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El callejón
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Cuarenta y cinco años después

A mi padre, en el día de su octogésimo aniversario, ya que sin él ni yo estaría aquí ni hubiese nunca escrito estas páginas

[El pasado 1 de abril se cumplieron cuarenta y cinco años de la mayor gesta deportiva protagonizada por un modesto club de fútbol que, por aquel entonces, llegaba a los cincuenta y siete de fecunda existencia. A continuación, reproduzco la crónica de ese episodio, recogida dentro del capítulo X del volumen Sociedad Deportiva Tenisca. Cien años de historia (1922-2022), cuya redacción tuvo a bien encomendarme mi viejo amigo (y, como un servidor, ex alumno del Colegio Nacional Sector Sur) Manuel Poggio Capote, secundado en las labores de coordinación editorial por Diego Hernández Álvarez y Antonio Lorenzo Tena. La publicación de esta entrada coincide, por caprichos del azar, con la disputa de una primera eliminatoria a partido único para tratar de recuperar la categoría perdida por decisión administrativa hace ahora dos temporadas. Mis mejores deseos para la empresa y, con independencia del resultado final, mi agradecimiento a la plantilla, al cuadro técnico y a la junta directiva, a quienes no se les puede reprochar nada. Que Dios los bendiga a todos y que reparta suerte]

 

Quejarse de que el fútbol sea aburrido es como quejarse de que El rey Lear tenga un final tan triste: es no haber entendido nada, y eso es lo que atinadamente apuntó Alan Durban, a saber, que el fútbol es un universo alternativo, tan serio y tan estresante como el trabajo, con las mismas preocupaciones, esperanzas y desilusiones, con las mismas alegrías ocasionales. Yo voy al fútbol por muchas y variadas razones, pero no voy buscando entretenimiento. Cuando miro a mi alrededor un sábado cualquiera y veo todas esas caras que delatan el pánico, la reconcentración y el mal humor, me doy cuenta de que los demás sienten lo mismo que yo. Para el hincha convencido, el fútbol espectáculo existe igual que existen esos árboles que se desploman en medio de la jungla: hay que presuponer que esas cosas ocurren, sólo que no está uno en condiciones de apreciarlas. Los periodistas deportivos y los amantes del sillón y el televisor, bien dotados del espíritu corintio, son los indios amazónicos: saben más que nosotros, aunque, visto de otro modo, saben muchísimo menos”

Nick Hornby, Fiebre en las gradas

A fecha de hoy, el mayor éxito deportivo cosechado por la Sociedad Deportiva Tenisca en sus cien años de historia (si obviamos los diferentes trofeos en torneos de ámbito local, insular, provincial o regional) fue el ascenso a la Tercera División del fútbol español, cuando dicha categoría, considerada oficialmente como amateur, se disputaba a nivel nacional.

Lo que significa que los equipos canarios competían en el grupo quinto, junto a clubes de la región de Extremadura (Club Polideportivo Cacereño, Club Deportivo Don Benito, Club Deportivo Villanovense y Unión Polideportiva Plasencia); de Castilla La Vieja (Club Deportivo Numancia); de Castilla La Nueva (Club Deportivo Manchego y Club Deportivo Valdepeñas) e históricos conjuntos del extrarradio de Madrid: Real Sociedad Deportiva Alcalá, Agrupación Deportiva Alcorcón, Agrupación Deportiva Arganda, Club Atlético Valdemoro, Club Deportivo Carabanchel (tercera entidad futbolística más antigua de la comunidad madrileña), Club Deportivo Ciempozuelos, Club Deportivo Colonia Moscardó, Club Deportivo Leganés, Club Deportivo Pegaso y Club Deportivo San Fernando.

Para llegar hasta aquella tarde del 1 de abril de 1979, el Tenisca llevaba una década trabajando de forma laboriosa no sólo en la cancha sino también en los despachos. A nivel estrictamente deportivo, los años setenta arrancan con la obtención de la Copa Archipiélago, en 1971, y el subcampeonato de la Copa Inter Regional, alcanzado en 1972 y en 1973, y que son los últimos títulos cosechados por una generación gloriosa (los Pedro Miguel, Álamo, Feluco, Carmelo, Simeón, Reinaldo, Fredy y compañía), a la que ya se iban incorporando una camada de jóvenes llamados a hacer historia: Jorge, Carlos, Aroldo, José Adelto y Luis.

En la temporada 1974-1975, se crea, después de muchas controversias, la categoría Regional Preferente cuyos campeones subían a la Tercera División nacional. En este primer año de competición, el Tenisca acusa las dificultades propias de competir contra rivales de mayor entidad, en el ámbito provincial, y alcanza un discreto décimo lugar que, por lo menos, le permite eludir el descenso, drama que se ve forzado a sufrir el C. D. Mensajero en 1976, al acabar ese curso como colista de la clasificación.

No es casualidad que, en esta tesitura, y gracias al desempeño admirable de sus técnicos en la cadena de filiales, el club de la Acera Ancha se convirtiese ese mismo año en uno de los cofundadores, a nivel regional, de la División de Honor de Juveniles, donde la cantera merengue lograría, en esa primera edición, el subcampeonato, detrás de la Unión Deportiva Las Palmas.

Tan solo dos años después, en 1979, la primera plantilla de la Sociedad Deportiva Tenisca, de la que ya formaban parte por derecho propio una serie irrepetible de muchachos formados desde la base (López, Gilberto, Blas Ramón, Felín, Hormiga, Santana y Ferocha) y a los que se sumarían jugadores procedentes de otros clubs de la isla (Santiago, Nené, Bambiche y Ramos), protagonizaría la gran hazaña de su historia.

Quiso el destino que, a partir de las cinco de la tarde (¿a qué otra hora si no?), el Puerto Cruz (primer clasificado: con treinta y dos puntos, trece victorias, seis empates y tan solo dos derrotas, ambas en casa y por idéntico y sorpresivo resultado de cero a uno, frente al Estrella lagunero y el Marino de Los Cristianos) se enfrentase en la última jornada a su inmediato perseguidor, el Tenisca (treinta y un puntos, quince victorias, un empate y cinco derrotas), en el campo de éste.

Dos días antes de la gran cita, el Diario de Avisos, publica a toda plana (página 19) una primera previa del encuentro, bajo el antetítulo de En “Bajamar”, finalísima y el rótulo en negrita y mayúsculas que anunciaba PULSO DE LOS CONTENDIENTES (I). La información, firmada por el veterano periodista Juan Francisco Pérez y acompañada de dos fotos de Diego Robles, incluía una entrevista a cuatro columnas con el entrenador de los locales, Miguel Hernández Ventura, cuyo titular constituía toda una declaración de principios (“Los partidos no se ganan con la lengua sino corriendo”) y una segunda interviú con el presidente tenisquista, Álvaro Hernández Pérez, quien diagnosticaba, con su ojo clínico de galeno, que “el ambiente es de triunfo del fútbol palmero”.

