Hace 50 años Francia era un país próspero y mandaba un general a quien Franco admiraba. Francia era un país que, con su Revolución a finales del XVIII, iluminó a Europa y al mundo, era la Ilustración, la novelística de Camus y el pensamiento disidente de Sartre, era Brigitte Bardot, Marguerite Yourcenar, era una gran literatura, era un cine diferente, Marguerite Duras, Françoise Sagan, la Nouvelle Vague, Jacques Brel, Juliette Gréco, Johny Holliday, Silvie Vartan y la Hardy, aquella chica que cantaba Tous les garçons et les filles. Francia nos enseñó el impresionismo, el existencialismo, el surrealismo, allí la Generación Perdida de EEUU, allí Picasso. Y, de pronto, en mayo estalló la revuelta: barricadas en las calles, pintadas anarquistas, algún muerto. Protestas contra la guerra de Vietnam que sacudieron las universidades en EEUU y Francia con su Vietnam particular, la guerra de Argelia. Los jóvenes cuestionaban la sociedad de consumo, el imperialismo y la política tras la segunda guerra mundial. En Nanterre, la periferia parisina, los estudiantes liderados por un joven alemán, Daniel Cohn-Bendit, denunciaron listas negras de alumnos, pedían residencias universitarias mixtas y nuevos métodos pedagógicos. La protesta se trasladó a la Sorbona y su rector recurrió a la policía, 600 detenidos y mucha violencia. Ardía el Barrio Latino, en el distrito quinto, gases lacrimógenos, cócteles molotov. Seamos realistas, pidamos lo imposible, dijo Herbert Marcuse. En solidaridad con los estudiantes, los sindicatos llamaron a la huelga general el 13 de mayo, el mayor paro de la historia del país.
La imaginación al poder, reclamaban los libertarios. Pero en la novela El gatopardo, de Lampedusa, el protagonista dice: Hace falta que algo cambie para que todo siga igual. Esto es lo que sucedió, casi todo siguió igual. Cierto que allí comenzó la movilización del feminismo, cierto que la izquierda encontró un referente que resultó volátil, en España seguimos padeciendo a nuestro dictador particular. En EEUU el movimiento hippie mandaba mensajes en favor de la vida comunitaria y contra la mentalidad burguesa, en México hubo movilizaciones y matanzas estudiantiles. Luego en Portugal vino la Revolución de los Claveles. Y seguimos admirando las libertades, el cine libre, la literatura libre, la sociedad tolerante. Mayo del 68 no fue una revolución pues el poder siguió en su sitio, pero sí tuvo repercusión en el plano de las costumbres. El capitalismo lo digiere todo, la vida lo tritura todo, el tiempo lo cura todo. ¿Fue un fracaso Mayo del 68? Sí, y no. ¿Acaso vivir es un fracaso, que conduce a la Nada? Los blindados soviéticos dieron por terminada la Primavera de Praga en agosto, Richard Nixon fue elegido presidente de Estados Unidos en noviembre. Para muchos, ese movimiento, con lemas como “la imaginación al poder” o “prohibido prohibir”, tuvo consecuencias sociales y políticas. Para otros la imaginación no llegó al poder, ni las guerras dejaron paso al amor. “La derecha vivió mayo del 68 como un caos pasajero que conviene olvidar”, señaló Felipe Sahagún. Parte de la izquierda, como recuerda Alain Touraine, sigue viéndolo como la semilla de la que han germinado avances: la liberación de la mujer en Occidente, el protagonismo creciente de la sociedad civil, los derechos sindicales. Supuso también el derecho a la igualdad, la consolidación del aborto y de la contracepción. Francia es un país admirable, el otro es el Reino Unido. Ambos trajeron el progreso y el libre pensamiento; fueron colonizadores de medio mundo, y se nota en África, el continente de al lado, al que miramos de soslayo.
