Bajo el sugerente eslogan de El placer está en tus manos, el pasado 16 de octubre el Consejo de la Juventud de Extremadura y el Instituto de la Mujer de dicha comunidad autónoma presentaron una campaña educativa, dirigida a jóvenes de entre catorce y diecisiete años, con el fin de "construir un espacio de intercambio y participación; facilitar la adquisición, desarrollo e interiorización de hábitos saludables, autoestima y seguridad" y de "analizar las discriminaciones de género que se dan en el ámbito de la sexualidad".
Al objeto de transmitir de forma "sencilla" y "clara" todas las dudas e inquietudes que la población adolescente pueda tener en torno a las relaciones afectivo-sexuales, la citada campaña constó de tres talleres, celebrados, respectivamente, en las localidades de Castuera, Mérida y Navalmoral de la Mata; la edición de un millar de folletos, en los que se abordaban distintas cuestiones, como la anatomía masculina y femenina o la variedad de juguetes eróticos que hay en el mercado; la distribución de dípticos sobre hábitos, sanos y nocivos, relacionados con la vida sexual; y la puesta en circulación de un juego de cartas donde se advertía de situaciones de riesgo a estas edades, tales como un "calentón instantáneo" o una infección seria.
Dotada con una partida presupuestaria de catorce mil euros, El placer está en tus manos pretendía, además, desterrar ciertos mitos o creencias erróneas entre quienes cursan el último tramo de la Secundaria Obligatoria como, por ejemplo, que los chicos han de llevar siempre la iniciativa en las relaciones sexuales, que el preservativo "corta el rollo", que un verdadero hombre jamás llora ni expresa sus sentimientos o que la masturbación es perjudicial para la salud.
A juicio de las entidades organizadoras, esta campaña debía ser entendida como una herramienta necesaria para que, de forma natural y de manera participativa, la gente joven conociese su propio cuerpo y adquiriese mayor seguridad, confianza y autoestima. Objetivos didácticos loables, desde luego, pero que fueron escandalosamente puestos en entredicho cuando determinados medios de comunicación, afines al Partido Popular (entre ellos, la cadena COPE, es.radio, Intereconomía o Periodista Digital), acusaron a la Junta extremeña de gastar dinero público para enseñar a los jóvenes a masturbarse y a utilizar toda clase de artilugios sexuales.
Sin entrar a valorar los posibles beneficios o discutibles inconvenientes de las prácticas onanistas, lo que realmente resulta pernicioso para nuestra aún núbil democracia, en constante cuestionamiento por parte de los nacionalismos histéricos e insaciables, es la preocupante deriva que muestran los medios informativos, a la hora de anteponer sus legítimos intereses comerciales, publicitarios e ideológicos a la objetividad periodística, ignorando, lamentablemente, el viejo axioma deontológico de que los hechos son sagrados y las opiniones libres. Como se puso de manifiesto hace apenas una semana, con terribles resultados, cuando un hombre fue sometido a un feroz e implacable linchamiento moral, al ser acusado injustamente de la muerte violenta de su hijastra de tres años de edad.
De igual modo, no es de recibo que, en aras de complacer a sus respectivas clientelas, periódicos y emisoras de radio y televisión ofrezcan una versión tan groseramente tergiversada de la realidad, como en el referido caso de la campaña de educación sexual, reducida en ciertos titulares periodísticos a una mera incitación a la búsqueda de los placeres solitarios. Porque, si bien resulta de una torpeza desafortunada que, en esta ocasión, los organismos públicos encomendasen a una tienda de artículos eróticos la supervisión de los talleres previstos, no es menos cierto que iniciativas divulgadoras como ésta constituyen hoy en día un recurso imprescindible para concienciar a los adolescentes de la necesidad de llevar hábitos saludables también en las relaciones más íntimas.
En este sentido, no conviene que la opinión pública confunda los términos ya que, con independencia de las decisiones que a posteriori puedan tomarse en el supuesto de los embarazos no deseados y precoces, y que se corresponden con otro debate más complejo y controvertido, que entra de lleno en la esfera privada de la voluntad individual y personal, por mucho que el legislador pretenda acotarla como quien fija las normas que han de regir a la naturaleza misma, el conocimiento de las diferentes opciones, variantes, posibilidades y goces que entraña la vida sexual no implica necesariamente su puesta en práctica y porque, en última instancia, siempre será mucho mejor y más recomendable adentrarse por tan hermoso, rico e intenso territorio, no exento de riesgos, con la luz de la verdad que hacerlo con la venda de la ignorancia, de los tabúes, de las prohibiciones y del desconocimiento.
Por último, quiero dejar constancia de mi más profunda decepción cuando, al recabar los datos para elaborar estos breves apuntes y cotejar el verdadero contenido de tan polémica campaña, descubrí que tanto en el diseño como en la coordinación de la misma habían pasado por alto las, sin duda, valiosísimas aportaciones que sobre dicha materia habría podido realizar el ex presidente de la Junta de Extremadura, el insigne Juan Carlos Rodríguez Ibarra: atemperado orador, ingenioso parlamentario, locuaz comentarista, fino escribidor, docente universitario en casi eterna excedencia y reconocido experto en eyecciones, exabruptos y masturbaciones mentales.