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Escribir a los 102 años

Siempre he oído decir que los escritores y los periodistas mueren con las botas puestas. Es ésta una profesión de la que resulta tan difícil despegarse que escritores e informadores se amarran a la máquina de escribir, al ordenador o al bloc de notas hasta el último día de sus vidas. Esto es lo que le ha sucedido a Victoriano Crémer, poeta y periodista que hace poco murió en León a los 102 años. Golpeado por la guerra civil, como tantos, se libró de la muerte en varias ocasiones y tras pasar por la cárcel fue uno de los fundadores de la revista Espadaña, medio de expresión opuesto a los denominados garcilasistas. Crémer canalizó las esperanzas de toda una generación en la que figuraba, entre otros, Eugenio G. de Nora. Crémer contra Crémer era el título de su columna diaria en el Diario de León, periódico donde en estos días se han estado publicando los artículos que dejó entregados antes de que falleciera, el pasado 27 de junio.

Crémer publicó mucho, más de 60 títulos salieron a la luz a lo largo de su vida, el primero de los cuales fue el poemario Tendiendo el vuelo, que apareció en 1928, cuando sólo contaba 21 años de edad. Este longevo escritor fue en su juventud vendedor de periódicos, mancebo de botica, escritor de cartas para jubilados y analfabetos, tipógrafo, locutor y periodista clandestino mientras se comprometía con el movimiento anarcosindicalista de la ciudad donde residió prácticamente toda su vida. Durante la República fue secretario del Ateneo Obrero Leonés. La fecundidad de este hombre -quien por cierto era citado en los manuales de literatura cuando estudiábamos bachillerato- es asombrosa. En un mundo donde los viejos son arrinconados, pero donde también paradójicamente cada vez envejece más la población, el ejemplo de Crémer nos habla de una férrea voluntad de permanencia. Los poetas de la revista fundada por Crémer eran de una poesía trágica, arrebatada, con tono existencial, que se enfrentaba al caos del mundo, mientras que los de la revista Garcilaso desarrollaban las formas puras, una belleza formal que encajaba con las formas del franquismo.

En las islas Saulo Torón y nuestro Félix Duarte fueron un ejemplo de larga fecundidad, la vida del primero se extendió hasta los 87 años y la del segundo hasta los 95. Los dioses les concedieron largo tiempo en este mundo, y además lograron estima y reconocimiento de sus paisanos. Eso sí: la Medalla de Oro de Canarias se la concedieron a Duarte un par de años después de su muerte, en la misma sesión se la otorgaron también a Pedro García Cabrera. Somos especialistas en los reconocimientos necrofílicos, no aceptamos gratificar a los creadores en vida.

Quedan preguntas en el aire. Por ejemplo, dado que la sociedad envejece y la esperanza de vida se incrementa, con la mejora de la medicina y de la nutrición ¿hasta qué edad será posible vivir manteniendo una razonable calidad de vida? Evidentemente, la respuesta dependerá de cada caso en concreto. Pero en este mundo tan vertiginoso conviene recordar que a veces el genio creativo se mantuvo mucho tiempo. Goethe, Miguel Angel o José Saramago son ejemplos de personajes que consiguieron obras importantes ya bien entrada la tercera edad. Incluso Miguel de Cervantes era bastante viejo cuando escribió la segunda parte del Quijote.

Y pese a que el sistema en el que vivimos hay un cultivo del cuerpo, de la juventud y del consumismo, quizá sea hora de que analicemos los acontecimientos. En este sistema a los jóvenes no se les da trabajo ni vivienda. Da igual que sean licenciados en Derecho, médicos, aspirantes a profesores en un centro público o privado, periodistas… El sistema sólo los pone en la lista de los miles de aspirantes a una plaza de opositor, o les ofrece una policía autonómica, o subempleos que no quitan el hambre. Los jóvenes desplazados del mercado laboral, ninguneados mientras el sector de los veteranos jubilados no para de crecer año tras año, incluso aquí donde la natalidad también disminuye, y la renovación poblacional viene por parte de los inmigrantes y de los hijos que éstos aportan.

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