A Clara Cañas Cano, que inspiró esta historia, con mis mejores deseos de una larga y próspera vida
En la calle Montera, la vida se mueve al compás de los zapatos de tacón con que las prostitutas recorren el pavimento, de arriba a abajo, lo justo para impedir que los policías las molesten con las ordenanzas municipales sobre la venta clandestina de carne a euro con cincuenta el minuto.
Y las chicas venidas de cualquier rincón del mundo alquilan sus sueños a la intemperie como en una letra de Tom Waits.
Frente a la acera del escaparate donde se exhiben sin pudor los cuerpos humanos, hay un restaurante con terraza que, en verano, se llena de turistas, atraídos por sus cenas económicas y por la música en vivo.
Esta temporada la estrella es una joven de diecinueve años que canta versiones en inglés y tiene una voz delicada y tierna como la caricia sobre la piel de un niño perdido. La muchacha, que estudia una doble titulación en la universidad Juan Pablo II, se saca una paga extra para permitirse algún capricho.
Actúa en dos pases nocturnos de cuarenta y cinco minutos y, además de abonarle su modesto caché, le sirven un menú de platos calientes.
En las últimas semanas, la cantante ha trabado amistad con una joven rumana que recaló en Madrid para entrar en una agencia de modelos: su representante (un tipo bajo, nervioso, desconfiado y de mirada felina) terminó quedándose con todo su dinero, después de costearle un aborto ilegal, y la dejó sin un duro y enganchada a la cocaína, con un apetito feroz e insaciable.
Entre las dos muchachas, de edad similar, se ha generado un vínculo de confianza, fortalecido por las conversaciones que ambas mantenían al final de cada velada, cuando los camareros recogen las mesas y los clientes rezagados se levantan definitivamente para perderse en la oquedad de la noche, que en Madrid siempre te envuelve en su regazo de sirena y te seduce con su ilimitado repertorio de promesas.
Sin embargo, hace días que la joven artista no sabe nada de la chica a la que, con una combinación de ingenuidad y cariño, denomina "compañera", después de que intercambiasen datos y anécdotas sobre sus vidas como si se trataran de existencias paralelas.
A la cantante le preocupa qué habrá sido de Ioanna y lo peor es que en la calle parece que a nadie le importe el destino tal vez aciago de otra víctima de las circunstancias.
Pero ella lo tiene decidido. Esta noche, cuando se acerque al micro para iniciar su concierto, entre plato y plato y sobre el murmullo incesante de los comensales, sorprenderá a todos interpretando por vez primera God Bless The Child, de Billie Holiday, balada que repetirá a partir de ahora hasta que su amiga reaparezca.
pevalqui
Tan real como la vida misma. Así es la calle Montera y quienes la viven diariamente. Me gustaría felicitar a FulanoDeTal por su magnífica y oportuna aportación. Guapísima Nina Simone.
Hasta luego
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PedroLuis
Que se cumplan esos prósperos deseos. La balada es preciosa… mejor de noche, dándole vueltas a los recuerdos.
Saludos.
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FulanoDeTal
Four women – Nina Simone; especial, única, irrepetible. No es la mejor version, pero los subtítulos están cerca de lo que dice.
http://youtu.be/pAmP-XGqUCA
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FulanoDeTal
Sin duda, tanto Waits como Holiday conocen perfectamente el ambiente (por ser breve y conciso), pero me da la impresión que la cantante no acierta al elegir la melodía. Quizás algo en la linea del "Four women" de Nina Simone seria mas apropiado.
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