A un alemán se lo oí decir: hay muchas plazas en el mundo, pero esta tiene un carácter especial. El hombre debía ser viajero impenitente por muchos mundos, pero -como algunos miles de compatriotas- se quedó marcado por la Plaza. Y es que en La Palma hablar de la plaza es hablar de la Plaza de España de Los Llanos de Aridane. Por supuesto que en cada municipio hay plazas, por supuesto que hay laureles de Indias e incluso quioscos: en Los Sauces, en Tazacorte, en Tijarafe, en Santa Cruz de La Palma, en Santo Domingo de Garafía. Pero, como decía el alemán, la Plaza de Los Llanos te atrapa. Ahí, en ese espacio histórico se reúnen los vértices del poder y de la convivencia. La Iglesia, tan poderosa y significativa en La Palma con la preciosa Virgen de los Remedios, uno de los tesoros que vinieron de Flandes en tiempos del azúcar, el ayuntamiento que todavía conserva el escudo franquista, el casino centenario donde se rodó una película de los hermanos Ríos que hablaba de la emigración a Cuba. Y sobre todo el quiosco, el quiosco donde desde hace décadas se reúne la gente para verse, para tomar uno de esos cafés bravos, para dar fe de vida, para hablar de cómo va la agricultura o los negocios.
La Plaza es el espacio para verse, para comentar, para confraternizar. Antes, cuando no había mesas, cuando no existía el concepto de las terrazas, la gente visitaba la Plaza a media mañana y sobre todo en horas de la tarde, concluida la faena en la platanera. Los hombres, porque hubo tiempos en que los bares eran solo para los hombres, hablaban a pie firme de sus cosas. Casi siempre de sus cultivos, de sus proyectos, de sus cartas desde Cuba y Venezuela, de sus dolencias. Cuando yo era chico y solo existía la radio, que exigía instalar largas antenas de azotea en azotea, en el quiosco de esta plaza se escuchaba a duras penas Radio Club Tenerife y tal vez alguna radio peninsular dando las novedades de los partidos de fútbol en la tarde del domingo.
Los laureles han cumplido 150 años, y bien que ha sido celebrada la efemérides. La Fiesta de Arte de este año les estuvo dedicada, la intención fue buena. Por cierto: habría que intentar que la Fiesta de Arte fuera más ágil, más atrayente. La cultura no tiene que ser aburrida, no ha de parecer aburrida. Si se controlan los tiempos de cada pasaje, el resultado sería alentador.
Hoy en día bastantes días del año la Plaza está tomada por los extranjeros que aquí viven de manera estable o casi estable, así como por los visitantes. Hasta el zapatero de Los Llanos es alemán, igual que el relojero, el joyero, los dueños de las tiendas de zapatos para el senderismo, las bicicletas de alquiler, las tiendas de deportes náuticos, los restaurantes de marca… Miles de alemanes viven en el Valle de forma permanente o casi permanente, porque aquí han encontrado un lugar bajo el sol a buen precio.
En tiempos de doña María de las Casas, del cronista don Pedro Hernández, del benefactor Antonio Gómez Felipe -a quien se ha hecho justicia con su parque- y otros tantos patriotas, a esta ciudad de Los Llanos se la denominaba "ciudad de ensueño". Por la calma que transmite, por la armonía urbanística con que ha sido trazada, por el verde que la envuelve, por el ritmo sosegado de la vida, por el silencio y por la paz de este paisaje, parece que no la daña ni el crecimiento poblacional ni la cantidad de forasteros que a ella se acercan.
Hay miles de plazas en el mundo, las hay enormes y de belleza espectacular como San Marcos en Venecia o la Grand Place de Bruselas o la plaza del mercado de Cracovia o la plaza Bolívar en Caracas o Alexanderplatz en Berlín o la Plaza Navona en Roma o Trafalgar Square en Londres o la mínima Times Square de Nueva York, más bien un cruce de caminos. Pero la Plaza de los Laureles tiene un toque casi mágico, no solo por los laureles, no solo por la iglesia del siglo XVI, no solo por el sol. Debe ser por ese toque de estar más allá del mundo, casi en San Borondón.
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Maria Teresa
Hola, hay una plaza Weyler en alguna localidad o villa de la Palma, es que no recuerdo, pero la fuente, mas pequeña que la de Santa Cruz de Tenerife, tiene gran parecido. Agradezco cualquier respuesta. Un saludo.
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pevalqui
Magnífica exposición vivificada de la Plaza de los Llanos. Así es. Todas tienen un algo especial. Unas por su ambiente cosmopolita y vibrante como la Alexander Platz de Berlin o Times Square en Nueva York. Otras por su hermosura como la Rynek (así se les llama a las plazas en Polonia) de la Loja de Cracovia, o si me apuras la de Wroclaw, aún más hermosa y bonita en medio de un multicolor espectáculo de casas que parecen sacadas de un cuento de hadas. Y las que desprenden paz y sosiego como la de Los Llanos y la Piazza Navona de Roma. Esta última con dos hermosas fuentes gemelas, al más puro estilo versallesco, donde te puedes tomar un gelato sentado (a precios de tavola calda italiana), mientras escuchas el susurro de la Boheme o la K525 de Mozart: todo un placer para los sentidos. Y nada digamos de la Old Town Square de Praga, con su Torre del Ayuntamiento y la Iglesia de San Nicolás, de grandiosidad histórica y enorme atractivo turístico.