Hernández Ventura, quien había asumido años atrás las riendas del juvenil, a quien timoneó hasta el subcampeonato regional, dirigía por vez primera al primer equipo y mostraba, en la antesala de la auténtica final que se avecinaba, gran confianza en sus hombres y en un estilo de juego que, por la polivalencia de los futbolistas y su capacidad para permutar posiciones, se emparentaba con el que había puesto de moda al inicio de esa década el Ajax de Rinus Michels1: “Los jugadores tienen la moral muy alta. Físicamente, aunque no sea yo el indicado para decirlo, están bien, y tácticamente, sobre el terreno de juego, se han aprendido bien la lección, incluso, en algunos casos se la han aprendido ellos mismos, pues ellos se han dado cuenta de algunos fallos que se notaban al principio de temporada; pero todo está hoy superado, y me asombro a veces lo bien que lo hace un extremo metido en la defensa o cómo un defensa está en el ataque, pero como acción del juego que lo requirió el momento determinado y concreto, cuando hay que hacerlo. Ellos mismos se han dado cuenta de que tiene que ser así”.

Confiando en el éxito en la empresa, Miguel recuerda la curiosa casualidad de que a su equipo le faltaban en esa campaña tres tantos para igualar los años que entonces cumplía el club: “El Tenisca cumple en diciembre 57 años. Tenemos 54 goles a favor y desde hace ya algunas jornadas se habló de que había que llegar a esa cantidad de goles, incluso se comentó de superar la marca porque teníamos algunos partidos donde se pensaba golear. Se nos atravesaron, caso del Real Unión, y entonces los jugadores dicen que van a marcar tres el domingo. Eso no es fácil porque los partidos no se ganan con la lengua, se ganan corriendo. Pero bueno, vamos a ver lo que pasa”.

A la hora de citar nombres y apellidos, el entrenador palmero se muestra precavido: “Bueno, jugadores que destaquen hay muchos, lo que pasa es que los hay en diferentes puestos. Bambiche ha hecho este año una gran temporada, fue el máximo goleador, y tampoco podemos dejar por detrás a Ramos, que ha sido el destrozador de las defensas, y también Santana, que, aunque ha marcado menos goles, ha jugado a un nivel mucho más alto que en las temporadas anteriores. Y podría seguir nombrando en la defensa, medios, porque entre todos han realizado una labor extraordinaria. Se hablaba al principio de que el fallo del Tenisca estaba en la defensa, y da la casualidad que hace ya un montón de partidos en que al Tenisca no le meten un gol”.

Tras una primera vuelta decepcionante, los de Bajamar completaron una segunda mitad del torneo casi perfecta, encadenando victorias una detrás de otra hasta permanecer invictos durante más de tres meses, siendo el conjunto más fecundo a la hora de ver la portería contraria de toda la categoría, con veintitrés tantos de diferencia respecto al siguiente, el Marino.

Por último, en relación a la viabilidad de este proyecto deportivo en un nivel superior, Hernández Ventura se declara abiertamente optimista: “Tiene equipo. Tiene una cantera que a lo largo de muchos años ha venido trabajándola, cantera extraordinaria, y, además, no sólo los que están en la categoría preferente, sino que hay una serie de juveniles que vienen empujando que, a mí o al que esté de entrenador, le crean un problema enorme, y se va a tener jugadores de sobra”.

Por su parte, el presidente de la entidad blanca, el doctor Álvaro Hernández Pérez, expresa su confianza en que, finalmente, se consiga el ansiado objetivo: “Confío en los jugadores, en el público y en que la categoría se alcance. Se podrán presentar inconvenientes, pero espero que se superen. […] Confío en su preparación física, en su técnica, en su moral, porque los chicos están mentalizados hacia el triunfo ya que se les ha metido en la cabeza de que van a ser campeones. En fin, confío en todos los terrenos, en el campo técnico, en el de su preparación, etc., etc. […] Le pido a la afición que siga como hasta ahora y que continúe animándonos a todos como lo vienen haciendo. En la calle hay un ambiente festero, de ganas de triunfo del Tenisca como equipo de La Palma, triunfo del fútbol de La Palma. […] La explicación está en que tenemos un equipo que está en forma, que tenemos unas puntas que son el terror de las defensas, y que el Tenisca está en un momento histórico. […] Creo en el conjunto. Se ha hecho una labor magnífica entre todos este año, no ya en técnica de juego, sino también en amistad y familiaridad entre los jugadores que no lo había visto hasta ahora en el Tenisca”.

A la pregunta de Juan Francisco Pérez de si su equipo podría afrontar “con la dignidad y el decoro que se requiere la militancia en categoría nacional”, Álvaro Hernánez no alberga la menor duda: “Creo que sí, porque confío en el equipo que tenemos, en que según he oído por radio parece que hay una subvención de la Federación nacional y ello me hace esperar que tengamos la suficiente economía para militar con esa dignidad que decías”.

Al día siguiente, en vísperas del partido, Diario de Avisos, publica una segunda página (página 20), en su sección de deportes, de nuevo bajo el antetítulo de En “Bajamar”, finalísima y el rótulo en negrita y mayúsculas que anunciaba PULSO DE LOS CONTENDIENTES (II). La información, firmada por un jovencísimo Carlos Luis Chevilly e ilustrada con dos fotos de Enrique Serrano, contenía una entrevista a cuatro columnas con el entrenador del Puerto Cruz, Luis Guiance2, del que se destaca la siguiente afirmación: “Que me perdonen los palmeros pero el Puerto Cruz no va a perder en el Bajamar”. Junto tales declaraciones, aparecían las que el presidente portuense, Gregorio Álvarez, había realizado al decano de la prensa del Archipiélago y en las que no quería ocultar su confianza: “Somos optimistas: vamos respaldados por 1.500 portuenses”.

En la entrevista previa al último y definitorio encuentro para dilucidar el campeonato, el técnico tinerfeño lamenta que las dos derrotas por la mínima hayan empañado lo que consideraba una “supercampaña” la completada por sus hombres: “Debidas a la precipitación con que se finalizan las jugadas por lo que hemos fallado muchos goles en nuestro terreno. Según pasan los minutos nos ponemos nerviosos, nos precipitamos, nos volcamos desmesuradamente sobre el área adversaria, y en un contragolpe nos hacen un gol, lo que luego ya es incorregible. […] Qué duda cabe de que al Puerto le falta un hombre gol, ya que llegamos bien a puerta, creamos muchas ocasiones de peligro, pero no culminamos”.

Cuestionado sobre la preparación de la “finalísima” del domingo, Luis Guiance responde taxativo: “El partido de La Palma no va a ganar ni el mejor que juegue, ni el que tenga más equipo, sino el que plantee mejor el partido. Va a ser un partido de sistemas, por lo que hemos ensayado un sistema en ataque, en defensa, en faltas, en corners… Lo hemos repetido en numerosas ocasiones; lo hemos hecho en pizarra y sobre el terreno. Lo tenemos todo preparado para el encuentro. Si no se falla, creo que podremos obtener un buen resultado. Si se falla, tendremos que cambiar el sistema sobre la marcha. Los jugadores han asimilado el sistema y están mentalizados para ello. Es una pequeña variación de cómo hemos jugado fuera hasta ahora, y esperamos que salga todo bien”.

