Cuando llegan los resultados de las urnas, casi todos se sienten felices. Es una condición imprescindible de los humanos: como todos somos conscientes de que somos efímeros en este mundo, y que estamos condenados a desaparecer, conviene consolarse con las pequeñas felicidades cotidianas. Pues bien: los políticos que se presentan en las listas de este domingo 20 de diciembre se sentirán mayormente felices. Unos porque ya estaban en el poder y, aunque habrán sufrido algún batacazo, todavía habrán conseguido suficientes escaños como para poder perpetuarse en posiciones de privilegio. Otros porque, siendo completamente novedosos, partían de cero y por lo tanto toda ganancia en diputados y senadores será recibida con botellas de champán o cava.
Tras el rifirrafe del debate, los dos partidos en los cuales se ha asentado la vida pública tras la transición, acuden a la arena con múltiples heridas. Son los rasguños de la corrupción, del cansancio, de las peleas internas, de la falta de renovación de esa clase política esclerotizada, añeja. Pero se sentirán felices de que el presumible descenso en apoyos no los borre del mapa. Es decir que, mal que bien, han luchado para mantenerse.
Luego hay otras opciones que en apariencia aportan juventud, virginidad. Como casi no han estado en el poder, salvando los feudos que hayan conquistado en las pasadas elecciones locales del mes de mayo, se presentan a la contienda con mochilas de ilusión. Todo eso está muy bien, pero ahora vendrán los apretones. Hay que formar gobierno, y casi todo indica que nos pareceremos a Italia, donde surgen mayorías tenues en base a variados pactos. De cualquier modo, el consenso y la negociación volverán a imponerse porque la mayor parte de la gente ya no quiere mayorías absolutas.
Dicen los que saben de estas cosas que hay hasta siete opciones posibles de gobierno. La primera sería un gobierno de don Mariano Rajoy en solitario, en el caso de que supere los 130 escaños y contando con el apoyo exterior de Ciudadanos o del PSOE según los temas o las leyes que se vayan presentando. Parece que es difícil de imaginar.
La segunda opción sería una coalición al estilo de Alemania, es decir juntando a los partidos PP y PSOE en ese gobierno de concentración que excluiría a los nuevos. Pedro Sánchez no lo ve muy viable pero, según se dice, doña Susana Díaz, la lideresa de Andalucía, sí la ve aceptable.
La solución número 3 parece que sí tiene muchos números paga ganar. PP con Ciudadanos sería una alternativa de centro-derecha en la que los populares tendrían que ofrecer cosas serias a los de Albert Rivera, para evitar que este pacte con el PSOE y con Podemos. ¿Incluiría esta salida la presidencia de doña Soraya en vez de don Mariano? ¿Va en serio eso que llaman Operación Menina, para renovar la cara de la presidencia de la nación, al fin con una mujer al frente de las instituciones? Esta salida parece ser la preferida por la mayoría de los electores de este domingo.
La oferta número 4 sería la del PP con el PSOE y además con Ciudadanos. Sería una gran coalición de más de 200 escaños y capaz de realizar una reforma de la Constitución. Acaso podría ayudar en el conflicto de Cataluña, el paro, la ley electoral, etc. Aunque sobre el papel, se pinta como muy bella, a nosotros particularmente nos parece retorcida. Pero ya se ha hecho en Italia y en otros países comunitarios.
La salida número 5 es la que podría juntar a PSOE con Ciudadanos. Una coalición de centro-izquierda presidida por Pedro Sánchez o por Albert Rivera, el que obtenga mejores resultados, pero precisa apoyos exteriores. Bien de Podemos, del PNV, de los independentistas de Artur Mas o de vaya usted a saber.
La propuesta número 6 sería de coalición de izquierdas, favorable a la reforma constitucional, la ley electoral y otras normas importantes como educación, justicia, seguridad, pactos económicos, reforma laboral, etc. etc. Juntaría a PSOE con Ciudadanos y Podemos. También hay una parte importante de la ciudadanía que lo aceptaría.
La opción número 7 es la de PSOE y Podemos, coalición preferida por la izquierda pero que necesita de otros apoyos más radicales como Izquierda Unida, ERC, BNG, Mareas, Compromís, Bildu (ex ETA), etc. No parece fácil llegar a los 176 escaños, y generaría rechazo en una parte notable de la opinión.
