El tsunami que iba a hundir La Palma en realidad trajo crisis y corrupción

Un día se juntó un grupo de científicos y llegaron a la conclusión de que la mitad sur de la isla de La Palma se va a hundir en el Atlántico. Como hay congresos para todo, un grupo de expertos en seguros se reunió allí, estudió concienzudamente el subsuelo y concluyó que la isla aún no se ha desarrollado a nivel equiparable a otros edificios volcánicos que se derrumbaron en el pasado, como los del Teide.

Desarrollando esa tesis, otros científicos del Instituto Tecnológico de Suiza elaboraron un programa informático que imitaba procesos geológicos para averiguar si efectivamente la isla se va a precipitar de inmediato en los abismos. Introdujeron datos como la altura, el peso, el tipo de rocas y las tensiones geofísicas que se generan en ella. Lo que determinaron fue que se partiría en dos, medio trillón de toneladas de roca se precipitarían en unos segundos sobre el mar, formándose una ola de 650 metros de altura, que se trasladaría hacia el oeste a 720 kilómetros por hora desencadenando un gigantesco tsunami sobre las islas del Caribe y la costa Este de los Estados Unidos, donde hay ciudades como Nueva York, Boston, Filadelfia o Miami. La mayor devastación conocida, dejaría pequeña la erupción del Krakatoa, en Indonesia, cuando en 1883 generó una ola de 40 metros de altura.

Los insulares habitamos sobre un volcán, territorio inestable de paisaje cambiante. Pero la alarma tras estas predicciones llega más allá que las del cambio climático. En especial cuando documentales de la BBC y el Canal Discovery presentan el proceso como un episodio de cine catastrofista. Llegan los marcianos, los tornados, King Kong o el megatsunami sobre la fotogénica Nueva York, una escena del Apocalipsis en Times Square. En ningún momento se habla de los daños que el suceso provocaría en el resto del planeta, pues sabido es que los norteamericanos no saben mucha geografía, y por eso en sus atlas escolares el Resto del Mundo lo tienen en blanco.

El responsable de la predicción fue desautorizado por otros científicos quienes estiman que la teoría del hundimiento es una campaña de miedo urdida para que la gente asegure sus casas. "Estaríamos hablando de procesos geológicos que duran miles de años. En el caso de que Cumbre Vieja llegara a colapsar no caería en un bloque único y la ola generada sería pequeña. Además, en el futuro todo puede suceder. También podría caer un asteroide sobre la Tierra que cambiase súbitamente nuestra historia", explicaron.

El palmero, pequeño filósofo de lo cotidiano, piensa que a cada cual sólo le llega su megatsunami cuando se va al otro mundo. Lo contrario es adentrarse en misterios tan impenetrables como la Santísima Trinidad. Por ahora, los extranjeros siguen comprando allí sus casas, disfrutando su naturaleza y recorriendo sus senderos. Cree además el palmero que el peor tsunami lo traería el hecho de que se acepten las pretensiones de sus políticos; mientras a cualquier particular le ponen cien mil pegas para hacerse una casa en el campo, las autoridades hablan de habilitar miles de plazas hoteleras. Curioso: la moratoria para frenar las construcciones sirve para incrementar el cemento, copiar los destrozos de otras islas, dar pábulo a los listos, diligenciar a los constructores. En cuanto a las profecías del inglés sobre la ola devastadora todo se verá en el 2012, si llegamos allá. Eso decíamos por entonces.

Claro que el 2012 ya pasó y en verdad hubo un enorme y verdadero tsunami, pero tan solo fue el que profundizó la ruina de la economía, los recortes interminables en educación y sanidad, el auge sin freno del paro y de la corrupción, el divorcio entre ciudadanos y políticos, la pérdida de imagen de la Casa Real, la nueva emigración de los jóvenes, no a Cuba y Venezuela como en el pasado, sino a la potente Alemania que cada día nos arruina otro poquito más. Del otro tsunami, el del hundimiento de la isla, nunca más se supo.