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El callejón
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De lo que le aconteció a Carmelo al recoger a un sueco en Gando

Recuperamos este texto (publicado aquí por vez primera, en versión integra, hace once años, un mes y cuatro días) en memoria de quien fue su principal fuente de inspiración. Te echaremos muchísimo de menos, Manolo. Y, si es verdad lo que afirma el Talmud, allá arriba tendrás butaca de preferencia, junto a los bufones.

 

SEC.1/ BREVE REPORTAJE DEL NOTICIARIO NO-DO

Abre de negro

La pantalla muestra la clásica cabecera del noticiario NO-DO para dar paso, a continuación, a unas pocas informaciones breves, extraídas de dicho boletín, todas ellas ocurridas en marzo de 1969: la realización de pruebas de vuelo del Concorde, en Bristol, Inglaterra; el lanzamiento del Apollo IX al espacio; el nombramiento de Rafael Caldera como nuevo presidente de la República de Venezuela; el fallecimiento del ex general y presidente de los EEUU, David Dwight Eisenhower; la designación de Golda Meir como jefa de gobierno de Israel; la buena marcha de la Unión Deportiva Las Palmas en el Campeonato Nacional de Liga de Primera División y la inauguración de las nuevas instalaciones de la empresa Doramas S.A., líder en Canarias en el sector de la confitería.

VOZ EN OFF DEL LOCUTOR

 (Sobre las imágenes de esta última noticia)

 Y, para poner fin a este noticiario, qué mejor manera que hacerlo con un buen postre. Con los exquisitos pasteles y golosinas que salen cada día de las diestras y aplicadas manos de los maestros reposteros de la casa Doramas, sita en Las Palmas de Gran Canaria… Esta empresa, consolidada hoy como una de las industrias más pujantes y sobresalientes del Archipiélago canario, fue fundada en abril de 1925 por don Victor Sjöberg, un modesto cocinero de nacionalidad sueca que llegó a nuestras Islas Afortunadas a principios de la década de los años veinte, a bordo de un buque mercante alemán… Don Victor, que desde el primer momento se sintió cautivado por la belleza de esta noble tierra y por el carácter abierto y apacible de sus gentes, no tardó en retornar a las Islas, tras un breve periplo por América del Sur… Después de haber decidido echar el ancla en la capital de la Gran Canaria, donde contrajo matrimonio con una joven y simpática muchacha isleña, el emprendedor marino sueco abrió una pequeña pastelería en la calle de Triana, en pleno corazón de Las Palmas, que llevaba el mismo nombre que la actual empresa, hoy verdadero gigante del sector en las Islas y una de las industrias de confitería más prósperas de España… El origen de esta fábrica, en la que actualmente trabajan más de ochocientos empleados, hay que buscarlo en las deliciosas pastas y en los exquisitos hojaldres que, elaborados personalmente por don Victor Sjöberg en el horno de su local, pronto adquirieron enorme fama y notoriedad en toda la isla de Gran Canaria… Con el transcurrir del tiempo, lo que había empezado como una humilde pastelería de barrio creció hasta que en 1941 se constituyó la sociedad Doramas S.A. que, poco después y también con gran éxito, se lanzó a la producción industrial de pasteles y caramelos… Buena parte de culpa del posterior período de imparable ascenso, expansión y consolidación de este negocio familiar se debe a la creación de la hoy célebre chocolatina “Guarapeña”: la galleta de harina de maíz y miel de palma, recubierta con una fina capa de irresistible cacao fundido, invención del propio don Victor, que ha venido siendo en los últimos veinte años el más feliz entretenimiento para el exigente paladar de miles de niños de todas las edades… Fieles al espíritu inquieto y aventurero de su fundador, hoy la firma Doramas S.A. no quiere quedarse atrás ni un solo paso y ha emprendido una renovación casi total de sus instalaciones. Como lo demuestran estas imágenes, en las que se recoge el acto de inauguración de la nueva planta de producción, construida sobre una superficie de más de cinco mil metros cuadrados, en el complejo industrial que esta empresa posee en la avenida de Escaleritas, en Las Palmas de Gran Canaria… A la puesta de largo de estas nuevas dependencias acudieron las primeras autoridades civiles y militares de la capital grancanaria y el obispo de la diócesis de Canarias, monseñor José Antonio Infantes Florido, procedió a bendecir las nuevas instalaciones de la fábrica… Ésta cuenta a partir de ahora con la maquinaria más avanzada y el mejor equipo humano para garantizar así las máximas cotas de calidad: sello y divisa de la familia Doramas desde sus inicios… De manera que nuestras papilas gustativas tienen ahora un motivo más que justificado para sentirse satisfechas…

La pantalla se cierra en iris sobre la última imagen de este reportaje: un niño de corta edad que saborea un dulce con sumo gozo.

SEC.2/ PISTA DE ATERRIZAJE DEL AEROPUERTO DE GANDO / EXT/DÍA

La pantalla se abre en iris y muestra a un avión de línea regular, de una compañía nórdica, que desciende y toma tierra en la pista de aterrizaje del aeropuerto de Gando.

 

SEC.3/ TERMINAL DE LLEGADAS-AEROPUERTO / EXT/DÍA

En el exterior de las instalaciones aeroportuarias, frente a las puertas de acceso a la terminal de llegadas, se encuentra una larga fila de taxis. Junto a los primeros vehículos, de pie, dos taxistas conversan distendidamente. De espaldas a su coche, que es el primero de la fila, CARMELO (un hombre de unos cincuenta y tantos años, bajo de estatura y, en apariencia, nervioso y parlanchín) fuma un pitillo mientras charla con su compañero, por lo que no se da cuenta de que un tipo rubio, muy alto, de aspecto fornido (de unos cuarenta y cinco años), con indumentaria elegante de ejecutivo de alto nivel y semblante serio (que arrastra una pequeña maleta de viaje), se aproxima a su taxi, abre la puerta de atrás y se mete dentro, con equipaje incluido. Al cabo de unos segundos, al comprobar que el chófer continúa hablando con su colega, el ejecutivo saca la cabeza por la ventanilla del vehículo y se dirige a CARMELO.

EJECUTIVO

(Tratando de llamar la atención del conductor llega incluso a expresarse en español, aunque con un fuerte acento nórdico)

 ¡Hey!… ¡Hello!… ¡Hola!… ¡Señor!… ¡Excuse me!… ¡Por favor!

CARMELO se gira y, sorprendido, descubre que tiene un nuevo cliente metido dentro de su coche. Sin perder más tiempo, da una última calada al cigarrillo, lanza lejos la colilla, se despide del compañero taxista y, tras una veloz carrera de apenas tres metros, entra rápidamente en el vehículo.

 

SEC.4/ INTERIOR DEL TAXI DE CARMELO / INT/DÍA

CARMELO cierra la puerta de su coche y se pone inmediatamente el cinturón de seguridad.

CARMELO

 (Con una sonrisa)

¡Buenos días! Usted, perdone, señor… ¿Adónde quiere ir?

 EJECUTIVO

 (Que ha sacado del bolsillo de su chaqueta una tarjeta que trata de leer en castellano no sin ciertas dificultades)

 Ehhh… Hotel… Hotel Santa… Catalina… Las… Palmas…

CARMELO

¡OK, señor! ¡Allá vamos!

CARMELO pone la primera y arranca.

SEC.5/ TERMINAL DE LLEGADAS-AEROPUERTO / EXT/DÍA

El taxi de CARMELO inicia la maniobra y, en unos instantes, sale de la parada y prosigue su marcha rumbo a la vía de salida a la autopista.

 

SEC.6/ INTERIOR DEL TAXI DE CARMELO / INT/DÍA

 

Son los primeros instantes del trayecto y, como al inicio de cualquier carrera, el conductor del taxi trata de fijar el rumbo del vehículo, ya que luego la conducción se convierte en una suerte de rutina más bien automática y, a poder ser, sin sobresaltos. Transcurrida esta parte inicial del viaje, que en este caso se prolonga hasta que CARMELO se adentra varios kilómetros en la autopista con dirección a Las Palmas, el chófer suele observar e incluso tantear al pasajero, a fin de ver si es posible intercambiar con él unas frases a modo de conversación. Porque, en caso contrario, el taxista sabe que deberá limitarse a conducir en el más completo silencio. Quiere esto decir que, una vez pasados esos momentos de sondeo y al constatar a través del espejo retrovisor que el EJECUTIVO ha sacado del bolsillo de su chaqueta una agenda electrónica que comienza a teclear con un puntero, CARMELO opta directamente por encender la radio de su coche: un modelo digital, que tiene las emisoras presintonizadas y que él puede manipular mediante los botones instalados en el volante.

CARMELO acciona el botón y durante unos segundos realiza un rápido rastreo por el dial. ESCUCHAMOS FUGACES CORTES DE NOTICIAS, CUÑAS PUBLICITARIAS y UN FLASH DE MÚSICA ACTUAL que parecen no ser del agrado del taxista, ya que no se detiene en ninguna estación. Hasta que, de pronto, OÍMOS LA PARTE FINAL DEL TEMA “NOSTALGIA”, DE LOS PEKENIKES.

CARMELO

¡Coño! ¡Cuánto tiempo!

CARMELO sigue los últimos acordes de la canción moviendo levemente la cabeza y tamborileando el volante con los dedos. Por el retrovisor mira al pasajero, que sigue enfrascado en la consulta de su agenda electrónica. En la radio, la conclusión de la música da paso a la voz de un locutor.

VOZ DE LOCUTOR

Acaban de escuchar el tema “Nostalgia”, original del legendario grupo español Los Pekenikes…

CARMELO

(Asintiendo con la cabeza y hablando consigo mismo)

 ¡Claro! ¡Los Pekenikes! ¡Joder! ¡No hace años ni nada!

VOZ DE LOCUTOR

 Esta pieza pertenece al último disco que Los Pekenikes grabaron para el sello Hispavox, en 1969. Dicho long play, titulado “Alarma”, reuniría por última vez a los miembros de la formación original del grupo, quienes contaron para la ocasión con los arreglos del genial Waldo de los Ríos… Llama la atención en este tema la inclusión de una voz. Sabido es que Los Pekenikes se caracterizan por su sonido eminentemente instrumental y son pocas las composiciones de su mejor época que incluían a un cantante… Aquí la parte vocal corre a cargo de un solista sin identificar que, al parecer, por aquel entonces, se encontraba a prueba por la casa discográfica…

CARMELO

¡Ñoh! ¡Igualito que los futbolistas!