Lo que sí puede suceder es que los profesionales de la política tengan que avenirse a practicar algo que ya estaba olvidado: el diálogo, el consenso, la búsqueda de soluciones imaginativas a los muchos problemas generados por la crisis, el independentismo de los catalanes, la reforma de la Constitución, el fracaso de la educación, la política salarial, etcétera.
¿Podría suceder que ni unos ni otros lleguen a entenderse y sea preciso convocar nuevas elecciones, como ha sucedido recientemente en Grecia? No creemos que la ciudadanía comparta esta estrategia, pero todo puede suceder si ningún candidato logra sumar los diputados suficientes para lograr la investidura. Asimismo, podría darse el caso de que, una vez conseguido un pacto de gobierno, este se rompa por desavenencias entre socios y se acorte la legislatura.
Si don Artur Mas ha tenido y tiene serios problemas para presidir la Generalitat ¿podría suceder lo mismo con respecto a La Moncloa?
Las urnas de este domingo 20 propiciarán, acaso, nuevas maneras de que la gobernabilidad salga adelante. Es de esperar que, por encima de los intereses egoístas de cada cual, todos piensen en la conveniencia de hacer transacciones y renuncias que parecen imprescindibles a la hora de lograr un gobierno que funcione. Quedan muchas preguntas en el aire, y la cultura de pactos se ha de imponer. Cuando hace más de un año y medio en alguna tertulia telefónica defendíamos la idea de que el bipartidismo puro y duro iba a desaparecer, ya despertábamos la sonrisa displicente de los otros tertulianos. Pero el tiempo todo lo remedia.
En todo caso, que ganen los mejores, y que por favor los debates en el futuro sean, como mínimo, a cuatro voces.
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Juanf
Los bandidos en el poder son listos, crearon de urgencia once magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, quienes en tiempos de vacaciones impugnaron tres diputados de la oposición y logran que no saquen a Maduro del poder por proceso de revocación.
La suspensión de las tres actas es relevante porque deja a la Oposición en 109 escaños, sin la supermayoría de 112, necesaria para iniciar el proceso de revocación del presidente Maduro
La Oposición no podrá proclamar a tres diputados en Venezuela. El Tribunal Supremo de Justicia ha deliberado en periodo de vacaciones para suspender la toma de posesión de tres diputados del bloque de la Mesa de Unidad Democrática. La Corte Suprema, un órgano judicial afín al presidente Nicolás Maduro, acepta el bloqueo cautelar de las tres actas, solicitado por el partido oficialista. Además, está estudiando otras seis impugnaciones contra escaños de la Oposición, que ha calificado el fallo de “golpe de Estado judicial”. La nueva Asamblea salida de las elecciones del pasado 6 de diciembre se constituirá el próximo 5 de enero. La suspensión de las tres actas es relevante porque deja a la Oposición en 109 escaños, sin la supermayoría de 112, necesaria para iniciar el proceso de revocación del presidente Maduro. [BBC]
Ya lo dijo el Quijote, «cosas veredes, amigo Sancho, que farán fablar las piedras».
Hasta cuando tanta maldad sin castigo judicial en la gobernada Venezuela llena de corrupción.
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Juanf
El amigo Pintao nos comenta de la sensatez de nuestro Rey en su discurso de fin de Año al pueblo español con referencia a las ultimas elecciones parlamentarias, pero se olvidó su Majestad el Rey de mencionar nuestra Navidad, cosa que demuestra que vamos perdiendo con la afluencia e influencia de los islámicos en nuestro territorio o es simple olvido no mencionar nuestra tradicional fiesta, con cabalgata de Reyes incluidos.
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Juanf
Luis Leon Barreto lo dice todo con un "Vaya usted a saber"… no cabe la menor duda de que es un intrincado panorama político el que tenemos nosotros los españoles, la pluralidad deja trabajo a todos los políticos que buscaran lo mejor de si para ellos y su partido, ellos miraran hacia el mejor futuro que estas negociaciones le puedan dar, no sera corrupción el objetivo primordial, sino la posición, ya habrá tiempo de entrar en el juego de a ver quien ofrece mas y cuanto hay para mi…
Los ciudadanos votan en las urnas y siguen caminando, esperan de su voto un buen fruto, lamentablemente suele suceder que la fruta llegue podrida o amarga del "mercado político", las naciones se dice por ahí, tienen el gobierno que se merecen, ya nuestro buen amigo Luis Leon nos ha dado todas o cuantas opciones el haya estudiado, para llegar a la Moncloa, aquí aquellos que rezan mirando al cielo pedirán cordura y buena suerte para los ciudadanos al tener un buen gobierno que bien administre.
