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El callejón
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Canción del Índico

El presunto pirata somalí, Cabdiweli Cabdullahi, también llamado Adbu Willy, a su llegada a la Audiencia Nacional, en el interior de un coche policial [Fotografía de Sergio Barrenechea, de la agencia EFE].

Con una fragata por banda,

viento en popa a toda vela,

no corta el mar, sino vuela

un pesquero de rojigualdo banderín;

                              bajel atunero que llaman                

por su galanura el Alakrana,

en todo mar suena

del uno al otro confín.

 

La luna en el mar riela,

                             en la lona gime el viento               

y alza en blando movimiento

olas de plata y silicio;

y ve el capitán pirata,

cantando alegre en su popa,

           Asia a un lado, más arriba Europa,         

y allá a su frente Mogadiscio:

 

«Navega, esquife mío,

sin temor,

que ni enemigo navío

                ni tormenta, ni bonanza                 

tu botín a sujetar alcanza,

ni a torcer tu valor.

 

Treinta y seis presas

hemos hecho

                               a despecho                               

de ZP

y éste ha rendido

de euros 2,7 millones

                                          bajo mi pie.                              

 

Que es tu barco mi tesoro,

que es mi moneda la libertad;

mi ley, la fuerza y el miedo;

mi única patria, el mal.

 

                Allá muevan feroz requisitoria              

ciegos jueces

por un palmo más de gloria,

que yo tengo aquí por mío

cuanto abarca el mar bravío,

              aunque nunca cogí peces.             

 

Y no hay playa

sea cualquiera,

ni bandera

de esplendor,

                           que no sienta                           

mi derecho

y dé techo

a mi valor.

 

Que es tu barco mi tesoro,

que es mi moneda la libertad;

mi ley, la fuerza y el miedo;

mi única patria, el mal.

 

A la voz de «¡barco viene!»

es de ver

                cómo vira y se previene                 

a todo gas a escapar:

que yo soy el rey del mar,

y mi furia es de temer.

 

En las presas

yo divido

                                lo cogido                                

por igual:

sólo quiero

por dinero

la divisa

                               sin rival.                               

 

Que es tu barco mi tesoro,

que es mi moneda la libertad;

mi ley, la fuerza y el miedo:

mi única patria, el mal.

 

            ¡Sentenciado estoy de antemano!          

Yo me río:

no me abandone mi abogado,

y al mismo que me condena

colgaré de alguna antena

                 quizá en su propio desvarío.               

 

Y si caigo,

¿qué es la vida?

Por perdida

ya la di

                           cuando el yugo                          

del esclavo

como un bravo

bucanero

somalí

sacudí.

 

Que es tu barco mi tesoro,

que es mi moneda la libertad;

mi ley, la fuerza y el miedo;

mi única patria, el mal.

 

Son mi música mejor

 los millones,

                  el estrépito y temblor                  

de los escaños sacudidos,

del negro mar los bramidos

y el rugir de mis bribones.

 

Y del rapto

                        al grito violento,                        

y del viento

al ya rescate cobrar,

yo me duermo

sosegado,

                               arrullado                                

por el mar.

 

Que es tu barco mi tesoro,

que es mi moneda la libertad;

mi ley, la fuerza y el miedo;

mi única patria, el mal».

 

*          *          *

 

            Como nieto, hijo e incluso ahijado de marinos no puedo dejar de manifestar mi total solidaridad con la tripulación del Alakrana, sometida a un cruel y degradante secuestro de cuarenta y siete días, y admirar la entereza y coraje de sus familias, que han soportado con dignidad y aplomo tan deleznable situación, agravada por la, cuando menos, desconcertante actuación del Gobierno español.

Sin embargo, como periodista me veo en la obligación profesional y literaria de dar a conocer esta melódica tonada, recitada por el presunto pirata, de nombre Cabdiweli Cabdullahi, también conocido por Abdu Willy, en presencia del magistrado de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, la semana pasada, en el curso del interrogatorio al que fue sometido el primero, a fin de aclarar su posible responsabilidad criminal en la captura y posterior retención de los tripulantes del citado buque. El presente texto es una traducción del árabe, llevada a cabo por el funcionario del Mi(ni)sterio de Asuntos Exteriores, Cide Hamete Benengeli, quien a su vez tuvo que interpretar la versión original en somalí, facilitada por el propio imputado. Los interesados pueden encontrar las tres versiones del poema en los folios 1492 al 1504 del tomo VII del sumario.

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