Creíamos tener la certeza de que controlábamos nuestra vida, pero ahora nos damos cuenta de que nada está bajo control, el Estado de Alarma se prolonga hasta el infinito y tal vez ni podamos celebrar la próxima Nochevieja con una fiesta callejera, ni los cumpleaños, ni las bodas, ni los funerales con aforo libre. Nos han quitado tantas cosas en estos meses, que somos títeres en el alambre. Para colmo el señor Bill Gates, 65, signo Escorpión, y la señora Melinda, 56, signo Leo, esos que según los conspiranoicos nos quieren colocar un chip con cada vacuna, van y se divorcian tras una pila de miles de millones de dólares. Nadie es feliz del todo, y los ricos también lloran. Pensábamos que el dinero de los multimillonarios da la paz y otorga una felicidad y ahora resulta que el exceso tampoco concede una vejez tranquila, pues estas personas son tan normales como la pareja del 4º C, es decir que comen, orinan y defecan como cualquiera. Uno pensaba que las parejas ideales nunca deben divorciarse, por ejemplo la reina Isabel II de Inglaterra nunca tomó tal decisión aunque según dicen su marido disfrutó duquesas, condesas y damas de la corte, que para eso están, como en todas las monarquías. Los hombres son más saltones y las damas más tranquilas. Por eso ella, impertérrita, siguió en su papel de guardiana del imperio.
Por todas partes ruido, prisa y síntomas de ansiedad. La incertidumbre está presente en cada uno de nuestros pasos. Por ejemplo, ya no sé si debo decir niños, niñas, niñes, unos, unas, unes, periodisto, periodista, periodiste. Me enseñaron una gramática que ya no vale para estos tiempos, tendré que volver a la escuela. Y además vino el israelí Harari a decirnos en su libro Sapiens que gran parte del éxito de la especie humana que sobrevivió se debe a su capacidad de cooperar a gran escala, mediante la construcción del dinero, el imperio y las religiones. También piensa que la gente no es mucho más feliz hoy que en épocas pasadas, y que los Homo Sapiens estamos actualmente en proceso de convertirnos en “dioses”, como consecuencia de la revolución científica y la capacidad de crear vida o de superar las fronteras del propio planeta, hasta podremos vivir en Marte tan ricamente, y fabricarnos allí prados de verde césped, estadios de fútbol y balnearios. Además estima que debemos abandonar la idea del asentamiento en un lugar, todos hemos de estar en la carretera, dispuestos a partir continuamente. Hemos pasado de construir una casa y asentarnos en un lugar en el cual desarrollar nuestra vida junto a familiares y amigos a ser mochileros que montan y desmontan su tienda de campaña para ir de un lugar a otro. Como los primates cuando bajaron de los árboles y se echaron a conquistar el planeta.
La pandemia ha venido para instalarse, será que las farmacéuticas tienen pensado vacunarnos cada año, como cuando la gripe.
–El problema radica en que vivimos en un bosque de mentiras –dijo un amigo en la cena del viernes.
–Ya nada es creíble –dijo su mujer.
Será que todos, todas, todes hacemos valoraciones equivocadas sobre los acontecimientos y las decisiones que vamos a tomar. Pero si la forma de afrontar esta situación es ponernos en el peor de los desenlaces emitiendo una profecía catastrófica, que en consecuencia nos genera una preocupación y un pensamiento obsesivo, centrado exclusivamente en las peores predicciones, estaríamos hablando de ansiedad anticipatoria, que puede expresarse según sea la intensidad con diferentes síntomas, incluso en forma de ataques de pánico.
¡Qué desgracia! No tengo tanto dinero como Bill, y no me quiero divorciar.
pevalqui
No sé -visto desde la perspectiva actual-, si llegaremos a tener un terrenito en Marte. Lo que parece estar más al alcance son los viajes a la Luna, al módico precio de varios millones de dólares, por vivir la experiencia. Nunca he tenido especial interés por los temas del “Más allá”, que daba título a un programa que presentaba aún con la tele en blanco y negro, el doctor Jiménez del Oso, allá por los lejanos años 70 del pasado siglo y que tanto concitaba mi atención, viéndole con aquella mirada enigmática, cansada, y aquella dicción pausada con la que iba desgranando sus temas. Aunque en verdad, fue Hergé, a través de las aventuras de Tín Tín en “De la Tierra a la Luna”, quien me puso en la rampa de salida, con apenas seis o siete añitos, cuando papá me trajo el comic mientras convalecía encamado, para mejor llevar la extracción de mis amígdalas.
Vivimos en una sociedad cada vez más cambiante, lo que antes de ayer era indispensable, ayer fue relativo, y hoy ha cambiado, es otra cosa. Parafraseando a Teresa de Ávila, “cada día tiene su afán”, y todo está en evolución permanente. Actualmente, existe una relación más activa con lo que sucede a nuestro alrededor, y las redes sociales a menudo se han convertido en ese canal en el que vertimos toda nuestra ira y frustración. Se aprueba y desaprueba, se insulta y se elogia, sin apenas códigos de conducta.
Las noticias que nos obsequia el Telediario son un torrente de desgracias y calamidades, fluctuando con el tema de la pandemia a través del tal vez, quizá, o ya se decidirá, una vez que se pronuncie la EMA. El concepto de la felicidad es tan amplio y está sujeto a tantas variables, que cada cual lo interpreta a su manera, según sus motivaciones personales y su forma de vivir más apetecible. Hoy en día, da la impresión de que hay tantas cosas susceptibles de que ocuparse, que apenas lo haces de ti mismo. Eso que nos ha traído la revolución digital.
