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Palmero de ida y vuelta
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Convocatoria

Esto de internet da para mucho. Naturalmente que es preciso separar la paja del trigo. Además, lo del correo electrónico es una fuente inagotable de inspiración. Lo malo es que a pesar de los antivirus siguen proliferando los correos basura que uno no solicita. Pero en medio de tanto material hay cosas de interés, no cabe duda. Un día sí y otro también uno recibe convocatorias bien fundadas para esto y lo otro. Un buen amigo me manda una de esas proclamas cuya esencia no me resisto en transcribir, por si a ustedes les parece de interés y sobre todo de justicia.

Es indecente, dice el amigo, que el salario mínimo de un trabajador sea de 624 euros al mes y el de un diputado 3.996, pudiendo llegar con dietas y otras prebendas a 6.500. No se puede aceptar que un catedrático de universidad o un cirujano de la sanidad pública ganen menos que el concejal de festejos de un ayuntamiento de tercera. Indecente es que los políticos se suban sus retribuciones en el porcentaje que les apetezca, siempre por unanimidad de todos los partidos, por supuesto, y al inicio de la legislatura. Tampoco es de recibo comparar la copiosa jubilación de un diputado y la jubilación escuálida que puede recibir una viuda. Indecente es que un ciudadano tenga que cotizar 35 años para percibir una jubilación y a los diputados les baste con siete, así como que a los miembros del gobierno para cobrar la pensión máxima sólo necesiten jurar el cargo.

Asimismo es intolerable que los diputados sean los únicos trabajadores (¿?) de este país que están exentos de tributar un tercio de su sueldo del IRPF. Tampoco parece de recibo colocar en la administración cientos o miles de asesores, amigotes con sueldos que ya desearían los técnicos más cualificados. Tampoco es convalidable el millonario gasto en mediocres TV creadas al servicio de la pervivencia de políticos mediocres. Y el ingente dinero destinado a sostener los partidos, aprobado por los mismos políticos que viven de ellos. No es aceptable que a un político no se le exija superar una mínima prueba de capacidad para ejercer su cargo, y no digamos de su nivel cultural. Tenemos más coches oficiales en España que entre Francia, EEUU y Alemania juntos. Indecente es el coste que representan las comidas, chóferes, viajes en gran clase y tarjetas de crédito por doquier. Indecente es que sus señorías falten de su escaño, y que terngan seis meses de vacaciones al año.

No es de recibo que cuando cesan en el cargo nuestros políticos tengan un colchón del 80 por ciento del sueldo durante 18 meses, no vaya a ser que con lo poquito que han cobrado durante la legislatura no les llegue a la vejez. No es justo que ex ministros, ex secretarios de estado y otros altos cargos de la política, cuando cesan son los únicos ciudadanos de este país que pueden legalmente percibir dos salarios del erario público. Tampoco lo es que se pongan a caldo en los debates la derecha y la izquierda y luego cenen juntos en los mejores restaurantes, a cargo del contribuyente. Con todo ello, se está proponiendo algún tipo de acción, de protesta, de movilización. Pues al menos -estima el amigo que me lo envía- debe existir el derecho al pataleo, para que no nos tomen por tantísimos siervos de la gleba. Bueno, pues aquí queda dicho. Por si, más allá del puntual cabreo de la gente, podemos extraer algún argumento digno de ser tenido en cuenta en esta época de crisis aguda.

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