Había una película con un título cruel, No es país para viejos, de los hermanos Coen, con Javier Bardem en papel estelar. Estamos dando pasos acelerados hacia la desmembración familiar y este es un fenómeno que nos va a afectar cada vez en mayor medida. Pasas por una calle céntrica y te das cuenta de que hay viviendas con las puertas y ventanas cerradas. En muchos pueblos del interior de las islas las casas vacías que se van cayendo de puro viejas llegan a ser la mayoría. Y hay personas mayores que viven solas. Dicen los números que al comienzo de la década de los 80 las mujeres mayores que vivían solas en este país no llegaban al medio millón pero desde entonces se han multiplicado por tres. Las mujeres viven más años que los hombres, actualmente en España son 1,4 millones de mujeres que viven solas por solo 0,6 millones de hombres. Que cada vez más personas mayores vivan solas es un fenómeno con varias causas, y la más importante es que el número de hijos ha ido disminuyendo de manera alarmante. La mayoría de los españoles considera que hoy se atiende peor a los padres mayores que en las generaciones anteriores. Se tiene poco contacto con los familiares de más edad, el envejecimiento de la población se dispara porque crece la expectativa de vida, y lo que más crece es el número de mayores de 80 años. Parece que las mujeres llegan mucho más a edades avanzadas, pero lo hacen en peores condiciones de salud que los varones. Es frecuente que las inmigrantes latinoamericanas consigan trabajo como cuidadoras de personas mayores, y se piensa que en el futuro habrá robots que podrán ayudar en este mismo sentido.
Canarias envejece: los mayores de 64 ya superan a los menores de 16, y este es un país cada vez más envejecido. Las islas eran hasta hace poco una de las regiones con más jóvenes, pero la natalidad ha caído. En tiempos de Franco había unos premios de natalidad que inevitablemente iban a provincias andaluzas y a Canarias, en el sur de Gran Canaria había familias con 18, 20 y 22 hijos. Debe ser que el dictador se había dado cuenta de que vivíamos en un país casi vacío, y hasta hace poco éramos una sociedad en plena expansión, con potencial para crecer. Ahora mismo las regiones más envejecidas son Asturias, Galicia y Castilla-León, mientras que Ceuta y Melilla, Murcia, Andalucía y Baleares son las que tienen más jóvenes. Y España es uno de los países que destina menos recursos al cuidado de las personas mayores, tenemos uno de los menores índices de plazas residenciales para mayores de toda Europa. La tasa queda por muy por detrás de la de naciones del entorno como Francia, Alemania, Suecia o Reino Unido. España también está a la cola en plazas de hospital para enfermos crónicos, según el mismo informe de Antares de 2014, que califica de inquietante la gestión del proceso de envejecimiento en España, donde los mayores suponen ya hasta el 70 por ciento del gasto sanitario. Se ha investigado poco sobre la soledad y su repercusión sobre la salud, pero sí se sabe que los hombres mayores que viven solos se suicidan con mayor frecuencia que las mujeres.
En Japón, país de la alta tecnología, ya están aplicando la robótica al cuidado de ancianos, lo que supone una revolución para una sociedad envejecida que, junto con España, Suiza y Australia, disfruta de la esperanza de vida más alta del mundo: 86 años para las mujeres y 80 para los hombres. De sus 127 millones de habitantes, casi la tercera parte tiene más de 65 años. Entre ellos hay 65.000 centenarios, la cifra más alta del mundo, y un serio reto que, al aumentar cada año, obliga a buscar soluciones. A los mayores de la residencia Shintomi, en Tokio, no los levanta cada mañana un despertador sino un pequeño robot azul y blanco de brillantes ojos negros, que preside sus mesillas de noche junto a sus pastillas. Además de darles los buenos días y recordarles las horas de su medicación, este «muñeco», de treinta centímetros, dispone de una cámara con rayos infrarrojos para detectar si los ancianos se caen de la cama, lo que haría saltar una alarma en los móviles de los cuidadores. Cuesta 300.000 yenes (2.300 euros) y es capaz de entablar una conversación sencilla con los mayores, para que no se sientan solos.
Por sus raíces latinas y católicas, España sigue siendo uno de los países más familiares. Esta tradición de ayuda ha hecho que el Estado se libere de responsabilidades, pero ahora sucede que somos uno de los países con menos recursos públicos destinados al envejecimiento. La red familiar ha ido desapareciendo y sin embargo, los recursos públicos no han crecido de forma acompasada. En España el Estado de Bienestar aún se mantiene gracias al cuidado de familiares o personas contratadas por las familias, muchas veces en condiciones económicas y laborales que dejan mucho que desear, diagnostica José Antonio López Trigo, presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG).