Se habla de corrupción pero hay pocos culpables en la celda pagando su mal proceder político, aquí nuevamente hay que expresar la acertada frase de Luis Leon, "y vaya usted a saber, yo le agrego y vaya usted a saber" hasta donde podremos llegar como nación organizada o vuelta a la debacle del mal proceder.
En el primer dia del año 2016 van mis mejores deseos por una España organizada y sin odios políticos que solo acarrean sinsabores entre sus ciudadanos, seamos justos en todos los ángulos de nuestra nación, esperemos con optimismo que todo se solucione a nivel de gobierno para beneficio de todos.
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Pintao
Yo espero que los cuatro principales partidos tengan el sentido común suficiente para ser tan sensatos como demuestra ser el Rey en su discurso que amablemente "Juanf" nos trascribe.
El partido que teniendo la oportunidad no la aproveche y por extrañas razones "políticas" nos lleve a unas segundas elecciones con el tremendo cansancio que producen durante la campaña, pagará duramente la metedura de pata. No creo que vayamos a dar pasos para atrás como los cangrejos.
Gracias a Dios, la ciudadanía comienza a ser más sensata de lo que algunos políticos pudieran creer.
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Juanf
También en este Blog dejamos constancia de lo que ha dicho el Rey.
Buenas noches,
En esta nochebuena, quiero especialmente desearos junto a la Reina y nuestras hijas, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía, unas muy felices fiestas y todo lo mejor para el año nuevo.
La pluralidad política, expresada en las urnas, aporta sin duda sensibilidades, visiones y perspectivas diferentes
Desearía también que la voluntad de entendimiento y el espíritu fraternal, tan propios de estos días, estén siempre muy presentes entre nosotros, en nuestra convivencia.
Esta noche me dirijo a vosotros desde el Palacio Real, donde la Corona celebra actos de Estado en los que queremos expresar, con la mayor dignidad y solemnidad, la grandeza de España.
Este Palacio es de todos los españoles y es un símbolo de nuestra historia que está abierto a todos los ciudadanos que desean conocer y comprender mejor nuestro pasado. En sus techos, en sus paredes, cuadros y tapices, en definitiva, en todo su patrimonio, se recogen siglos y siglos de nuestra historia común.
Y esa historia, sin duda, debemos conocerla y recordarla, porque nos ayuda a entender nuestro presente y orientar nuestro futuro y nos permite también apreciar mejor nuestros aciertos y nuestros errores; porque la historia, además, define y explica nuestra identidad a lo largo del tiempo.
Creo sinceramente que hoy vivimos tiempos en los que es más necesario que nunca reconocernos en todo lo que nos une. Es necesario poner en valor lo que hemos construido juntos a lo largo de los años con muchos y grandes sacrificios, también con generosidad y enorme entrega. Es necesario ensalzar todo lo que somos, lo que nos hace ser y sentirnos españoles. En mi discurso de proclamación manifesté que en la España constitucional caben todos los sentimientos y sensibilidades, caben las distintas formas de sentirse español; de ser y de sentirse parte de una misma comunidad política y social, de una misma realidad histórica, actual y de futuro, como la que representa nuestra nación.
Una gran nación definida por una cultura que ha traspasado tiempos y fronteras, por las artes y por una literatura universal; enriquecida por nuestra lengua común, junto a las demás lenguas de España, que también explican nuestra identidad.
Un país que a lo largo de los siglos han tejido pensadores, científicos, creadores, y tantos y tantos hombres y mujeres; y por el que muchos de los cuales han dado su vida por España.
Y es también un gran Estado, cuya solidez se basa hoy en unos mismos valores constitucionales que compartimos y en unas reglas comunes de convivencia que nos hemos dado y que nos unen; un Estado que reconoce nuestra diversidad en el autogobierno de nuestras nacionalidades y regiones; y que tiene en el respeto a la voluntad democrática de todos los españoles, expresada a través de la Ley, el fundamento de nuestra vida en libertad.
Por todo ello, tenemos —tengo— muchas razones para poder afirmar esta noche que ser y sentirse español, querer, admirar y respetar a España, es un sentimiento profundo, una emoción sincera, y es un orgullo muy legítimo.
