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El callejón
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Navidad en Miramar

La urbanización Miramar es uno de los veinticuatro barrios que configuran el distrito santacrucero de Ofra-Costa Sur. En su mayoría, estas edificaciones, construidas por iniciativa pública, fueron levantadas a finales de la década de los sesenta y principios de los setenta, cuando la actividad industrial, generada en torno a la refinería, se desarrolló hacia el extrarradio de la ciudad.

Se trata de bloques de viviendas de protección oficial que han sido rehabilitadas y reformadas, debido al avanzado estado de deterioro que presentaban dichos inmuebles (caso de Santa Clara o San Pío X). Es ésta el área con mayor densidad demográfica de Santa Cruz de Tenerife, puesto que muchos edificios superan las diez plantas de altura. Sin embargo, no todo es cemento y hormigón, aquí también hay lugar para anchas avenidas con árboles, como la avenida Príncipes de España, y para espacios de ocio, como el parque de Los Cuchillitos de Tristán. La expansión demográfica de esta amplia zona se ve restringida por su proximidad a la autopista TF-5, al Polígono Industrial Costa Sur y al término municipal de La Laguna.

En este entorno social está ubicado el Instituto de Educación Secundaria Tomás de Iriarte: el primer centro de enseñanza media que abrió sus puertas en Ofra, hace ya más de cuarenta años, y que hoy cuenta con una cifra de alumnos matriculados que supera los seiscientos, entre el turno de mañana y el nocturno.

En una zona que registra un alto índice de desempleo y un notable nivel de desestructuración familiar (con hogares en los que conviven numerosas personas de generaciones distintas: hijos e hijas de parejas rotas y pensionistas que, muchas veces, aportan los únicos ingresos), el instituto se convierte, para muchos de estos chicos y chicas, menores de edad, en un refugio en el que encontrar a amigos y amigas en parecidas circunstancias; un escenario idóneo en el que empezar a socializar al margen de la calle o del barrio de cada cual; y un enclave propicio para el aprendizaje de grandes y pequeñas enseñanzas que habrán de servirles para la vida.

Hace dos años, durante mi segundo curso en el citado centro docente, pusimos en marcha el grupo Taliriarte, como una actividad, en horario no lectivo, complementaria a la jornada escolar que cada día los chicos y chicas cumplen de ocho de la mañana a dos de la tarde. Buscábamos con ello recuperar una de las herramientas educativas (el arte escénico) más fabulosas que el ser humano se ha regalado a sí mismo en un centro en el que el teatro llevaba algunos años ausente de sus aulas.

Para felicidad y fortuna de los muchachos y muchachas que, en octubre de 2012, decidieron enrolarse en esta dichosa aventura de las tablas y para los que, con posterioridad, se subieron al carro de la farsa, desde el pasado curso, estos jóvenes inquietos, desinhibidos y traviesos, cuentan como profesor con Adeun Cáceres, un actor y docente fuera de serie, que llegó al instituto de la mano de su colega Miguel Ángel Batista Rey, con quien yo había contactado, sabedor de su profesionalidad y talento innatos, que de casta le viene al galgo, ya que "Bati", como se le conoce en el mundillo, es sobrino nada más ni nada menos que de Pilar Rey y Antonio Abdo.

La labor que Adeun Cáceres viene realizando en el último año con el grupo de teatro escolar del Tomás de Iriarte merece todos los elogios y, en un reto aún más difícil todavía, este mes de octubre, al inicio del curso, le propuse que, como aperitivo de las fiestas navideñas y para cerrar con buen sabor de boca la primera evaluación, montase una versión de Canción de Navidad, de Dickens, que es otro de esos deseos confesables que uno albergaba satisfacer desde que, siendo un niño, por un lado, conoció esta historia de redención personal disfrazada con los suntuosos ropajes del relato victoriano de fantasmas y, por otro lado, la maestra Nelsa González Cabrera le inoculó el dulce veneno de las representaciones teatrales, precisamente hace ahora treinta y dos Pascuas.