Hace algún tiempo que no visito la Plaza de Los Llanos. Algo más de dos años; y me llevé una enorme decepción al contemplar que ya no estaban los toboganes. No obstante sigue conservando todos esos valores que tan bien has narrado en tu escrito.
Qué sigas disfrutándola.
Buenas noches. Saludos cordiales.
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Pintao
Repito (ya lo hice antes de ayer, pero por lo visto algo falló) mi particular experiencia llevada a cabo ya por varios años y siempre con el deseo de volver sobre mis pasos.
Se ve que el hombre, al igual que algunos animales, repite ciertas costumbres, que por algún extraño mecanismo sicológico, cada vez le extrae un mayor e íntimo placer.
No alcanza lo sublime del artículo de Doña Rosario, pero para ciertas edades a partir de la jubilación, pueden ser también gratificantes.
En mi caso particular todo comienza en la otra Banda con una irresistible idea fija que va tomando forma poco a poco.
De un tirón me planto en la playa de Puerto Naos y después de un baño que no sólo refresca sino que reanima y abre el apetito, continúo hasta el Remo donde sin excepción siempre se pueden degustar unos calamares acabaditos de freír que a las tres de la tarde y en verano, saben a gloria.
Seguidamente sin prisa pero sin pausa, comienzo a subir hacia Los Llanos contemplando a lo lejos la imponente curvatura de la Cumbre con la tremenda hendidura de La Caldera medio oculta detrás del Bejenado.
Una vez en La Plaza de Los Laureles y provisto de la prensa del día (es un lujo leer la prensa por la tarde), vas y te tomas un café acompañado de un chinchón con hielo, disfrutando de la intimidad del momento y contemplando de hito en hito el paisaje y el paisanaje en la tranquila modorra de la tarde de un día veraniego.
Puedo asegurar, y aseguro que cuando de vuelta a la otra Banda y contemplando ya las primeras casas de Botazo, respiras hondo y dices para tus adentros "qué rato más agradable he pasado". Y debe de ser verdad, pues no es mi intensión de engañarme a mi mismo.
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Pintao
Sin duda alguna es muy cierto que el hombre es un animal de costumbres. Como nuestros ancestros, los animales, nos sentimos muy a gusto en determinados rincones. Es como si hubiera algo en el ambiente que nos hermana con el lugar.
He de confesar que eso me pasa entre otros sitios con la Plaza de los LLanos.
Aún que palmero de la diáspora pero por suerte visitante asiduo, representa un bálsamo muy agradable para mi espíritu, el mero hecho de trasladarme desde la otra banda, almorzar unos calamares fritos con una cerveza en algún lugar de la costa, y después con mucha calma y parsimonia, ir a leer el Pais debajo de los laureles tomándome un café, con la sola compañía de un chinchón con hielo.
No se que tiene La Plaza con su tranquilo ambiente o si es que con la jubilación nos asalta el deseo de retornar a lugares que forman parte de nuestro "yo" interior y por lo que sea lo consideramos parte de nosotros mismos. Algo de embrujo si que tiene la cosa.
Y aprobechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, ¿Qué les pasa a las autoridades competentes que no unen de una jod… vez La Zamora con el resto de la Costa, adecentando minimamente el Remo y constituyendo con ello la unión de una serie de estupendos pequeños núcleos, sin duda pintorescos focos de atención de los turistas que nos visitan, que precisamente saben apreciar lo sensillo y no por ello menos atractiavo?
Y luego hablan de campos de golf.
Háganme el favor, hombre!
Se nota que nuestra clase política, como diría un italiano "manca finezza".
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PedroLuis
Bonita y evocadora pincelada de La Plaza.
La Plaza para muchos, es como el Mediterráneo para Serrat:
Quizás porque mi niñez
sigue jugando a tropeles
en el tronco, en cada rama
de sus vetustos laureles
viven amores infieles
sobre baldosas gastadas.
Y al susurro de la gente
duermo los sueños actuales
entre personas cabales
que hablan con desparpajo
de sus proyectos finales
o porque están sin trabajo…
Para muestra ya vale… que Serrat no hay más que uno.
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rvalcarcel
La plaza del valle de Aridane posee una luz intensa, un olor a hojas de laurel… Me trae a la memoria un soplo de épocas pretéritas, de juegos y afectos, de tímidas sonrisas infantiles, como bien explica Luis.
Me trae a la memoria conversaciones, reencuentros, el itinerario de mi vida.
Mi abrazo apretado
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