A Ágata Gallardo Darias, por los buenos momentos de radio compartidos (y por los otros) y por descubrirme a The Crusaders
Una vez enterrados (aunque fueran parcialmente) los fantasmas de la II Guerra Mundial y después de la bonanza económica de los cincuenta, la década de los sesenta es la década de los cambios. El mundo nunca ha vuelto a vivir tan deprisa como lo hizo entonces. En apenas diez años el fenómeno del rock and roll derivó en el pop y los Beatles tomaron el relevo de Elvis Presley. La intervención norteamericana en Vietnam encontraba un fuerte rechazo entre los jóvenes, que preferían hacer el amor y no la guerra y sustituían a John Wayne por Bob Dylan. Ernesto Guevara moría fusilado en Bolivia (y con ello nacía el mito) y el consumo de drogas se asociaba a la experimentación sensorial y a la búsqueda de uno mismo.
Los sesenta, no lo olvidemos, fueron también los años en que la mujer asciende varios peldaños en su lucha por la igualdad. Se comercializa la píldora anticonceptiva y el mal llamado sexo débil comienza, poco a poco, a acceder a puestos de responsabilidad que hasta ese momento le estaban vedados.
En este decenio se suceden las revoluciones y las contrarrevoluciones. Mientras la primavera de Praga es aplastada por los tanques soviéticos, en París, al grito de "la imaginación al poder", los estudiantes recuperaban el espíritu de la Comuna de 1871 y ponían en jaque el orden establecido. De vuelta a los EE.UU., el reverendo Martin Luther King reclamaba la dignidad para la raza negra, siguiendo el modelo de protesta pacífica trazado por Mahatma Gandhi.
Este aparente caos en el devenir de los acontecimientos tiene su reflejo en el jazz. En un breve período de tiempo surgen diferentes tendencias que corren paralelas a la reivindicación de los derechos civiles y a la irrupción del Black Power.
De entre las numerosas corrientes musicales que se desarrollarían en dicho periodo tan convulso fue el soul la que captaría la atención del gran público. Emanado directamente del hard bop, el soul jazz significaba una especie de retorno a las raíces de la música negra. Es decir: al canto religioso o gospel y al blues. Dicha fórmula sería explotada con gran éxito por muchos solistas y conjuntos. Como el Ramsey Lewis Trío, que, en noviembre de 1965, alcanzaría el número dos de las listas norteamericanas con el ya clásico The "In" Crowd.
Si los artistas más militantes del jazz empleaban su música como medio de expresión de planteamientos políticos, el soul fue una forma más suave y menos radical de defender la propia identidad de la cultura afronorteamericana.
Conocidos en los años cincuenta como los Night Hawks o Halcones de la Noche, en la década de los sesenta, The Jazz Crusaders se convertirían en una de las formaciones más sólidas dentro del soul jazz.
Este grupo, surgido en la ciudad tejana de Houston, de donde proceden sus fundadores, comenzó a escribir sus páginas más gloriosas cuando sus componentes se trasladaron a vivir a Los Ángeles y editaron allí, en 1961, en el sello Pacific Jazz, su primer álbum, Freedom Sound. Sus cuatro pilares fundamentales eran el saxo tenor Wilton Felder (muerto en abril de este año), el batería Stix Hooper, el trombonista Wayne Henderson y el pianista y compositor Joe Sample, fallecido el pasado 12 de septiembre, a la edad de setenta y cinco años.
Inspirados por el liderazgo moral y estético del fantástico percusionista Art Blakey, creador de los míticos Jazz Messengers, The Crusaders fueron durante décadas, sobre todo, un grupo de amigos que el destino había juntado en el instituto y en la universidad y que se entregaban con una pasión ilimitada a la música sin etiquetas y sin ataduras:
"Desafortunadamente, en este país, existen un montón de prejuicios contra las diferentes formas de música -explicaba Joe Sample en una entrevista concedida al periódico Los Ángeles Times, en 1985-. Los aficionados al jazz odian el blues, los fans del blues odian el rock y los seguidores del rock odian el jazz. ¿Pero cómo se puede odiar cualquier clase de música? Nosotros intentamos no rechazar ninguna forma musical, de ahí que lo mezclemos todo".
Esta ausencia casi total de prejuicios permitió que la banda resistiera con dignidad los embates de otros géneros musicales que, con mayor respaldo popular (el rock sinfónico, el funk, incluso las primeras manifestaciones del hip hop), desterraron, ya en la década de los setenta, a los músicos de jazz de las discográficas. A pesar de no contentar a los puristas, The Crusaders consiguió mantenerse en la brecha al ser capaz de reinventarse a sí mismos, obteniendo un sonido fresco, dinámico y con pegada en las discotecas, como lo prueba su irresistible Street Life, uno de los hits más memorables en la lista de Billboard de 1979, escrita por Joe Sample, con letra de Will Jennings e interpretada por la cantante Randy Crawford.
