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El callejón
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La polka del PEVOLCA

En la isla de La Palma

hubo un comité de expertos

que se lo toman con calma

mientras se pierden los huertos.

A pesar de los temblores

los tipos están tranquilos,

para el resto son horrores

y la ceniza por kilos.

Descartan otro volcán

que aparezca en Cumbre Vieja:

los periodistas se van

y es la tierra quien se queja.

El aire no es respirable

ya que todo huele a azufre,

el agua no es potable

y el pueblo es el que sufre.

Sobran los especialistas:

se presentan a patadas,

pero ninguno da pistas

sobre el fin de las coladas.

Las nuevas lenguas de lava

se acercan ya a Las Hoyas;

con los plátanos acaban

y con otras muchas joyas.

El dinero aún no llega,

la cosa va para largo,

el agua con que se riega

tiene un sabor muy amargo.

Nadie sabe cuánto queda

de esta horrible pesadilla

que de Sísifo es la rueda

que al palmero hace papilla.

La fajana iba a romperse

y el PEVOLCA tranquiliza:

es algo digno de verse

que el magma se volatiliza.

La gente está muy cansada

de vivir cada día lo mismo:

muchos ya no tienen nada

y agobia tanto cinismo.

Cada semana un ministro

llegaba por aire a Mazo,

lo hacía con pinta de fistro,

mucho humo y dando el peñazo.

Nueve veces ya ha viajado

a La Palma el innombrable,

ni un mísero euro ha dejado

un necio tan despreciable.

La erupción ya ha terminado,

la prensa desaparece,

queda mi pueblo arruinado:

la esperanza languidece.

Hoy llegan sus Majestades,

el tolete y sus homólogos:

todo buenas voluntades

y vanidosos monólogos.

La reunión de presidentes

es una orgía de gasto

donde tantos indecentes

sin pudor no dan abasto.

Que estos godos repugnantes

se vayan por do vinieron

que aquí sobran los mangantes

que a España toda pudrieron.

[Santa Cruz de Tenerife, octubre de 2021-marzo de 2022]

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