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El callejón
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La felicidad

Los alumnos del grupo de teatro ¿Teatreves?, del IES Poeta Viana, con Acaymo Damas en primer término, ejecutan el último número musical de "Lisístrata", una adaptación de la comedia original de Aristófanes.

A mi compañera Fátima Padrón, que nos embarcó en la aventura de poner en pie a Aristófanes y nos ayudó a llegar a buen puerto

Aunque parezca un contrasentido, mi afición al teatro vino a través de la televisión. En efecto, en aquellos días cada vez más remotos de la infancia la única cadena existente en este país de grandes dramaturgos contaba con numerosos espacios (como el legendario Estudio 1) en los que se programaban semanalmente toda clase de obras, interpretadas por algunos de los mejores actores y actrices en la historia de la escena española. Dirigidas por míticos realizadores del propio medio televisivo, muchos de los cuales darían luego el salto a la gran pantalla (caso de Pilar Miró o Josefina Molina), estas piezas, rodadas con una notable economía de medios pero con mucho talento, permitían difundir y hacer llegar un amplio repertorio de títulos (que iban desde las obras maestras del Siglo de Oro a las tragedias urbanas de Arthur Miller) a núcleos de población que habían quedado definitivamente fuera de los circuitos de las compañías de provincias en la interminable posguerra.

Décadas después del doloroso final de la experiencia didáctica emprendida por Federico García Lorca y Alejandro Casona, entre otros, quienes, al abrigo de las Misiones Pedagógicas de la Segunda República, se habían propuesto llevar el teatro a las zonas más recónditas y reprimidas de la Península Ibérica, aquellas versiones en blanco y negro de Televisión Española, grabadas en muy pocos días, vinieron a tomar el testigo y desempeñaron una valiosísima labor divulgativa que quizá no haya tenido el reconocimiento que realmente se merecen.

Al crecer a lo largo de la década (prodigiosa) de los setenta, uno conoció y se benefició de una parte de la época dorada de este teatro televisivo y recuerda con cariño y una punta de inevitable nostalgia varias de aquellas obras. En especial, aún conservo grabado en mi retina el impacto que me causaron los montajes de El milagro de Ana Sullivan, de Doce hombres sin piedad y de una divertidísima comedia de enredo de Alfonso Paso, que me deslumbró con su soberbio dominio del ritmo y del reducido espacio escénico: un chalé en el que entraban una multitud de personajes debido a la reduplicación de llaves.

Con posterioridad, a los doce años, leí por recomendación de mi tío Anelio Historia de una escalera, de Antonio Buero Vallejo, y El sí de las niñas, de Leandro Fernández de Moratín, y me enamoré del teatro para siempre. Buero pasó a convertirse en un autor que me infundía un enorme respeto y traté de empaparme de todo lo que caía en mis manos de él. Siento por su figura una admiración sin reservas y cuando falleció, en el año 2000, viví su marcha como si se tratase de alguien de mi propia familia. Mucho tiempo antes, hacia 1985, en el manual de Lengua Castellana y Literatura, de Fernando Lázaro Carreter, descubrí la escena inicial de Tres sombreros de copa e inmediatamente supe que ésa era la línea de estilo que debía seguir. Ese mismo verano, gracias a dos tomos con sus obras completas, que poseía en su biblioteca mi abuelo materno, profundicé en el humor burbujeante e ingenioso de Enrique Jardiel Poncela, otro fenómeno como Miguel Mihura.

Por esos años escolares también participé como intérprete en un par de funciones escritas y dirigidas por nuestra querida maestra del Grupo Sur, doña Nelsa González, aunque abandoné la carrera como actor ya en el instituto, cuando me expulsaron de los ensayos (bastante avanzados) de ¡Qué bollo es vivir!, divertidísimo disparate, original del gran Antonio de Lara, Tono, donde servidor hacía de protagonista.

Con mi marcha a Tenerife me olvidé del mundo de la escena y concentré mis esfuerzos en adquirir los conocimientos necesarios para ser un buen periodista el día de mañana. Aunque mi interés por la literatura dramática jamás se apagó. Ni siquiera cuando tuve que cambiar de profesión porque el tren del periodismo no me llevaba a ninguna parte.

