En este planeta de tribulaciones, en plena Semana de Pasión, nos damos cuenta de una cosa casi elemental: qué difícil resulta ser feliz. Hace unos años unos científicos de USA se fijaron en un monje francés, Matthieu Ricard, nacido en 1946 y felicísimo de su retiro en un monasterio budista de las montañas de Nepal, donde disfruta ell nirvana budista, el paraíso verdadero. Este francés, único europeo que sabe tibetano clásico, renunció al sexo, al dinero, a las ambiciones, y fue declarado el HOMBRE MÁS FELIZ DEL MUNDO después de ser observado con 256 sensores por ilustres y experimentados científicos.
Este Matthieu Ricard era un biólogo molecular con la vida asegurada, y un buen día dio ese gigantesco salto. ¿Qué hacemos quienes todavía peleamos para llegar a fin de mes, preocupados por comer tres veces al día, tener un cochecito que nos lleve de aquí para allá, subirnos a un avión para hacer alguna visita más o menos imprescindible, llenar la nevera de yogures y disfrutar (todavía) alguna noche de placer erótico?
Este hombre borró las comodidades del mundo, la posesión de objetos y hasta el sexo. Un tipo que hizo un doctorado en genética celular en el Instituto Pasteur de París y que trabajó con un premio Nobel de medicina, François Jacob. Y que estaba destinado a ser un genio en el campo de la biología. Este hombre ahora da conferencias aquí y allá para explicar cómo romper la cadena de las aspiraciones materiales, del consumismo, del dinero. Es de suponer que esos dinerales que le pagan estén dedicados a causas justas como paliar el hambre en Somalia o buscar agua potable en la India.
A veces nos preguntamos para qué hay todavía tantos conventos, algunos de estricta clausura, en los cuales los religiosos y las religiosas se aplican a rezar, a pensar, a cultivar el huerto, a limpiar el cementerio.
Y aquí surge la pregunta. Si un monje que pasa la mayor parte del mundo observando y disfrutando la paz del espíritu y la absoluta contemplación es capaz de alcanzar la felicidad ¿qué hacemos los demás que todavía pensamos en trabajar para cobrar las pensiones de jubilación a los 67 años prometidos? ¿Y para qué andar buscando esa media naranja que se nos escapa siempre? ¿No será que también debemos renunciar a un trabajo ahora que aquí tenemos el record mundial de parados, no será que incluso debemos renunciar al amor? ¿Y los países emergentes, en vez de empeñarse en dedstrozar los bosques y consumir petróleo y contaminar como el resto, no tendrían que ponerse a levitar cada mañana?
De todo esto podríamos deducir que el modelo occidental no es ni el único ni el mejor para obtener si no la felicidad sí al menos la paz personal, la calma vital. Lo bueno del budismo es que no es propiamente una religión sino una filosofía de vida que promueve romper con los deseos materiales. Cuanto más tenemos, más deseamos. Si tenemos un buen coche, queremos otro más potente. Si nos hemos comprado una casita en el campo, queremos una más vistosa y con más parcela. Si hemos conocido a una chica (o a un chico) guapa (guapo) nos preguntamos por qué no seducimos a más chicas o a más chicos guapos. En definitiva: no habría que aspirar a tener más cosas. La felicidad completa es imposible de alcanzar. Por tanto, renunciemos a los deseos.
Claro que esta breve reflexión no pretende ser un artículo de autoayuda. Pero así es el budismo: hay que renunciar a tener MÁS (más amigos en Facebook, más ligues de ocasión, más coitos mensuales, más dinero en el banco, etc.) De paso, también los fieles budistas creen en las segundas o terceras oportunidades, no en vano creen en la reencarnación. Mientras, los cristianos confían en la resurrección.
Lo que sí está claro es que este amigo francés, ahora en el nirvana de Nepal, nos invita a reflexionar. ¿No será que quienes vivimos en occidente sometidos a la prisa, al estrés, a la ambición, al trabajo (o al paro), a los espasmos del sexo, etc. estamos equivocados en casi todo? Pero si todos nos dedicáramos a meditar ¿quién cultivaría las lechugas y quién criaría los pollos para alimentar nuestro turbulento y exigente estómago mientras el puñetero no aprenda también a levitar?
blogdeleonbarreto.blogspot.com
lleon
Amigo Antonio: genial lo del concejal italiano. Amigo PedroLuis: reencarnarse en pájaro es una maravillosa idea, pero que sea para muchas vidas ya que estas criaturas creo que viven poco, sobre todo si anda algún gato cerca. Geniales meditaciones.
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PedroLuis
Estimado Luis, como bien puedes comprobar por la hora a la que escribo "esta breve locura", por si acaso lo de la resurrección fallara, he preferido pasarme el sábado despierto hasta bien entrada la madrugada.
Esta tarde, poco antes de llegar el aguacero más fuerte de todo este último otoño-invierno-primavera, contemplaba unos pajaritos que cantaban alegres sobre unas palmeras que he plantado en un jardín existente frente a mi casita de Abades (tengo la batalla perdida, pues aunque me empecino en publicitar a los cuatro vientos que la plaza la he ajardinado y cuidado yo, y que en consecuencia debe ser la "Plaza de don Pedro"… no hay manera, la gente la conoce por la Plaza de Pedrito, porque cuando "el Mundial", Marca le hizo una sesión de fotos en la misma… Y yo he de consolarme pensando que abuela también me llamaba Pedrito… aunque si era para reprenderme, entonces era Pedrito Luiiis") -perdón, algo largo me quedó el paréntesis-…
Decía que contemplaba unos alegres pajaritos… Llamé a Chely y le dije:
– ¿Qué te parecen esos pajaritos?
