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El callejón
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La isla del mañana (y II)

Esta es una de las dos fotografías que Manuel Rodríguez Quintero tomó de la isla de San Borondón, en septiembre de 1957, desde Las Martelas, Los Llanos de Aridane. La otra imagen fue reproducida por el diario ABC un año después.

SEC.8/ CALLE DE GUARAZOCA / EXT/DÍA

SANTI y JOSE caminan por una calle del barrio de Guarazoca, en el término municipal de Valverde, muy cerca de la playa del Cantadal. Ambos amigos se detienen delante de una casa terrera, de paredes blancas. SANTI, que carga a la espalda una mochila ligera, saca del bolsillo trasero de su pantalón la nota que ya hemos visto antes y comprueba la dirección. SANTI mira a JOSE y asiente con la cabeza. JOSE, tras una breve pausa y después de sonreír con complicidad a su colega, toca el timbre. Al cabo de unos segundos, abre la puerta una mujer embarazada, de unos treinta y cuatro años: morena, pelo corto y rasgos físicos algo duros en la cara. La mujer, que luce un avanzado estado de gestación, lleva puesto un chándal y zapatillas de andar por casa.

SANTI

(Un poco cortado)

Eh… Buenos días… ¿Es usted Carmen Dolores Concepción?

CARMEN

(Con evidente desconfianza)

Sí…

SANTI

(Que no sabe cómo empezar)

Verá… Somos… Eh…

JOSE

(Que se adelanta a presentarse, ante el bloqueo de su amigo)

Me llamo José Machín Padrón y él es mi amigo Santiago Armas Hernández… ¿Qué tal está?

(JOSE tiende su mano a CARMEN, quien responde a su saludo sin mucha efusividad)

CARMEN

(Que continúa con su actitud defensiva)

Hola…

JOSE

(Manteniendo su mejor sonrisa)

Encantado…

SEC.9/ SALÓN EN CASA DE CARMEN / INT/DÍA

Se trata de la estancia de mayor amplitud de la casa. En ella predominan los colores cálidos y el mobiliario funcional. Hay una estantería repleta de libros y la habitación está salpicada por los tonos verdes de numerosas plantas y flores de interior. En las paredes cuelgan adornos de motivos étnicos y diversas fotografías, algunas de ellas antiguas. Sentados en torno a una mesa de artesanía norteafricana se encuentran CARMEN, SANTI y JOSE. Sobre la mesa, en el centro, aparece extendido el papel encontrado en la botella. Equidistantes de él, a una precavida distancia de centímetros, reposan tres bonitas tazas para té, de motivos orientales.

SANTI

(Dirigiéndose a CARMEN)

¿Recuerda en qué año, más o menos, se produjo el viaje de su abuelo a Venezuela?

CARMEN

No sé… Eso quien lo sabe es mi padre. Era el más pequeño de los tres hermanos y no tiene recuerdos de su padre… Cuando mi abuelo se marchó, mi padre apenas tenía un año o un año y medio como mucho… Quizás por eso siempre ha sido el hijo que mejor conoce la historia, el que maneja todas las fechas, al que no se le escapa un detalle… He pensado mucho sobre esto, ¿saben? Sobre el conocimiento casi exagerado que mi padre parece poseer sobre todo lo que concierne a mi abuelo… Incluso mi marido y yo lo hemos comentado alguna vez y creemos que quizá esto se deba a que nadie echó tanto en falta tener un padre como él, que ni siquiera lo conoció…

JOSE

Estamos hablando de los años cuarenta, después de la guerra…

CARMEN

Sí, por supuesto. Mi padre acaba de cumplir los sesenta y uno, así que el viaje a Venezuela de mi abuelo Ulises tuvo que ser sobre el 47 o el 48…

SANTI

¿Y en alguna de las cartas que mandó desde allá dio algún dato sobre la travesía?

CARMEN

(Un tanto sorprendida por la pregunta)

No… Bueno, no sé… Por lo que tengo entendido, eran las típicas cartas que mandaban todos los emigrantes. Lo que sí sé es que, al marcharse clandestinamente, tanto él como sus compañeros tardaron en ponerse en contacto con las familias de aquí, porque tuvieron que esperar a regularizar su situación…

SANTI

Entonces, su abuelo nunca comentó ni una sola palabra de cómo transcurrió el viaje…

CARMEN

(Negando con la cabeza)

Que yo sepa… Además, mi abuelo cortó la comunicación al cabo de estar un año allá… Como mucho, mandaría media docena de cartas, si acaso…

SANTI

Y, después de eso, jamás su familia volvió a contactar con él…

CARMEN

Ya se lo dije antes, fue como si se lo tragase la tierra… De él nunca más se supo. Desgraciadamente, no fue el primero, ni el último…

SANTI

¿Y alguna vez su abuela le contó algo sobre el marido?

