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Los 100 días de gobierno

Hemos comenzado el año con un ejecutivo que –pese a las diferentes posturas internas y las subsiguientes tensiones entre las fuerzas que lo constituyen- ha de funcionar porque hay demasiados asuntos pendientes. Gobernar va a ser más difícil que nunca, pero no hay tiempo que perder. Dada la fragmentación del voto y la proliferación de fuerzas políticas, con el alza de la ultraderecha, la oposición tiene prisa por hacerse notar y por ello sus líderes anuncian que van a ser contundentes desde el primer día. Eso han venido anunciando y por ello no se va a respetar aquella antigua norma parlamentaria de permitir que el nuevo gobierno haga su trabajo durante los primeros 100 días. ¿De dónde viene esta costumbre de los cien días de respeto? Parece que del presidente norteamericano Roosevelt cuando llegó al poder en 1933, tras el hundimiento económico del crack de 1929, y prometió actuar con audacia y decisión en esos primeros cien días. Lo cierto es que durante este periodo lo habitual es que las fuerzas del Gobierno intenten acometer las propuestas más importantes comprometidas en su programa electoral y la oposición haga gala de cierta cortesía a la hora de afrontar su labor. Pero los tiempos han cambiado, el mundo ahora se guía por la prisa, los gobernantes gobiernan a golpe de twitter y a menudo la gente los imita y quiere guiarse por las ocurrencias. Ya casi nada es estable sino que todo es líquido, deslizante, variable. Y el nivel de crispación se incrementa semana tras semana, porque en la bancada de la oposición existe poca predisposición a hacer concesiones.

Roosevelt tenía en su mente plasmar una serie de medidas drásticas que combatieran la terrible crisis que afectaba a su país. Había que actuar con determinación y con prisa, y en esos cien días consiguió aprobar 15 leyes de suma importancia y puso en marcha el proyecto New Deal (Nuevo Trato, en español). Las soluciones que Roosevelt proponía eran justo las contrarias que se han aplicado en la Unión Europea para solventar la crisis económica que todavía estamos padeciendo, pues frente a la idea de austeridad el New Deal inyectó dinero en grandes cantidades en la economía para construir infraestructuras, generar millones de puestos de trabajo y, en definitiva, incentivar el consumo. Que el dinero corriera cuanto más mejor: justo lo contrario de lo que ha hecho la Troika y los gobiernos europeos para afrontar la recesión que todavía padecemos, y que es el preámbulo de la anunciada nueva crisis que se avecina, con efectos potencialmente graves en Canarias debido al monocultivo turístico. El asunto del Brexit, la quiebra de importantes operadores turísticos, la menor afluencia de visitantes, la recuperación de países rivales con mejores precios –Túnez, Egipto, Turquía- hacen que asome una cierta preocupación, aunque lo cierto es que, pese a que hay descensos en las cifras de turistas extranjeros, se recuperan los nacionales y en general los visitantes gastan más, con lo cual decrece algo el efecto de esa anunciada crisis. El efecto positivo sería estabilizar un turismo de mayor calidad que el que nos ha venido visitando las últimas décadas.

En cuanto a la gobernabilidad insular, se espera que haya nuevos modos tras el largo reinado de Coalición Canaria. La etapa de clientelismo político de CC pasa a la historia con este gobierno cuatripartito. De entrada, son impopulares las subidas generalizadas de los precios decididas por el nuevo equipo debido al aumento del IGIC, que grava productos como la telefonía y la luz además de otros servicios de consumo como los restaurantes, las peluquerías y los gimnasios, al pasar del 6,5 al 7 por ciento.

También aparecen algunas críticas ante la labor del gobierno de Torres. Las áreas de Sanidad y Educación, los departamentos con más recursos, tienen problemas. La consejera de Sanidad, Teresa Cruz, está señalada, mientras que su compañera en Educación, María José Guerra, también estaría en el foco ante posibles cambios. La consejera de Sanidad ha afirmado que quiere lograr que la atención a la salud mental sea adecuada, sobre todo en la población infantil, y evitando que los enfermos oncológicos tengan que buscar transporte sanitario para someterse a su tratamiento. Para la consejera de Educación, María José Guerra, la educación infantil de 0 a 3 años va a ser una prioridad al igual que el desarrollo de otros planes como el de la atención a la diversidad o el fracaso escolar. Hay que abordar todas las cuestiones, tanto la Formación Profesional (FP) como el Bachillerato o el acceso a la universidad.

La ahora ministra Carolina Darias había formulado su deseo de conseguir una economía justa, competitiva y sostenible junto a la generación de un empleo de calidad, y subrayó la importancia del conocimiento. El consejero de Obras Públicas, Transportes y Vivienda, Sebastián Franquis, se ha comprometido a abrir un diálogo serio con el Estado para resolver asuntos pendientes, así como con los cabildos y los ayuntamientos de cara a la planificación de las obras de carreteras. Por su parte, el vicepresidente y consejero de Hacienda, Román Rodríguez, ha señalado que la Comunidad Autónoma va a presionar para que las Cortes Generales aprueben la modificación de la Ley de Estabilidad, para que las administraciones cumplidoras puedan hacer uso del superávit. El consejero de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial, José Antonio Valbuena, trabaja en un decreto de emergencia climática.

Son interesantes las recientes declaraciones del portavoz y consejero de Administraciones Públicas, Justicia y Seguridad, Julio Pérez, quien asegura que, al haber ya gobierno en Madrid, el ejecutivo canario ahora podrá centrarse en impulsar sus proyectos legislativos. Confía en que con el fin de la interinidad estatal se desbloqueen lo antes posible los temas pendientes, y han de llegar las partidas dinerarias retenidas, que son muy importantes. El bloqueo ha sido demasiado largo y qué duda cabe que ha sido laborioso encontrar fórmulas para obtener fondos presupuestarios que Madrid debía a las islas. Va a requerir negociar con todos los grupos políticos. El primer desafío será la aprobación del techo de gasto y de los presupuestos, de modo que pronto podremos medir la capacidad del Gobierno central. Entre tener un Gobierno, que además tiene compromisos muy importantes con Canarias y una sintonía ideológica con el Gobierno regional, y no tenerlo, no cabe duda de que la situación es distinta, concluye. Lo que está claro es que tenemos por delante unos meses en que han de suceder muchas cosas. Al fin, hay que ponerse a trabajar.

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