VOZ DE LOCUTOR

 A pesar de que hoy esta voz nos resulta por completo desconocida, su timbre y su cadencia final, con claros ecos del soul norteamericano, nos recuerdan a una de las voces más inconfundibles del rock español de todos los tiempos. A continuación les dejamos precisamente con esa voz, acompañada por otra de las bandas míticas de la música española…

En la emisora SE ESCUCHAN AHORA LOS PRIMEROS ACORDES DE “FREE YOURSELF”, de Teddy Bautista y Los Canarios.

CARMELO

(Sorprendido)

¡Coño! ¡Esto sí que no me lo esperaba!

LA ESPECTACULAR FANFARRIA INICIAL provoca en el taxista una descarga de adrenalina que le lleva a mover todo el cuerpo al ritmo de la música. Exultante, CARMELO sube el volumen de la radio y aumenta la velocidad de su coche.

 

SEC.7/ EXTERIOR DEL TAXI DE CARMELO / EXT/DÍA

AL RITMO DE “FREE YOURSELF”, el taxi avanza como una exhalación por el cuarto carril de la autopista, hacia Las Palmas de Gran Canaria.

 

SEC.8/ INTERIOR DEL TAXI DE CARMELO / INT/DÍA

El contagioso entusiasmo que transmite la canción de Los Canarios se refleja de manera muy gráfica en el divertido balanceo que realiza CARMELO con la cabeza, hombros y brazos, al compás de la música. Presa del pegadizo e inconfundible ritmo del tema, CARMELO llega a CANTAR EN VOZ ALTA algunas partes de la letra.

Durante unos segundos, el taxista casi llega a olvidarse de que en el asiento de atrás lleva a un pasajero hasta que, con cierto desconcierto por su parte, descubre a través del espejo retrovisor que el EJECUTIVO ha dejado de consultar su agenda electrónica y le observa con una divertida expresión de estupefacta sorpresa.

CARMELO

 (Algo abochornado, deja de moverse al volante siguiendo la música, e intenta disculparse en un inglés macarrónico, en el que algunas palabras las pronuncia tal y como se leen en castellano)

¡Oh! Lo siento, señor… Sorry, monsieur… Perdón…

 (BAJA EL VOLUMEN DE LA RADIO, sonriendo al cliente)

Lo siento. No lo pude evitar… Please… I”m sorry, míster… Verá, usted, es que esta música es de mi época… De mi juventud… Long time ago the music I head… My young… o youth… o como coño quiera que se diga… joder… es que yo hice el bachillerato de Francés…

El EJECUTIVO, que sonríe por primera vez desde que se ha subido al taxi, asiente en sentido afirmativo.

EJECUTIVO

(Que habla un español algo insuficiente, marcado por un fuerte acento nórdico)

Don”t worry, sir… Yo… yo entender usted, más o menos… Hablar un poco de español… Mí no molestar la music… Mí gustarme la music… Buena music…

CARMELO

(Sorprendido)

¡Coño!… Perdón… Pensé que no me entendía…

EJECUTIVO

(Mostrando una afabilidad y una simpatía que hasta ahora mantenía ocultas)

¡Sí, sí, más o menos! Yo… hablar poquito español…

(Sonríe con grata satisfacción)

CARMELO

¡Sí, señor! ¡Qué sorpresa! ¿Y viene usted mucho por aquí?

 EJECUTIVO

Bueno… Yo… Venir por aquí… No mucho… Esta segunda vez que yo estar aquí…

 CARMELO

 ¿Ah, sí?

EJECUTIVO

Sí… Yo estar aquí muchos, muchos años antes… Yo tener entonces… eh… (Haciendo un cálculo mental) Siete años…

 CARMELO

¡Ajá! Pues ya ha llovido… En eso yo le gano, llevo viviendo aquí desde el 49… No hace tiempo ni nada…

(El EJECUTIVO pone ahora cara de no entender muy bien lo que le ha dicho)

Nada, tranquilo, sólo le decía que yo llevo en Canarias desde que nací, en 1949…

 EJECUTIVO

 (Que asiente en señal de haber comprendido)

Sí, sí… Usted nacer aquí en 1949…

CARMELO

¡Exacto! Nací en Las Palmas de Gran Canaria, concretamente, en el barrio de La Isleta, cerquita de Las Canteras… Near to Las Canteras beach… Ahí nací yo.

EJECUTIVO

(Asintiendo de nuevo)

Sí, sí, conocer Las Canteras… It”s wonderful… Eh… Playa muy bonita, el mar ser aquí diferente. La luz, también diferente… A mí gustar mucho la playa y mar y sol…

 CARMELO

 Sí, señor, diga usted que sí. Como esta tierra no encontrará usted muchas por ahí. Las Islas Canarias son una maravilla. Esto es el mejor regalo que nos pudo hacer Dios… Bueno, esto, y las mujeres… ¿Usted me comprende, no?

 (CARMELO le guiña un ojo, cómplice, al cliente)

 EJECUTIVO

 (Respondiendo con una sonrisa franca, abierta, con una chispa de picardía)

 ¡Oh, sí, ya! Las mujeres, las mujeres… Sí, gran regalo de Dios…

CARMELO

 (En graciosa salmodia)

 Te alabamos, Señor… Sí, desde luego, aquí somos muy afortunados. Tenemos el mejor clima del mundo y las mujeres más hermosas… Sí, señor, nosotros, los canarios, no nos podemos quejar. Vivimos en el paraíso, caballero. Lo dijeron hasta los griegos, que de estas cosas sabían un montón… Canarias es el Jardín de las Hespérides.

EJECUTIVO

(Con extrañeza)

 Canarias, ¿Jardín de las… Especies?

CARMELO

(Que contesta a la pregunta del viajero al tiempo que parece hablar consigo mismo)

¿De las Especies? Bueno, de eso también, porque hay cada uno por aquí que hay que darle de comer aparte… No, no, señor, me refiero a que los antiguos, los griegos o los romanos… qué sé yo, total, lo mismo da, porque unos se copiaron de otros… Pues esa gente decía que Canarias era el Jardín de las Hespérides… El Jardín del Edén… El parque residencial de Eva y Adán o algo así…

EJECUTIVO

(Que cae en la cuenta)

 ¡Ah! ¡Ya, ya, Eva y Adán! ¡Ya! ¡Edén! ¡Mito!

 CARMELO

 (Que se embala a hablar sin darse cuenta)

 ¡Exacto, señor! Canarias es un lugar mitológico… Bueno, ahora ya no tanto, porque cada vez somos más lo que vivimos aquí, los que vienen a trabajar y se quedan, los que se fueron a lo mismo y volvieron, los que van y vienen, los que vienen y van… Por cierto, ¿y usted de dónde viene, señor? Si me permite la pregunta, claro.

EJECUTIVO

(Negando con la cabeza, como si no hubiese entendido)

¿Qué?

CARMELO

 Esto… ¿De dónde viene usted?… Where are you from? Creo que se dice así…

EJECUTIVO

¡Ah, sí! Eh… From Sweden… Perdón… Suecia… Yo ser… sueco…

 CARMELO

(Con súbito asombro)

¡Coño! ¡No me diga! ¡Si yo estuve viviendo allí un tiempo!

EJECUTIVO

(Extrañado)

¿Usted… vivir en mi país?

CARMELO

 ¡Que sí, hombre, que sí! Eso fue a principios de los setenta… Me fui para allá con mi amigo Manolo a trabajar en una serrería, en los astilleros de Malmoe…

EJECUTIVO

 (Sin salir de su asombro)

¿Sí? ¿En Malmö?

CARMELO

 (Encendido, casi eufórico, hablando a un ritmo vertiginoso)

¡Que sí, hombre, créame! Teníamos los dos poco más de veinte años y nos marchamos para allá a probar suerte. Eran los últimos coletazos de la emigración española a Europa… Como todavía vivía Franco y, sinceramente, parecía que no iba a morirse nunca, Manolo y yo nos dejamos convencer por un par de amigos que se habían ido antes, a Dinamarca… Como ellos encontraron trabajo enseguida, en una fábrica de aceites y carburantes para coches en Copenhague, nos vendieron la moto de que aquello estaba muy bien, de que pagaban mucho más de lo que ganábamos aquí, de que la vida allá era completamente diferente… En fin, que a nosotros se nos pusieron los dientes largos y decidimos dar el salto… ¡Menudo salto! Poco más y nos quedamos por el camino. Resulta que cuando llegamos a Copenhague, con la puñetera crisis del petróleo, nuestros colegas habían perdido su trabajo en la fábrica y tuvieron que buscarse la vida en Holanda… Con lo cual, Manolo y un servidor terminamos en Suecia, en Malmoe… Aguantamos allí quince meses… No he pasado más frío en mi vida… Con razón cuando ustedes llegan aquí se botan en la playa todo el día y terminan rojos como los pimientos morrones… ¡Menudo pelete! Al principio, como no nos aclarábamos con la calefacción, claro, como aquí nunca habíamos utilizado nada de eso, para darnos calor por la noche Manolo y yo teníamos que envolvernos en periódicos… Pero, nada, ni así aprendí una palabra en sueco… Lo más, algún saludito y algún piropo para ligar con las chicas… Pero, qué va, cristiano, el frío de allí le quita a uno las ganas de todo…

EJECUTIVO

 (Que da la impresión de haber comprendido sólo algunas palabras sueltas e inconexas de toda la intervención del taxista)

 ¿Usted entonces trabajar en mi país?

 CARMELO

 (Que no sabe si mosquearse con el cliente)

 ¡Otra vez! ¿Cómo quiere que se lo explique, en francés? Que sí, hombre, que sí… Que estuve en su país unos quince meses, trabajando en un taller de carpintería, donde hacíamos piezas y mobiliario para barcos…

EJECUTIVO

 (Que ahora parece haber entendido algo)

¡Ah, ya, ya…! ¿Gustar usted mi país?