Precisamente, en estos dos últimos cursos de docencia, el teatro, que es espejo de la vida y la vida, Manola, la vida, no pasa de ser un drama agridulce, ha vuelto a cruzarse en mi camino, con una fuerza y una intensidad que creía irrecuperables.

Después de la exitosa representación de Tres sombreros de copa, en junio del año pasado, Fátima Padrón, profesora de Latín y Cultura Clásica, en el IES Poeta Viana, centro en el que he estado tres cursos como alumno y cuatro como profesor, me propuso que para este año hiciéramos una comedia de Plauto o de Aristófanes y nos embarcamos en la empresa sin sopesar los riesgos ni las dificultades que habríamos de afrontar en los nueve meses siguientes.

Por otro lado, la buena acogida dispensada a la citada función fue el detonante para que la alumna de Segundo de Bachillerato, Marta Carmona Hernández, que había interpretado el personaje protagonista en la obra de Miguel Mihura, propusiese al centro la realización de un taller de teatro que, bajo su dirección, se desarrollase a lo largo del presente curso académico, 2010-2011.

Dicho taller de creación escénica se realizó con total normalidad durante el primer cuatrimestre, en una sesión semanal, bajo la supervisión de este profesor y de Fátima Padrón, a la que asistieron con regularidad más de una veintena de alumnos de diferentes grupos y niveles. A principios de diciembre y tras sopesar varios títulos, el grupo comenzó a ensayar una adaptación de la comedia Lisístrata, original de Aristófanes, a fin de representarla antes de que concluyese este año académico.

El pasado 21 de diciembre, coincidiendo con el último día lectivo, antes de las vacaciones de Navidad, los miembros del taller, agrupados bajo la denominación de ¿Teatreves? que ellos mismos se habían dado, escenificaron varios números cómicos improvisados, en un acto al que asistieron profesores, alumnos y padres, con gran aceptación por parte del público.

A partir de enero, las sesiones se duplicaron cada semana (martes y jueves) para que los chicos y chicas del grupo pudiesen participar en el proyecto didáctico Musical.IES, organizado por el área de Educación del Cabildo de Tenerife, a través del Auditorio Adán Martín, a lo largo del cual y hasta el 15 de mayo, fecha en la que tuvo lugar la presentación del espectacular montaje final, en el que participaron los alumnos de los cuatro institutos implicados en la iniciativa (los otros tres son el IES Teobaldo Power, Virgen de La Candelaria y Alcalde Bernabé Tierno), éstos recibieron clases de interpretación, canto y baile a cargo de profesores contratados por la citada corporación insular.

Finalmente, los actores y actrices de ¿Teatreves? representaron de maravilla el pasado martes, 21 de junio, su particular versión de Lisístrata, en medio de un calor insoportable y con una entrega y una pasión que tanto a Fátima como a mí no sólo nos llenó de orgullo sino también de una incontenible y emocionante satisfacción.

La acción de esta comedia, que nosotros dividimos en cuatro actos, transcurre en la antigua Atenas. Lideradas por una mujer audaz y temperamental, que da título a la obra, las mujeres deciden poner fin a décadas de guerras inútiles mediante una original estratagema: ocupar la Acrópolis, apoderarse de los caudales públicos y negarse a mantener relaciones conyugales con sus respectivos maridos hasta que éstos no se avengan a firmar una paz duradera.

Probablemente, Aristófanes (Atenas, hacia 445 a.C.-hacia 386 a.C.) sea el comediógrafo más conocido y representado de la Grecia clásica. De él se conservan apenas once obras, en las que fustiga sin piedad vicios sociales como el afán pleitista (Las avispas) o las utopías políticas que consideraba insensatas (La asamblea de las mujeres y Las aves). De ideología conservadora, Aristófanes se burló de forma implacable del filósofo Sócrates (en Las nubes), a quien acusó de demagogo, y mantuvo una legendaria controversia con el dramaturgo Eurípides, al que satirizó en Las tesmoforias y en Las ranas. Sin embargo, fue un precursor del pacifismo y dedicó varias comedias a denunciar el absurdo y la inutilidad de la guerra: Los caballeros, Los aracanenses, La paz y Lisístrata, sin duda, su pieza más popular.

