cerrar
cerrar
Registrarse
Publicidad
Palmero de ida y vuelta
Publicidad

Los problemas de Canarias, los problemas de La Palma

El archipiélago de Hawaii, que constituye una referencia paisajística y turística mundial, tiene una superficie cuatro veces superior a la de Canarias y en cambio su población supone la mitad de la que tenemos en nuestro archipiélago. Ya sabemos que estas islas nuestras soportan una presión demográfica casi intolerable, matizada sin duda en la isla de La Palma porque hasta ahora es la isla más sostenible. Pero, superpoblación aparte, los verdaderos problemas de Canarias tienen que ver con los problemas generales de España: dispendio de fondos públicos, política errática.

Nos han gobernado en base a la prepotencia y al derroche. Líneas de tren de alta velocidad que no son rentables, aeropuertos inservibles, grandes proyectos para el tren en Tenerife y Gran Canaria. El boom del cemento construyó ciudades-fantasma que estropearon para siempre el paisaje, se han quedado como ruinas en medio de la estepa. En el litoral de estas islas hay muchos ejemplos de urbanizaciones a medio hacer, ahora abandonadas. Entretanto, un tercio de la población está en dificultades de supervivencia. El paro es demoledor, a pesar de que los hoteles están repletos. Me lo explicaba la directora de un hotel del sur grancanario: no podemos contratar porque hemos tenido años malos y porque los costes de mantenimiento se han disparado, por ejemplo la comida en Canarias está carísima. No tenemos capacidad de imponernos a los operadores alemanes y británicos que sacan la mayor tajada del negocio turístico, añadía. Y en cuanto al precio de la comida, recordemos que gran parte de lo que consumimos viene subvencionado con dinero público. Sin embargo, a pesar de tales subvenciones la cesta de la compra está por las nubes, máxime en una isla pequeña como La Palma donde la oferta es pequeña y está controlada.

El cierre de Spanair cuando hay un proceso judicial por medio tras el terrible accidente con 154 muertos nos viene a demostrar que vivimos en un liberalismo salvaje. Sálvese quien pueda es el lema de estos tiempos. ¿No debería el ministerio de Hacienda controlar las empresas privadas donde hay dinero público, como ha sido el caso de Spanair? ¿Quién pagará a los familiares de las víctimas del accidente de Barajas si la compañía desaparece? ¿Solo las aseguradoras? No se lo cree nadie.

Las islas son territorios pequeños y saturados. Camino por mi pueblo, Los Llanos de Aridane, y observo que son los alemanes los que ahora arreglan los zapatos y los relojes, los extranjeros llevan las tiendas de deportes, las tiendas de ropa más original, los bares y los restaurantes de más nivel. Zapateros alemanes, relojeros alemanes. ¿Dónde está la iniciativa de nuestra gente?

Esperamos como agua de mayo el carnaval que quita hierro a los asuntos, el carnaval es nuestra adormidera. Pero parece claro que nos merecemos otro panorama. Luchemos por la utopía: una democracia con raíz popular, que la gente de abajo sea capaz de organizarse para exigir.

El ministro Soria ha paralizado los nuevos proyectos de energías alternativas. ¿Acaso porque tiene constancia de que al lado de Fuerteventura hay una gran bolsa de petróleo que tendremos que pelear con el vecino marroquí? El Hierro va a ser sostenible con las energías alternativas, y por eso hay que esperar que en las islas florezcan tanto la hidroeléctrica como la geotérmica, la maremotriz. ¿No se podrían aprovechar las muchas toneladas de plátanos y tomates que se tiran cada año a los barrancos para generar biomasa, biocombustibles?

La esperanza es lo último que se pierde, y a pesar de que el 2012 viene con aires de Apocalipsis, sabemos que la inteligencia humana siempre ha conseguido superar las peores circunstancias, las mayores adversidades.

Archivado en:

Publicidad
Comentarios (6)

Leer más

Leer más

Leer más

Leer más

Leer más

Leer más

Publicidad

Últimas noticias

Publicidad

Lo último en blogs

Publicidad