A propósito de los matrimonios, con independencia de las consecuencias de la pandemia, ha disminuido enormemente el número de parejas que optan por casarse. Sobre todo, por la Iglesia. Las relaciones cada vez son más efímeras. Vuelve a estar de moda aquel slogan de mayo del 68, “gozando sin trabas”, en el que subyacía una crítica desde la izquierda a lo que se daba en considerar el matrimonio convencional, como algo retrógrado y hasta reaccionario-utilizando la terminología marxista-, más propio de la ideología burguesa. Eso en cuanto a las relaciones heterosexuales. ¿Qué decir de las homosexuales? Según un ex compañero gay de mi etapa laboral, en las relaciones homosexuales abunda mucho la promiscuidad. Algunas son tan etéreas que no superan el espacio temporal de una noche loca. Con todo, ya nos hemos familiarizado con los matrimonios gays. Aunque en líneas generales y prescindiendo de las orientaciones sexuales, da la impresión de que lo que más abunda actualmente, son las relaciones convivenciales, hasta que el amor se acabe, o se tiren los trastos a la cabeza.
La monarquía inglesa, a la que, si de un circo se tratase, cada vez le crecen más los enanos, tiene una bien ganada benevolencia cuando vienen mal dadas, y hasta de veneración, de parte de sus súbditos. Más allá de la tradición, es mucho lo que vende de cara al turismo. El imperio ha menguado pero los beneficios se mantienen. Principalmente en Londres. Basta con dar un paseo por Bond St, o acercarte a ver la multitud que se aglomera en las mañanas del Lunes hasta las del Jueves, frente al Buckingham Palace, para comprobarlo. Sana envidia siente uno de la Queen Elizabeth II, de la anterior Queen mum y del ya difunto Prince Philip, viviendo como tales, con una longevidad que ya quisiéramos el resto de los mortales. Ya lo comentaba mi suegro quien hizo bueno el dicho bíblico de ganarse el pan con el sudor de su frente cuando me decía: esa gente trabaja pocooo.
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Juanf
Amigo Luis, con estos tiempos de pandemia el mundo solo busca quedar a salvo de tan desastroso regalo chino, todo se ha vuelto raro donde aquel que no lo quiere admitir bien pudiera pagar con su vida si contrajera el virus de la muerte, ya en los EEUU llevan 579,634 fallecidos y millones de enfermos que sobrevivieron la pandemia, y si lo llevamos al dichoso mundo donde habitamos ya son los que han pagado con su vida el contraer la enfermedad originada en algún laboratorio de la china comunista, se comentan de 3,258,514 a nivel mundial y lo peor amigo Luis es que se sigue contando las perdidas de vidas.
Comenta usted amigo Luis que Bill tiene mas dinero que usted, pero por seguro no su tranquilidad en ese buen paraíso donde vive, el hombre de las computadores no pudo sostener los caprichos de su señora y ahora hay que dividir dividendos.
He podido seguir disfrutando de los buenos tertulianos que por aquí en su buen blog llegan y disfrutan de algún momento disponible (ahora todos estan en casa o en la playa) y le saludan dejando para nosotros la oportunidad de leerles sus buenos comentarios, de todos se aprende y para todos se escriben los acontecimientos que en su buen blog se dejan leer.
Seguimos en la lucha, ya he podido ver que el siniestro Pablo abandona el juego, conociendo sus macabras combinaciones no hay que esperar cosas buenas. Luego tenemos el de la Moncloa quien de forma sistemática miente como un vendedor de malos alimentos, veremos hasta donde les puede llegar a ambos la noticia de sus malos hábitos para los españoles hoy ya fatigados de tanto encierro obligado por el de Madrid quien goza viéndoles entre rejas.
Parta todos ustedes mis buenos amigos les deseo
lo mejor y por supuesto no olviden que este virus llego con mala pipa y no quiere irse, parece que le agrado el buen mundo donde vivimos y tomarnos de la mano para buscar su mas alla le da felicidad y amargura si sabe que ya estamos vacunados.
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Pintao
Supongo que la mayoría de los humanos tenemos a medida que va pasando el tiempo, la preocupación de buscar de alguna manera, cierta luz que nos ayude a entender las razones existenciales que nos condicionan y nos limitan, para encontrar una mínima explicación que nos ayude a darle algo de sentido a la vida.
A mi juicio está bastante cerca de la verdad la conclusión que acabo de leer de que “vivimos en un bosque de mentiras”, si bien, si nos adentramos en el pensamiento de algunos autores como José A. Marina, Jesús Mosterín, Juan Luis Arzuaga, Richard Dawkins, Bertrand Russsell, etc, vemos que esto siempre ha sido un desastre, y que nosotros primates en continua evolución, vamos escapando dentro de lo que cave, dando tres pasos para delante y dos para atrás, siempre apoyándonos en algún señuelo que nos ayude a no caer del todo en la desesperación.
Esta situación, inherente al ser humano, es la que posibilita que a veces algún iluminado (creo que siempre con un punto de cinismo), sea capaz de convencer a otros, a veces a bastantes, para hacerles creer que, tocado por la mano de la divinidad, se encuentra en posesión del secreto de la felicidad. De ahí la idea que desde los persas nos anima, a que después de tanto desasosiego tiene que existir una salvación eterna, y esta vez ha de ser eterna, como pone el convenio.
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