Respecto al hecho de que un empate le basta al Puerto Cruz para alcanzar el objetivo soñado, Luis Guiance niega que vayan a plantear el típico cerrojazo y esperar un contragolpe que sea definitivo: “Pensamos que el partido es muy difícil, no sólo por la calidad del Tenisca, sino por todo lo que rodea el propio partido, ambiente, y demás. En cuanto a si buscaremos el empate, nosotros iremos a por el triunfo. Si éste no podemos lograrlo, como mal menor esperamos conseguir un resultado positivo, pero, insisto, no vamos a amarrar ningún resultado”.

Aunque en su cabeza no cabe otra idea que la victoria, el ya curtido entrenador santacrucero admite que es posible perder: “Sería una auténtica pena, ya que el Puerto, por la campaña realizada, merece ser campeón. Nuestra campaña ha tenido una regularidad que está a la vista de todos, pero el fútbol también tiene estas coincidencias”.

Con una desfachatez propia de su juventud, el redactor de Diario de Avisos, no duda en preguntarle a Luis Guiance si teme “alguna encerrona”, a lo que el técnico responde que “todo es posible, aunque no lo creo. Nosotros estamos mentalizados de que el partido hay que ganarlo sobre la propia cancha. Estimo que si el Tenisca puede llegar a ganarnos, será porque habrá jugado más que nosotros”.

Por último, Guiance advierte a la afición local: “Que me perdonen los palmeros, pero el Puerto Cruz no va a perder en La Palma”.

Por otro lado, el presidente del club de la ciudad turística, Gregorio Álvarez, confía en que sus jugadores se empleen hasta el límite de sus esfuerzas, conscientes de la responsabilidad que llevan consigo: “Lo espero todo, porque todo puede ocurrir. Que ganemos, empatemos o perdamos. Es cierto que hace tan sólo un mes nunca creíamos que pudiésemos llegar a jugárnoslo todo en el último encuentro, pero el fútbol es así y no hay más remedio que admitirlo. Tenemos las máximas posibilidades y vamos a ganar. De no poder ser, esperemos conseguir el empate. Sería cambiar totalmente, en lo deportivo, al Puerto de la Cruz. Sería importante en varios aspectos. La afición tendría un premio a su constancia y con la nueva categoría tendríamos que actuar y programar de muy distinta manera. Perder no sería un duro golpe, como alguien puede creer, ya que estamos perfectamente mentalizados; curados del susto. Sabemos que si no logramos nuestro objetivo habrá sido más por defecto nuestro que por méritos adversarios, sin que pretenda menospreciar la valía y trabajo de nuestros rivales. Nuestros tropiezos en ‘El Peñón’ pueden ser decisivos”.

A vueltas con el temido ambiente que esperará al Puerto Cruz en ‘Bajamar’, Álvarez lo tiene claro: “No cabe duda de que la afición de La Palma pesará mucho, pero también iremos respaldados por unos mil quinientos aficionados que se desplazan desde el Puerto, que también se dejarán oír en las gradas. Tenga presente que nuestros aficionados saben que fuera de casa estamos imbatidos, que el equipo juega bien, y ello también hace abrigar esperanzas”.

Y, de nuevo, el periodista insiste en su impertinente hipótesis de que concurran durante el partido “accidentes o circunstancias extradeportivas”: “Espero que no. Llevo muchos años en el fútbol y no creo en las “encerronas” -contesta Álvarez-. Yo nunca vi “encerronas” en La Palma. No obstante, hemos pedido un delegado federativo para el partido. Nos hemos dirigido también al Gobierno Civil, con el ruego de que las fuerzas de orden público que acudan a cubrir aquel servicio actúen igual con una afición que con otra”.

En fin, alea jacta est, que diría un clásico. Ya solo quedaba aguardar que llegasen el día D y la hora H.

* * *

Testigos y notarios de la actualidad, los medios escritos de la prensa diaria, recogida en hemerotecas con el esmero y dedicación metódica de los monasterios del Medioevo, brinda hoy la oportunidad de asomarnos, a través de sus páginas microfilmadas, a una atalaya de la historia proporcionándonos un punto de vista privilegiado. En este sentido, la primera plana de Diario de Avisos, en su edición del 1 de abril de 1979, nos ofrece un apretujado y variopinto caleidoscopio de la España, convulsa y vertiginosa, de ese momento.

Por ejemplo, el mismo día que se anuncia el final de la campaña electoral para la celebración de los primeros comicios municipales tras la entrada en vigor de la Constitución, aprobada por referéndum apenas cuatro meses antes, la noticia de apertura (a dos columnas y en la esquina superior derecha de la portada) revela que la provincia tinerfeña ocupa el cuarto lugar del ránking nacional de déficit público (con una deuda total de 905 millones de pesetas), justo después de Madrid, Barcelona y Valencia. Además, se anuncia para el miércoles siguiente la toma de posesión de un nuevo gobierno presidido por Adolfo Suárez; se recuerda que la madrugada anterior ha entrado en vigor el horario de verano (con el adelanto de una hora en todos los relojes); y, en el borde inferior de la parte derecha de la primera página, se reproduce la foto de una cola de mujeres, en Teherán, ocultas por el preceptivo chador negro, mientras guardan turno para votar, separadas de los hombres, en la consulta que habría de convertir a la antigua Persia en una República Islámica.

La fotonoticia que se destaca ese día, con dos impactantes imágenes captadas por la cámara de Serrano, es un aparatoso accidente automovilístico, acaecido en la tarde del día anterior, en el kilómetro cincuenta de la autopista del sur, con un balance de dos heridos, al producirse el choque frontal de dos vehículos.

Arrinconada en el margen superior izquierdo de la primera plana, aparece una breve noticia que anuncia, para el lunes siguiente, una huelga de panaderos, que, convocada por el Sindicato de Cereales y Derivados, demandan una mejora salarial de 30.000 pesetas líquidas.

En la parte inferior de la página, justo entre la columna del Sumario y el recuadro a tres columnas que remite al listado fotográfico del sorteo de la Lotería Nacional celebrado el día antes, encontramos el titular en negrita:

Tenisca-Puerto Cruz, por todo lo alto

Precedido por el antetítulo:

Se disputan título y ascenso

Y con el siguiente cuerpo de texto:

“Esta tarde concluye la Liga en la categoría Preferente. En el estadio Bajamar de La Palma, a partir de las cinco de la tarde, Tenisca y Puerto Cruz contenderán frente a frente en disputa de dos puntos que valdrán un título y un ascenso. Todo está preparado. El ambiente es fenomenal y en la Isla Bonita no se conoce otro acontecimiento futbolístico desde hace más de treinta años. El Puerto viaja con un punto de ventaja, por lo que le es suficiente el empate. Por contra, el Tenisca tiene el ambiente a su favor, lo que en la isla hermana se considera como fundamental. Las espadas están en alto. Gilberto Casañas, el árbitro, tendrá ante sí una comprometida labor. Esperemos que impere la deportividad y que gane el mejor (Página 21)”.

