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El callejón
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El buitre

Cobardes son y carroñeros

ciertos políticos que exhuman,

para presumir, los huesos rasperos

de crueles carceleros

porque, vivos, ni de coñan,

mas sí hubiésenles lamido los traseros.

Un breve caso a este intento

contaban de un buitre leonado,

algo presuntuoso y hambriento,

que quedóse alelado

al ver de lo alto bien alimentado

a un cerdo, al sol estando

en lodo y feliz holgando.

Y perdida la emplumada sesera

díjose el ave de esta manera:

Pardiez, ¡con qué desatino

te chupaba yo todo el tocino,

si tu buena vida de gorrino

a mi mísera condición no ofendiera,

que las migajas son mi ser y mi sino.

Mira que ahora no puedo,

porque te solazas en desocupada

existencia, puerca y encochinada,

pero antes que de ti hagan sobrasada

he de hincarte el pico sin mesura,

para darma una buena panzada”.

Cuando los vivos a costa viven de los muertos

el futuro es neblina para unos ojos tuertos.

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