CARMELO

(Jovial)

Sí, ya le digo, menos el invierno, por lo demás me pareció un país muy interesante. Sobre todo, el sur. Porque, lo que es el norte, casi ni lo pisamos. Como dice Manolo: Suecia es un país muy sueco… Y ésa es la mejor definición que he escuchado sobre su tierra, si usted me lo permite…

 EJECUTIVO

 (Como repitiendo para sí la frase que acaba de oír)

 Suecia es un país muy… sueco…

 (El viajero rompe a reír en una carcajada. CARMELO le secunda)

Ser divertido… No escuchar nunca eso…

CARMELO

(Todavía riendo)

 Pues tendría que conocer usted a Manolo en persona, es el individuo más cachondo que ha parido madre… (Rectificando sobre la marcha) Bueno, es un hombre muy gracioso.

 EJECUTIVO

(A quien aún le queda en los labios el sabor de las risas anteriores)

Sí, sí, muy gracioso, Manolo… Sí, sí, divertido…

Entre ambos hombres se produce una LEVE PAUSA DE UNOS SEGUNDOS, que es interrumpida por CARMELO, quien a lo largo de esta conversación se revela como un personaje vivo, desenfadado, dicharachero y muy locuaz.

CARMELO

(Con curiosidad descarada)

 ¿Y qué es lo que le ha vuelto a traer a usted aquí, a la isla, después de tanto tiempo? Si puede saberse, claro…

 EJECUTIVO

 (Adoptando un semblante un poco más formal)

¿Usted preguntarme por qué estar yo aquí otra vez?

 CARMELO

 (Rápido, vivaz en la réplica)

¡Exactamente!

 EJECUTIVO

(A quien, evidentemente, le cuesta dar una información tan personal)

 Yo… venir… a importante reunión de empresa…

 CARMELO

(Muy lanzado, ha puesto la quinta velocidad y ataca directamente, de frente, sin recato)

¿Y cuál es su empresa? Si no le molesta decírmelo, por supuesto…

EJECUTIVO

(Dudando entre decírselo o no)

Bueno… Yo…. Eh… Ser… Mi… Mi empresa ser Doramas S.A.

CARMELO

(Que da un ligero respingo en su asiento al escuchar el nombre de la compañía)

¡Coño!… Usted, perdone, pero es que no me lo podía imaginar…

(Como si hablara para sí, pensando en voz alta)

Doramas… Vaya, vaya… Pues no me hinché de chico yo a comer recortes de la dulcería ésa… ¡Carajo! Lo que es la vida. Quién los ha visto y quién los ve ahora…

 (Al pasajero)

Pues en sus tiempos, esa fábrica llegó a ser la mejor industria de Las Palmas… No trabajó poca gente ahí. Hasta mi cuñado Felo estuvo metido. Trabajaba como repartidor… Bueno, eso fue antes de que vendieran la empresa a la multinacional… Todavía vivía don Victor Sjöberg… Buena persona don Victor… Todo un caballero, como los de antes… ¡Doramas!… No estaba poco buena la chocolatina Guarapeña… Seguro que usted ni siquiera la conoció. Claro, como es anterior a su época…

EJECUTIVO

 (Volviendo a poner cara de no entender muy bien lo que le dice)

 ¿Qué?

 CARMELO

(A su manera, intenta vocalizar mejor)

Le digo si usted llegó a conocer la Guarapeña… La chocolatina… La galleta con chocolate. La golosina más famosa de Doramas…

EJECUTIVO

 ¡La Guarapeña! ¡Oh, sí! The chocolate cookie… Oh, muy buena, sí, muy buena, sí, sí…

(El cliente asiente y sonríe con una sinceridad casi infantil)

CARMELO

(Mostrándose sorprendido y hablando para sí)

Ah, con que la conoce… Qué raro, porque la quitaron de la circulación hace más años que el carajo… En fin, pues lo de su empresa es una pena, caballero. Ya le digo, Doramas es un nombre que a uno no le trae más que recuerdos dulces… (Se pasa la lengua entre los labios como si acabara de degustar una de aquellas golosinas) ¡Qué buenos eran! ¡Ñoh! Yo siempre me acuerdo de los bollitos rellenos de crema pastelera y de las Guarapeñas… ¡Me cago en diez! Si uno pudiera volver atrás… Pero qué va, señor, la vida es como la autopista, aquí sólo se puede circular hacia delante…

El pasajero, que por momentos -como ahora- parece no comprender el significado exacto de las palabras del conductor, se limita a asentir en silencio. De repente, SE ESCUCHA LA MELODÍA DE UN TELÉFONO MÓVIL. El EJECUTIVO pone cara de circunstancias y extrae el teléfono de su chaqueta. Se trata de un Nokkia de última generación que se lleva al oído, tras esbozar una sonrisa de disculpa a CARMELO.

EJECUTIVO

(A CARMELO)

Oh, lo siento… Perdón…

(Desde el espejo retrovisor, CARMELO le devuelve una comprensiva mirada de absolución para concentrar toda su atención en la autopista y en los demás vehículos. Por su parte, el cliente INICIA LA CONVERSACIÓN TELEFÓNICA EN SUECO)

¿Hola?… Sí, soy yo… Sí, ya estoy llegando a Las Palmas… Sí, lo sé, he estado repasando la agenda y todo va según lo previsto… Sí, dentro de una hora… Espero que la dirección de aquí lo tenga todo preparado para mañana, sí… No sé… Seguramente querrán llevarme a comer a algún restaurante pero no me apetece… Sí, cuanto menos tiempo con ellos, mejor… Sí, un poco cansado… Demasiado temprano incluso para mí… (Sonríe) Sí, sí, por supuesto… ¿Esta noche? No sé… Me gustaría dormir… no salir del hotel…

(Hace una PAUSA DE UNOS SEGUNDOS, mira al espejo retrovisor como si se estuviera cerciorando de que el chófer no le está mirando. En efecto, CARMELO permanece totalmente ajeno a la conversación y concentrado en la conducción del taxi. El tono de voz del viajero adquiere un matiz de sospechosa confidencialidad)

¡Claro! Si estuvieses aquí todo sería distinto… Sí, ya, sí… (Sonríe y su rostro refleja de pronto un regocijo hasta ahora desconocido para nosotros; brilla con una luminosidad íntima, secreta) No sigas, que alguien te puede estar escuchando… Ya sabes que en esa oficina las paredes oyen… Sí… Bueno, bueno… (El pasajero ríe como si alguien le estuviese haciendo cosquillas. Un leve rubor se refleja en sus mejillas) Sí… En un taxi, pero no entiende una palabra de sueco…

(Justo al oír estas palabras, CARMELO echa un rápido vistazo por el retrovisor, que pasa inadvertido para el cliente)

Ya te contaré… Un tipo simpático, muy pintoresco… No para de hablar… Sí, el típico español… Parece una ametralladora… Sí, me ha caído muy bien… Bueno… Te dejo… Ya hablamos más tarde… Sí… Que sí… Ya… Ya… Bueno… Un beso… (Nueva risas) Que te van a oír… De acuerdo… Adiós…

El EJECUTIVO cuelga y vuelve a guardar su teléfono en el bolsillo de la chaqueta.

SEC.9/ EXTERIOR DEL TAXI DE CARMELO / EXT/DÍA

El vehículo continúa su recorrido y transita ahora a la altura de la planta potabilizadora, en la zona de Piedra Santa, en el extrarradio de la capital grancanaria.

SEC.10/ INTERIOR DEL TAXI DE CARMELO / INT/DÍA

En el interior del taxi todo parece indicar que volvemos a la situación de partida: el conductor, pendiente solo del volante y del resto de coches que circulan ahora por la autovía; el pasajero, enfrascado de nuevo en consultar su agenda electrónica.

CARMELO

(Rompiendo el LARGO SILENCIO que se había instalado entre ambos hombres)

Desde luego, parece que el teléfono móvil lo han inventado para ellas, ¿eh? Así nos tienen más controlados, ¿no cree?

EJECUTIVO

(Levantando la cabeza, despistado)

¿Qué?

CARMELO

El teléfono. Le hablo del teléfono. Como antes creo que lo llamó su esposa le decía ahora que parece que el móvil lo han inventando para que las mujeres nos controlen un poco más la vida… Como si ya no nos la controlasen del todo, ¿no le parece?

EJECUTIVO

(Que, al escuchar la referencia a la llamada anterior, no puede ocultar cierto desconcierto en la expresión de su rostro)

Sí… Claro… Claro…

(Pone una sonrisa de compromiso e intenta regresar a su agenda, aunque el taxista no está dispuesto a dejar escapar la presa)

 CARMELO

(Disparado, otra vez)

 Hablando del móvil y las señoras: mi amigo Manolo, del que le hablé antes, el que se fue conmigo a Suecia, ése tiene una anécdota muy buena con el móvil…

 (El pasajero presta atención con aparente interés)

 Hace mucho tiempo, cuando recién empezaron a llegar esos cachivaches de los teléfonos móviles, a Manolo los hijos le regalaron por su santo uno y él, que no se enteraba mucho, lo llevaba a todas partes, aunque luego no lo utilizaba para nada… Hasta que un día, sin avisar a su mujer, después del trabajo, Manolo se fue de copas con unos colegas y la cosa se alargó y terminó en farra, en juerga, en fiesta, vamos, y en eso que le suena el móvil… Lo menos eran las dos o las tres de la mañana y era Maruca, la señora, que lo llamaba toda nerviosa y Manolo, pedo perdido, que no se le ocurre otra cosa que coger el aparato y decirle: “Coño, Maruca, ¿cómo sabías que estaba aquí?”… “Aquí, dónde, muchacho, pues yo sé dónde coño estás…”

 (CARMELO estalla en una espectacular carcajada, mientras su cliente se limita a sonreír de manera protocolaria)

“Pues yo sé dónde coño estás, muchacho…”

(CARMELO se vuelve a reír a carcajada limpia)

Desde luego, es que Manolo es mucho… Fíjese si nos conocemos que hicimos la primera comunión juntos… Eso sí, los dos con zapatos prestados, que entonces no estaba la cosa para mucho despilfarro… Y aquí nos tiene. Seguimos siendo amigos después de tantos años… Para mí es casi más que un hermano. Porque a los hermanos uno no los elige. Eso es como la lotería: el que te toca te toca y ahí te quedas… Pero a los amigos sí los escoges… Lo mismo ocurre con la mujer. Uno elige con quien se casa, aunque a veces más bien es a uno a quien cazan…

