Como cada invierno, por estas mismas fechas, el Foro Económico Mundial (una especie de concilio de gurús y especialistas en gestión económica que, desde 1974, toman el pulso al estado de salud del capitalismo) se reúne en la idílica población de Davos, Suiza. Por vez primera, el discurso inaugural ha corrido a cargo del máximo dirigente de la República Popular China, Xi Jinping, quien trazó una benévola semblanza del libre comercio y de la globalización.
“La crisis financiera no fue resultado de la globalización sino de la falta de una regulación adecuada y de la búsqueda de beneficios a toda costa”, advirtió el presidente chino, quien no dudó en admitir, sin embargo, que ello ha aumentado la brecha entre ricos y pobres: “Nosotros solemos decir que los dátiles crecen en arbustos espinosos. Nada es perfecto”.
En respuesta directa al sesgo proteccionista del Brexit y de las intenciones expresadas por Donald Trump en materia económica, Xi Jimping apuesta por la liberalización del comercio y la inversión, ya que -a su juicio- nadie “saldría vencedor de una guerra de divisas”.
“Nos guste o no, la economía global es el gran arbusto del que no podemos escapar. Cada uno debe elegir el mejor camino que se adapte a sus necesidades”, añadió el mandatario, que recibió, complacido, los aplausos de los asistentes cuando llamó a reforzar y ampliar los acuerdos de París para frenar el cambio climático.
Según datos aportados por el presidente Xi, en los próximos ocho años, su país, que lidera las estadísticas en emisiones de gases contaminantes, importará productos y servicios por ocho billones de dólares, aprobará proyectos de inversión extranjera por valor de 650.000 millones e invertirá en el exterior 750.000 millones.
Si tenemos en cuenta que hablamos de una nación de proporciones colosales, con más de mil trescientos millones de habitantes, que viven bajo la opresión de una dictadura implacable, privados de importantes derechos individuales y que, en muchísimos casos, trabajan en condiciones próximas a la esclavitud, las palabras razonables y optimistas previsiones del camarada Xi Jinping aparecen manchadas con la incómoda sospecha del más desvergonzado cinismo.
PedroLuis
El tablero del Mundo se queda pequeño. Los intereses económicos mueven sus fichas. Tal vez, frente a esa confederación “panbritánica” tan filo-brexit, a la “desgajada” Europa continental (con o sin Rusia, o las dos cosas a la vez, que la ambigüedad también da sus réditos al resbaladizo Putin) no le queda otra que pactar con China. Donde las dan, las toman. Para empezar, invitemos a Xi Jinping a la neutral e idílica Suiza, -siempre “económicamente desinteresada”.
La ignorancia es atrevida y la especulación libre (o casi).
PD.- Estimado José Amaro, de progresar mi hipótesis, una vez más, tu Atlético del alma habrá sido un adelantado a los tiempos.
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Pintao
En mi comentario anterior atisbaba que estaba en vistas de constituirse un grupo “panbritánico” de preferencias económicas, y hoy acabo de ver a través de otras fuentes canadienses y neozelandesas que por ahí irán los tiros.
Libre circulación de trabajadores y capitales y mercancías entre Reino Unido, USA, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, primando ante todo la actual coincidencia de políticas en tanto a la globalización y la emigración.
Pretenden contar con un primer grupo privilegiado donde la globalización no perjudique a sus territorios y poblaciones.
Supongo que pensarán que “siempre hemos sido de primera clase”. Ya lo dice a gritos Trump: “America First”.
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pevalqui
Los ejes centrales que se han debatido esta última cumbre de Davos han girado en torno a dos temas: la necesidad de la globalización con el mercado como elemento cohesionador, y criticar a aquellos que en su momento lo generaron como Gran Bretaña y su Brexit, y con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, sustituyendo a los británicos, los norteamericanos, aunque en su momento Faulkner ya nos habló de la “huida” hacia el norte, del sector agrario sureño estadounidense.
El ejemplo chino, que ha terminado derivando en un capitalismo de estado, que ya en su momento apoyó Lenin en los momentos previos a la Revolución Rusa, tuvo sus orígenes en la etapa de Mao, una vez que tras la etapa nacionalista de Chiang Kai Chek, suprimió a todos los terratenientes que en régimen cercano al feudalismo, organizaban el agro en China controlada por una incipiente burguesía al amparo del Estado.
La proletarización del campesino agrario fue iniciada con posterioridad por Den Xiao Ping, ejemplificada en aquella famosa frase que popularizó Felipe González tras su visita a China, cuando comentó que Den le había dicho: “No importa que el gato sea blanco o negro; mientras pueda cazar ratones es un buen gato”, desarrollando la idea primaria de Mao para establecer un modelo capitalista controlado por el estado, convertido a su vez en “la gran empresa”. Llevando el control de forma vertical desde el alto funcionariado, lo cual ha motivado enormes caso de corrupción acabando mucho de ellos sentenciados a muerte, ha convertido a China en la “despensa barata del Mundo”.
Trump y su discurso populista pretende que las ganancias que generan las empresas norteamericanas, mayormente fuera de su país, sobre todo en países emergentes y a precios más competitivos, inviertan prioritariamente en Los Estados Unidos: América para los americanos. De ahí “el proteccionismo” y sus derivaciones, unido al desconsuelo de una buena parte de la población blanca entre los treinta y los cincuenta años, que ha visto decrecer su salario o haber engrosado las listas del paro, sobre todo en el segmento de empleados a los que la revolución tecnológica los ha eliminado del sistema sin posibilidad de reintegrarse.
No deja de ser paradójico que esto suceda en Los Estados Unidos, los principales promotores del libre mercado, tras los británicos. Las contradicciones del neo capitalismo. Y es que cuando te tocan el bolsillo…
Hasta luego.
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Pintao
Es evidente que los chinos viven bajo una completa vigilancia estatal, y que el que se mueva no sale en la foto, pero desgraciadamente en este mundo no todos hemos llegado al mismo nivel de libertades públicas, y como todo es relativo, los chinos sienten que viven mejor que hace cincuenta años y esperan seguir mejorando en calidad de vida, Quizás no sean tantos los que echen en falta las libertades democráticas occidentales que nosotros consideramos indispensables.
Lo que puede complicar el tablero de equilibrios es ver por donde va a salir Mr, Trump, y que encaje vayan a tener sus decisiones radicales en la geopolítica. Con un poco de mala suerte se pudiera remover el avispero y en ese caso que Dios nos coja confesados. Hay muchas incógnitas por despejar y algunas pueden encerrar desagradables sorpresas, empezando por ver como vayan a reaccionar los chinos si resulta que como pretende Mr, Trump, piensa repartirse el pastel con el Sr. Putin, ” Wait and see”, que dicen los ingleses
Apropósito de los ingleses. Una vez consumado el Brixit van a ser utilizados por Mr, Trump para apretarnos las turcas a la U.E. con toda clase de carantoñas y acuerdos favorables con el fin de crear una especie de “panbritanismo” junto a Canadá, Australia y Nueva Zelanda.
Sé que puedo estar bastante equivocado, ojalá.
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PedroLuis
Tal vez es que hayan descubierto el que “no hay mejor cuña que la del mismo palo”. No quieres chinismo, pues toma cinismo.
Son muchos, y no los podemos engañar a todos. Tienen los ojos chiquitos… pero se fijan.
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