– Preciosos, me respondió, y fíjate lo contentos que están.
– Decidido, pues seré pájaro, le respondí.
– ¿Quéee?
– Nada, que me voy a reencarnar en un pájaro.
Me miró desconfiada y volviendo a la película que estaba viendo en la tele rezongó bajito:
– Lo tuyo mijo, no tiene remedio…
– ¿A no?… Pues cuídate, que yo te estoy viendo por momentos cara de pájara…. y vas a tener que soportarme al menos otra vida más. Mejor felices.
La felicidad, es verdad, un asunto "complejo y sencillo a la vez".
Un fuerte abrazo.
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Antoni
Mira qué noticia más curiosa, el alcalde de un pueblo italiano llamado Caregnano crea una concejalía de la felicidad como herramienta contra la crisis, Aquí está, en este enlace
http://www.abc.es/20120225/internacional/abcp-politica-para-felicidad-20120225.html
Curioso. La verdad, no sé si reir o llorar, aunque me decanto por lo primero, y con optimismo, jajaja.
Un abrazo.
Antonio.
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lleon
Amigos Antonio, Pedro Luis y Pevalqui: esto de la felicidad es algo complejo y sencillo a la vez. Pero no debe estar al alcance de los mortales disfrutar esa sensación por mucho tiempo. El amigo Pedro Luis opina que tras la muerte sería más probable que nos reencarnemos, como piensan los budistas, a que resucitemos, como piensa la Iglesia Católica. Otro asunto algo endiablado, hoy que es Sábado Santo, víspera de la Resurrección que sucedería en esta inminente medianoche. En fin, amigos. Aspiremos a estar tranquilos, si no felices, a pesar de que cada día que pasa la economía nos da nuevos motivos de infelicidad. ¿Llegaremos a estar como los pobres griegos?
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pevalqui
Como los especuladores con la connivencia de los gobiernos neoliberales europeos nos sigan apretando y exprimiendo el bolsillo, tengo la impresión Luis, de que vamos a tener que llegar al Nirvana por necesidaded y no por aspiración, por deseo.
Ya tengo repeluz de leer la prensa por las mañanas.
Saludos cordiales…
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Antoni
Gran artículo y tremenda pregunta que desarmaría sobre todos a los habitantes de medio mundo occidental. Lo mejor de todo es que cuando se tiene, por ejemplo, el televisor de la más alta tecnología, ya no nos gusta la tele. Creo que la felicidad no es complicada, lo que es complicado es la aspiración a ella sin darnos cuenta que la tenemos al lado y dentro de nosotros.
Un abrazo, Luis.
Antonio.
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PedroLuis
Estimado Luis, muy apropiada reflexión para los días que tocan. Otra forma de ver y de entender el jueves Santo, día del amor fraterno, y la semana de pasión.
¡Quién, con el estómago lleno, no ha dedicado algún tiempo a sopesar el enjundioso contenido de lo que aquí tan bien nos expone!
Casi coetáneo de M. Ricard, le entiendo perfectamente. En mi época de estudiante recuerdo que la teoría biológica (y la filosofía) de sus maestros F. Jacob & J. Monod, hacían furor, sobre la magia genética de la síntesis de proteínas… y la par que se abría el camino para el conocimiento del genoma humano.
No se me ha pasado por la cabeza (mi inteligencia no llega a tanto) refugiarme en un monasterio de la meseta del Tibet, entregado a las meditaciones budistas. Sin embargo, en más de una ocasión si he reflexionado en voz alta con algún compañero de excursión, perdido en los cantiles de nuestros paisajes más emblemáticos (Anaga, Teno, Jandía, La Caldera, Garajonay, Sabinosa, Ayacata, Siberio, Famara, etc.), la tentación de refugiarnos en una cueva, olvidarnos del mundo y convertirnos en anacoreta… sin perder de vista la mochila con el bocata. Convencido de que la humedad no es buena compañera para el reuma, siempre he terminado por desistir y volver a la “dulce penuria urbana occidental”.
Desconozco el secreto para alcanzar la felicidad plena, sí me atrevo a exponer que la vía para alcanzar la misma está lejos del óptimo de cualquier atisbo de egoísmo o glotonería en los frentes que nos anuncias. Tampoco veo clara la vía de abstención total. O sea, que el nirvana lo veo en “la encrucijada de la madre de todas las moderaciones”. Lo verdaderamente difícil es conocer la dosis del justo equilibrio de la moderación. Porque esa dosis es personal e intransferible. Para colmo, en una misma persona, varía con el estado de ánimo, edad, salud, etc. O sea un rollo.
En cualquier caso:
– Me alegro por Ms. Ricard.
– No tengo claro lo de la reencarnación, pero sí me parece más probable que la resurrección.
– El diferencial alemán supera la barrera psicológica de los 400 puntos ¿Qué pensará el Sr. Ricard al respecto? Seguir huyendo o reencarnarse en un banquero. Lástima no habérselo preguntado ayer a don Emilio Botín, que estuvo en Gran Canaria en el monasterio de Santa Catalina dedicado a ejercicios espirituales con los suyos. Ellas de chaqueta roja, ellos con corbata corporativa de similar color… ¡Cómo no van a dar ganas de salir corriendo para El Tibet!
Cordiales saludos. Para aspirar a la moderación, ya está bien. Me parece a mí.
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