De estilo ágil y ameno, Aristófanes emplea un lenguaje directo y, a veces, vulgar, que no deja indiferente prácticamente a nadie. Aunque se aprecia en él un evidente afán moralista, su principal objetivo es entretener al público con un humor de trazo grueso, ocurrente y muy divertido.

En el montaje puesto en escena por los alumnos del IES Poeta Viana, cuyo texto de partida fue la traducción del catedrático de Griego y académico de la Lengua, Francisco Rodríguez Adrados, pretendimos ser fieles al espíritu trasgresor de la obra original, respetando gran parte de su contenido y añadiendo algunos gags de cosecha propia para acercarla a la actualidad, ya que no olvidemos que, para desgracia del ser humano y para vergüenza de quienes lo permiten, según la UNESCO, si el dinero que los países desarrollados invierten en gasto militar durante seis días se destinase a ayuda educativa para el desarrollo, sería posible escolarizar a todos los niños y niñas del mundo en el año 2015. Por otro lado, la ONU ha denunciado que, en los últimos diez años, más de dos millones de niños y niñas en el planeta perdieron la vida a causa de conflictos armados y más de seis millones sufrieron heridas de gravedad o resultaron mutilados. 

Lisístrata fue representada en España, por vez primera, años después de la muerte del general Franco. Actualmente, nuestro país es uno de los principales exportadores de armas al Tercer Mundo y emplea casi cincuenta millones de euros diarios en mantener y costear a su Ejército. 

Por mi parte, sólo me queda añadir que, de nuevo, gracias a un grupo fabuloso de chicos y chicas de Secundaria y Bachillerato, que durante nueve meses han dado lo mejor de sí mismos, he vuelto a experimentar los efectos de esa vieja magia, de ese veneno del teatro que tanto se parece a la felicidad. 

FICHA TÉCNICA DE LISÍSTRATA

Comedia músico-sexual, en cuatro actos, representada por alumnos y alumnas del IES Poeta Viana el pasado martes, 21 de junio, en el salón de actos de dicho centro

                                         REPARTO

(Por orden de aparición en escena)

LISÍSTRATA     Marta Carmona

HOMERO       Carlos Herranz

CLEONICA      Fayna Ávila

MIRRINA        Irene Lugo

MEDEA            Mónica Álvarez

NAIMA               Yeimi Pérez

LAMPITÓ            Rosaura Ballester

AFRODITA          Támara García

CANDELARIA       Vicky Torres

SECRETARIA       Netsabel Zamora

MANOLITO           Acaymo Damas

   FILURGO               Saulo de La Santacruz

  DRACES                Teguayco de León

COMISARIO          Alejandro Díaz

AGENTES       Leandro Carrillo / Acaymo Damas

LISÍSTRATA          Silvia Gambra

MUJER A               Tamara García

MUJER B               Netsabel Zamora

MUJER C             Vicky Torres

CINESIAS             Acaymo Damas

NIÑO VÍCTOR      Mónica Álvarez

     MANES            Leandro Carrillo

     MIRRINA                Damia Suárez

HERALDO                Carlos Herranz

PRÍTANIS                        Maximiliano Roche

EMBAJADOR                  Francisco J. Suárez

CONCILIACIÓN         Tamara García

DIRECCIÓN: Marta Carmona, José Amaro Carrillo y Fátima Padrón

COREOGRAFÍAS: Yeimi Reyita Pérez Peña

ATREZZO: Arancha García y Nativel Díaz

DECORADO: Dailos Rodríguez López (con la colaboración de Jades Rodríguez y de Estefanía Márquez)

SONIDO Y LUMINOTECNIA: José Goya del Castillo

BANDA EN DIRECTO: The Dream Box

Vocalista: Keka González

Bajo: Alexander Rivas

Guitarras: Dennis Vallejos y José David Trujillo

Batería: Miguel Vázquez 

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