Para y óyeme ¡oh, Pep! yo te saludo
y extático ante ti me atrevo a hablarte:
ardiente como tú mi fantasía,
arrebatada en ansia de admirarte
intrépidas a ti sus alas guía,
desde Sampedor a la Masía.
¡Ojalá que mi acento castellano,
mísero resonando,
trueno del postrero ano,
cual venteolorosa voz sobrepujando,
¡oh Pep! a ti llegara
y en tu curso triunfal te parara
y sobre ti esta ofrenda te cagara!
¡Ah! Si la llama que mi mente alumbra
diera también su ardor a mis sentidos;
al rayo vencedor que los deslumbra,
los anhelantes ojos alzaría,
y en tu semblante fúlgido atrevidos,
mirando sin cesar, los fijaría.
¡Cuánto siempre te amé, Pep refulgente!
¡Con qué sencillo anhelo,
siendo nen inocente,
seguirte ansiaba desde Monmelo,
y, aunque solo leía el Mortadelo,
enamorado de tu juego de temple te veía
y en contemplar tu luz me embebecía!
De los dorados límites del Medio Oriente
que ciñe en perlas la frente del emir vegano
al Etihad Estadium de Occidente,
las orlas de tu brillante gallardura
tiendes en pompa, alopécico soberano,
y el mundo bañas en tu lumbre pura,
vívido lanzas de tu frente el día,
y, alma y vida del mundo,
tu calva majestuosa envía
plácido ardor fecundo,
y te elevas triunfante
sobre la furia del madridismo humeante
y reluce tu seny, tu bon talante.
Tranquilo subes del cénit dorado
al regio trono del gin tonic con hielo,
de vivas llamas y esplendor ornado,
y te deprimes en pleno vuelo:
desde allí tu fúlgida carrera
rápido precipitas,
y tu desierta y nula cabellera
en un mar de dudas agitas,
y tu esplendor se oculta,
y los adulones te quitas
porque sabes que la eternidad sepulta
más pronto que tarde la humana vanitas
a la que el tiempo siempre ha enterrado.
¡Cuántos euros sin fin has contemplado
en un abismo insondable desperdiciarse!
¡Cuánta fama, grandeza y poderío
de clubes poderosos disiparse!
¿Qué fueron ante ti? Del deseo umbrío
de ganar siempre, con palizas sin medida,
que solo tus equipos se merecen
y que al furor de Florentino desaparecen
tras ficharte lo que tu boca pida.
Libre tú de Messi y su divina tiranía,
fuiste a arrimarte a los de la aspirina
y ganaste cuanto tu ego se proponía
en una liga que es una mandarina,
mas tu anhelada Champions fue ida
esperanza, deseo imposible y profundo
pozo sin fondo para ti, señor del mundo.
Y como los ejes de diamante de la tierra
te fuiste con tu cuento a Inglaterra
y con petrodólares de emiratos
a los que embaucas cual mentecatos
has vuelto a obtener el triplete
para asombro de tanto tolete
que compran tu fútbol de toque y humo
que es como la seducción del tuno:
mucha jeta, poca voz y amor uno,
el que a sí se profesa el narciso,
que tanto a él mismo se quiso
que fue al espejo del río a asomarse,
deslumbrado de sí pasmarse
y vio llegar, huir, desvanecerse
y en remolino eterno sucederse,
la esquiva sombra de su belleza,
auto engaño, complaciente pereza,
mientras inmutable tú, solo y radiante
¡oh Pep! siempre te elevas fulgurante,
cual héroe del poble d’Sampedor triunfante.
¿Y habrás de ser eterno, inextinguible,
sin que nunca jamás tu inmensa hoguera
pierda su resplandor, siempre incansable,
audaz siguiendo tu inmortal carrera,
hundirse a los demás clubes contemplando
y solo, eterno, pepterrenal, sublime,
monarca poderoso, dominando?
No; que también la mala suerte,
si de lejos te sigue,
no menos anhelante te persigue.
Quién sabe si tal vez pobre destello
eres de otro calvo como tú tan bello
cuya estela luzca más que la vuestra un día
con doble resplandor y clarecía.
Goza tu juventud y tu hermosura,
¡oh Pep!, que cuando el pavoroso día
llegue que el emir estalle y te despida
y de su potente pie te patee el ano
no te faltará antes de ese verano
algún gilipollas que a ti te pida,
te ruegue, te exhorte, te reclame,
a la par que el ego te relame,
que con mil millones pagados
le consigas los mejores resultados;
y así seguirá tu llama pura alumbrando
por los siglos de los siglos hasta cuando
alguien descubra que en vez de ingenio y mimo
tu fórmula es solo dinero y timo.
Taganana.
No entiendo, sra. Digna Martín como es posible que se permitan estos pseudo artículos en su medio, y luego practique la censura de comentarios donde no media el insulto sino la opinión.
Me parece realmente vergonzoso que usted conceda a este individuo este espacio para con un mal gusto tremendo escriba las 4 líneas de costumbre, que de gracia tiene muy poco. Y no es la primera vez ni la segunda que lo hace, aparte de que el seguimiento es escasísimo y poca gente tiene a bien responderle lo más mínimo desde hace años.
En cambio el mejor blog del Apurón, y de los espacios digitales en la isla, el de Fútbol y otras Historias del sr. Ibrahim, recibió decenas de amenazas, censuras y demás consideraciones.
Si algún blog merece ser cerrado, y cal y canto es este, que permítame no voy a calificar.
En la vida se debe ser coherente y a los hechos me remito. Porque de lo contrario se llega al descrédito, al partidismo, a la parcialidad, a la mediocridad,,….todo lo que justamente no se enseña en la facultad de periodismo.
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