La casualidad, a veces tan benéfica, otras -como esta- tan despiadada, quiso que el pasado 30 de junio, día del Señor, abandonara este mundo el bueno de Domingo Jesús Jorge, ex compañero de aventuras periodísticas y también ex profesor de Primaria y Secundaria en numerosos centros de enseñanza concertada: labor siempre tan poco reconocida como mal pagada. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de La Laguna en la década de los noventa, Domingo no tardó en dedicarse al periodismo, junto con la docente, sus dos vocaciones, y lo hizo en el departamento de Corrección del Diario de Avisos, en las entonces renovadas instalaciones de la calle Salamanca, cuando el proceso de informatización se había completado tras no pocas dificultades, infortunios y adversidades.
Domingo era un trabajador incansable, un currante que hoy haría sonrojar de pura vergüenza a la mayoría de politicastros (mediocres hasta la inanidad) que lamentan su pérdida con desolada y calculada tristeza. Hombre humilde, educado y atento, a principios de febrero se puso en contacto conmigo, a través de mensajería telefónica, para pedirme autorización para utilizar parte de un texto que en su momento colgué en esta misma página y que quería incluir en una semblanza dedicada a un profesor y amigo común ya fallecido, José Juan Pérez Pérez, dentro de una serie sobre maestras y maestros tinerfeños que publicaba cada lunes en El Día, última estación en su prolongada e intachable trayectoria como colaborador en prensa. Entonces lo desconocía, pero aquella estupenda nota biográfica ya formaba parte de sus últimas publicaciones: llevaba dos años peleando contra un cáncer que ha terminado por doblegarle no sin que antes Domingo se emplease a fondo contra tan voraz como implacable adversario.
Descansa en paz, compañero del alma, compañero.
A modo de homenaje póstumo, añado las emotivas palabras que te dedicó el maestro y colega de ambos, Juan Carlos Díaz Lorenzo, en su imprescindible web Puente de mando. Que Dios te acoja en su seno, Domingo, y, si lo ves, dale recuerdos a Pepe Juan de mi parte.
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Hace unos días le enviamos a Domingo J. Jorge López el prólogo de un libro suyo dedicado al puerto de Santa Cruz de Tenerife. Una introducción a un compendio de artículos publicados en su día en la prensa tinerfeña. Se sentía bastante animado y entusiasta, a sabiendas de que su vida pendía de un hilo y de que podía dar un giro inesperado en cualquier momento, como así ha sucedido.
Domingo J. Jorge se ha ido en edad temprana, con 57 años recién cumplidos y cuando todavía le quedaba mucho por hacer y disfrutar. Deja una huella imborrable en un espacio especializado, tanto en Educación como en Periodismo, en el que la impronta de su nombre tiene un justo y merecido reconocimiento, prestigio y respeto.
A Domingo J. Jorge le conocimos en la redacción de Diario de Avisos, decano de la prensa de Canarias, entonces en la calle Salamanca, donde empezó como corrector recién terminada su carrera de Filología Clásica en la Universidad de La Laguna y después inició una prolongada etapa como columnista y publicando entrevistas a personas diversas del mundo del tabaco, el puerto y el mercado de Santa Cruz de Tenerife, que se han convertido en un tesoro de las fuentes orales locales, siguiendo la senda de su maestro y mentor Cirilo Leal Mujica.
Más tarde dio un giro a su vida profesional y fue profesor de los colegios La Salle San Ildefonso y Virgen del Mar de Santa Cruz de Tenerife, en el que lideró el equipo que ganó el Premio Nacional Ejército 2022, en cuyo acto de entrega en Almeida coincidimos y donde trabajó compaginando su vocación con el periodismo en el periódico El Día, en el que dedicó durante bastante tiempo una sección titulada “Maestros y maestras de ayer”, además de otras iniciativas relacionadas siempre con el mundo de la comunicación.
Cuando le fallaron las fuerzas, Domingo J. Jorge plantó cara conociendo el reto al que se enfrentaba y luchó con denuedo hasta el final y hoy ha rendido su último tributo en esta vida terrenal que le ha sido manifiestamente injusta, como hace unos días sucedió también con Santiago Negrín, otro de los grandes comunicadores de Canarias de los últimos años.
Como bien dice José Manuel Bermúdez, alcalde de Santa Cruz de Tenerife, Domingo J. Jorge siempre estuvo muy comprometido con su ciudad natal y ahí queda su valioso testimonio y aportación en forma de muchas entrevistas, reportajes y columnas de opinión que, de no haberlo hecho, se hubieran perdido.
Domingo J. Jorge, siempre amable, correcto, educado, cercano y afectivo, vivirá siempre en la memoria fértil de todos cuantos tuvimos la suerte y el privilegio de conocerle.
Descanse en paz el siempre bien apreciado amigo y colega. Un abrazo fuerte y nuestras sinceras condolencias para Cristina y sus hijos, para sus padres, familiares, alumnos y amigos cercanos, en estos momentos difíciles, amargos y muy tristes.