CARMEN

(Con una sonrisa de incredulidad)

¿Mi abuela? Mi abuela… La pobre… Bastante tuvo con soportar el runrún y las habladurías de la gente, que entonces convertían pueblos chicos como Los Sauces en un infierno peor que el de García Márquez en La mala hora… Mi abuela no aguantó pocas calumnias ni nada… Que si la dejaron porque ella quería a otro, que si el marido se buscó una amante, que si él no estaba enamorado de ella y se casó porque la dejó preñada… Mi abuela fue siempre una bellísima persona, una señora de los pies a la cabeza que tuvo que sacar adelante a tres hijos sin ayuda de nadie y matándose a coser… Ella nunca quiso saber de más hombres… Con el granuja de Ulises tuvo bastante…

Se produce una PAUSA en la que los tres personajes quedan en TOTAL SILENCIO, embarcados cada uno en sus propias cavilaciones. SANTI aprovecha el paréntesis para terminarse el té, mientras que JOSE parece centrar su atención en recorrer con la mirada las fotografías que cuelgan de las paredes. Se trata de retratos familiares y de paisajes turísticos sin mayor interés. Sin embargo, una de estas imágenes consigue especialmente capturar su atención: muestra el perfil de una isla, fotografiada en blanco y negro, desde unos treinta kilómetros mar adentro.

CARMEN

(Que de pronto parece haber recordado algo)

De todas formas, ahora que me ha preguntado por mi abuela, hay algo que no sé si merece la pena que le diga…

SANTI

(Muy interesado)

Por supuesto…

CARMEN

(Quitándole importancia a la revelación que está a punto de hacer)

Muy al final de su vida, cuando la pobre ya estaba muy mal y la enfermedad le había borrado casi todos sus recuerdos, le dio por decir que el marido había vuelto una vez a pedirle disculpas, que había regresado a La Palma y, que sin que nadie se enterara, la había visitado, le había pedido perdón y que ella, muy digna, eso sí, le había mandado a hacer puñetas…

SANTI

(Con evidente extrañeza)

¿Que su abuelo había vuelto a Canarias para pedirle perdón?

CARMEN

(Con gesto de lástima)

Ya le digo… La pobre empezó a perder la chaveta… Lo extraño del caso es que esta historia del reencuentro la contaba con tanta convicción que incluso la repetía en los momentos en que demostraba mayor lucidez…

SANTI

Pero… ¿es posible que…?

CARMEN

(Cortando de raíz cualquier especulación)

Olvídese, mi abuelo Ulises jamás regresó de Venezuela… Mi padre, que intentó seguirle la pista a través del testimonio de amigos y conocidos que lo trataron allá, en Venezuela, y que sí volvieron para acá, cree que después de un tiempo en Barquisimeto, donde al parecer trabajó en la caña de azúcar, se marchó a vivir con una mulata a Panamá y allí se perdió su rastro para siempre…

Se produce una nueva PAUSA. SILENCIO que JOSE aprovecha para levantarse con mucho sigilo y acercarse hasta la foto que tanto reclama su atención.

SANTI

(Señalando a la nota manuscrita encontrada en la botella y que está sobre la mesa)

Dígame una cosa, ¿cree que su abuelo puede ser el hombre que escribió esto?

CARMEN

(Mirando al papel)

Mire, aunque lo mío no es ni la historia ni las ciencias, no hay que ser un erudito para saber que ese papel es bastante antiguo como para que pudiese escribirlo mi abuelo… Además, ¿desde dónde lo mandó? ¿Desde Honolulú?… Créame, mi abuelo era un maguito del norte de La Palma que si conoció lo de San Borondón tuvo que ser de oídas y mal y, por lo poco que sé de él, que es demasiado comparado con lo que él quiso saber de mí y de la familia que dejó aquí, mucho tuvo que haber cambiado Ulises Concepción para ser capaz de escribir ese párrafo… Y no se olvide que esto se lo dice su nieta, que si tuvo la oportunidad de sacarse la carrera de magisterio no fue precisamente gracias a los desvelos de un impresentable como él…

JOSE

(De pie, junto a la pared, señalando la fotografía)

Perdone un momento… ¿Esta foto?