La soledad es un problema que se acentúa en estos tiempos. En la globalización existen más telecontactos, hay más sectas, hay más foros, más clubes, más tribus urbanas. Perdemos la mirada del otro, olvidamos el pensamiento de los clásicos griegos. Aristóteles decía que el hombre es un animal social, a través de la palabra y del conocimiento fundamenta su progreso. En cambio el británico Hobbes pensaba que la sociabilidad es una carga, el hombre es un lobo para el hombre. Jean Paul Sartre, patrón del existencialismo, afirmaba que el infierno son los que nos rodean. Hoy, en pleno debate sobre la evolución, el ser humano tiene la tendencia de volver a la selva, subirse al árbol, comerse el fruto sin reconocerse en los demás. Una cosa es la soledad elegida y otra bien distinta la soledad impuesta. Ni el hacinamiento de abejas y hormigas, ni el gregarismo de las mayorías silenciosas. Existimos con los demás, interdependientes. Pues somos solitarios y comunitarios a un tiempo, contradictorios y febriles. Si tenemos la posibilidad de elegir, bienvenida sea la soledad y bienvenida la compañía. La pareja humana también anda en crisis, ya a nadie le sorprende que la mitad de los matrimonios se disuelvan más pronto que tarde. Psicólogos y psiquiatras se van a forrar, pero quienes peor lo van a pasar son los ancianos.
lleon
Muchas gracias a los participantes, como siempre trato de indagar en los temas que nos afectan Gracias
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GALVA
Una desgraciada realidad distopica….
Si en Blade Runner se anunciaba un mundo inhumano-donde la mayoría de la gente vivía sola ( a disgusto)- confuso, cruel, que llevaba a toda vida humana al nihilismo y la falta de empatia, esto es PEOR….
El desagradecimiento a tus padres, y el abandono de las personas mayores- los que tienen la experiencia de la vida – es una peor desnaturalizacion que llamar a un aborto “interrupción legal del embarazo”…
Pero claro: ¿Que es la familia natural? Eso es un invento de los biólogos , antropólogos decimononicos y científicos demasiado apegados al empirismo…..Nada, que el regimen nazi probara que esos niños sin padre y madre sufrían un problemas emocionales ciclopeos……NADA.
LLEGO LA MODERNIDAD…
Le ponemos al Abuelete un Nexus 6 de la mejor cosecha replicante, y antes de que muera, que también se lleve en su viaje al Abuelo, practicando una eutanasia rápida……Eso lo programamos con implantes de nanotecnologia.
Si esto sigue así, me presento voluntario para colonizar Marte….
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Pintao
Cierto es que el panorama a corto y medio plazo, si nos fijamos en la Europa Occidental, es preocupante y que la pirámide demográfica de sus países, lejos de ser pirámide, más bien empieza a parecerse abetos de navidad.
Triste es que si bien actualmente la media de las personas mayores gozan de mejor salud que hace sólo unos años, y que a pesar de lo precario de las pensiones, no viven en la indigencia, sí que es triste que su descendencia haya enfriado el trato personal y reverencial de otros tiempos, pero esto creo que poco remedio tiene de cara al futuro, pues los valores que van adquiriendo relevancia son más bien de tipo estético,
Por otro lado, en tanto a la escasez de reposición de población productiva, si hacemos un poco de caso a los estudios acerca del fenómeno migratorio que se está produciendo desde el sur del Mediterráneo, constatamos que esto no ha hecho más que comenzar, y los docientos y pico millones que viven a lo largo del norte de Africa, buscará la manera de atravesar el charco en uno u otro medio, pues los problemas climáticos del Sahel, hacen que las poblaciones a falta de perspectivas se muevan hacia las costas, y aunque sea nadando tratarán de buscar un mejor medio de vida.
Las condiciones empieza a ser muy crueles para grandes masas de población, a las que no les queda otro remedio que buscar otros horizontes y para que empiece a haber perspectivas de que la Europa Occidental se lo tome en serio y se comiencen a tomar medidas que mitiguen la vorágine que se nos avecina, han de producirse verdaderos problemas que sintamos en nuestras carnes y que nos hagan despertar.
Por las razones demográficas que sean, lo cierto es que muchos países africanos (y en alguno de ellos pasé algunos años), han multiplicado su población por dos en treinta años, y esto no pasa sin que se produzcan consecuencias negativas directas.
