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El callejón
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Flotilla hacia la muerte

Al autor Alfonso Sastre

que mucho escribió de España

con resquemor y sin saña

y ni atisbó tal desastre

Llegó al fin la flotilla,

¡ay, emoción, maravilla,

cuánto amor hasta en la quilla!

Con esa chiquilla sueca

de la regañada mueca

junto a tanta cabeza hueca

como la otrora alcaldesa

que ni vale lo que pesa

ni para edil de Oropesa.

Por fin volvió la flotilla,

su moral hecha papilla

y su honor, gala tortilla;

poco duró el coraje

a tremendo pendullaje

en cuanto el abordaje

acometió la armada hebrea,

que nada al judío cabrea

como odiar su patria macabea.

Retornó dicha flotilla

y lo hizo por la patilla,

después de un mes de crucero,

mucha juerga y curro cero,

despilfarrando dinero,

sin medicinas llevar,

ni víveres trasladar,

ni ayuda a Gaza portar.

Regresó con la flotilla

tan ilustre camarilla

de una gente ociosa y pilla

que a la guerra en romería

fueron con paz y armonía

para un pueblo en agonía,

en travesía infumable,

nauseabunda e interminable:

ridículo memorable.

Torna a casa la flotilla

igual que Salvador Illa,

el líder de pacotilla,

el mercader de la muerte

a quien le tocó en suerte

aquel ministerio inerte

cuya criminal gestión

hizo de un brote aluvión

y una total destrucción.

Bien, arrivó la flotilla:

se acabó la cortinilla.

Ahora, ¿cuál es la pajilla

mental que a ti te han ideado,

Pedro, para que ocultado

quede lo que te has mamado?

Tal es tu ruindad, vileza

y odiosa naturaleza

que hoy el aborto es tu riqueza.

Y lo mismo que la flotilla

llega a puerto esta letrilla

compuesta de carrerilla

como loa a la heroica escuadra,

casi, casi más bien cuadra

o repleta arca que ladra,

mas mordeduras no dio una

salvo la de una tontuna

en forma de media luna.

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