(CARMELO se ríe con esta última ocurrencia, de difícil comprensión para el viajero, ya que, al hablar con el característico seseo del isleño, el juego de palabras resulta poco menos que intraducible para el EJECUTIVO sueco)

¿Y a usted qué? ¿Eligió a su esposa o lo cazaron? Porque conmigo fue más o menos fifty-fifty…

EJECUTIVO

(Ahora un tanto desconcertado)

Sí… Bueno… Yo… Sí… Casado… Por veinte años… Sí… Tener dos hijos…

CARMELO

(Sorprendido)

Veinte años… No está mal. Yo llevo más de media vida con Paqui. En octubre haremos treinta años juntos y hasta que la muerte nos separe… Tenemos tres hijas y un hijo… Las chicas nos salieron muy bien, con fundamento, pero el varón nos vino medio revirado… Ése es más gandul… Nos ha dado más dolores de cabeza que el carajo… Pero, bueno, la verdad es que viendo lo que hay por ahí uno no se debe quejar. Yo le doy gracias a Dios todos los días por todo lo que me ha dado. Porque lo cierto es que uno, en su modestia intelectual, pues tiene su fe y de vez en cuando también le echa su rezado a Nuestra Señora del Pino y a San Cristóbal, que es nuestro patrón, aunque ése es ya como de la familia…

(CARMELO sonríe a través del espejo retrovisor, el viajero vuelve a responderle con otra sonrisa discreta, de pura cortesía)

 Es que uno piensa en los años que ya tiene encima y le da como vértigo… Si parece que fue ayer que llevaba pantalones cortos y mi padre me tenía que coger de la mano para acompañarme hasta la escuela de don Pastor… ¡Me cago en diez! No he dado vueltas yo ni nada para llegar a estar aquí sentado, doce, catorce horas diarias, siempre a la carrera… Porque mi padre, en paz descanse, mucha fue la goma que me dio con el cinto para que me hiciera un hombre de provecho y aquí estoy… Casi sesenta años y al volante del taxi, igual que él, coño, que fue taxista toda su vida… “Vivimos a la carrera la carrera de la vida, Carmelo”, me decía y yo, ni caso… Como dicen los chicos de hoy: a mi bola. Y a mi bola, mi bola, se me fueron pasando los años y fui dando tumbos de un trabajo a otro, como quien no quiere la cosa… Picoteando para acá y para allá sin orden ni concierto… Porque aquí, donde usted me ve, servidor ha hecho de casi todo en este mundo… Cuidador de jardines en los hoteles del sur, recepcionista en una pensión de mala muerte, cerca de Las Alcaravaneras, carpintero en Suecia, pintor de brocha gorda y de brocha chica, empleado en una gasolinera, camarero, repartidor de una fábrica de cervezas… Total, para terminar como mi padre, coño, detrás de un volante, conduciendo mi propio coche y dando gracias a la vida que me ha dado tanto, que decía Mercedes Sosa… Por cierto, ¿conoce usted a Mercedes Sosa?

EJECUTIVO

(Que, por vez primera, pone cara de sueco)

 No, no conocer… No, no…

CARMELO

Pues es una cantante argentina muy famosa en todo el mundo. Además, según parece, ésa también ha tenido una vida de lo más entretenido… Yo la vi en el Pérez Galdós hace un chorro de años, después de muerto y enterrado Franco, cuando el cambio, y todos éramos un poco más jóvenes y más felices… Recuerdo que fue un concierto maravilloso y cantó todo su repertorio: el “Gracias a la vida”, de Violeta Parra; “Te recuerdo, Amanda”, de Víctor Jara; “Alfonsina y el mar”“Sólo le pido a Dios”“Duerme, negrito”“Si se calla el cantor”… Lo más emocionante fue al final, cuando todo el teatro, puesto en pie, cantó como uno solo aquello de “Toda la sangre puede ser canción en el viento”… ¡Ñoh! Eso sí era música, coño, y no las machangadas que se oyen ahora en la radio o en la televisión…

(De repente, como arrebatado por un acceso de incontrolable emoción, CARMELO rompe a cantar, con no muy mala voz, “Canción con todos”)

“Salgo a caminar

por la cintura cósmica del sur.

Piso en la región

más vegetal del viento y de la luz.

Siento al caminar

toda la piel de América en mi piel

y anda en mi sangre un río

que libera en mi voz su caudal.

Sol de Alto Perú,

rostro Bolivia, estaño y soledad.

Un verde Brasil

besa mi Chile, cobre y mineral.

Subo desde el sur

hacia la entraña América y total,

pura raíz de un grito

destinado a crecer y a estallar.

Todas las voces, todas,

todas las manos, todas,

toda la sangre puede

ser canción en el viento.

Canta conmigo, canta,

hermano americano.

Libera tu esperanza

con un grito en la voz”.

Un SILENCIO INMEDIATO, BRUSCO, ALGO VIOLENTO, se produce nada más terminar de cantar CARMELO. Éste se limita a apretar con fuerza el volante. Su taxi está a punto de entrar en Las Palmas de Gran Canaria. En el espejo retrovisor, el conductor observa cómo el pasajero guarda con resignada parsimonia su agenda electrónica en el bolsillo interior de su chaqueta para, a continuación, aplaudirle con contenido entusiasmo.

CARMELO

(Asiente, sonriendo)

Gracias, señor, gracias…

EJECUTIVO

(Que también asiente en señal de aprobación)

Bien… Bien… Magnífico… Felicidades… Usted… cantar muy bien… Sí…

CARMELO

(Con cierta vergüenza)

Hombre… Es que uno, cuando chico, estuvo en el coro de voces blancas de la parroquia de San Telmo…

El cliente sigue asintiendo. Su rostro muestra una amplia sonrisa de sincera satisfacción.

CARMELO se la devuelve en agradecimiento.

SEC.11/ EXTERIOR DEL TAXI DE CARMELO / EXT/DÍA

El taxi hace por fin su entrada en la avenida Marítima de la capital grancanaria y circula por uno de sus carriles en dirección al hotel Santa Catalina.

SEC.12/ INTERIOR DEL TAXI DE CARMELO / INT/DÍA

El pasajero observa el paseo marítimo de la ciudad mientras el coche pasa veloz junto a la escultura de Martín Chirino, “Lady Harimaguada”.

CARMELO

(Señalando, a la izquierda, al teatro Pérez Galdós, que luce su remozada y flamante fachada)

 ¡Ése! ¡Ése es el teatro del que le hablaba hace un momento! Ahí fue donde actuó Mercedes Sosa…

El cliente mira con aparente interés hacia donde le señala el chófer y, seguidamente, prosigue su contemplación atenta, abstraída y silenciosa de los edificios, nuevos y no tan nuevos, que se alinean frente al mar.

CARMELO

 La ciudad ha cambiado mucho desde que usted estuvo aquí la última vez, ¿verdad?

 EJECUTIVO

(Que parece cogido una vez más in fraganti y dirige su mirada al espejo retrovisor)

¿Qué?

CARMELO

(Que vuelve a hacer un esfuerzo por vocalizar mejor)

Digo que ha cambiado mucho todo esto desde que usted visitó la isla la primera vez, ¿no?

 (El hombre se limita a asentir por toda respuesta y, luego, prosigue la contemplación del paisaje urbano a través de la ventanilla del coche)

La ciudad está ahora como nunca. Aquí hay una vida enorme. Hombre, no es Madrid ni Barcelona, pero la gente vive con una intensidad que en mis tiempos no podíamos ni soñar. Además, de unos años a esta parte, usted puede encontrar aquí de todo. Y, cuando digo de todo, me refiero tanto a lo bueno como a lo malo… De todas maneras, todavía hay algo con lo que no puede acabar ni siquiera el estrés de esta vida moderna y es el mar.

 EJECUTIVO

¿El mar?

 CARMELO

(Que, a pesar de haberse adentrado en las calles de Las Palmas, es capaz de mantener al mismo tiempo la atención puesta en el tráfico, bastante espeso a esta hora, y en la conversación con el cliente)

 Sí, señor, el mar… ¿Sabía usted que el mar contiene gran cantidad de yodo y que el yodo tiene propiedades para curar el alma? Lo leí en un reportaje de la revista Nacional Geographic… Al parecer, está científicamente demostrado que las personas que viven cerca del mar o, como nosotros, los canarios, rodeados por todas partes de agua marina, son muchísimo menos propensas a caer en depresiones y en melancolías… Eso significa que la gente en las islas es más feliz que en el continente…

(El EJECUTIVO adopta el semblante de alguien que duda entre no estar seguro de haber entendido lo que ha escuchado y creer que le están tomando el pelo)

 ¡A mí no me mire así! Vaya usted a quejarse a los del Nacional Geographic. Me limito a constatar una investigación de lo más seria y calculada que, por cierto, concuerda casi a la perfección con una cosa que siempre defendió mi bisabuela Lola y es que, según sus propias cuentas, todos los que vivimos en una isla, esté en el océano que esté, llegamos a vivir dos años, cuatro meses y tres días más que el resto de habitantes del mundo… Y no me pregunte de dónde sacó mi bisabuela esa cantidad porque no tengo ni la más remota idea. Sólo sé que ella vivió hasta los ciento ocho años; que tuvo once hijos, veinticuatro nietos y dieciséis bisnietos, entre los que me incluyo; que mantuvo intacta la cabeza hasta expirar el último suspiro y que desayunaba tazón y medio de leche con gofio todos los días…

EJECUTIVO

(Atónito)

¿Su… abuela…?

 CARMELO

No, mi abuela, no… Mi bisabuela. La madre de la madre de mi padre…

EJECUTIVO

 (Intentando entender la relación de parentesco, no sin grandes dificultades)

La madre de… madre… de… su madre…

 CARMELO

 ¡Déjelo ahí, amigo! Porque si no le va a dar jaqueca.

 EJECUTIVO

 (Que trata de hacerse una idea contando con los dedos, como un colegial)

 La madre de… la padre… de la madre de…

 CARMELO

 (Mascullando para sí y sonriendo como un niño travieso)

Sí, la madre que me parió…

SEC.13/ ENTRADA HOTEL SANTA CATALINA / EXT/DÍA

El vehículo se detiene junto a la puerta de entrada del hotel Santa Catalina, un elegante edificio de estilo colonial inglés, con más de un siglo de antigüedad.

