Les quema la sangre que haya asentado, de una vez para siempre, la causa de nuestra regeneración política en el sistema de la voluntad general. Les quema la sangre que haya restaurado el poder del Común en la ciudad, en las villas, en los pueblos; que haya continuado aquel movimiento, el primero verdaderamente revolucionario que estalló en estos Continentes. (…)
Después de mí vendrá el que pueda. Por ahora Yo puedo todavía. No solo no me siento peor; me siento terriblemente mejor (…). La muerte no nos exige tener un día libre. Aquí la esperaré sentado trabajando. La haré esperar detrás de mi sillón todo el tiempo que sea necesario.
Augusto Roa Bastos, Yo el Supremo
“A diferencia de los sanguinarios dictadores del siglo XX, lo que une a los autócratas del siglo XXI no es una ideología, sino algo más simple y prosaico: un interés centrado en acumular y preservar su riqueza, reprimir las libertades y mantenerse en el poder a toda costa. (…) Cuando utilizo la palabra autocracia, me refiero a Estados que están dirigidos por una sola persona, por una élite gobernante o por un partido, caso de China o Cuba, que busca la desaparición de cualquier tipo de control sobre su poder. Es decir, que no haya transparencia, ni medios de comunicación ni poder judicial independientes, y que persiga, por lo tanto, convertir su voluntad en poder. Un poder que no opera de acuerdo con los cánones del Estado de Derecho y al que le sobra la Constitución y las leyes, porque la ley es la que dicta el autócrata. (…) A los autócratas no les importa convertir a sus países en Estados fallidos -con lo que ello implica de colapso económico, violencia endémica, pobreza generalizada y aislamiento internacional- si ese es el precio que tienen que pagar por permanecer en el poder. (…) Como Maduro en Venezuela, Bassir Al-Assad en Siria o Lukashenko en Bielorusia se sienten muy confortables mandando sobre sociedades y economías arruinadas. En las democracias formales no se entienden bien este tipo de regímenes, porque su primer objetivo no es crear riqueza o asegurar el bienestar de sus gobernados, sino apalancarse en el poder, y para hacerlo están dispuestos a desestabilizar a los países vecinos, arruinar la vida del común de la gente, o incluso enviar a cientos de miles de sus conciudadanos a la muerte, caso de la Rusia de Putin”
Anne Applebaum, premio Pulitzer y autora de Autocracy, Inc.: The Dictators Who Want to Run the World