A José Luis Perales y a Raphael de Urbino
No me mires así
que me molestas.
No me mires así
que me detestas.
Quizás soy un poco más zumbado;
sí, un poco más cansado.
Y mis ojos ya no brillan
(y las multitudes me chillan)
como cuando era un edil,
uno más en el redil.
Y mi pelo, más claro;
y mi voz que siempre habla raro
porque solo sabe mentir
y por dentro reír
(¡ay, mísero de mí!)
de que aún sigo aquí.
Prefiero ser así
a ser lo que eres tú:
un busto parlante,
un muñeco andante,
un alma sin alma,
un tolete en calma.
Prefiero ser así
a ser lo que eres tú.
Prefiero ser un loco perturbado,
un canalla descarado.
Prefiero ser un mentiroso sincero
a ser un cínico verdadero.
No me mires así
que me molestas.
No me mires así
que me detestas.
No te burles de mi enhiesta
cabeza que soy Iniesta
para el PSOE y España
está unida a mi entraña
y porque tengo mil ambiciones
me importa todo tres cojones.
Y me doy por entero
desde diciembre a enero.
Y me olvido de ti
cuando empiezo a mentir.
Prefiero ser así
a ser lo que eres tú:
un tipo cargante,
un necio pedante,
un gandul arrogante,
un bribón sin alma,
un tifón en calma.
Prefiero ser así
a ser lo que eres tú.
Prefiero ser un tonto majadero,
un idiota pendenciero.
Prefiero ser un leal traidor
a ser un puto perdedor.
Prefiero ser el tipejo
que en el fondo soy
a verte ayer, hoy
y mañana en el espejo.