SEC.14/ INTERIOR TAXI/ENTRADA HOTEL / INT-EXT/DÍA

El conductor pone el freno de mano. Gira su cabeza ligeramente hacia atrás.

CARMELO

Fin de trayecto, señor.

EJECUTIVO

(Mirando, sorprendido, al exterior)

Oh, sí… Qué rápido.

CARMELO

(Sonriendo)

Así es, señor. Acuérdese de lo que decía mi padre: “Vivimos a la carrera la carrera de la vida”…

EJECUTIVO

(Sonriendo)

Su padre… Él ser hijo de hija de su bisabuela…

CARMELO

(Que echa una carcajada)

¡Exacto! ¡Muy bien! Es usted un fenómeno, señor, un máquina…

(Al ver que el pasajero parece no entender estos últimos elogios, CARMELO marca el pulgar hacia arriba)

Usted, un diez, súper…

EJECUTIVO

(Sin dejar de sonreír)

Usted… también… ¿Cuánto?

CARMELO

(Que por un instante ha olvidado que tiene que cobrarle el trayecto)

¡Ah!

(Mira al taxímetro y señala al recuadro con las tarifas que se encuentran bajo el equipo de radio)

Esto es precio fijo, señor. Son veinticuatro euros.

El viajero saca una billetera de piel auténtica, de marca, y saca un billete de veinte y otro de diez. Se lo entrega al conductor. Éste los coge y hace ademán de ir a darle el cambio.

EJECUTIVO

(Que se da cuenta de lo que va a hacer el chófer)

¡Oh, no, no! ¡Todo para usted! ¡Todo para usted!

CARMELO

(Que no puede ocultar su satisfacción)

Muchas, gracias, señor… ¿Quiere la factura? (Haciendo ademán de expedirle un recibo) ¿Le hago factura? ¿Ticket?

EJECUTIVO

(Que se ha guardado la billetera y abre la puerta)

No, gracias, no necesario… Muchas gracias… Paseo desde airport a aquí muy agradable, gracias… usted.

(Con cierta dificultad, el hombre intenta salir del auto pero le cuesta tirar de la maleta que tiene en el asiento contiguo)

CARMELO

Espere un momento, que le ayudo…

El taxista sale del coche, abre la puerta de atrás y saca la maleta. Por el otro lado, el EJECUTIVO sale del vehículo y cierra su puerta. Después de cerrar la otra puerta trasera, CARMELO rodea su taxi por el maletero y se acerca al cliente. Ambos se encuentran en la acera, frente a la puerta de acceso al vestíbulo del hotel. El chófer le hace entrega de la maleta y el pasajero, bastante más alto que el taxista, hace una ligera genuflexión con la cabeza como gesto de agradecimiento. CARMELO le tiende la mano.

CARMELO

Ha sido un placer.

EJECUTIVO

(Estrechándole la mano con fuerza)

También para mí.

Después de intercambiar esta muestra de mutuo afecto ambos individuos se quedan quietos, uno frente al otro, sin saber qué decir. De pronto, como de costumbre, el chófer rompe el SILENCIO EXPECTANTE.

CARMELO

(Que, por un instante, da la sensación de dudar si atreverse o no a decir algo)

Eh… ¿Ya tiene plan para esta noche?

EJECUTIVO

¿Qué?

CARMELO

¿Va a hacer algo usted esta noche?

EJECUTIVO

(Descolocado)

Eh… No… No sé…

CARMELO

Mire, señor, sin compromiso ninguno, ¿me entiende? Esta noche, en la discoteca Wilson, la cooperativa de taxis de Las Palmas va a dar una fiesta y, si usted quiere y le apetece, considérese invitado, ¿OK? Iremos un grupo de amigos, con nuestras esposas, y, bueno, pasaremos un rato agradable… Si no tiene ningún plan y quiere divertirse un rato puede darse un salto por allí… Estaremos sobre las once u once y media… Espere, voy a darle una tarjeta…

CARMELO deja al EJECUTIVO sin capacidad de reacción. En un segundo corre hasta el asiento delantero del auto y regresa llevando consigo una tarjeta impresa con su nombre. Antes de dársela al cliente, saca un bolígrafo del bolsillo de su camisa y escribe algo en la tarjeta.

 CARMELO

(Le entrega la tarjeta)

Aquí tiene. Le he puesto el nombre de la discoteca.

El EJECUTIVO toma la tarjeta y durante unos segundos la observa con detenimiento.

EJECUTIVO

(Lee)

Carmelo Fernández Doreste.

CARMELO

Sí, señor, ése soy yo. Para servirle a Dios y a usted.

EJECUTIVO

(Sonríe)

Muy bien, Carmelo, encantado de conocer a usted…

CARMELO

(Asintiendo)

Y yo a usted, señor…

EJECUTIVO

(Disculpándose)

¡Oh, perdón! Mi nombre es Victor… Victor Sjöberg.

CARMELO

Encantado, don Victor… Quiero decir, señor Sjöberg…

Ahora es el cliente quien le tiende la mano a CARMELO y éste responde efusivamente. Sin embargo, desde que el EJECUTIVO ha pronunciado el nombre de Victor Sjöberg, el semblante del taxista se ha quedado entre absorto y pensativo. Tras despedirse de él, siempre con una sonrisa en el rostro, el SEÑOR SJÖBERG da media vuelta para entrar en el hotel pero, cuando está apunto de cruzar el umbral de la entrada, el chófer le llama.

CARMELO

¡Señor Sjöberg, señor Sjöberg!

(El aludido se da la vuelta. CARMELO le mira con apremio infantil)

Ya sé quién es usted. Usted es el nieto de don Victor, el que fundó la dulcería Doramas…

El SEÑOR SJÖBERG se limita a dibujar una nueva sonrisa con sus labios y, en esta ocasión, parece brillar en ella la chispa de la complicidad. Luego, da otra media vuelta y entra finalmente en el hotel, tirando de su maleta.

Fuera, CARMELO asiente con la cabeza al tiempo que sonríe para sí con la satisfacción de quien cree haber hecho un sorprendente hallazgo. El taxista regresa al interior de su vehículo. Toma asiento, cierra la puerta delantera y el automóvil tarda apenas unos instantes en arrancar con ímpetu hacia la búsqueda de un nuevo cliente.

SEC.15/ RECEPCIÓN HOTEL SANTA CATALINA / INT/DÍA

La cámara sigue en travelling in a VICTOR SJÖBERG, que se ha adentrado en el hall del hotel Santa Catalina y se aproxima a la recepción. Sin embargo, debe esperar a cierta distancia del amplio mostrador, ya que todos los conserjes están ocupados atendiendo a varios clientes: unos, porque acaban de llegar y se están registrando, y otros, porque abandonan el establecimiento y están pagando la cuenta. Hay, por tanto, trasiego de bultos y equipajes. LAS CONVERSACIONES SE PRODUCEN EN VARIOS IDIOMAS (INGLÉS, ALEMÁN, ESPAÑOL) dado que los huéspedes son de diferentes nacionalidades. Transcurren unos segundos, en los que VICTOR SJÖBERG aguarda en pie, inalterable, con paciencia nórdica, a que le llegue su turno. Instante que aprovecha para echar una rápida ojeada a su alrededor. El vestíbulo es amplio, decorado con gusto clásico, y en este momento se registra un movimiento constante de personas: botones que trasladan equipajes en elegantes portamaletas, clientes de mediana edad que están sentados en los cómodos sillones ojeando la prensa internacional y turistas en ropa de baño que se dirigen a las piscinas o al solárium.

De pronto, VICTOR SJÖBERG repara en un detalle en el que no ha caído antes: muchas de las personas que se encuentran en este preciso instante en la sala están hablando por teléfono; desde los huéspedes hasta los conserjes. Incluso el cliente que le precede en la fila ante el mostrador de recepción tiene el móvil en la mano. La escena no deja de resultar curiosa y un poco insólita hasta el punto que una joven rubia, en camiseta, pantalón corto, pamela, gafas de sol y sandalias playeras, que parece ir a darse un baño o a tomar el sol, se pasea con el móvil pegado a su oído mientras mantiene una conversación con alguien. VICTOR SJÖBERG contempla la estampa con expresión de incredulidad y, por un segundo, da la impresión de que se va a echar a reír pero entonces SUENA LA MELODÍA DE SU PROPIO TELÉFONO y se ve obligado a echar mano al bolsillo de su chaqueta y a sacar el pequeño artilugio que SUENA IMPERTINENTEMENTE.

El cliente que esperaba delante de él pasa ahora al mostrador.

VICTOR SJÖBERG

(Contestando)

¿Sí? ¡Ah, hola! Sí, ya llegué, hace una hora… Ya estoy en el hotel… Bien, un poco largo… Sí, sí… La reunión es mañana por la mañana. Esta tarde me reúno con la dirección de la empresa… No, todavía no he tenido tiempo… Sí, a lo mejor esta tarde… Si me quedan ganas… No, no, no se parece nada. Es como si estuviera aquí por primera vez… Todo está muy cambiado a como yo lo recordaba… Sí, como si nunca hubiese estado aquí… (De repente, uno de los conserjes ha quedado por fin libre y le hace una seña para que se acerque hasta el mostrador) Lo siento, cariño, pero te tengo que dejar, voy a registrarme en el hotel. Ahora te llamo… Adiós.

El EJECUTIVO corta la comunicación, se guarda el móvil en el interior de la chaqueta, y da unos cortos pasos hasta el mostrador de recepción. El conserje lo recibe con una sonrisa reluciente, llena de hospitalaria profesionalidad.

CONSERJE

¡Good morning, sir!

 

SEC.16/ HABITACIÓN DEL HOTEL SANTA CATALINA / INT/DÍA

Interior de una habitación individual. Al igual que en el resto del edificio, el mobiliario es de línea clásica y de tonalidades suaves. La cama, amplia, tiene un cabecero de madera de estilo rústico, y a ambos lados hay una mesilla de noche con lámpara. En las paredes cuelgan reproducciones de cuadros costumbristas de Canarias y completan el mobiliario un armario; un sillón de alto respaldo y un escritorio con silla a juego, también de corte rústico.

