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Tres poemas eróticos de Rosario Valcárcel

Rosario Valcárcel, a la que se le puede considerar pionera de la literatura erótica en las islas, nació en Las Palmas de Gran Canaria. Ejerció como profesora de EGB en Lengua Española e Inglés. Su nacimiento en Las Canteras influyó en su primer libro, La Peña de La Vieja y otros relatos , un homenaje al mar de la infancia según Justo Jorge Padrón, Anroart; Del amor y las pasiones, Anroat, 14 relatos repletos de sensualidad, presentado por el catedrático de la ULPG Dan Munteanu; El séptimo cielo, Anroart (según la profesora Carmen Márquez son 13 relatos con técnica cinematográfica sobre la complejidad del amor), Las máscaras de Afrodita (se nutre del amor y del deseo, la caducidad del tiempo, la fugacidad de la vida, según Sabas Martín); Sexo, corazón y vida, (la autora domina la liturgia del sexo, dijo Elsa López) y Moby Dick en Las Canteras Beach, Anroart (sobre el rodaje en Gran Canaria de la célebre película, con Gregory Peck y John Houston, en la Navidad de 1954-55).

CUANDO HACEMOS EL AMOR DE MADRUGADA,
el frío se consume y la habitación en llamas
jadea como el bramido de un volcán
que emana recuerdos amarillentos,
esculpe corazones.
Aleja la muerte.

Cuando nos abrazamos en la penumbra
tu aliento se pliega con el mío, el sabor
de alisios libertinos agita el placer,
se derriten las penas y los rencores.
Se olvida todo.

Cuando me estrechas y te estrechas,
los espíritus diabólicos se disfrazan,
escucho mi zambullida, las corrientes
dormitadas. Vuelve la calma.
Se olvida todo.

MOSTRÉ EL ÚLTIMO SECRETO
a tu mirada inquieta.
Los poros de mi gruta se abren
como una fuente de miel
pegajosa y letal.

Hálito suave, destilan las ingles.
Fascinada viajas a mi sexo,
a mi reino profundo.
El adiós, ya se sabe, es trago amargo.
Querías ser halcón de certero pico,
excavar hasta el fondo,
rasgar mis sueños.

Todo esto pasará, dijiste,
por eso retornas allí,
al origen, al mar desgreñado,
a la profunda matriz
donde se unen las corrientes.

Mis senos con tus senos,
mis labios con tus labios,
la catarata se precipitó
como si fueras mía.
El edredón nos libró del frío,
y, como si un destino acechara al otro,
al mismo tiempo nos amamos.
Nadie me había besado como tú.

No seas celosa -te dije,
pues tal vez siga volando
de aquí a la aurora.

El sol nos transformó
en cariátides.
En la misma columna,
un solo cuerpo,
los mismos sentimientos.

MIS PIERNAS PALPITAN
prisioneras, pugnan por abrirse.

Quiero alzarme sobre el mar que hierve,
emerger en tu humo de fuego,
explorar los abismos de tu lecho.

Quiero la vibración de tu aliento,
fundirme en tu fragua,
moldearme en tu oleaje.

Mis piernas palpitan,
palpitan en otro cuerpo sin sosiego,
enajenan mi razón, gritan de escalofríos.

Ansiosa quiero vivir con el huracán,
romper con las manías de Satanás.

(De Las máscaras de Afrodita, Ediciones Idea)

 

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