Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra gris de los muros de la mía
patria y caduca en mí la valentía
así como su afán de lisonjera;
mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejarán huella los años cansados,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
y perderán respeto a ley severa.
Mi alma a quien a todo un dios Marte ha dado
prisión y por amarte es mancillada;
mis huesos son de piojos hoy despojos
que en tierra quedarán, no su cuidado;
porque aún muerto alzaré mi espada
y en los traidores pondré mis enojos,
que polvo serán, polvo enrabietado.