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El callejón
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Carta a sus majestades de Oriente

Queridos Reyes Magos:

Este niño que os escribe es muy bueno y obediente pero tiene un defectito: le sobran unos kilitos y es incapaz de quitárselos de encima. Así que, como propósito de enmienda que piensa cumplir en el inicio de este nuevo año, demanda de vuestras altezas toda la energía y la fuerza de voluntad necesarias para alcanzar su objetivo.

En otro orden de cosas, este vuestro más leal súbdito, a pesar de su condición de republicano irredento y algo anarquista, solicita de vuestras majestades su real mediación para que con vuestro buen tino y mejor gobierno hagáis rectificar el errático rumbo de los desorientados dirigentes de la cosa pública en nuestro país, cuya incompetente gestión arroja un pésimo balance económico que no tiene visos de mejoría alguna.

En directa relación con lo anterior, quien redacta estas líneas pide vuestra regia intervención para tratar de aliviar en lo posible la dolorosa y casi interminable nómina de hombres y mujeres que se encuentran en situación de desempleo. Interceded por ellos, os ruega este vuestro rendido admirador, para que así estos cientos de miles de ciudadanos y ciudadanas obtengan un puesto de trabajo digno, a fin de paliar las graves penurias y angustiosas cuitas que, cual fieras feroces, se abalanzan sin compasión sobre sus sufridas familias, que a duras penas tienen lo justo para sobrevivir.

También este vuestro fiel servidor os demanda que en vuestro habitual reparto de dones y riquezas no os olvidéis de los millones de niños y niñas desamparados que han de soportar toda clase de calamidades y desgracias en un mundo inmundo que permite que cada día veinticuatro mil criaturas inocentes perezcan sin la menor posibilidad de escapatoria.

En igual medida, quien esto firma os recuerda que no debéis cejar en vuestro soberano cometido de difundir de uno a otro confín el mensaje de amor y de paz que recibisteis en aquel humilde establo de Judea, al que acudisteis siguiendo la estela del cósmico designio y que puede resumirse en el bello proverbio de "respetarás al prójimo como a ti mismo". Extended allá por donde quiera que os lleve vuestra real voluntad la límpida simiente de dicha palabra divina e iluminad con tan intensa e inextinguible llamarada las mentes de aquellos y aquellas que han sido escogidos para encaminar los pasos de la humana especie.

Agradeciendo infinito el esfuerzo y celo que seguro pondréis en satisfacer tales peticiones, se despide de vuestras majestades este que mucho os quiere y os envía un caluroso abrazo de todo corazón.

 

Postdata: Este niño que os ha escrito no puede despedirse sin antes formularos un último deseo, a pesar de que es muy consciente de las complicadísimas dificultades que la empresa entraña. Por favor, vuestro más humilde siervo os ruega encarecidamente que impidáis a toda costa que el Tenerife y el Atlético de Madrid desciendan a Segunda. Mil gracias por vuestra majestuosa paciencia y que Dios os guarde vida eterna, queridísimos Melchor, Gaspar y Baltasar. 

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