A veces pongo en duda mis temores, hablando con muchos compatriotas y viendo la manera tan despreocupada que adoptan acerca de este asunto. Deben, quizás, de tener razón y este asunto ya se arreglará solo, a medida que pase el tiempo.
Además, quizás sea cierto que Canarias es territorio de paz, jardín tropical de belleza sin par, y nuestro entorno geográfico siempre va a ser estable y tranquilo como toda la vida, y eso de que dentro de veinticinco años, vivirán en Africa dos mil millones de personas es un cuento chino, igual que hoy son mil millones y que en el año 1975 eran quinientos.
Más bien pienso que a uno lo que le pasa es que es un redomado pesimista, pues la vida nos enseña que siempre se va viviendo mejor, y ya se resolverán los problemas si es que vienen.
Aparte de eso, el pueblo canario, dada nuestra historia migratoria, comprendemos mejor que nadie estos problemas, y sabremos ser un pueblo solidario y abierto que donde comen dos, comen tres, y lo demás es puro egoísmo o peor aún, ahogarse en un vaso de agua.
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pevalqui
Tema de candente actualidad por diferentes motivos como bien has apuntado. A pesar de los datos contrastados que nos has aportado, no parece haber alarma social por un hecho de lesa humanidad: la sociedad que ignora a sus ancianos, no es una sociedad ni desarrollada, ni desde luego civilizada.
Algunos Ayuntamientos cuando la renta del anciano -como suele suceder a menudo- es precaria, suelen disponer de un servicio de asistencia social que si bien no cubre todas las necesidades, al menos les visitan dos tres veces por semana, les asean, les echan una manita con las tareas domésticas, y les cocinan un plato de comida.
Determinadas empresas multiservicios, suelen ofrecer un servicio de tele asistencia, en algunos casos instalados en el móvil, mediante el cual, desde el momento en que los ancianos tienen algún percance, pueden hacerse visibles pidiendo la correspondiente ayuda.
Si hay personas por las que siempre he sentido admiración, son por todas aquellas que con amor y abnegación se dedican al cuidado de nuestros ancianos. Muchas de ellas de forma desinteresada, e incluso -algo que también existe-, acogiéndolos en sus propias casas.
En los países nórdicos, a pesar del bienestar social y las ayudas de que disponen, el problema es realmente terrible. Hace unos seis años paseando con Conchi por la zona más suntuosa de Frederiksberg en Copenhague, mientras nos recreábamos en la contemplación de las fachadas de algunas de las bellas mansiones que dibujaban el paisaje urbano de aquella ancha avenida arbolada, al tiempo que sorteábamos la presencia de algunos ocasionales ciclistas, en un nublado y plomizo día de Agosto, acompañados desde el cielo con eso que los ingleses llaman “drizzle” (el siri miri o el cierne cierne canario), para referirse a la lluvia fina; nos alumbró la buena idea de resguardarnos del agua y tomarnos un cortado en un supermercado que administraba un empleado que por su aspecto parecía de origen musulmán, y que dentro del local, disponía de una sola mesa con tres sillas.
Una vez activada la maquinita, nos dispusimos a disfrutarlo. Poco después se nos presentó una señora con evidentes signos de ancianidad. Había llegado hasta allí en una bicicleta que portaba una pequeña cestita en su parte delantera. Ataviada con un chubasquero verde claro, calzada con unas inmensas botas de agua a juego con el chubasquero, con marcados pliegues en su cara cumplida, cabellos rubios desgreñados por la acción del agua y el viento, y tez clara, desde la que se delataba una mirada profundamente triste en aquellos diminutos ojos verdes.
Se dirigió a mí preguntándome si podía ocupar la otra silla. Le respondí al instante que sí. Y comenzamos a hablar, en un inglés más que aceptable de su parte, mientras ella apuraba su vasito con sus manos temblorosas. Así durante casi una hora.
Vivía sola aunque tenía dos hijos. Tan solo la visitaba uno de ellos, de forma muy esporádica. Recordó con los ojos raídos en lágrimas aquella etapa en la que disfrutaba de sus vacaciones en Marbella, Tenerife, Alicante y las islas griegas, con su difunto marido. Y así tantas anécdotas personales que compartimos conjuntamente. Hasta agotar el subsiguiente cortado que gustosamente nos aceptó.
A modo de reflexión en un país en donde la familiaridad latina no abunda en exceso. Si bien presumen de tener un buen nivel de vida.
Alegrándome del disfrute y del regreso sanos y salvos. Que decimos por estos lares.
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