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El callejón
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Pasión de cachanchanes

Engañaste con labia al populacho

que en ti un lisonjero vio y no al trilero

con argucias y ardides de embustero

que solo vino para trincar cacho.

Y hasta tu mujer ha usado el despacho

presidencial para amasar dinero

sin pudor ni recato y con esmero

hasta llegar al más grosero empacho.

Pero, ay, la codicia rompe el saco

si se trata de saciar al bellaco,

 y para corregir tales desmanes

y pavor de estas y estos cachanchanes

el juez Peinado ya abrió diligencias

que despeinan las dudas e incongruencias.

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