En la referida página interior, bajo el destacado rótulo de POR ENCIMA DE TODO, DEPORTIVIDAD y parapetado tras las iniciales F. R., un redactor del periódico publica una llamada a la calma y a la sensatez, que tiene todo el tono conciliador y equidistante de un comentario editorial. En esencia, se puede leer en él lo siguiente:

“No vamos a insistir en la campaña realizada por uno y otro cuadro. Están ahí, en las puertas de alcanzar el objetivo y nadie les ha regalado nada. Tampoco queremos incidir sobre alineaciones y ambiente pre-partido. Todo está prácticamente dicho y escrito. Lo único que se nos ocurre es hacer un llamamiento a la cordura y deportividad. Que el partido del “Bajamar” sea una fiesta del fútbol de la provincia de Tenerife. Que los protagonistas y aficionados de uno y otro bando se mentalicen de que tiene que haber un vencedor y un derrotado, a lo mejor, hasta contra la lógica y méritos en la prueba final. Pero el deporte, y en este caso el fútbol, también tiene sus caprichos, y hay que contar con los mismos. Si la afición de La Palma y Puerto de la Cruz son mayores de edad, tienen madurez, tendrán que demostrarlo esta tarde. Sería una buena ocasión para que los portuenses y palmeros aprovecharan este lance deportivo para estrechar más, si cabe, los vínculos deportivos que durante tantos años les han tenido unidos por mor de unas competiciones. Uno de ambos conjuntos abandonará esta tarde la categoría regional. Sólo puede ser uno, y por ello el interés en alcanzar la meta. Cualquiera de ellos se merece el galardón por lo realizado hasta ahora. Los dos, también, participarán posteriormente en el Campeonato de España de Aficionados.

Y el partido, como es lógico, tiene un trío arbitral, a cuyo frente actuará Gilberto Casañas, joven colegiado que por conocimientos, autoridad, preparación y responsabilidad dentro de la cancha merece toda la confianza. El colegio la ha depositado y no está recusado por ninguno de ambos equipos. Nosotros, por lo que le hemos visto, y sin menospreciar a ninguno de sus compañeros de categoría Preferente, estimamos que es el colegiado con más aptitudes para dirigir este encuentro. Se dice con insistencia que hay árbitros para partidos y partidos para árbitros. Estamos seguros que Casañas es el ideal para este encuentro. ¡Ojo!, se podrá equivocar, como también fallarán los jugadores en algunos lances, pero lo intentará todo. Estará encima y deberá repartir justicia por un igual. Nosotros le deseamos la mejor de las suertes, al igual que a ambos equipos, aunque sólo uno podrá subir al podium. Por encima de todo: deportividad”.

* * *

Y llegó el día.

Esa tarde, especialmente señalada en los calendarios de muchos hogares palmeros, no hubo tiempo para la sobremesa, ya que desde tres horas antes del inicio oficial del partido cientos de aficionados se desplazaron por la vieja carretera del sur, atravesaron el nuevo túnel excavado en las faldas del Risco de La Concepción y se dirigieron, como antaño hacía el vulgo romano al Coliseo, hacia el campo de Bajamar. Con capacidad para dos mil quinientos espectadores, el pequeño y humilde recinto, próximo a la costa, cuyo muro de ladrillos era acometido con frecuencia por el bravo oleaje que incluso llegaba a salpicar el terreno de juego, presentaba ese día un lleno absoluto: unas cinco mil personas que dejaron una recaudación de 600.000 pesetas. A última hora, se formaron largas colas ante la taquilla, porque, por ley, el club había tenido que guardar un mínimo porcentaje de papel que había de venderse en la hora previa al espectáculo. No obstante, la demanda de localidades fue de tal calibre que hubo reventa (a precios disparatados) y los que no pudieron hacerse con un ticket debieron subirse al techo de las viviendas aledañas al fondo del campo, que no contaba con grada, o contemplar el partido encaramados a los riscos colindantes como era práctica habitual entre los hinchas del Mensajero, agazapados cual Plumas Rojas, en los escarpados bordes del barranco que acoge al estadio Silvestre Carrillo, entonces, en plena construcción.

Ese día, y para acoger la mayor cantidad de público posible, los responsables del club tuvieron que trasladar, desde la Ciudad Juvenil, en el Convento de San Francisco, parte de su graderío cuyo montaje se completó, en el fondo sur, unos días antes del partido. Lo complicado y costoso de la operación hizo que tres años después, para el primer derbi en Tercera, el Tenisca acudiese a la desinteresada colaboración de una empresa privada, la consignataria CONTENEMAR CLINES, que cedió, gratuitamente y sin exigir la menor contraprestación3, dos plataformas de contenedores de doce metros de largo y dos metros y medio de ancho, que fueron aseguradas al suelo mediante unas patas metálicas y que proporcionaban ciento veinte metros cuadrados de superficie sobre la que pudieron seguir de pie aquel encuentro un buen número de espectadores.

El partido había despertado expectación en toda la provincia y hasta aquel rincón de la geografía palmera se desplazaron enviados especiales de Radio Popular de Tenerife y Radio Juventud, que, con la emisora local La Voz de la Isla de La Palma, fueron las encargadas de retransmitir el acontecimiento. Así como tampoco faltaron los reporteros venidos desde Tenerife para escribir sus crónicas para El Día y Jornada Deportiva. Por otro lado, en el improvisado palco de autoridades, hubo auténticos codazos para ocupar un lugar destacado, sin que dejasen de fallar a la cita Juan Padrón, presidente de la delegación tinerfeña de la Real Federación Española de Fútbol, y Diego Domínguez de León, presidente del Comité de Competición de la Federación Tinerfeña y delegado federativo designado para este partido4.

Unos minutos antes de las cinco de la tarde los jugadores del Tenisca saltan al campo en olor de multitud: hay ovación y un cálido recibimiento. Por contra, el once portuense es acogido con algunos silbidos y unos tibios aplausos (y algún que otro tímido riqui-raca) por parte del millar de seguidores que se venido desde el norte de Tenerife para apoyar a su equipo que hoy, por coincidencia con la indumentaria de la escuadra local, ha de vestir con su segunda equipación: de color azul.

