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El callejón
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Acaso irreparable

Después de siete largas e intensas horas de deliberación, el pasado martes, el Comité de Competición de la Real Federación Española de Fútbol decidió dejar sin efectos disciplinarios la expulsión del jugador Vinícius José Paixaõ de Oliveira Júnior, más conocido como Vinícius Júnior, Vini o Ficticius [también Fifí], acaecida en el encuentro liguero celebrado el domingo anterior, en el estadio de Mestalla, una vez analizadas, con total objetividad e independencia, tanto las alegaciones presentadas por su club como las pruebas videográficas, fotográficas, infográficas, reprográficas, ecográficas, magnéticas, psicofónicas e incluso sismográficas, aportadas por la fiscalía general del estado, personada en el caso.

La resolución, firmada por Carmen Pérez González [familiarmente, Carmita, Carmencita o Carmelita], advierte que el acta arbitral, redactada por el colegiado de la contienda, Ricardo de Burgos Bengoetxea (que interrumpió hasta en dos ocasiones el partido, debido a incidentes de carácter extra deportivo: en primer lugar, por el lanzamiento de objetos desde la grada y, en segundo lugar, una vez que el citado jugador se encaró con varios espectadores, a quienes señaló con su índice acusador, ya que le habían gritado “¡Mono, mono, mono!”, motivo por el cual el árbitro hubo de activar el protocolo anti-racismo, contemplado por la Liga de Fútbol Profesional), fue escrita “sobre una base fáctica alterada y parcial” e “incurre en una manifiesta falta de validez para fundamentar en la misma una sanción”.

Para el Comité de Competición, el hecho de que Iglesias Villanueva, responsable del Video Arbitraje en esta ocasión, no mostrara toda la secuencia a De Burgos Bengoetxea “vició la decisión arbitral”.

[Conviene aclarar aquí que en la secuencia de los hechos se aprecia con meridiana claridad cómo el futbolista brasileño arremete contra un defensor del equipo local por simular una falta al despejar el balón por la línea de fondo de su propia portería, rifirrafe que dio pie a una riña confusa y algo tumultuaria, en el curso de la cual, un jugador del Valencia inmovilizó el cuello de Vinicius con su antebrazo, con grave riesgo para la integridad física de éste, lo que llevó al agredido a responder con una especie de manotazo, a mitad de camino entre la bofetada y el cachetón, que alcanzó al agresor en pleno rostro, con el consiguiente efecto fulminante]

“La apreciación del colegiado estuvo determinada por la omisión de la totalidad del lance sucedido, lo que vició de raíz la decisión arbitral. En efecto, el hecho de que le fuese hurtada una parte determinante de los hechos le abocó a adoptar una decisión arbitraria. Y le fue imposible valorar de modo adecuado lo que ocurrió, pues en el procedimiento necesario para la adopción de tal decisión se habría producido la omisión de un trámite indispensable para que la misma hubiera podido ser legítima y legalmente adoptada”, justifica el referido dictamen, en una prosa de una claridad y brillantez digna de cualquier sentencia del Tribunal Constitucional español, cuya jurisprudencia es referente, fuente de inspiración y marco doctrinal para los sistemas judiciales más avanzados y progresistas del mundo, en la defensa del estado de derecho, tales como Corea del Norte, Cuba, Ebolivia, Guinea Ecuatorial, Haití, Namibia o la República de Irán.

Según fuentes consultadas, a la hora de adoptar tan polémica decisión, el Comité tomó en consideración las palabras que, en medio de una fuerte tensión ambiental y emocional, el propio futbolista agraviado dirigió a De Burgos Bengoetxea de forma absolutamente confidencial, mientras ambos mantenían brevísima conversación. En un documento aportado por el departamento jurídico del Real Madrid Club de Fútbol, Vinicius Jr. dijo lo siguiente:

Me han insultado, se han reído de mí y del color de mi piel: han ofendido a mi país, dificultado mi talento, desalentado a mis compañeros, azuzado a mis enemigos. Y ¿por qué razón? Porque soy negro. Acaso un negro ¿no tiene ojos, no tiene manos, órganos, dimensiones, sentidos, afectos, pasiones? ¿No se alimenta de lo mismo? ¿No lo hieren iguales armas? ¿No sufre de iguales males? ¿No se cura con iguales medios? ¿No tiene calor en verano y frío en invierno como los demás? Si nos pinchan ¿no sangramos? Si nos hacen cosquillas ¿no reímos? Si nos vacunan contra el COVID, no palm… Quiero decir, si nos envenenan ¿no morimos? Y si nos ofenden ¿no hemos de responder? Si en todo somos semejantes también lo seremos en esto. Si un negro ofende a un blanco ¿qué hará éste? ¡Replicar! Si un blanco ofende a un negro, ¿qué es lo que debería hacer siguiendo el ejemplo anterior? La venganza, la villanía que me enseñaron yo ejecuté y malo sería que no supere a mi ofensor. Así que por mí el Valencia se puede ir al carajo. ¡A Segunda, a Segunda, a Segunda, hijos de puta!”.

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