VICTOR SJÖBERG entra en la habitación tirando de su maleta. Cierra la puerta con suavidad. Tras tomarse un segundo para inspeccionar el cuarto, se acerca hasta el escritorio, junto a cuya silla deja la maleta. A continuación, descorre un poco la cortina de la única ventana y se sienta sobre la cama, donde exhala un suspiro hondo, fruto del cansancio. A su derecha, por simple curiosidad, enciende y apaga la lámpara de la mesilla de noche. Así, descubre que sobre la mesilla, al lado del teléfono, en el interior de un cenicero de cristal, han dejado como obsequio para los clientes del hotel una ambrosía Tirma y una servilleta de papel. SJÖBERG coge la chocolatina con expresión de incredulidad y se le escapa una risa.

VICTOR SJÖBERG

(Negando con la cabeza)

La competencia…

Después de tener unos segundos la golosina en la mano y sin dejar de sonreír, decide abrirla. Contempla el barquillo recubierto de chocolate durante otro segundo y le da un buen mordisco. Luego, lo saborea con los ojos cerrados.

VICTOR SJÖBERG

(Abriendo los ojos)

No está mal, no…

Le da un segundo y un tercer mordisco y se la termina. Tras arrojar el envoltorio a una papelera que se encuentra debajo del escritorio, SJÖBERG se limpia los labios con la servilleta, mientras asiente en señal de aprobación. Finalmente arroja la servilleta también a la papelera. De nuevo, en pie, el EJECUTIVO se registra los bolsillos de la chaqueta y saca varios objetos que va colocando sobre el escritorio: el teléfono móvil, la agenda electrónica, la billetera de piel, unos cascos y, por último, la tarjeta que le entregó el taxista en el momento de despedirse de él.

SJÖBERG la ojea con atención. En ella se lee, impreso en cursiva y con elegante tipografía, el nombre completo de CARMELO, junto a varios números de teléfono y un diminuto rótulo que reza: Radio Taxi San Pedro, 24 horas a su servicio. Al darle la vuelta, el EJECUTIVO lee el nombre del local y la dirección que escribió el chófer de su puño y letra: Discoteca Wilsoncalle José Franchy Roca, 20.

SJÖBERG sostiene la tarjeta entre sus dedos unos segundos y termina por tirarla a la papelera. Luego, coge el teléfono móvil de la mesa, aprieta el botón y selecciona el número en el menú de llamada. Después, sin despegar el teléfono de su oído, se quita la chaqueta, la cuelga en el respaldo de la silla, se descalza y se echa sobre la cama.

VICTOR SJÖBERG

¡Hola!… ¿Puedes hablar?… Sí, ya estoy en la habitación… Sí, en la cama… (Ríe con picardía) Sí, sí, ya me gustaría que estuvieses aquí ahora… Sería mucho más divertido… (Ríe, echando un vistazo a su reloj de pulsera) Aunque me tengo que ir en treinta minutos… Sí, me esperan los directivos… No, ninguna gana, en absoluto… Ya… ¿En serio?… (Volviendo a sonreír con mayor malicia) Estás hecha una verdadera bruja, ¿lo sabías?… Sí, ya, ya… Sí… Será eso lo que me atrae de ti… Eres una chica mala, muy mala… Sí… y como no cambies de actitud creo que tu jefe te va a castigar… (Riendo casi a carcajada limpia) No subestimes mi carácter, Helga, ni se te ocurra… Ya, ya… Te recuerdo que trabajas para mí, señorita… Ah… Más te vale no olvidarlo… (Nuevas risas) Me encanta cuando me dices esas cosas… ¡Es una verdadera lástima que no estés aquí! (Cierra los ojos con placer, como si estuviese a punto de iniciar un juego erótico) ¡Ya!… Por favor, no sigas que no quiero perder el control… ¡Sí!… ¡No, ahora no! Recuerda que tengo una reunión en treinta minutos… ¡Oh! ¡Calla!

(De pronto, la expresión de sabroso deleite que parece envolver al hombre como una fragancia exquisita desaparece bruscamente y abre los ojos, alarmado)

¡Lo siento, Helga!… Sí, me están llamando… Espera, en cinco minutos estoy otra vez contigo…

(SJÖBERG se incorpora de la cama y el tono de su voz cambia por completo)

¡Hola, cariño!… Sí… Sí… Ya estoy en la habitación… Estaba hablando con Estocolmo. Los de la central querían comentarme una cosa sobre la reunión que tengo dentro de un rato con los directivos de la compañía… Sí… ¿Tú estás bien, cielo?… Bueno, no lo sé… Seguramente iremos a un restaurante… Ya sabes, esta gente lo arregla todo comiendo y bebiendo… No. Descuida… (Moviendo la cabeza en señal de impaciencia) Sí… Ya te he dicho que no lo sé, cariño… Lo más seguro es que me quede aquí, en el hotel… La reunión de mañana es muy temprano… Sí, lo único que tendré que hacer es firmar y ya está… Ya te expliqué que los sindicatos están de acuerdo… Todo el mundo piensa que es la mejor solución (Mostrando cierto cansancio) Creo que son unos dos mil… Me han dicho que la mayoría de ellos aceptaron la oferta… No sé… Bueno, ya te contaré… Sí, te dejo porque quiero darme un baño antes de ir a la reunión… Sí… Y yo a ti, cariño… Adiós…

SJÖBERG cuelga y, por unos instantes, permanece con el teléfono en la mano, pensativo. Lo observa detenidamente, sin saber muy bien qué hacer. Mira su reloj. Se vuelve a recostar sobre la cama y aprieta otra vez la tecla de llamada. Cierra los ojos, toma una amplia bocanada de aire y lo expira a fondo. Sonríe.

VICTOR SJÖBERG

(Recuperando el tono dulce, acaramelado)

¡Hola!… ¿Por dónde íbamos, señorita?

(Su rostro se ilumina con una sonrisa repleta de deseo)

 

SEC.17/ PASEO DE LA PLAYA DE LAS CANTERAS / EXT/TARDE

A pesar de que la luz del sol languidece a esta hora de la tarde (deben de ser casi las ocho) todavía queda mucha gente diseminada por la playa. Muchos de ellos están recogiendo sus toallas y seretas para irse, pero aún quedan casi otros tantos bañistas que apuran los últimos rayos del día. Por su parte, el paseo aparece inundado de una marea humana incesante de personas que caminan en ambas direcciones. En medio de ellos, llama la atención por su atuendo formal y su aspecto de ejecutivo extranjero, VICTOR SJÖBERG, que anda solo, meditabundo y con semblante de cansancio en su rostro. Éste pasea durante un buen rato sin perder de vista todos y cada uno de los detalles que salen a su encuentro y que reclaman su atención, como los puestos de venta ambulante de artesanía africana. Sin embargo, de repente, SJÖBERG se detiene en seco cuando descubre una pintada sobre una pared. En dicha pintada, confeccionada con spray de color rojo, se puede leer con claridad y sin faltas de ortografía el mensaje: DORAMAS SS [simulando sendas esvásticas nazis] ¡Ladrones! ¡Explotadores! ¡Abandonan y venden a los trabajadores por cuatro perras! ¡NO AL CIERRE PATRONAL!

Ni que decir tiene que el EJECUTIVO SUECO permanece ante el graffiti durante cierto tiempo. Luego, prosigue su caminar por el paseo de Las Canteras. Por último, SJÖBERG termina sentándose en uno de los bancos de madera, frente al mar.

Desde este punto, su mirada recorre la playa de un extremo a otro. Después, sus ojos escrutan la línea del horizonte, donde un cielo limpio, de un azul claro, parece encenderse con el reflejo del atardecer. El mar respira en calma y la marea, baja, deja al descubierto la barra natural de la playa, que recuerda la silueta sobresaliente de una formidable criatura submarina. Por último, SJÖBERG observa con detenimiento el colorido y variopinto cuadro de figuras humanas que están salpicadas sobre la arena. Especialmente, captan su atención los ancianos y los niños que dan la sensación de disfrutar por igual de estos instantes de vida libre, a la intemperie, en la orilla de un día cualquiera de agosto.

 

SEC.18/ SALA EN LA DISCOTECA WILSON INT/NOCHE

La cámara inicia una panorámica de la sala, tomada desde lo alto mediante grúa, que muestra el aspecto general del recinto. Los juegos de focos y luces de colores descubren a una considerable cantidad de gente. De una edad comprendida entre los treinta y largos y los cincuenta y pocos, el público presente en la pista (más mujeres que hombres, eso sí) baila como si estuviese en estado de trance al ritmo de UN REMIX DE ÉXITOS DE LOS SETENTA, MEZCLADOS CON EFECTOS DE SONIDO Y TODA CLASE DE REGISTROS MUSICALES DE ÚLTIMA MODA. EL VOLUMEN EN LA SALA ESTÁ A TODA PASTILLA Y NO PODEMOS ESCUCHAR NADA MÁS, SÓLO LA MÚSICA QUE, POR MOMENTOS, CAE EN UNA CADENCIA MONÓTONA Y MACHACONA.

La cámara realiza un suave movimiento de aproximación, de arriba abajo, que nos lleva hasta la barra del local, en la que encontramos, entre la fila de personas agolpadas para pedir las consumiciones, a CARMELO. Vestido con pantalón blanco y una camisa floreada, de colores chillones y que parece sacada de una comedia americana ubicada en las Bahamas, el taxista está junto a unos amigos (de edad parecida a la suya, con indumentaria festiva, aunque de un aspecto no tan estrambótico). Todos ellos llevan un vaso de tubo en la mano y mueven las caderas siguiendo el ritmo de la música. Frente a ellos, en la pista de baile, un grupito de mujeres de similar edad, perfectamente arregladas para la ocasión, parecen estar pasándoselo en grande. Entre ellas y ellos se intercambian sonrisas y miradas de complicidad, guiños y hasta algunos besos volados.

Entre el grupo de colegas, CARMELO es el más activo. No deja de hacerle divertidas muecas de sátiro a una de las mujeres. Él también da la impresión de encontrarse en su salsa y comienza a realizar una inspección visual al resto de la sala.