Cómo me hubiese gustado que doña Nelsa, en primera fila, hubiese asistido a alguna de las cinco funciones que los chicos y chicas de Taliriarte hicieron de Navidad en Miramar el pasado 17 de diciembre. Estoy seguro de que le habría encantado. Como estoy convencido de que también le hubiese entusiasmado al mismísimo Carlos Dickens, quien no habría parado de reír con sus contenidas y flemáticas carcajadas, ya que el director de esta puesta en escena tomó la sabia decisión de homenajear con ella a los clowns. Así que las inquietantes pesadillas del anciano Ebenezer Scrooge (encarnado de forma sensacional por Eddie Saúl de León) se vieron deliciosamente sazonadas con hermosas y chispeantes payasadas que hicieron las delicias de un público jovial y entregado.

A la finalización del último pase, dedicado a familiares y amigos, cuando los integrantes de la compañía iban a disfrutar con las exquisitas viandas que el personal de la cafetería del instituto les había preparado (con Ángeles y María José al frente de la intendencia), en mitad del pasillo, me topo con Atigu Diallo Rizo (que había interpretado al más divertido Jacob Marley que recuerdo), quien no podía contener las lágrimas. En un primer momento, conocedor de su voraz apetito, pensé que aquellos ojos humedecidos se debían al inminente disfrute de la tortilla, de los mini croissants con pollo, de la ensaladilla, de las croquetas y de la empanada que nos aguardaban, desprevenidas e ignorantes de su destino, unos metros más allá. Sin embargo, el propio Atigu se encargó de sacarme del equívoco:

"Es que mi madre se ha quedado asombrada con cómo lo he hecho. Nunca la había visto reírse tanto y me ha felicitado. Para mí, el teatro es algo muy grande, profesor…"

Traté de quitarle trascendencia al asunto, le di un par de palmadas en la espalda y le dije que disfrutara de esta clase de momentos, que son pocos e irrepetibles.

Y, créanme, me costó un verdadero esfuerzo no echarme a llorar con él. Porque, sobre todo, por dentro sentía una satisfacción infinita: la que da descubrir que la vida, de repente, cobra todo su sentido.

*          *          *

Navidad en Miramar es una versión muuuy libre y muuuy clown de Canción de Navidad, el clásico inmortal de Charles Dickens, que se representó el miércoles, 17 de diciembre, en el salón de actos antiguo del IES Tomás de Iriarte, con la siguiente ficha técnica:

                                        REPARTO

(Por orden de aparición en escena)

 

EBENEZER SCROOGE                  Eddie Saúl de León García

SECRETARIA                                  Lía Cabrera

JACOB MARLEY                            Atigu Diallo Rizo

MENDIGA NÚMERO 1                  Lía Cabrera

MENDIGA NÚMERO 2                  Alaia Larrinaga Pulido

MENDIGO NÚMERO 3              Nathanian Sebastián García Rodríguez

FANTASMA DE LAS NAVIDADES PASADAS Verónica González García

SCROOGE NIÑO                            Luis Báez González

MAMÁ DE SCROOGE                   Desiré Martín Santacruz            

NOVIA DE SCROOGE                   Alaia Larrinaga Pulido

FANTASMA DE LA NAVIDAD PRESENTE      Airam Calo García

MENDIGO NÚMERO 4                  Luis Báez González

MENDIGA NÚMERO 5                  Grace Mercedes Ajaguna Suárez

FANTASMA DE LAS NAVIDADES FUTURAS Samuel Rodríguez Benítez

AMIGA DE LA SECRETARIA      Karina Calapiña Arriaga

DIRECCIÓN Y ADAPTACIÓN: Adeun Cáceres H.

VESTUARIO Y ATREZZO: Taliriarte

SONIDO Y LUMINOTECNIA: D. José Benito Pérez García

GRABACIÓN Y EDICIÓN EN VÍDEO: D. Emilio Rosaleny

       PRODUCCIÓN EJECUTIVA: José Amaro Carrillo

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