Capítulo aparte merece la recepción al trío arbitral, encabezado por el tinerfeño Gilberto Casañas Bethencourt5. La identidad del colegiado de tan decisivo match se había mantenido en secreto hasta la mañana del día anterior, cuando, en el curso de la emisión del programa deportivo de Radio Nacional, el recordado Paco Álvarez anunció que el referee sería finalmente Gilberto Casañas, quien a su condición de tinerfeño unía el hecho (enfatizado por el célebre locutor) de que trabajaba en el bingo del recientemente inaugurado Casino Taoro del Puerto de la Cruz. Estos datos, en cuanto corrió la voz, despertaron las suspicacias del respetable en la isla de La Palma; de ahí que, al saltar a la cancha de Bajamar, el colegiado fuese acogido con algunos pitos y unos aislados gritos jocosos de “¡¡¡Bingo, bingo, bingo!!!”.

Sobre la tierra, frente a frente, el primer clasificado contra el segundo. Y noventa minutos para decidir un campeón.

Por el Tenisca salen de entrada: López, Santi, Luis, Gilberto, Nené, Blas Ramón, Santana, Orihuela, José Adelto, Bambiche y Ramos.

Por el Puerto Cruz lo hacen: Pedro, Mon I, Toño, Quico, Chelo, Luis, Ñoñi, Mon II, Cuco, Alonso y Acosta.

Y, por fin, suena el pitido inicial y comienza a rodar el balón.

La primera ocasión de los locales, que, recordemos están obligados a ganar, llega a los dos minutos: tiro de José Adelto y buena respuesta de Pedro, el guardameta visitante. Dos minutos después, el defensa tenisquista Luis envía un chut fuera, lejos de la portería.

A los seis minutos, y según la crónica que publica cuarenta y ocho horas después del partido (la legislación laboral para la prensa contemplaba el lunes como día de descanso), en Jornada Deportiva, José Méndez, se señala una falta cerca del área del Puerto Cruz, a favor del Tenisca, y un espontáneo salta al terreno de juego. El libre directo lo bota José Adelto (verdadero especialista en el lanzamiento de golpes francos y córners) y el balón, tras sortear a la barrera, sale por encima del travesaño.

El Puerto Cruz da señales de vida en ataque y, en el minuto ocho, López toca la pelota por primera vez y, seis minutos después, el portuense Alonso ejecuta una falta sobre el área local pero el balón choca contra la barrera. Posteriormente, en el minuto 20, Ñoñi dispara a media distancia y el meta palmero completa una fácil parada.

Serán los mejores minutos del líder de la clasificación en todo el encuentro ya que, en el minuto 24, un centro enviado desde la derecha del ataque del cuadro visitante no es cortado por Nené, quien deja el balón muerto en el área para que el centrocampista Cuco lo golpee en semi-fallo, lo que provoca que salga colocado al palo izquierdo del portal de López, que nada puede hacer por impedir el tanto.

El gol cae como un jarro de agua fría entre la parroquia local y en medio de un silencio solo roto por el júbilo incontenible de los aficionados visitantes que empiezan a soñar con el ascenso. El Tenisca acusa el golpe y durante unos pocos minutos sus jugadores vagan erráticos sobre la cancha. Así, en el minuto 32, un cabezazo de Ñoñi obliga a intervenir con acierto a López.

Poco a poco, de forma comprensible, el Puerto Cruz retrocede, confiado en su fortaleza defensiva, en los dos tantos (uno virtual) de ventaja y en la posibilidad de acertar en un contragolpe, lo que sería letal para los locales, y esto hace que, como un boxeador que se recupera de un puñetazo contundente y efectivo, el conjunto blanco adelante líneas y se aproxime al área contraria. Así, en el minuto 39, José Adelto ejecuta una falta desde la línea lateral del área rival, la pelota describe una parábola envenenada, que supera al portero Pedro y a sus centrales, y muy cerca de la línea de gol el centrocampista Blas Ramón remacha de cabeza a la red. Júbilo generalizado entre el público que puebla las gradas, como si se tratase de un avispero, y hay invasión de campo por parte de algunos exaltados que no pueden contener su entusiasmo.

Apenas seis minutos después, cuando el empate aguardaba al borde del descanso, José Adelto vuelve a botar un nuevo córner sobre el área portuense. Al meta Pedro se le escurre la pelota entre los guantes como si fuese una pastilla de jabón y Bambiche, pichichi de la categoría, pone el broche de oro a su magnífico año rematando al fondo de las mallas. Éxtasis total de más de cuatro mil personas que celebran el instante decisivo. Nueva invasión de campo y con más participantes.

Bajamar ya es una fiesta y la multitud, que es una muchedumbre eufórica que ha coqueteado con la decepción y ha resucitado en solo seis minutos, pasando de la agonía a la completa satisfacción, mastica el cuarto de hora del descanso con la ansiedad de quien quiere que todo termine cuanto antes.

Tras la reanudación, y como relata de manera magistral Juan Francisco Pérez en la página 20 de Diario de Avisos, en su edición del 3 de abril de 1979, la mayoría de espectadores, tanto locales como visitantes, esperaban que el desarrollo del segundo tiempo tuviese cierta simetría con el de la primera mitad. Es decir: que hubiese “más vistosidad, presión y peligrosidad ante el marco, por parte del Tenisca”, mientras que el Puerto Cruz se emplease “más en la contención, destrucción de jugadas del contrincante y creación de jugadas ofensivas, aisladas y deshilvanadas”. Y, en efecto, a tenor de lo visto en los segundos treinta minutos, la secuencia de oportunidades siguió un patrón casi idéntico al del arranque del partido.

Así, al minuto 6, hay un tiro de José Adelto sin consecuencias. A renglón seguido, el Tenisca lanza tres córners consecutivos e infructuosos sobre el portal de Pedro. En el minuto 10 otro buen disparo de José Adelto fuerza una meritoria parada del cancerbero tinerfeño. Un minuto más tarde, surge la primera ocasión del Puerto Cruz en el segundo tiempo: López ha de atrapar un balón en el suelo. El delantero Ramos malogra un remate en el área en el minuto 18 y, en el 30, el defensa Luis intenta materializar, desde casi el centro del campo, la jugada con la que Pelé sorprendió al adelantado arquero checo, en el primer partido del Mundial de México de 1970: como entonces, el balón se perdió por detrás de la portería6.

Hubo de pasar media hora para que el Puerto Cruz cayera en la cuenta de que con un gol conseguía el ansiado premio, pero, una y otra vez, los jugadores tinerfeños se estrellaron en la defensa blanca, “firme y arropada por más compañeros”. No obstante, en el minuto 32, el equipo visitante está a punto de marcar, ante la confusión de los defensores locales. 

El partido entra en la recta final y se suceden (y precipitan) los acontecimientos. En el minuto 39, un defensor visitante despeja de cabeza en línea de gol un tanto que se cantaba, después de que Jorge, que había entrado minutos antes por un batallador Orihuela, rematase con acierto. Y, en el minuto 41, tiene lugar la acción más polémica del partido.