CARMEN

(Que tarda en reaccionar y luego busca a JOSE con la mirada)

¿Qué?… Ah, sí… Qué casualidad… Ése es el único recuerdo que conservo de mi abuelo… Parece ser que la envió en una de sus cartas…

JOSE

(Sin dejar de analizar con detenimiento la superficie de la fotografía, que está muy amarilla por el paso del tiempo)

¿Y qué isla es?

CARMEN

Eso es lo más raro de todo.

JOSE

(Mirando a CARMEN)

¿Por qué?

CARMEN

Es una foto de esta costa… Es la isla de El Hierro… En mi casa nunca entendieron por qué mi abuelo les envió esta foto si todos vivían en La Palma… Luego, con el paso de los años, como yo me casé con un herreño y me vine a vivir aquí, mi padre me la regaló para que tuviese un recuerdo de su padre, de un padre que nunca conoció… ¿Qué cosas tiene la vida, verdad?

(JOSE se ve incapaz de pronunciar una palabra y mira a SANTI, que parece tan desconcertado como él)

SEC.10/ POR LAS CALLES DE GUARAZOCA / EXT/DÍA

Serios, concentrados cada uno en sus pensamientos, SANTI y JOSE recorren con serena parsimonia las calles del barrio pesquero. Ambos caminan cabizbajos, meditabundos. La cámara, que los acompaña en su recorrido, se detiene, sobre todo, en SANTI. Sobre un primer plano de su rostro, mientras los dos amigos siguen andando en COMPLETO SILENCIO, ESCUCHAMOS EN OFF LA ESCENA DE LA DESPEDIDA DE CARMEN, EN LA PUERTA DE SU CASA, que ha tenido lugar hace un momento.

VOZ EN OFF DE CARMEN

Muchas gracias por la carta… No tenían por qué habérmela dejado… De verdad, no creo que ese tal Ulises Concepción tenga nada que ver con mi abuelo, aunque se llamen igual…

VOZ EN OFF DE SANTI

No, Carmen, gracias a usted por recibirnos…

VOZ EN OFF DE JOSE

Y aguantar nuestro interrogatorio…

VOZ EN OFF DE CARMEN

(Riendo)

¡Por favor! ¡Déjense de boberías!… ¿De verdad que no quieren quedarse a comer? Mi marido no tardará en llegar, este sábado iban a luchar a Frontera y en media hora estará aquí… Él tenía mucho interés en conocerles…

VOZ EN OFF DE SANTI

Descuide, le da recuerdos de nuestra parte. Otro día le aceptamos la invitación… Nosotros traeremos el vino…

VOZ EN OFF DE JOSE

¡Eso! Un día quedamos y almorzamos los cuatro.

VOZ EN OFF DE SANTI

Bueno, los cinco, ¿no? Porque ya se puede decir que seríamos cinco…

VOZ EN OFF DE CARMEN

¡Ah, claro! (Ríe) Sí… Si Dios quiere y todo sale bien, ya sólo me quedan unas dos semanas…

VOZ EN OFF DE JOSE

Es niño, ¿no?

VOZ DE CARMEN

Sí… Es niño y se llamará como su papá: Santiago… Será un nuevo Santiago Armas…

VOZ EN OFF DE SANTI

(Extrañado)

¿Cómo dijo que se va a llamar su hijo?

VOZ EN OFF DE CARMEN

Santiago Armas, como su padre…

El DIÁLOGO EN OFF CONCLUYE EN ESTE PUNTO, justo cuando los dos amigos acaban de llegar a la playa del Cantadal. Aunque hace buen tiempo, la playa está vacía. SANTI y JOSE permanecen de pie, muy cerca de la orilla, uno junto al otro, mirando la línea azul del horizonte, diáfana, infinita.

SE PRODUCE UNA PAUSA DE UNOS SEGUNDOS EN LA QUE SÓLO ESCUCHAMOS EL ARRULLO CONSTANTE DE LAS OLAS.

SANTI

(Dirigiéndose a JOSE)

Oye, Jose, hay algo que no consigo quitarme de la cabeza… Todo esto es como un puzzle y todas las piezas encajan, pero el puzzle es imposible, ¿o no?