Con estas razones, y compartiendo estos sentimientos, haremos honor a nuestra historia, de la que hoy somos protagonistas y cuyo gran legado tenemos la responsabilidad de administrar; y fortaleceremos nuestra cohesión nacional, que es imprescindible para impulsar nuestro progreso político, cívico y moral; para impulsar nuestro proyecto común de convivencia. Porque ahora, lo que nos debe importar a todos, ante todo, es España y el interés general de los españoles.
Tras las elecciones generales celebradas el pasado día 20, y como siempre después de cada renovación del Congreso de los Diputados y el Senado, se inicia el procedimiento establecido en nuestra Constitución para la gobernación de nuestro país.
España inicia una nueva legislatura que requiere todos los esfuerzos, todas las energías, todas las voluntades de nuestras instituciones democráticas
En un régimen constitucional y democrático de Monarquía Parlamentaria como el nuestro, las Cortes Generales, como depositarias de la soberanía nacional, son las titulares del poder de decisión sobre las cuestiones que conciernen y afectan al conjunto de los españoles: son la sede donde, tras el debate y el diálogo entre las fuerzas políticas, se deben abordar y decidir los asuntos esenciales de la vida nacional.
La pluralidad política, expresada en las urnas, aporta sin duda sensibilidades, visiones y perspectivas diferentes; y conlleva una forma de ejercer la política basada en el diálogo, la concertación y el compromiso, con la finalidad de tomar las mejores decisiones que resuelvan los problemas de los ciudadanos.
España inicia una nueva legislatura que requiere todos los esfuerzos, todas las energías, todas las voluntades de nuestras instituciones democráticas, para asegurar y consolidar lo conseguido a lo largo de las últimas décadas y adecuar nuestro progreso político a la realidad de la sociedad española de hoy. Unas instituciones dinámicas que caminen siempre al mismo paso del pueblo español al que sirven y representan; y que sean sensibles con las demandas de rigor, rectitud e integridad que exigen los ciudadanos para la vida pública.
La España actual es muy distinta de la España de los siglos que nos preceden gracias a una auténtica y generosa voluntad de entendimiento de todos los españoles, a un sincero espíritu de reconciliación y superación de nuestras diferencias históricas y a un compromiso de las fuerzas políticas y sociales con el servicio a todo un pueblo, a los intereses generales de la Nación, que deben estar siempre por encima de todo. Esta es la gran lección de nuestra historia más reciente que nunca debemos olvidar.
Como tampoco debemos olvidar que la ruptura de la Ley, la imposición de una idea o de un proyecto de unos sobre la voluntad de los demás españoles, solo nos ha conducido en nuestra historia a la decadencia, al empobrecimiento y al aislamiento. Ese es un error de nuestro pasado que no debemos volver a cometer.
Nuestro camino es ya, de manera irrenunciable, el del entendimiento, la convivencia y la concordia en democracia y libertad. Por ello, respetar nuestro orden constitucional es defender la convivencia democrática aprobada por todo el pueblo español; es defender los derechos y libertades de todos los ciudadanos y es también defender nuestra diversidad cultural y territorial.
Por eso, esta noche quiero reiterar un mensaje de serenidad, de tranquilidad y confianza en la unidad y continuidad de España; un mensaje de seguridad en la primacía y defensa de nuestra Constitución.
Y me gustaría también transmitir un mensaje de esperanza en que la reflexión serena, el contraste sincero y leal de las opiniones, y el respeto tanto a la realidad de nuestra historia, como a la íntima comunidad de afectos e intereses entre todos los españoles, alimenten la vigencia de nuestro mejor espíritu constitucional.
Ser y sentirse español, querer, admirar y respetar a España, es un sentimiento profundo, una emoción sincera, y es un orgullo muy legítimo
Por otro lado, la mejora de la economía es una prioridad para todos. Creo que todas las instituciones tenemos un deber con los ciudadanos, las familias y especialmente los más jóvenes, para que puedan recuperar lo que nunca se debe perder: la tranquilidad y la estabilidad con las que afrontar el futuro y la ilusión por un proyecto de vida hacia el mañana. Todos deseamos un crecimiento económico sostenido. Un crecimiento que permita seguir creando empleo —y empleo digno—, que fortalezca los servicios públicos esenciales, como la sanidad y la educación, y que permita reducir las desigualdades, acentuadas por la dureza de la crisis económica.
