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El callejón
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Nadia, al fin alguien

A Carlos García Berlanga, Nacho Canut y Olvido Gara [justo dos años después]

A pesar de no dar una en la previsión,

de aplastar nuestra ilusión,

de alentar la corrupción

y de que la deuda es mayor hoy que ayer,

y de mentir una y otra vez,

y decir que de esta agua no beberé…

Dónde está nuestro error sin solución.

¿Fuiste tú la culpable o lo fui yo?

Ni tú, ni Nadia, nadie pueden convencerme.

Mil demonios golpean mi corazón,

qué difícil es pedir perdón:

ni tú, ni Nadia, nadie pueden convencerme.

Vete de aquí, no nos supiste entender,

yo solo pienso en tu tez de miel

que no es más que hiel

y de cómo Alemania premia a su fiel

sierva y a él, pero os sobreviviré.

Sé que podré, os sobreviviré.

Dónde está nuestro error sin solución.

¿Fuiste tú la culpable o lo fui yo?

Ni tú, ni Nadia, nadie pueden vencerme.

Mil demonios golpean mi corazón,

qué difícil es pedir perdón:

ni tú, ni Nadia, nadie pueden vencerme.

Mil demonios golpean mi corazón,

y ahora encima viene la Comisión:

ni tú, ni Nadia, nadie pueden vencerme.

Dónde está nuestro error sin solución.

¿Fuiste tú la culpable o lo fui yo?

Ni tú, ni Nadia, nadie pueden vencerme.

Mil asesores más sangran la nación

y ahora encima viene la Comisión:

ni tú, ni Nadia, nadie pueden vencerme.

Y además la gente te señala,

te apunta con el dedo,

susurra a tus espaldas

y a ti te importa un bledo.

Qué más te da

si eres distinta a ellos,

ya no eres doña nadie,

ya te ascendió tu dueño.

Ya sé que te critican,

te consta que te odian,

la envidia les corroe,

tu napia les agobia.

¿Por qué será?

Si tú no tienes la culpa,

tu desvergüenza les insulta.

Tu destino no es el que tú decides,

es el que han elegido para ti.

¿A quién le importa lo que tú hagas?

¿A quién le importa lo que tú digas?

Eres así, así seguirás, nunca cambiarás.

¿A quién le importa lo que tú vendas?

¿A quién le importan todas tus prebendas?

Eres así, inepta seguirás, nunca cambiarás.

Pero la culpa es nuestra

por votar a gente siniestra.

Es demasiado tarde para nada

arreglar, Nadia, ahora.

Tú y tu tropa os mantendréis

a nuestra costa en vuestras posiciones,

firmes en vuestras convicciones

que son la ruina de nuestras posesiones: 

rescatando a Siemens y regalando inversiones;

hundiendo al país en un mar de pensiones.

Tu destino no es el que tú decides:

es el que han elegido para ti.

¿A quién le importa lo que tú hagas?

¿A quién le importa lo que tú digas?

Eres así, cretina seguirás, nunca cambiarás.

¿A quién le importa lo que tú hagas?

¿A quién le importa lo que tú digas?

Eres así, inútil seguirás, nunca cambiarás…

Ah, y ahora que al fin te has ido,

llévate al gandul de tu marido:

lo puedes enchufar sin el menor empacho

y que en el banco también tenga su despacho.

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