De repente, su mirada se detiene en un punto del local. Sorprendido, con cara de no creer lo que ve, CARMELO empieza a mover con estrépito los brazos para llamar la atención de alguien. Llega incluso a gritar el nombre de la persona, pero sus gritos son completamente silenciados POR LA MÚSICA. Los gestos exagerados y algo grotescos que hace para advertir, a quien quiera que sea, dónde está sorprenden incluso a sus acompañantes, que parecen preguntarle a quién está saludando. CARMELO no duda en señalarles en la dirección en la que se encuentra esa persona y, al final, el grupo de colegas se suma a las desesperadas llamadas en la distancia. Al cabo de unos segundos, hace su entrada, por un lateral, escabulléndose entre la apretada multitud de bailarines y bailarinas, un sudoroso y algo descompuesto VICTOR SJÖBERG, a quien CARMELO recibe con los brazos abiertos.

De inmediato, CARMELO, quien en todo momento da muestras de una incontenible alegría por el feliz reencuentro, pasa a presentar al ejecutivo sueco a cada uno de sus amigos. Luego, el propio CARMELO hace una seña, para que se acerque hasta él, a la mujer con la que ha estado cruzándose miraditas y carantoñas. La mujer se aproxima al sitio en el que todos los hombres ya hacen corro alrededor de VICTOR SJÖBERG, quien por su altura parece un entrenador de baloncesto rodeado por los jugadores de su equipo cadete. CARMELO le presenta a la mujer, quien da dos besos en las mejillas al empresario nórdico. Acto seguido, atraídas por esta circunstancia, el resto de mujeres que bailaban juntas en la pista se acercan hasta el grupo y proceden al saludo y correspondiente besuqueo al recién llegado.

El corro entorno al sueco se ha ampliado. Instante que CARMELO aprovecha para escabullirse e ir a la barra a pedir algo. Mientras, el resto de sus amigos parecen someter a SJÖBERG a un veloz tiroteo de preguntas que el ejecutivo trata de responder de la mejor forma que puede. Fuera del grupo, dos amigas no quitan ojo de encima al caballero norte-europeo y confidencialmente comentan algo entre sí que, dada la intensidad y el brillo de sus miradas, se entiende a la perfección aunque NO LAS OIGAMOS.

CARMELO irrumpe de nuevo en escena ofreciéndole una copa a SJÖBERG que, agradecido y sin dejar de sonreír, hace chocar con la del taxista. Al momento, el brindis se convierte en colectivo y todos se muestran felices y satisfechos de haberse conocido.

De pronto, la ATRONADORA MÚSICA DE LA SALA DA PASO A UN TEMA RADICALMENTE DIFERENTE. Para sorpresa de VICTOR SJÖBERG, que no puede evitar una expresiva cara de desconcierto, LA DISCOTECA SE LLENA CON LOS ACORDES INICIALES DE “FREE YOURSELF”. El ejecutivo mira al taxista y éste, en gesto muy chaplinesco, le guiña un ojo. Ahora, el grupo en su totalidad, incluido el mismísimo SJÖBERG, se lanzan a la pista de baile, donde la multitud ya corea eufórica la letra de esta formidable canción.

Envuelto en una ola imparable de ritmo, el ejecutivo sueco se suma con entusiasmo al baile de esta MÚSICA que todos y todas siguen con contagiosa vitalidad. Por unos segundos, VICTOR SJÖBERG permanece solo en el centro de su grupo, bailando sin pareja, hasta que una de las dos mujeres que antes lo estaban observando a la prudente distancia del deseo contenido se acerca a él y, juntos, se entregan como los demás a la gozosa experiencia de dejarse llevar, casi arrastrar, por “FREE YOURSELF”.

Poco a poco, muy sutilmente, la cámara vuelve a moverse, gracias a la grúa, en sentido contrario y retrocede, de abajo a arriba, hasta ocupar el emplazamiento inicial y ofrecer la panorámica general de la sala, tomada desde el techo, con la que arrancó esta secuencia.

Fundido en negro

 

SEC.19/ INTERIOR TAXI/ENTRADA HOTEL / INT-EXT/DÍA

Abre de negro

Está amaneciendo. La pantalla muestra el interior del taxi de CARMELO. En el asiento de atrás, completadamente abatido, dormido, sin corbata, con el pelo revuelto, la camisa del traje desmadejada y barba sin afeitar, VICTOR SJÖBERG yace sentado, con el cuello hacia atrás, en medio de ESPECTACULARES RONQUIDOS. En el asiento del copiloto, también completamente fuera de juego, adormilado, con los ojos protegidos con gafas de sol, CARMELO apoya, semi-inconsciente, su rostro contra la ventanilla. Quien conduce es la esposa de CARMELO, PAQUI, a quien hemos visto antes en la discoteca. Su aspecto es impecable y mueve ligeramente su cabeza al ritmo de una canción que ella tararea por lo bajo, para no despertar a sus pasajeros.

El taxi se detiene delante de la entrada del hotel Santa Catalina. La puerta del asiento junto al conductor se abre y, haciendo un supremo esfuerzo por no caerse, con muchas dificultades, sale del vehículo CARMELO, quien, a duras penas y tambaleándose, abre la puerta de atrás. Inútilmente, el chófer aguarda a que SJÖBERG salga. Al constatar que éste no podrá hacerlo sin ayuda, el taxista se introduce como puede y saca con no menos problemas al ejecutivo sueco, que está incluso en peor situación que él.

A pesar de su evidente estado de embriaguez, VICTOR SJÖBERG mantiene gallardamente la compostura y no duda en acercarse con paso tambaleante hasta la ventanilla del conductor y despedirse de PAQUI como un caballero. Hecho lo cual vuelve hasta donde ha dejado a CARMELO, que ha cerrado la puerta trasera de su taxi.

El EJECUTIVO abraza al conductor.

VICTOR SJÖBERG

(Consigue articular las palabras a duras penas)

Gr… gr… gra… cias, Carmelo…

CARMELO

(Que es tal para cual)

Dddd… dddd… de nada, Victor…

VICTOR SJÖBERG

Bu… bu… bue… no, a… diós…

CARMELO

Nos ve… ve… mos, Victor… Mucha su… su… erte en… en… la… la… reu… nión…

VICTOR SJÖBERG

Gr… gr… gra… cias, Carmelo… Gr… gra… cias… muchas…

(Ambos hombres vuelven a fundirse en un abrazo que se prolonga tanto en el tiempo que parece que estén a punto de quedarse dormidos uno en los brazos del otro)

PAQUI

(Enérgica, sacando la cabeza por la ventanilla del asiento del copiloto)

¿Ustedes van a seguir? ¡Muchacho, déjense de despedidas, que este hombre no llega a la reunión!

CARMELO

(Separándose del EJECUTIVO)

¡Co… co… coño! ¡Es verdad! Bue… no, no… no… nos vemos, Victor…

Pero a VICTOR SJÖBERG sólo le queda fuelle para hacer un movimiento afirmativo con la cabeza y para MASCULLAR APENAS UNAS SÍLABAS ININTELIGIBLES. CARMELO se gira sobre sí mismo en una vuelta cómica y regresa al coche a trancas y barrancas. Antes de entrar, saluda a SJÖBERG con la mano y se mete por fin en el taxi. El automóvil no tarda en arrancar y desaparecer. De pie, frente a la puerta de la fachada del hotel, el EJECUTIVO se queda saludando con la mano. Una vez que pierde de vista al vehículo, se gira hacia la entrada y está a punto de caerse. Milagrosamente consigue mantener la verticalidad y, con caballerosa y nórdica dignidad, entra en el hotel.

 

SEC.20/ INTERIOR COCHE/ENTRADA FÁBRICA DORAMAS S.A. / INT-EXT/DÍA

VICTOR SJÖBERG vuelve a estar sentado en la parte de atrás de un coche. En este caso, se trata de un lujoso Volvo, propiedad de la empresa de la que es presidente ejecutivo. Conduce el auto un chófer elegantemente uniformado y el EJECUTIVO sueco no presenta ahora ningún signo de borrachera. Impecablemente afeitado, vestido con un traje oscuro y el semblante serio y concentrado, mira a través de la ventanilla el trayecto por la avenida de Escaleritas. En su regazo lleva un portafolio negro de piel, sobre el que tamborilea con los dedos, con aparente nerviosismo.

El coche no tarda en llegar a la puerta de la fábrica. Con evidente inquietud, SJÖBERG descubre que un numeroso grupo de personas aguarda a las puertas de las instalaciones de su empresa.

CHÓFER

(Que se ha dado cuenta de la ansiedad con la que su jefe mira a quienes se concentran a la entrada)

No se preocupe… Llevan varios meses montando el numerito… Pero, descuide, son inofensivos… Es la minoría…

Se trata de unas sesenta o setenta personas. Hombres y mujeres de mediana edad, aunque también los acompañan algunos niños y hay individuos próximos a la jubilación. Muchos portan pancartas y en ellas se leen mensajes del tipo: “¡NO AL CIERRE PATRONAL!”, “SUSPENSIÓN DE PAGOS = IMPAGO SEGURO” “¡DORAMAS S.A. Y LOS 40 LADRONES!”, “¡CABRONES! ¡NOS DEJAN EN LA PUTA CALLE Y SIN UN DURO!”, “¡NO A LA SUSPENSIÓN!”, “¿Y AHORA QUÉ?”, “NOS QUITAN EL PAN DE NUESTROS HIJOS”, “¡TRAIDORES!”, “¿ADÓNDE VA EL TRABAJO Y EL SUDOR DE TODOS ESTOS AÑOS?”, “¡AQUÍ SIEMPRE PERDEMOS LOS MISMOS!”, etcétera.

Algunos de los empleados GRITAN ÉSTAS Y OTRAS CONSIGNAS y, aunque se respira un ambiente de cierta tensión contenida, la violencia y agresividad se limita a UNOS POCOS Y AISLADOS INSULTOS.

Al llegar a las puertas de la fábrica, el vehículo se para junto al puesto de control y un guardia de seguridad se acerca hasta la ventanilla del conductor para pedir la identificación de los ocupantes del Volvo. Antes de que llegue siquiera a hablar con él, el conductor le hace un gesto explícito al guardia y éste autoriza la entrada del automóvil en el interior del recinto.