Centro desde la derecha para Bambiche que, en posición dudosa, bate de tiro cruzado a Pedro. El árbitro da por válido el tanto y señala el centro del campo. De inmediato, los jugadores del Puerto Cruz protestan y cercan al juez de línea y Gilberto Casañas decide anular el gol que, a la postre, habría sumado el cincuenta y siete en el total del club palmero, los mismos que cumplía ese año la entidad. En ese instante, se produce una nueva invasión de campo en la que llega a haber sus más y sus menos entre aficionados del Tenisca y algunos futbolistas portuenses. Con posterioridad, en el acta, el colegiado tinerfeño hace constar dos invasiones del público (contabilizamos hasta cuatro) y la agresión por parte de un espectador a un jugador visitante.

Para Juan Francisco Pérez, este gol anulado injustamente (algo que reconoce incluso la prensa tinerfeña) “puso en peligro el desenlace final de este encuentro”.

A partir de aquí y hasta el minuto 48, hubo poco fútbol y mucha controversia, Se suceden las tarjetas amarillas (son amonestados Mon I, Chelo, Luis y Mon II, del Puerto Cruz, y Gilberto por el Tenisca) y ya solo hay tiempo para dos ocasiones postreras de los locales, con los hombres del Puerto Cruz atacando a la desesperada, sin orden ni concierto, y que malogran Santana, que, en el minuto 46, desaprovecha un buen centro de Ferocha (que había entrado por Gilberto), y Ramos, que manda el balón por encima del larguero en el tercer y último minuto del descuento.

Tan solo unos momentos después, el silbato del árbitro puso fin a la contienda y dio comienzo la alegría de unos y el desconsuelo de otros.

La Sociedad Deportiva Tenisca lo había conseguido.

* * *

A la finalización del partido, cuyo juego Juan Francisco Pérez describió de mala calidad, con “muchos brotes de virilidad y dureza” y en el que primaron más “el entusiasmo, los nervios, la garra y los deseos de derrota del rival que halagar a los miles de aficionados que estaban tan nerviosos como los propios jugadores”, ambos entrenadores comparecieron ante los enviados especiales de los medios informativos y mostraron las dos caras de la moneda.

En representación de la expedición portuense (“caras largas, preocupación, lamentos, justificaciones, desmoralización…”, detallaba Carlos Luis Chevilly para Diario de Avisos), un cariacontecido Luis Guiance Jr. (como era nombrado por algunos periodistas tinerfeños) no podía ocultar su insatisfacción, después de haber tenido la gloria muy cerca: “Estoy un poco decepcionado porque aspirábamos al triunfo; según se presentó el partido, lo teníamos al alcance de la mano, pero las continuas faltas pitadas en contra nuestra fuera del área y un par de fallos defensivos de nosotros, nos costó la victoria o el empate. Fueron algunas de ellas faltas que no existieron, sobre todo la que precedió al primer gol del Tenisca, que fue falta, pero a nuestro favor. Los goles palmeros fueron fallos de marcaje, después de haber dicho a mis jugadores cómo se situaban los del

Tenisca en las faltas y córners a su favor: Blas Ramón, en esos lances, tenía que ser marcado por Chelo y Bambiche, por Toño”. Y ambos defensas fallaron…

Aunque el entrenador santacrucero no tarda en encontrar el chivo expiatorio para todas sus cuitas y quejas: el de siempre, el de de negro.

“Casañas tuvo una gran influencia en el resultado final del partido; pienso que demasiada. Fue muy casero. […] El árbitro puede redactar lo que quiera, después de lo que vi en este partido. Casañas me defraudó totalmente, pensaba que tenía otra manera de arbitrar, y lo que tenía que hacer no lo hizo. Cada entrada fuerte del Puerto era una tarjeta, y cada entrada fuerte del Tenisca no era tarjeta. Nos rompió continuamente el ritmo para no dejarnos jugar. Mi presidente me ha dicho que va a presentar un informe, pero no va a pasar nada después de presentarlo porque ya está todo hecho”.

Por último, el entrenador visitante no mostró excesiva caballerosidad a la hora de referirse al rival: “El club palmero marcó sus dos goles de faltas; y en la segunda parte ni atacó; se defendió. El centro del campo del Tenisca fue para mí su peor línea. El Puerto hizo lo que tenía que hacer, y si perdió el partido fue por varios conceptos al margen del juego. El Tenisca nunca debió ganar este partido, normalmente”.

En el otro lado de la balanza, embargado por una emoción incontenible, entre lágrimas y abrazos, Miguel Hernández Ventura calificaba la victoria de su equipo de un “milagro”, habida cuenta de que llegaron a tener hasta siete puntos de desventaja en la tabla clasificatoria:

“Para mí, interiormente, tenía totalmente descartado el ascenso en esos momentos, aunque engañaba a los jugadores, les decía que todavía podíamos llegar al primer puesto. Esto ha sido un milagro y como milagro lo vamos a aceptar. […] El Puerto vino a hacernos un partido difícil; se movieron mucho delante; fue difícil marcarlos; y claro, costó ganarles. También he de decir que hasta que empezó el partido no decidimos lo que teníamos que hacer, lo fuimos haciendo sobre la marcha. El Puerto vino un poco a defender y no me defraudó, aunque quizás no llegó a puerta con la peligrosidad que debe de llegar un equipo que va en cabeza toda la temporada. No me decepcionó el Puerto Cruz porque luchó hasta el último minuto. El fútbol del Tenisca, por otra parte, sobre todo en el segundo tiempo, fue una labor de contención para que el Puerto no fuera capaz de marcar ningún gol”.

Hernández Ventura, vicepresidente a su vez de la entidad, vivió esta jornada con más intensidad que nadie, consciente de lo que se jugaba no solo el club sino el fútbol palmero:

“Siento una emoción inmensa. La gente está muy ilusionada porque hoy ha vivido el fútbol palmero de forma muy intensa.. Esto de hoy, y que me perdonen los socios y aficionados tenisquistas, se lo dedicamos a La Palma. La isla necesitaba este ascenso, y hemos luchado por él. […] Es el mejor logro que el Tenisca ha hecho en toda su historia. Es una cosa muy grande para La Palma, porque aunque sea en fútbol, de ahora en adelante nos van a empezar a oír por los campos de la Península. […] Tengo más mentalidad de directivo que de entrenador, pero por supuesto siento satisfacción de haber preparado este año al Tenisca; ahora, pienso que esto ha sido una labor de todos, porque jugadores, directiva y afición han hecho lo imposible por llevar al Tenisca a donde está. Me siento profundamente emocionado y halagado, pero, como he dicho, esto ha sido un triunfo de todos”.