JOSE

(En tono sarcástico)

Chico, desde luego te explicas como un libro abierto…

SANTI

No, joder… Me refiero a que puede ser verdad que el Ulises de la carta y el abuelo de Carmen sean la misma persona…

JOSE

(Mostrando escaso interés)

¿Cómo?

SANTI

Se me ocurre que… tal vez… ¿Y si la isla del mañana es en verdad la isla del mañana?

JOSE

(Negando con la cabeza)

¿Y si nos volvemos a Valverde? Te recuerdo que quedamos con las chicas esta tarde…

SANTI

(Un tanto desesperado)

Que no, joder, espera que termine… ¿Y si la isla del mañana significa que la isla de San Borondón existe pero no ahora?

(Su amigo pone cara de no entender nada)

Que sí, coño, piensa por un momento, joder… La isla existe pero no existe en esta realidad… La isla está justo ahí, enfrente de nosotros, pero no la vemos porque aún no ha surgido de debajo del fondo del mar…

(JOSE vuelve a negar con la cabeza, como si su amigo hubiese perdido la razón)

Que sí, Jose, hazme caso… Hace tiempo leí en alguna parte que entre esta isla y La Palma existía una especie de grieta submarina, a varios de kilómetros de profundidad, por la que era previsible que salieran materiales volcánicos que, con el tiempo, produjesen dentro de miles de años una nueva isla que emergería de las aguas… Tal vez esa sea la isla de San Borondón…

JOSE

(Totalmente sincero)

¿Pero no ves que eso que estás diciendo es un auténtico disparate, Santi? Unas islas como las Canarias son el resultado de MILLONES de años de evolución geológica, no de unos pocos miles de años… Hablamos de MILLONES DE AÑOS, tío… Y tu amigo Ulises Concepción no ha viajado en el tiempo… Ni al pasado, ni al futuro, Santi… Olvídate. Eso lo hizo Michael J. Fox, colega, y en tres películas… Y esto no es una película, tío… En la vida real el tiempo tiene su tiempo, joder… (Mostrándose irónico) Sí, hombre, ahora resulta que uno puede ir y volver a San Borondón como si fuera la máquina de H.G. Welles… Ay, Santi, Santi… Déjate de fantasmadas, ¿eh? Hagamos lo que vinimos a hacer y volvamos a casa que tengo un hambre que me estoy cayendo, colega…

(SANTI se queda callado ante la batida de argumentos en contra que su amigo acaba de soltarle como un jarro de agua fría)

Otra cosa… ¿No pretenderás hacerme creer también que el tal Santiago Armas que firmó la cartita es el hijo que espera Carmen, la nieta de Ulises Concepción, verdad?… ¿Tú no estarás insinuando que ese niño, que ni siquiera ha nacido, se reencontrará en San Borondón con un hombre que no conoce ni en fotografías y se quedará allá, viviendo con su bisuabuelo por toda la eternidad? No me jodas, Santi… ¿Tú no crees en semejante patujada, verdad? ¡Hazme el favor! ¡Dime que no!… Anda, niégame que crees en eso, porque, si no, aviso a Sonia y le cuento que estás como una cabra…

(JOSE mira fijamente a SANTI y éste esboza una pícara sonrisa de asentimiento)

¡Vete al carajo, tío! A este paso, sin salir de la isla, te vas a montar la saga de la guerra de las galaxias al completo, no te jode… La isla del mañana… si parece el título de un programa de televisión de Iker Jiménez del Oso…

Las divertidas alusiones de JOSE provocan la espontánea y ESCANDALOSA CARCAJADA de ambos amigos que, durante unos segundos, se sumen en un cálido sopor de risas alegres, limpias y catárticas, que recuerdan la célebre escena final de El tesoro de la Sierra Madre. A continuación, superado el jovial ataque, JOSE le hace una seña a SANTI, éste asiente con la cabeza y JOSE introduce las manos en la mochila que lleva su colega a la espalda, de donde extrae una botella muy similar a la que ellos encontraron en el fondo del mar al principio de esta historia y en cuyo interior parece llevar otro mensaje. JOSE le entrega la botella a SANTI, haciéndole una silenciosa invitación a que sea él quien la lance al agua. Tras sostener unos segundos la botella en sus manos, SANTI se aproxima a la orilla y, después de coger impulso, la arroja con todas sus fuerzas al mar y ésta cae a unos diez metros. La botella permanece flotando en la superficie del agua, mientras es observada en la distancia por los dos amigos.

