora Begoña
contempló la cruzada de los Alpes
y ella misma -y no es coña-
bendijo al General Aníbal:
el más gra, el más grande entre los grandes.
Cuna de, cuna de eternos laureles
con que se, con que se adorna mi patria
es la Fe, la Federación Madrileña,
por ser la, por ser la peña
más fiel a la región aria
de Sabino Arana
y por cambiar la pana
por una vida millonaria.
Quiero elevar mi canto
como un lamento de tradición
para los marteleros
que defendieron a mi nación.
Pido para esas almas
que la bendiga Nuestro Señor.