Interrogado sobre el inmediato futuro, Miguel Hernández volvió a hacer alarde de su innata cautela:

“Planes no hay muchos porque no sabíamos si íbamos a ascender, aunque su futuro lo veo muy claro porque el Tenisca tiene un plantel de jugadores y una cantera muy grande, unos directivos que están trabajando como jabatos, y una afición que hoy respondió y, pienso, que en Tercera División responderá. Quizás el único problema que pudiera existir, y que no será tal si la afición responde, sería el económico. En fin, que al Tenisca le auguro un porvenir extraordinario porque tiene cantera de sobra para estar en Tercera División. Mientras esté de entrenador yo, no sólo a los jugadores que despunten como figuras, sino incluso a los futbolistas mediocres se les dará su oportunidad, porque si llegado el momento se baten en los entrenamientos y se ganan un puesto, se quedará sentado en el banquillo la figura que sea y jugará ese chico que se lo merezca. Mando un abrazo a los palmeros que residen en Tenerife que nos han seguido por esos campos, y a los que no nos siguen, pero que nos escuchan por la radio, porque se lo merecen todo. A los aficionados del Tenisca, en general, les diría que esto tendremos que levantarlo entre todos, que hemos llegado demasiado alto para lo que era el fútbol aquí en La Palma. Esto, el ascenso, nos tiene que enorgullecer a todos, no sólo a los tenisquistas, sino a todos los palmeros”.

En sintonía con su entrenador, el capitán merengue, el llanense José Adelto, se expresaba en idénticos términos, mientras disfrutaba, Calle Real arriba, del agasajo de cientos de aficionados que acompañaban a los triunfadores de la tarde en un cortejo festivo en el que no faltaron ni los polvos de talco, ni el descorche de botellas de champán, ni los instrumentos musicales:

“Esto es una cosa muy grande que no se puede decir con palabras. Lo estamos viendo todos. Nos ha sido difícil ganar al Puerto, en este partido y en toda la Liga. Vamos a todos los partidos a luchar y ganar, y ahora hemos recogido los frutos de un trabajo. Siempre salimos a jugar igual y, como he dicho, a ganar. […] Tenemos jugadores para esa categoría en el actual equipo, y en nuestra cantera hay chicos estupendos que pueden jugar en Tercera. Espero que cuando el Tenisca necesite un jugador de cualquier equipo palmero, estos clubs deberían darlos, porque es un equipo de Tercera División. El Mensajero debería también de pensar un poquito, y si al Tenisca le hace falta un jugador suyo, darlo también, porque el fútbol de La Palma hay que levantarlo porque siempre ha estado un poquito hundido. Ya este año me voy a retirar. Mis compañeros y mi directiva quieren que siga, pero no seguiré. Les ayudaré en todo lo posible, pero…”

Jugador de la primera plantilla desde los quince años, el lateral derecho, que acabó el partido en el lado contrario del campo por exigencias del guion (“Había que cubrir cualquier zona libre, que es lo que ellos estaban buscando”), superaba ya la treintena y vislumbraba en el horizonte una retirada inminente que, sin embargo, pospuso una temporada, para disfrutar de una última campaña como futbolista en categoría nacional.

* * *

Horas después de la prolongada celebración por todo lo alto, jugadores, directivos y acompañantes dieron cuenta de una copiosa cena en el restaurante-asadero Chipi-Chipi. Allí se sucedieron los brindis, los riqui-raca y se liberaron tensiones y emociones largo tiempo contenidas.

Entre tanto, en la capital palmera, tres hombres compartían un ligero refrigerio en una céntrica cafetería, a la que llegaban, en un eco cada vez más lejano, las pitas de los coches y la detonación de voladores espaciados en el tiempo. Un tanto ajenos al alboroto, el sigiloso trío pagó la cuenta y emprendió a pie el corto paseo hasta el muelle, donde subieron la escala del Ciudad de Mahón, de Transmediterránea, que siete horas más tarde habría de arribar a la bahía de Santa Cruz de Tenerife. Al día siguiente, Gilberto Casañas y sus dos jueces de línea se sumarían a los veintiséis millones de ciudadanos, llamados a elegir en las urnas a sus representantes municipales, en las primeras elecciones democráticas, después de un largo paréntesis de cuarenta y ocho años.

* * *

La aventura del Tenisca en categoría nacional solo duró una temporada (1979-1980), ya que a la finalización de la misma se procedió a la reestructuración del fútbol estatal en sus categorías semi-profesional y amateur, lo que derivó en una Tercera División de ámbito autonómico.

En este nuevo hábitat competitivo, la Sociedad Deportiva Tenisca ha permanecido de forma ininterrumpida durante cuarenta y dos años (cifra no igualada en España por ningún otro club) y, a la vista de los resultados estrictamente deportivos, podemos considerar que la primera década de dicha andadura fue aquella en la que el primer equipo mostró una mayor regularidad y un mayor nivel de juego: llegando a contar entre sus filas con futbolistas de una calidad contrastada que terminaron dejando una huella indeleble en el aficionado.

No en vano, en este decenio, en el setenta por ciento de las campañas, el Tenisca concluyó entre los siete mejores de toda Canarias. En concreto, en dos ocasiones fue tercero (1987-88 y 1988-89); dos veces quedó como cuarto clasificado (1981-82 y 1985-86); dos veces, en sexta posición (1982-83 y 1986-87); y una en séptimo puesto (precisamente en la primera liga que se disputó bajo la nueva fórmula: 1980-81).

Asimismo, cabe señalar que en esta década el conjunto merengue llegó a participar hasta en cinco ocasiones en la Copa del Rey: 1979-80, 1982-83, 1983-84, 1986-87 y 1987-88.

Hasta bien entrada la década siguiente, el ascenso de categoría (a la Segunda División B) vivió diferentes modalidades siendo la más habitual que solo el campeón del grupo canario se enfrentase en una promoción a doble partido con un rival de la Península. Como quiera que el Tenisca no obtuvo dicho título hasta la temporada 1996-97, que revalidaría en la 2004-2005, en todo aquel tiempo de bonanza (con fichajes de postín y buenas recaudaciones en Bajamar) no tuvo opciones reales de luchar por un puesto en la denominada “división de bronce” del balompié español hasta que se implantó la liguilla de ascenso; de tal manera que los aficionados tenisquistas hubieron de esperar la friolera de quince años (hasta 1994) para revivir el vértigo de competir por alcanzar un nivel futbolístico superior. Si nos hubiesen preguntado entonces (en 1979), ninguno de sus seguidores habríamos contestado que ese nuevo reto iba a ser fácil, en absoluto. Aunque, a fuerza de ser sinceros, tampoco hubiésemos sospechado que la empresa iba a resultar (como hasta ahora ha sido) una misión imposible.

Sin saberlo, el Tenisca adoptaría el rol de Sísifo. Y en él sigue. Es su destino. Y su principal fuerza motriz: no le queda otra, por orgullo y por historia, que persistir en el intento de alcanzar el objetivo. Una y otra vez.