Europa es, sin duda, otra de nuestras grandes realidades, pero también con grandes desafíos en su seno. Todos hemos sentido la indignación y el horror ante los atentados que han costado la vida a compatriotas nuestros, ante los terribles crímenes de París y de otros lugares del mundo, que son auténticos ataques a nuestro modelo de convivencia y a los más elementales valores humanos. Y todos nos hemos conmovido ante el drama de los refugiados que llegan a nuestras fronteras huyendo de la guerra, o el de los migrantes angustiados y acosados por la pobreza.
Ante estos desafíos, y otros muchos como el de la lucha contra el cambio climático, es necesario que la voz de España se haga oír en la Unión Europea y en las instituciones internacionales en todo aquello que afecta a nuestras convicciones y a nuestros intereses vitales. Porque el mundo de hoy exige naciones fuertes, responsables, unidas, solidarias y leales a sus compromisos con sus socios y aliados y con el conjunto de la comunidad internacional.
Finalmente, no quiero despedirme esta noche sin deciros, con total convicción, que a los españoles de hoy nos corresponde seguir escribiendo la historia de nuestro tiempo y que vamos a hacerlo como ya hemos demostrado que sabemos: Contando con todos: hombres y mujeres, jóvenes y mayores, nacidos aquí o venidos de fuera; empujando todos a la vez, sin que nadie se quede en el camino.
Debemos mirar hacia adelante, porque en el mundo de hoy nadie espera a quien solo mira hacia atrás. Debemos desterrar los enfrentamientos y los rencores; y sustituir el egoísmo por la generosidad, el pesimismo por la esperanza, el desamparo por la solidaridad.
Tenemos que seguir caminando con la voluntad de entendimiento y con el espíritu de unión
Tengamos fe y creamos en nuestro país. España tiene una resistencia a la adversidad, una capacidad de superación y una fuerza interior mucho mayor de lo que a veces pensamos. La fortaleza de España está en nosotros mismos; está en nuestro coraje, en nuestro carácter y en nuestro talento. Está también, por qué no decirlo, en nuestra forma de vivir y de entender la vida.
Los españoles nunca nos hemos rendido ante las dificultades, que han sido grandes, y siempre las hemos vencido.
Y sabemos, además, que tenemos que seguir caminando con la voluntad de entendimiento y con el espíritu de unión a los que me refería al principio. Con diálogo y con compromiso, con sentido del deber y con responsabilidad; sintiendo y viviendo, cada día, cada uno de nosotros, ese compromiso ético que hace grande a un pueblo; uniendo nuestros corazones, porque hace décadas el pueblo español decidió, de una vez por todas, darse la mano y no la espalda. Hagámoslo con toda la fuerza y la confianza de quienes estamos orgullosos —con razón— de lo que hemos conseguido juntos y, sobre todo, de lo que juntos vamos a conseguir.
Con esa emoción, con esa confianza en nuestro futuro — en ese futuro de España en el que creo— os deseo a todos una muy Feliz Navidad, Eguberri on, Bon Nadal, Boas Festas y un próspero año 2016.
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Pintao
Hoy es por fin día 21/12. La situación es desde luego diferente, y seguro que ninguna de las cuatro tendencias principales, tiene la intensión de suicidarse.
Sin duda habrá alguna inestabilidad, dada la nueva correlación de fuerzas, pero ya veremos que aquí más pronto que tarde se encontrará una manera de entendernos para tirar para adelante dentro de lo que las circunstancias permitan.
Ya veremos que el nivel de madurez (sin segundas) del pueblo español, hará que llegada la hora de dar trigo en vez de predicar, no habrá grupo alguno que nos lleve al abismo, no debido a las virtudes de ningún prócer, sino a que los españolitos nos empezamos a dar cuenta de lo que es posible y lo que es humo y cantos celestiales.
Si no tiempo al tiempo. Los mercados quizás hagan algún espaviento para sentar principio de autoridad, pero a la larga terminaràn adaptándose a la nueva situación, pues el negocio es el negocio.
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Pintao
Acabo de leer con fruición el artículo de fondo al igual que los dos amplios comentarios que anteceden y una vez más me reafirmo en mis convicciones acerca de el estado de la cuestión en el país en que nos ha tocado vivir.
A mi me está pareciendo un país bastante predecible, dadas como es natural, nuestras circunstancias históricas que suelen ser determinantes en la idiosincrasia de todos los pueblos.
Nos presenta Don Luis un panorama que calca la realidad en la que vivimos.