Los viajes son excelente maestro para quien ha nacido en un entorno pequeño y por eso ha desarrollado antenitas especiales para ver y sentir el mundo. Si tienes cubiertas las necesidades elementales, suponen la mejor manera de invertir en la vida. He estado en unos cincuenta países, y aspiro a seguir moviéndome mientras las rodillas no me fallen demasiado. Decíamos que en el 68 Francia temblaba bajo el conato de rebelión que acabaría diluyéndose como el azúcar en un café recién hecho. Yo era un alumno lagunero y apenas con 18 años me inscribí en dos campamentos de verano para estudiantes, en la zona de Burdeos, dada la tensión de la revuelta de Mayo parecía que no iban a celebrarse. Hice los dos campamentos, luego autoestop hasta Italia, regresé a Barcelona para subirme a un barco que tardó casi una semana en llegar a Tenerife. Francia siguió adelante y en el verano siguiente, con solo 3.000 pesetas en el bolsillo, me fui a Inglaterra en un barco que tardaba una semana desde Santa Cruz de Tenerife a Vigo, Santander y Southampton. En la aduana, sin una sola palabra de inglés, me costó Dios y ayuda convencer a la funcionaria de que debía permitirme seguir a Londres, donde encontraría el clásico trabajo de los españoles: lavaplatos primero y ayudante de camarero después. Cinco meses inolvidables para ver cine y teatro sin censura, desde Hair a El graduado, adaptaciones de James Joyce, teatro libre. Olvidado de la represión sentía la vida, el descubrimiento de la nieve, las fiestas de los exiliados republicanos para pedir la amnistía, enterrar la guerra civil. París fue el hallazgo de la belleza, el Museo de los Impresionistas, el Jeu de Paume, el Louvre, los bulevares. Como dijo Hemingway, París era una fiesta y Londres fue la libertad personal. En Londres, recién llegado, asistí en el Hyde Park al convierto de los Rolling Stones en homenaje a Brian Jones. Algo fabuloso entre 250.000 jóvenes, Mick Jagger y sus compañeros estrenaron temas importantes, y yo en primera fila.
En la Academia de don Pepe Lavers en Aridane no había clases de inglés, solo francés, asignatura que daba doña Concha, la madre gomera del que fuera alcalde llanense, Juan Ramón Rodríguez Marín. Luego, con poco más de veinte años, gracias al viaje de final de carrera del grupo de Periodismo de La Laguna, fuimos a Caracas, México DF y Nueva York. Tres destinos impresionantes en un continente impresionante, aquella Venezuela donde se derrochaba whisky de marca, donde el Hogar Canario era un emporio, donde los paisanos triunfaban y donde fui a visitar a un primo que plantaba tabaco más alto que un hombre, en El Sombrero, Estado Guárico. España no tenía relaciones con México, nos costó un mes de espera en Venezuela hasta conseguir el visado, la generosidad de los paisanos fue maravillosa. En México DF encontré a Bernardo de la Torre Champsaur, exiliado ilustre, hermano de doña Lola de la Torre, la musicóloga, nos llevó a la pirámide de Teotihuacán. Y qué decir del descubrimiento de Nueva York, sucia y brillante, espectacular en sus grandes museos y sus parques, en sus avenidas y en el hecho de que oyes hablar español en todas las esquinas. Años de iniciación.
Blog La Literatura y la Vida
lleon
Muchas gracias, Pevalqui, por tus precisiones
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pevalqui
Fe de erratas: Luis, cuando me refería al Lido quise decir “El Olympia”, templo de la música moderna francesa. Un abrazo. Muy buen apunte sobre el Mayo del 68. Experiencia viajera incluida.
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pevalqui
Fue una época convulsa para Francia, aún bajo los estertores de la Guerra de Indochina (narrada por Malraux en “la condición humana”), en la que finalmente tuvo que recurrir “al amigo americano”, tan denostado siempre por la izquierda y la intelectualidad francesa como por una derecha que en tantos aspectos coqueteaba con los presupuestos de la izquierda.
La nouvelle vague era por sobre todo un cine de contenido social. Un cine al que la grandeux francesa consideraba alejado de aquel otro hollywoodiense, destinado al gran público.
Francia que siempre fue reticente a la descolonización de su posesiones ultramar; mientras que al otro lado del Atlántico las protestas por las consecuencias de la guerra del Vietnam arreciaban en las escalinatas del Capitolio. Y más al oeste, en California, emergían con fuerza los movimientos pacifistas alentados en el Campus de la Universidad de Berkeley, y el movimiento hippie impregnado de la filosofía oriental, abrazada hasta por los Beatles. Todo ello aún con los ecos del movimiento anti racista liderado por el reverendo Martin Luther King, en una América que recién despertaba del macarthysmo.
Por aquel entonces los franceses contorneaban sus caderas al ritmo de “Noir c’est noir” interpretada por Johnny Halliday, su réplica de Elvis, mientras que su sensual y rubia esposa, Sylvie Vartan, nos deleitaba con aquella pegadiza y acaramelada balada “la plus belle pour aller danser”, https://youtu.be/CB2sqCMIqmU ambos en cohabitación con los chansonnieres franceses. Aquella pléyade de maravillosos cantantes que encabezó la siempre recordada Edith Piaff, para quien la vida no fue precisamente “en rose”, tal y como nos cantó, aunque poco después dijese que no se arrepentía, ni del amor ni del desamor, con su “Je ne regrette rien”.