NOTAS

1 Marinus Jacobus Hendricus Michels (1928-2005), ex futbolista internacional holandés y entrenador, ha sido uno de los estrategas que revolucionaron para siempre el fútbol contemporáneo. Hombre de un solo club (el Ajax de Ámsterdam, entidad estrechamente vinculada a la comunidad judía de la capital), a poco de ser nombrado su máximo responsable técnico, en 1965, se topó con una plantilla más bien corta y poco robusta a nivel físico pero en la que despuntaba un adolescente de 17 años, delgado como un junco, pero con una habilidad y una visión del juego fuera de lo corriente. En torno a aquel endeble punto de apoyo, llamado Hendrik Johannes Cruyff, Michels edificaría no solo un equipo sino toda una reformulación integral (ética y estética) de este deporte, que no tardó en ser calificada de “fútbol total”; en la que una exigente preparación física armonizaba, de una forma natural y sorprendente, con una férrea disciplina táctica que, a su vez, era compatible con la completa autonomía de la que disfrutaban los jugadores para desarrollar sus facultades individuales con plena libertad sobre el césped, con independencia del espacio ocupado en el terreno de juego. Si los revolucionarios franceses habían empezado los cambios desde el mismísimo calendario (renumerando y renombrando los años), los futbolistas del Ajax escogían sus dorsales a su libre albedrío, de manera caprichosa, saltándose la clásica enumeración que empezaba por el ‘1’ (que solía portar el portero) y terminaba en el ’11’ (que correspondía con un hombre de la línea ofensiva).

2 Hijo de Luis Guiance Abreu (1918-2007), histórico delantero del Tenerife, que jugó un par de temporadas en el Real Madrid, acabada la guerra civil, Luis Fernando Guiance González tenía 37 años cuando dirigía al Puerto Cruz, en la campaña 1978-1979, y había obtenido, en 1966, el título de entrenador regional, tras haber llevado la temporada anterior al Juvenil Arguijón. Ya con su nuevo título había entrenado al Juvenil del Real Unión una temporada; seis al Atlético Arona; una al Salamanca; dos al Real Unión de categoría regional y un año a los juveniles del mismo club del Cabo y otro al Marino, en Preferente. Después de obtener el título de entrenador nacional, en 1977, preparó al Unión Tejina. Chicharrero de cuna, Luis Guiance González se declaraba un “gran enamorado del fútbol, preferentemente de los jugadores jóvenes”. El “apasionante” y “decisivo” choque de Bajamar fue la primera gran prueba de fuego en una carrera que habría de llevarlo a entrenar, una década después, al Salud y al Marino, en Segunda B. Aunque para Guiance, la expectación despertada en aquel entonces por el duelo entre el Tenisca y el Puerto Cruz fuese “ilógica”.

3 Según reconoció al autor de este capítulo, el entonces director de la citada firma en Santa Cruz de La Palma, el capitán de la marina mercante Miguel Ángel Carrillo Trujillo, hijo del práctico del puerto palmero, José Amaro Carrillo González Regalado, quien se mantuvo en activo hasta 1981. Se da la circunstancia de que el director de CONTENEMAR había pasado su infancia jugando a la pelota en el Castillete, antigua fortificación de Santa Catalina, junto, entre otros, a Miguel Hernández Ventura. Seguidor del Tenisca desde la niñez, Miguel Ángel Carrillo llegó a figurar por un corto periodo en la plantilla de infantiles del club merengue, a principios de la década de los cincuenta, cuando el inolvidable Antonio San Blas, ojeador de las categorías inferiores, reclutaba a jóvenes prometedores y con talento y los trasladaba en su propio camión hasta Bajamar, atravesando el viejo túnel, que era como una sección rugosa e inquietante del intestino de un dragón, y en el que se solían producir derrumbes con relativa asiduidad.

4 Al término de la contienda y a tenor de la excesiva dureza con la que algunos jugadores locales se habían empleado durante el partido (en especial, el lateral izquierdo Orihuela), a juicio de los periodistas tinerfeños, estos le preguntaron al citado delegado federativo si iba a incluir las notas que había tomado al respecto, en el informe que debía cumplimentar. “Creo que los arrestos que pudiera haber no van a afectar ya a ninguno de los dos equipos”, respondió Domínguez de León con talante salomónico.

5 Colegiado de larga trayectoria, Gilberto Casañas (que falleció el 24 de marzo de 2005, a la edad de cincuenta y siete años) vivió aquella imborrable tarde de abril de 1979 la primera de las muchas “finales” que hubo de dirimir en su carrera. De larga cabellera erizada y eléctrica, Casañas tocó techo, en la temporada 1988-1989, cuando alcanzó la segunda división, aunque solo arbitrase un único encuentro. Excepto los tres años que estuvo en Segunda B (1987-1988, 1988-1989, 1989-1990), la mayor parte de su vida deportiva se desarrolló en Tercera. Fue en esta categoría donde hubo de afrontar el reto más complicado y delirante de cuantos se le plantearon en más de una década de ejercicio arbitral. Ocurrió el 2 de octubre de 1983, en un duelo entre Mensajero y Tenisca, disputado “a cara de doberman” (revisión de la repetida frase hecha, acuñada por el periodista Imeldo Bello) en el Silvestre Carrillo, y que finalizó con empate a uno y en el que fueron expulsados un jugador por cada equipo, pero con un parte de guerra, que no acta, con tal cantidad de incidentes y altercados que obligaron al Comité de Competición a decretar un total de 48 partidos de suspensión, entre tirios y troyanos. “Tenía que haber expulsado a casi todos los jugadores de los dos equipos, pero no lo hice porque entonces yo y mis jueces de línea no hubiéramos salido vivos del campo; hubieran quedado en el terreno de juego sólo tres jugadores, los dos porteros y un defensa del Tenisca, que no se merecieron la expulsión. Expulsé a dos jugadores, uno de cada equipo, porque no tuve otro remedio, porque se agredieron”, le confesaba días más tarde Gilberto Casañas al periodista Juan José Paradinas, de El País, que tituló la información, dentro de la edición nacional del periódico, el 7 de octubre, con el la frase: “Las peñas apostaron dos millones en el Mensajero-Tenisca”. Brutalmente agredido por futbolistas, aficionados locales y directivos del Mensajero, Casañas evitó tan salvaje linchamiento gracias a la intervención de los agentes del Cuerpo Nacional de Policía, que tuvieron que acompañarlo casi hasta el pie del avión, al día siguiente.

6 Golazo que sí lograría una década después, el 20 de agosto de 1990, en el estadio municipal de El Paso, el ex futbolista, escritor y cineasta Nicolás Melini Concepción, durante su etapa como jugador tenisquista (formado en las categorías inferiores del Mensajero, seleccionado por la Infantil Tinerfeña, recaló en el Juvenil de División de Honor del Real Zaragoza, de donde regresó a principios de noviembre de 1988, para fichar por el equipo merengue), quien, en la semifinal de la XXVI edición del Trofeo Nuestra Señora del Pino, disputada contra el equipo anfitrión, envió un proyectil parecido a la red de la meta contraria, mientras su entrenador, el legendario Rosendo Hernández, lo maldecía y juraba en arameo, a la vez que la pelota caía del cielo, como fruta madura, lejos del alcance de un sorprendido Francico II.

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