Como la historia de la humanidad está sujeta a una evolución que tiene mucho de caos y que después de Darwin entendemos mejor, hemos de aceptar que los países según las circunstancias históricas en las que les ha tocado vivir, se encuentran hoy sujetos a tendencias diversas y como resultado un determinado panorama que influye en la vida y el día a día de sus ciudadanos.
Esto yo lo comprendí cuando después de haber vivido por un cierto periodo en la Europa del Norte, cosa con la que coincidió la época en que los jóvenes empiezan a tener opinión propia acerca de la política, tuve la para mi impagable oportunidad de pasar unos cuantos años en lo que entendemos por Tercer Mundo.
Y claro, este periodo de mi vida, a mi me ayudó entender esta cuestión con cierta relatividad, y a explicarme muchas cosas. Y sobre todo a comprender otras opiniones con tolerancia, pues sin duda, todo es relativo.
Una explicación fidedigna de nuestro presente lo explica con detalle "pevalqui", atendiendo a un modo de ver las cosas en línea con la opinión mayoritaria en Europa, con la cual cada día somos más los que vamos formando parte.
Yo creo que por suerte es la opinión que cada año va tomando mayor carta de naturaleza en la sociedad española, y por descontado, en una parte importante del Partido Popular, (ideológicamente igual a Ciudadanos), que sin duda, también tiene que tragarse muchos sapos, no en vano ha de convivir con otra manera de entender la vida, fruto de lo que muchos historiadores llaman la "otra España" y que ideológicamente se encontraba cómoda durante la larga dictadura y que hoy acepta los nuevos tiempos pero que por diferentes razones no tuvo ocasión de destilar las ideas de la peculiar mezcolanza de (fascio/nacional/catolicismo), que en su día Su Excelencia, determinara que era la manera natural de entender la vida que nos tocaba en suerte a la los súbditos de la España Imperial y Eterna.
Al menos desde La Ilustración hemos ido perdiendo trenes con relación a lo que entendemos por política en la Europa Occidental, y gracias a Dios, hoy en día, parece que avanzamos más de prisa, esperando que vayamos dejando atrás ciertos viejos resabios hacia el caínismo y la intolerancia.
No tengo idea de como nos vamos a gobernar a partir del lunes, pero estoy seguro que encontraremos una fórmula y una vez más nos convenceremos de que somos más estables como pueblo que lo que hemos sido en el pasado, y que cada vez nos sonarán más ridículas las imprecaciones de "Yo o el abismo". Todas las tendencias mayoritarias ayudarán a avanzar en el mundo de los conceptos y ya veremos que como ciudadanía somos lo suficientemente solventes para que a nadie se le ocurriera creer que corremos el peligro de situaciones venezolanas, cosa que ayudará a que en el futuro tengamos más confianza en la ciudadanía española donde los saltos hacia atrás no son posibles, solo por una razón, que cada día la España Negra se diluye como un azucarillo y el integrismo de uno u otro signo no tiene sitio.
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Juanf
Querido amigo Luis Leon Barreto,
Aquello de querer subir la cuerda cuando el que esta debajo tira de ella, es la copia de una España egoísta, sin dialogo, con odios escondidos por arrastre del tiempo, no podemos divisar un país con grandeza, sino uno lleno de las miserias del odio con trampa, el pueblo sigue mirando como ganarse el sustento y pone poca atención al futuro de sus hijos, si queremos prosperar debemos de cooperar, eso de subir la cuerda mientras el otro tira hacia abajo no nos dejara futuro alguno, confiemos que nosotros los votantes antes de depositar el valioso voto pensemos quien puede crear un mejor país, con capacidad y no imitar al venezolano difunto comunista Chavez que llegó con cara de arregla lo todo y lo que hizo fue arruinarlo todo, en nosotros esta la felicidad o la miseria a la hora de votar, eso si, los políticos se jubilaran como el inútil de Zapatero, millonario en vida.
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pevalqui
Muchos votantes, están cansados de lo que se ha dado en llamar “la vieja política”, que además ha sido ampliamente tamizada por la corrupción; quieren “otra cosa”. De ahí la llamada de los partidos emergentes, uno a la derecha, como ciudadanos y otro a la izquierda, como Podemos, aunque tratando de moderar su discurso, hacia una social democracia, algo poco creíble. Las dos alternativas, aunque no parece que tengan los suficientes apoyos como para poder gobernar, podrían en cambio mediante la política de pactos a la que hacías referencia, Luis, decantar para un lado u otro, el fiel de la balanza. En este caso, no lo interpretaría como en tú artículo, hacia un “pacto a la italiana”. Allí llegó a gobernar una coalición de hasta cinco partidos, con el recordado “penta partito”.