A través de la luna trasera del coche, VICTOR SJÖBERG echa una última mirada al grupo de trabajadores que se están manifestando fuera.

 

SEC.21/ SALA DE REUNIONES DE DORAMAS S.A. / INT/DÍA

Sentados alrededor de una amplia mesa de moderno diseño, se encuentran los cargos directivos que integran la cúpula de la empresa Doramas S.A., con su presidente ejecutivo a la cabeza. Con la excepción de dos hombres que visten con rebecas veraniegas y camisas a cuadros, los demás lucen caros ternos de tonos oscuros, con corbatas a juego. El conjunto ofrece una presencia escenográfica que rememora la Última Cena pero en una versión inquietante e, incluso, lúgubre. Además, en este caso, el personaje principal no se halla en el centro del cuadro, sino en un extremo.

Mientras escuchamos la parte final de la densa exposición realizada por el abogado de la compañía, donde se justifican las medidas que se van a tomar, la cámara recorre la mesa de reuniones desde un punto a otro, efectuando un largo movimiento de aproximación, en travelling in, que nos acerca hasta VICTOR SJÖBERG, quien permanece con la cabeza baja, absorto en el dossier que tiene entre las manos y cuyas hojas repasa en silencio.

ABOGADO

(En la recta final de su intervención, en la que lee un documento)

Por tanto, y a tenor del balance de pérdidas registradas en los cinco últimos años, al no poder afrontar la práctica totalidad de los pagos que, por este orden, aparecen consignados en los capítulos de importación de materias primas, proveedores, producción, distribución, publicidad, marketing y gastos de personal, la empresa DORAMAS S.A. se ve obligada a declarar su insolvencia, de forma completamente voluntaria, a fin de que la autoridad judicial competente inicie a la menor brevedad posible el concurso de acreedores… Razón por la cual el consejo de administración hoy aquí reunido al completo, bajo la presidencia de su titular, el señor Victor Sjöberg Bergman, procede a firmar dicha declaración. Quede constancia de que suscriben a su vez el referido documento los representantes de los trabajadores, integrados en el comité de empresa.

(Al terminar la perorata, hace una PAUSA cargada de teatralidad)

¿Alguien tiene algo que añadir?

(El resto responde a la pregunta con un SILENCIO TOTAL, no exento de servidumbre)

En ese caso, señor Sjöberg, le ruego proceda a la firma…

El ABOGADO se acerca hasta donde se encuentra el presidente ejecutivo de la compañía y el papel que hace un momento ha estado leyendo pasa rápidamente a manos de VICTOR SJÖBERG, quien se queda unos segundos contemplándolo en el SILENCIO MÁS ABSOLUTO.

De repente, ante el estupor de todos los presentes, SJÖBERG comienza a romper el documento en varios pedazos, con metódica parsimonia y sin ninguna prisa. Una vez que el papel ha quedado reducido a una fina capa de trocitos espolvoreados sobre la mesa, como confeti, el presidente ejecutivo de DORAMAS S.A. alza la mirada para enfrentarse ante los rostros, entre estupefactos y demudados, de los demás miembros del consejo de administración de la compañía. Por unos segundos, que resultan interminables, SJÖBERG cierra los ojos. Luego toma una larga bocanada de aire, que termina expulsando con meditada lentitud.

VICTOR SJÖBERG

(Mirando fijamente a los hombres que tiene enfrente)

En últimas horas yo pensar… Yo pensar mucho en esto… No dormir en la noche… (Deja escapar una leve sonrisa)

No dormir nada y yo pensar, pensar mucho en todo… Y yo tomar la decisión de no cierre. Doramas S.A. no cierra. No quiero. Yo no quiero cerrar.

(Negando con la cabeza)

No, no… Mi grupo en Suecia poder recuperar el dinero… Pagar el dinero a todos. Esta empresa tener solución… Cuestión de fe, decir ustedes, ¿no?

(Los interpelados se mantienen en la misma actitud de muda incredulidad)

Para mí ser muy importante venir aquí, estar aquí, volver a aquí… Yo estar muchos años atrás aquí… Ser un niño cuando yo estar aquí otra vez… Un verano, todo un verano, con mi abuelo, hombre que crear esto… Él ser importante para mí… Enseñarme muchas, muchas cosas… Yo olvidar esas cosas… Pero ahora, ayer, hoy, yo recordar esas cosas… Ahora yo entender por qué mi abuelo vivir siempre aquí… por qué él querer morir aquí… Aquí él vivir muy feliz, muy feliz, siempre muy feliz… Trabajar duro, mucho, mucho duro, pero él ser feliz… Doramas ser otra familia para él… Y yo olvidar todo… Pero ya no olvidar… Ahora yo quiero empezar otra vez… Como él… Aquí… Yo vivir aquí y dirigir empresa aquí y trabajar duro, muy duro, como mi abuelo… Y ser feliz…

(Se produce una PAUSA en la que ninguno de los cargos presentes se atreve a mover un músculo ni a pronunciar palabra. Se palpa un desconcierto generalizado, absoluto, que parece paralizar y maniatar a los directivos en sus asientos)

¡Ah! Haber otra razón… ¿Saber ustedes que aquí, en isla, gentes vivir más tiempo?

(El rostro de VICTOR SJÖBERG se ilumina con otra sonrisa)

Decir madre de madre de padre de un amigo: en isla gentes vivir dos años, cuatro meses y tres días más que en Europa… Interesante, ¿no?… Bien, señores…

(El presidente se levanta de su cómoda silla giratoria. Los demás, que tardan en reaccionar, lo imitan como por instinto. Todos se terminan poniendo en pie)

Gracias por todo… Un placer conocer ustedes… Lunes poder hablar conmigo aquí, en despacho… Lunes empezar de cero. Tener mucho trabajo delante…

VICTOR SJÖBERG hace ademán de irse. Da un par de pasos. Tras él, uno de los hombres reacciona. Se trata de uno de los dos representantes sindicales.

REPRESENTANTE SINDICAL

(Increpándole, fuera de sí, lo que obliga a SJÖBERG a darse la vuelta)

Pero usted está loco, ¿o qué? (Mirando a los demás) ¿Pero es que nadie piensa hacer nada? ¡Esto es un verdadero disparate! ¿Ahora quién nos garantiza que vamos a cobrar, eh? Si esta empresa está en quiebra… ¡Esto es una locura! ¡Cómo van a recolocar a todo el personal!

VICTOR SJÖBERG

(Con semblante cansado)

Perdón, señor, yo estar un poco cansado… No recordar… ¿Quién ser usted?

REPRESENTANTE SINDICAL

(Altanero)

¡Soy el representante de los trabajadores! ¡Soy presidente del comité de empresa y como tal exijo una explicación!

VICTOR SJÖBERG

(Ofreciendo una sonrisa de confraternización)

¡Ah! Perdón… Yo decir que no preocupar. Situación de empresa ser mejor ahora que antes… No haber más problemas… Nadie perder trabajo… Dar mi palabra… Nuestro grupo en Suecia responder mi petición con toda seguridad… Doramas S.A. estar en futuro donde merecer… Tranquilo, señor…

REPRESENTANTE SINDICAL

(Visiblemente airado)

¿Y qué garantías tengo de que usted cumplirá lo que ha dicho? ¡Si es la primera vez que le vemos el pelo! ¡No le creo una palabra! ¡Si ni siquiera habla bien nuestro idioma!

VICTOR SJÖBERG

(Sin alterarse lo más mínimo, manteniendo la misma sonrisa)

Mi palabra ser suficiente para mí… Problema de usted no creerme… Usted decir representante de trabajadores y yo creer usted… Aunque yo no ver a usted abajo, en la calle, con los otros trabajadores que sí defender pan de sus hijos… Pero usted decir representante de trabajadores y yo creer… Encantado de conocer a usted, señor… ¡Adiós! ¡Adiós a todos!

Acto seguido, VICTOR SJÖBERG va hacia la puerta de la sala, la abre y sale por ella, dejándola abierta. En el interior de la habitación, todos los directivos permanecen EN SILENCIO y sólo el REPRESENTANTE SINDICAL hace algún movimiento. Con el rostro congestionado por la crispación, aprieta con fuerza los puños mientras se queda mascullando una maldición.

 

SEC.22/ PLAYA DE LAS CANTERAS / EXT/DÍA

Panorámica de la playa. Es mediodía y la arena está repleta de gente. Entre la compacta marea humana no tardamos en distinguir el perfil rectilíneo y pálido de VICTOR SJÖBERG, quien provisto de una toalla y una gorra para el sol, camina entre la multitud vestido con unas bermudas, una camisa de manga corta y cholas.

Tras encontrar un hueco en la arena, no demasiado lejos de la orilla, extiende la toalla. Luego, se quita la camisa y el pantalón corto, dejando al descubierto un discreto bañador. Sin poseer el cuerpo de un atleta, se nota que SJÖBERG es un hombre que, a pesar de su edad y de sus ocupaciones profesionales, no ha descuidado su estado físico.

Después de quitarse la gorra, mira en dirección al mar. Lo contempla con detenimiento durante unos segundos y, finalmente, camina hacia la orilla.

Al acercarse al agua, el EJECUTIVO acaricia con ternura la coronilla de un niño de pocos años que está sentado en la arena, jugando con un cubo y una pala. El pequeño apenas le presta atención y el hombre prosigue su paseo hasta que sus pies se meten en el agua. Durante unos segundos, VICTOR SJÖBERG permanece de pie, sin moverse, como si dejara que cada uno de los poros de su piel se relajara al contacto con el mar.

De repente, el empresario sueco emprende una veloz carrera y se lanza de cabeza al agua. Se sumerge por completo en ella. Nada unas cuantas brazadas y, por último, se detiene para sacar la cabeza y contemplar la playa mar adentro. Su rostro dibuja una sonrisa. La sonrisa limpia e ingenua de un niño que tiene todo un verano y una vida por delante.

La pantalla se cierra en iris sobre esta última imagen.

* * *

Este guion, para siempre inédito, forma parte del proyecto de largometraje para televisión, titulado Historias isladas, que en julio de 2007 recibió el segundo premio en el Concurso de Ideas para la Escritura de Guiones de Largometrajes Cinematográficos y Películas para Televisión, convocado por la empresa pública Canarias Cultura en Red, adscrita a la Consejería de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias.

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