A Chari, compañera en este viaje a ninguna parte. O a cualquier parte.
Inspirado en las demoledoras consecuencias de la primera guerra mundial, en los feroces inicios de la revolución bolchevique y en la incipiente guerra civil en su Irlanda natal (donde llegó a ser senador tras la independencia), este breve e inquietante poema de William Butler Yeats sintetiza de forma espeluznante su agnosticismo de clara inspiración católica, cierto nihilismo militante y su peculiar cosmovisión histórica, repleta de símbolos paganos y esotéricos.
Leído hoy, transcurridos cien años de su composición, uno no puede evitar percibir cómo le recorre el espinazo un incómodo escalofrío y la deprimente sensación de que apenas ya queda luz (y, para colmo, cada vez más cara) entre dos eternidades de tinieblas.
Titulado The Second Coming (El Segundo Advenimiento) lo reproducimos a continuación en su versión original y luego en la traducción llevada a cabo por Antonio Rivero Taravillo.
Felices Pascuas a todos, todas y todes.
The Second Coming
Turning and turning in the widening gyre
The falcon cannot hear the falconer;
Things fall apart; the centre cannot hold;
Mere anarchy is loosed upon the world,
The blood-dimmed tide is loosed, and everywhere
The ceremony of innocence is drowned;
The best lack all conviction, while the worst
Are full of passionate intensity.
Surely some revelation is at hand;
Surely the Second Coming is at hand.
The Second Coming! Hardly are those words out
When a vast image out of Spiritus Mundi
Troubles my sight: a waste of desert sand;
A shape with lion body and the head of a man,
A gaze blank and pitiless as the sun,
Is moving its slow thighs, while all about it
Wind shadows of the indignant desert birds.
The darkness drops again but now I know
That twenty centuries of stony sleep
Were vexed to nightmare by a rocking cradle,
And what rough beast, its hour come round at last,
Slouches towards Bethlehem to be born?
***
Dando vueltas y vueltas en la espiral creciente
no puede ya el halcón oír al halconero;
todo se desmorona; el centro cede;
la anarquía se abate sobre el mundo,
se suelta la marea de la sangre, y por doquier
se anega el ritual de la inocencia;
los mejores no tienen convicción, y los peores
rebosan de febril intensidad.
Una revelación se aproxima;
se aproxima el Segundo Advenimiento.
¡El Segundo Advenimiento! Lo digo,
y ya una vasta imagen del Spiritus Mundi
turba mi vista; allá en las arenas del desierto
una figura con cuerpo de león y cabeza de hombre,
una mirada en blanco y despiadada como el sol,
mueve sus lentos muslos, y en rededor planean
sombras de airadas aves del desierto.
Cae la oscuridad de nuevo, mas ahora sé
que a veinte siglos de obstinado sueño
los meció una pesadilla en su cuna,
¿y qué escabrosa bestia, llegada al fin su hora,
se arrastra hasta Belén para nacer?