Hay determinadas coaliciones que en España, tienen mayor dificultad de hacerse factible, respecto de Europa. En España, la derecha que con posterioridad a la Dictadura, se insertó en las instituciones, llegando a agruparse en torno a un partido político como Alianza Popular, muchos de sus dirigentes, provenían del franquismo, en donde habían ocupado cargos de alta responsabilidad. De alguna manera, tenían que integrarse, pero el estigma que arrastran es muy grande. No sucede de la misma forma con la derecha europea. En España, hubo una guerra civil, que fracturó aún más la sociedad. En buena parte de Europa, una guerra mundial, que pretendió acabar con el nazismo y el fascismo. Este último fue combatido en Europa por la Democracia Cristiana, algo que tampoco sucedió en España. Un Plan Marshall al que no tuvimos acceso, más allá de los acuerdos bilaterales con Eisenhower cuando implantamos las bases norte americanas en Rota.
Aún existe mucha gente que quedó “encallada”, frustrada de la transición española. Parte de aquella izquierda más radical, que pedía la “ruptura democrática” y el No a la Constitución del 78, que mayormente nos dimos en España, para terminar de cerrar el círculo con los llamados “Pactos de la Moncloa”. De entre ese sector más a la izquierda, que no ha pasado las estrecheces y penurias que hubieron hasta bien avanzados los años 60, junto con los desencantados ya mencionados, ahora pretenden “arreglar el mundo”, cargarse la transición y que cada cual vote según la mayoría, y no de acuerdo con la Constitución, sumándose con ello, al pretendido independentismo catalán. Mola. Es muy democrático. Queda bien la interpretación que algunos tienen de las mayorías. Con un simplismo y una estupidez tan grande como si hubiera que hacer un referéndum, porque la mitad o algo menos de los habitantes de “las Rosas”, quisieran separarse de los Llanos. El desatino es abrupto. De locos…
El problema catalán, cuyo origen estuvo en los votos interesados que en su momento captó el PSOE, de Puyol, para acceder al gobierno de la Nación, mientras Cataluña, tenía un trato diferenciado, así como en las transferencias educativas, que han generado el deseo secesionista, unido al pasotismo de Rajoy, sitúan el problema en una gravedad extrema. No hay más que ver cómo han subido en estos cuatro años de gobierno del PP, el números de votantes soberanistas.
El desencanto del zapaterismo que aún perdura en las conciencias de muchos votantes, ante la inacción en política económica y su tardía y mala gestión de la crisis financiera que padecimos en buena parte de los países europeos y en Los Estados Unidos; las consecuencias de todo ello, con un PP al que se le vaticina una importante pérdida de votos, y que necesariamente necesitará hacer uso de los pactos para gobernar y un Pedro Sánchez desquiciado, perdiendo los papeles y la esencia de los principios socialistas en el debate que lo enfrentó con un pusilánime Rajoy; la ausencia de ideologías, en una política cada vez más atomizada por los poderes económicos, una mejoría en la balanza de pagos y la llamada macroeconomía, que ha permitido un incipiente avance en el número de empleados, respecto de los que heredó Rajoy, con unos salarios de pobres, un empleo en precario, una deuda pública que no ha dejado de subir, aunque ha mejorado la privada, mientras la “hucha de las pensiones”, sigue bajando de forma alarmante…
Un país que debe aún definir sus prioridades en aras a atender un sistema productivo, que permita una mayor y mejor ocupación de aquellos aspirantes a un puesto de trabajo, con el deseo puesto en rehabilitar los logros sociales perdidos con anterioridad a la crisis económica. No hay más que darnos una vuelta por la Europa más desarrollada, y con mayores avances sociales, para darnos cuenta, si hacemos caso tan sólo a una cuarta parte de lo que dicen prometer los políticos, estaríamos asistiendo a la mayor falacia de lo que llevamos de siglo: una auténtica utopía. La Sanidad y la Educación no son enteramente gratuitas en ninguna parte de Europa, en países económicamente más solventes actualmente que España. Los servicios, hay que pagarlos. Los impuestos, también. No nos engañemos. Y es que nadie vende ya duros a tres pesetas. En España, tampoco.
Hasta luego.
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