Al margen de su carrera en The Crusaders (en 2008, los pudimos ver en el Festival de Jazz de Canarias en una versión reducida del sexteto original, ya que sólo se mantenían en la formación el propio Joe Sample y el saxofonista Wilton Felder), el teclista tejano emprendió en los años noventa su trayectoria en solitario y hasta el final de sus días fue un reputado músico de estudio que alquilaba su talento al servicio de artistas de la talla de Marvin Gaye (de hecho, el teclado que se escucha en el célebre What"s Going On es el suyo), Joni Mitchell, Tina Turner o B. B. King y cuyos solos han sido ensamblados en diversas grabaciones de hip hop, como en Dear Mama, de Tupac Shakur.
Actualmente, Joe Sample trabajaba junto a Jonatha Brooke y Marc Mantell en la preparación de un musical, Quadroon, cuyo estreno está previsto para esta temporada, en el Esemble Theater de Houston.
Descansa en paz, maestro.
Celia
Muchas gracias Pevalqui, siempre tan caballero.
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pevalqui
Hace algún tiempo, algunos empresarios que regentan terrazas en la Playa de las Canteras, de forma inteligente se han dado cuenta del poder magnético que tiene el jazz. De esta forma, especialmente los sábados, promocionan bandas de música semi-profesionales, con buen sonido por cierto, agrupando en torno a ellos, multitud de gente mientras se toman una copa, al socaire del buen tiempo con el que nos suele obsequiar la Avda de Las Canteras; todo un regalo para los viandantes. Suele ser un tipo de jazz muy próximo al bebop, al funky y cool jazz, sin descartar alguna sintonías con mayores acordes de swing o jazz clásico. Siempre ha sido en mi devenir musical un mundo por aprender, porque el disfrute está asegurado. De las últimas tendencias, Washington Grover Jr me deleita sobremanera. Esa mezcla, esa "crossover", que dicen en los Estados Unidos de ritmos, de sintonías, desde el hondo sentir de la esclavitud afroamericana en cualquiera de sus concepciones, le abre el corazón a cualquiera.
Nuevamente gracias, amigo.
Me apetece unirme a don Pedro Luis en su merecido recuerdo a doña Celia, capaz de expresar con solo dos palabras, un cúmulo de sentimientos y emociones para los que otros necesitamos un largo fraseo. La sencillez, el intimismo y la sensibilidad de doña Celia.
Hasta luego.
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Celia
Gracias D.Pedro Luis por acordarse de mi y echarme de menos, es Ud. un buen amigo. Sigo siempre por aqui, leyendo y disfrutando de El Apuron. Algun dia volvere a participar, seguro. Un abrazo lleno de salud y felicidad.
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arodriguez
Gracias, Jose, por este puntual recordatorio con ejemplos sonoros que no tienen precio. ¡Viva el jazz!
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PedroLuis
Qué habrá sido de nuestra admirada doña "Celia", que tan sigilosamente se nos ha "marchado". Se le echa de menos, a ella y a sus sensibles y afinados comentarios.
Un afectuoso recuerdo.
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Tito
Todavía me emociono recordando el concierto que dieron en el Auditorio de Tenerife.
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PedroLuis
Estimado "Pintao", claro que es de admirar…Ni poco. Pero para admirar, primero hay que mirar, y luego saber. Don José y usted, miran y saben… Yo miro, escucho, leo y pongo empeño… y eso admira poco.
Su recomendación "tónica" para afinar el oído me parece excelente…Mejor si los cubitos de hielo, traen consigo el TIEMPO añadido… Y es que saber "no ocupa lugar" pero, en cambio, aprender nos lleva la vida.
Abrazos. Un placer, leerles.
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PedroLuis
Don José, son los “puñetazos” sedantes, jamás escuchados. Lo necesitábamos. Lástima que para ello haya debido fallecer Mr. Sample. Viva su música!
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Pintao
Cuando me acerco al jazz me pasa como cuando me acerco a la buena literatura, uno se da cuenta que se encuentra ante un mundo inmenso e insondable donde lo que queda por oír o leer supera siempre a lo anterior.
Englobo como aficionada no muy especializado dentro del jazz tanto el soul como el rock sinfónico, o sea, la música de calidad.
Es de admirar los conocimientos que acerca de todo ello tiene JAmaro Carrillo, pues no sólo se requiere sensibilidad suficiente sino dedicación disciplinada a escuchar música y así over and over.
The Crusaders al aparato y en el vaso con dos piedras de hielo y el sabor ligeramente amargoso del southern confort, la bebida que sabe a sur, whisky rye, ginger ale y a soñar. Si alguien lo duda que haga la prueba.
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