SEC.11/ PLAYA DE GUARAZOCA-PLAYA DE SAN BORONDÓN / EXT/DÍA

Panorámica mar adentro de la playa del Cantadal, en Guarazoca. En la distancia, en la orilla, vemos a los dos hombres, SANTI y JOSE, que observan EN SILENCIO cómo la botella que acaban de lanzar se aleja de la costa, internándose en las aguas del Golfo de El Hierro. En primer término, vemos cómo la botella, que contiene en su interior un papel, se balancea a la deriva. Luego, la cámara prosigue su alejamiento de la costa hasta que los dos amigos que continúan en la playa parecen dos figuras cada vez más diminutas. A medida que nos adentramos en el mar y que nos alejamos de El Hierro, ESCUCHAMOS EN OFF LA VOZ DE SANTI QUE LEE EL CONTENIDO DEL MENSAJE que tanto él como su amigo acaban de lanzar al océano.

VOZ EN OFF DE SANTI

"Valverde, isla de El Hierro, 5 de agosto de 2008… La isla es el lugar del origen, el lugar del principio de todas las cosas. Los continentes no dejan de revelarse como meras invenciones del hombre, tierras de tierras, herederas de sí mismas, de caminos y sentidos invertidos por el hombre. La isla, en cambio, no es herencia de nada, sino que brota, así, un instante, como en un juego de manos. Si los continentes lo son por una suerte de continuidades, desarrollos y evoluciones, la isla lo es por el instante o destello fugaz en que surge…

(A través de un fundido encadenado, la última imagen que tenemos de la costa de El Hierro se superpone a otra mucho más alejada de esta isla, que coincide exactamente con la fotografía que Carmen Dolores Concepción tiene en el salón de su casa y que vimos en la secuencia anterior)

VOZ EN OFF DE SANTI

Por eso, la isla de las islas es la isla de San Borondón, juego de luz, deseo o espejismo de espejos simples, la isla en el instante del origen, la tierra que surge en un tris y en un tris se va, dejándote en la boca un sabor a agua de hierbas o a beso primero.

En un nuevo fundido encadenado, la pantalla muestra ahora en la lejanía, envuelta en una leve bruma, a la isla de El Hierro. En el mismo plano, la cámara -que ha adoptado un punto de vista subjetivo- pasa a enseñar, en primer término, las manos arrugadas y envejecidas de un anciano que sostienen una botella idéntica a la que encontraron los dos buceadores al inicio de la historia. En su interior se puede ver claramente la cápsula de plástico que contiene el mensaje enviado por Ulises Concepción. En un rápido movimiento, la botella pasa a otras manos, bastante más jóvenes, de un hombre de unos cuarenta años, que la terminan arrojando con fuerza al agua. La cámara, que sigue a la botella en su veloz trayectoria hasta el mar y en su posterior caída, se detiene unos segundos en contemplar cómo ésta se comienza a alejar de la costa acunada por las olas.

VOZ EN OFF DE SANTI

Escurridiza y caprichosa como el primer amor, la isla de San Borondón permanece ahí, eterna, enigmática, inaprensible. Hoy y siempre. Ayer y mañana… Reciban un cordial saludo de sus amigos José Machín Padrón y Santiago Armas Hernández".

LA VOZ EN OFF DE SANTI DA PASO AL RUMOR CONSTANTE DE LAS OLAS.

Sin cambiar de plano, la cámara vuelve a mostrar el punto desde donde se ha lanzado la botella. Se trata de una playa de arena negra, cubierta de callados. Sobre la arena distinguimos dos pares de huellas que se alejan hacia el interior de la costa y que nos conducen hasta la silueta de dos hombres, de espaldas, que vemos a lo lejos. Ambos visten de blanco, camisas de manga corta y bermudas, y caminan descalzos en la arena. Uno de ellos, que por sus andares y el color blanco de su escasa cabellera aparenta unos ochenta y tantos años, es más bajo que el otro. No apreciamos otros rasgos físicos.

Las dos figuras se alejan por la playa hasta que las perdemos de vista por la esquina derecha de la pantalla.

La cámara realiza una panorámica, de derecha a izquierda, que nos devuelve al mar y a la línea del horizonte, donde, al fondo, entrevemos la sombra recortada de El Hierro, tras una leve gasa de nubes.

Fundido en negro

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