Tierra de “metecos”, quien como tal, fueron exaltados por George Moustaki en su “La meteque” https://youtu.be/MV8fGf-N06A, en tanto que la voz grave de Jacques Brel y la de Aznavour inundaban el escenario del parisino Lido en el margen derecho del Sena, cercano al siempre recordado Je de Paume, trasladado posteriormente más hacia arriba próximo a la Place della Republique, reconvertido en el Museé de Orsay, allí donde las diapositivas de Monet, Manet y Renoir que tanto disfrutábamos en el Instituto, se tornaban reales a la vista. Se vivificaban.
El mayo del 68, marcó el origen de la revuelta estudiantil, liderando la protesta de un país que aún no se había recuperado de sus traumas, tras la invasión nazi en la Segunda Guerra Mundial. Tan alabado por intelectuales, artistas y escritores tanto españoles como sudamericanos. Así, Cortázar en su “Rayuela”, nos trasladaba al París de la bohemia.
Un mayo del 68 que marcó un comienzo que a decir de sus detractores liberales, trajo consigo nefastas consecuencias, tanto en la política educativa posterior, ausente de principios disciplinarios (esto lo estamos viviendo también en España), e incapaz de promover la integración de los emigrantes del África sub sahariana (ahí siguen presentes los conflictos en los barrios del sur parisino), como de la reacción de buena parte de la emigración musulmana que no se considera francesa.
Fue un soplo de aire fresco que se desvaneció con el devenir del tiempo, en una República siempre crítica hacia el poder de la nobleza más rancia del siglo XVIII y que aún tras su revolución jacobina, no logró desprenderse de sus viejos atavismos. Aquella que tanto señaló Stendhal, en su “ Rojo y negro”.
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Juanf
Cuando Don Luis se sienta mirando el paisaje que lleva la sensación de que el mundo se ha parado, es el motivo que necesita para darnos su crónica de como andaba el mundo allá por los sesenta, por mi angulo circulaba el sonido de Italia en la Venezuela, de españoles de todas las regiones, portugueses y cuantos otros huían de la Europa aún sufriendo los estragos de esa miserable guerra que buscó un engreído que se creyó dueño y señor del mundo, dando entrada a una posguerra de atraso y de buen cine como “La vida es bella” de Roberto Benigni, Cinema Paradiso de Guiseppe Tornabre, o Ladrón de bicicletas de Victorio de Sica, para nosotros emigrantes a Venezuela, ir al cine nos alejaba un poco de la nostalgia del terruño en la lejanía con recuerdos poco favorables como para pensar en el regreso, no fue fácil asimilar el encanto de un nuevo lugar con costumbres diferentes y donde podíamos ver el mundo sin movernos, los sonidos de otros idiomas proliferaban al extremo de llegar a comprender con facilidad el italiano y el portugués, eramos ajenos al comentario de lo que estaba sucediendo en la Francia que nos comenta don Luis, y si en la Venezuela de Pérez Jiménez, allí observando con detenimiento nos llevaba al pais de donde habíamos nacido, la mano dura propia de una dictadura que buscaba salir del atraso de décadas de miseria rural, que solo dejaba vivir y muy poco prosperar, el tiempo transcurría y antes de la llegada de Castro al poder sobre los 50’s incursioné por la embajada de Cuba en Caracas y solicité visa, cosa que me negaron por ser menor de edad, y como la vida es una caja de Pandora tuve que regresar a mi casa canaria en emergencia por la enfermedad de un familiar, allí pude visitar una clínica que estaba recién fundada por un medico local recién llegado de Nueva York, donde había estado varios años de internado, su nombre Don Pedro Hernández, hombre este con una gran visión y excelente profesional, dándome la oportunidad de intercambiar opiniones, así como de aprovechar mi ida para ir de excursión con unos amigos a la Caldera de Taburiente y fue allí en una amanecer dentro de la misma que pude ver el paisaje que me dio la idea de que fuera el Canadá el lugar a donde viajar y como bien lo dijo Don Luis entré sin ningún conocimiento del idioma ingles, siendo una portuguesa que me sirvió de interprete….y aquí paro de contar, pues fue el comienzo de otras aventuras por tierras de Norte América, salpicadas con la España de Franco y la Venezuela de Rómulo Betancourt y Caldera , luego llegaría tener visa para viajar a los EEUU lugar desde el cual estas lineas son escritas para felicitar a Don Luis por tan estupendo articulo que nos regala, mucho tendría Don Luis para comentar sobre tantos paises visitados, ya que de seguro en todos ellos el recuerdo da para muchas crónica que aquí le agradeceríamos y a mi me daría la oportunidad de recordar tantos bellos lugares que el tiempo por distintos paises me permitió apreciar.
Don Luis nos comenta del Hogar Canario Venezolano, siendo yo uno de los muchos que se unieron para tener tan bella estampa.
Se les quiere y aprecia mientras el mundo sigue dando vueltas esperando por las noticias que alegren al momento.
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Pintao
Hola Ileon:
Por lo que veo el asunto del borrado del comentario se ha solucionado, pues veo que antecede.
Siempre es de agradecer el contenido de los artículos de tu blog, pues tratan siempre de temas de interés y
que por lo general tienen que ver con la actualidad.
Creo que hoy en día mucha gente joven no se da cuenta que muchos conceptos que hoy entendemos como esenciales, se formaron o se fortalecieron con fenómenos como el Mayo de 68, que yo lo veo como la punta del iceberg que venía de atrás, tratando de encontrar una salida al la vida dentro del sistema de sociedad del bienestar que había funcionado por veinte años, pero que encerraba algunas incógnitas.
También es cierto que en España, para la gran masa de gente joven, estas efervescencias ideológicas le interesaban a pocas personas, pues ni el Alcazar ni Arriba, y menos el ABC, se ocupaba de estas cosas.
Y para muchos lo que sucedía en el Barrio Latino o en Nanterre era cosa de “peludos”, pues no en vano era difícil dar el salto desde la prietas filas marchado cara al sol y firme el ademán, donde habíamos sido formados.
Cierto es que siempre había algún amigo iluminado que nos encargaba que le trajéramos tal o cual libro del Ruedo Ibérico, en alguna parte del Distrito V, cosa que siempre representaba algún riesgo al pasar la aduana de vuelta.
Y es de comprender, pues obras como “Historia del fascismo español”, de Stanley Payne o la poesía de Miguel Hernández, se comprende que eran tremendamente subversivas, pues atentaban contra los valores eternos de la patria. Cosa de extrema gravedad era intentar colar El Capital, cosa que dicho sea de paso pe pareció un tocho infumable.
También recuerdo un consejo reiteradamente recibido de algún pater, que en la época siempre tenían su influencia, que nos apercibían de los males que inundaban el mundo tras los Pirineos.
Había de mantenerse la guardia alta, pues Satán acechaba con señuelos y añagazas, que en realidad todo estaba contaminado de concupiscencia a raudales, cosa que sobre el terreno descubríamos que la cosa desde luego no era como el pater creía, más bien el asunto, conllevaba bastante más dedicación y trabajo que las advertencias del pater nos había hecho creer.
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lleon
Perdón, perdón Pintao: creo que sin querer he borrado tu comentario Si puedes, reenviámelo gracias
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Pintao
Desde luego que fue una oportunidad única para establecer nuevos puntos de referencia la que tuvimos los jóvenes que salimos a la Europa del norte en los últimos años sesenta.
Generalmente España era un erial en tanto a los movimientos político/culturales que pudieran entusiasmar a la juventud, excepto algunos círculos muy reducidos y semiclandestinos.
Una vez que se avanzaba en los idiomas, se daba uno cuenta de la bocanada de aire fresco y libertad de la que carecíamos tan pronto cruzabas Los Pirineos.
Visto desde hoy, también es cierto que parecía que estaban en marcha nuevas ideas, nuevas formas de entender la vida que estaban casi al alcance de la mano y que andando el tiempo significaron cambios sustanciales de conceptos, sobre todo en avances en tanto a la libertad y autonomía personal (por ejemplo lo que significó la generalización de la píldora anticonceptiva en tanto a la liberación de la mujer). Yo creo que fue una consecuencia de la sociedad de bienestar que quería dar un pazo más, pues se quería ir a más, y como suele suceder siempre se queda a medio camino. Desde luego sabemos que era una utopía que “debajo de los adoquines estuviera la playa”, pero los conceptos si que se modificaron.
Hoy el panorama es otro, y todavía bastante confuso, pues no hay “ideas claras”, como creíamos entonces, al menos hoy sabemos que las cosas no marchan “a lo más”, como entonces, y creo también que somos mucho más desconfiados, pues distinguimos mejor aquello de predicar y dar trigo.
Y los españoles como siempre, fieles a nuestro sino, unos años por detrás, todavía liados en guerras de banderas y nacionalismos decimonónicos, y en un alto porcentaje manipulables dispuestos a comulgar con redas de molino. Los catalanes con su supremacía, los vascos a verlas venir para apuntarse al carro, Podemos, creyendo que siguen el La Puerta del Sol y que todavía en 15.M, Pedro Sánchez en belén con los pastores y Rajoy y Cifuentes y Rafael Hernando, convencidos que en este país estamos todavía con el borrico y el botijo.
Bueno, siempre tenemos el consuelo de que todavía hay por esos mundos de dios sitios mucho peores.
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lleon
¡Qué grande ser joven!
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