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Criollos

En las pequeñas islas de las Antillas Holandesas se habla una curiosa mezcla de español, holandés y portugués, todo ello adobado con abundancia de voces africanas. También ha sido revelador el nivel de contradicción de su historia.  Por una parte han sido islas envenenadas debido al tráfico de esclavos, a la opresión padecida por tanta gente, y por otro lado ha sido significativo el nivel de tolerancia que impregnó algunos de estos parajes, donde no tuvieron más remedio que convivir distintas religiones, distintas lenguas, distintas identidades. Así en Willemstad, la capital de Curaçao, Patrimonio de la Humanidad, existe la mayor y más antigua sinagoga del hemisferio occidental, Mikvé Israel-Emmanuel.

Resulta también curioso escuchar en la calle o por la radio el papiamento, esa curiosa mezcla de lenguas. Es emocionante, asimismo, saber que parte de esos pobladores iniciales eran judíos españoles, sefardíes, que tuvieron que emprender largos exilios antes de hallar un suelo acogedor. El Caribe de las islas excitantes, preñadas de sol y arenas blanquísimas, el Caribe del poeta Derek Walcott, figura central de su isla, Santa Lucía, que abandonó tempranamente. Islas de calor y viento, lugares inútiles para los españoles cuando la conquista. Aruba, por ejemplo, fue pronto desechada porque no tenía yacimientos de oro. En cuanto los españoles la olvidaron el preciado metal apareció. Islas que fueron refugio de piratas y del contrabando, hoy microestados independientes o territorios con dependencia de potencias europeas que vinculan su economía al turismo o a las especias, como Grenada. Las costas del norte reciben los efectos de los alisios mientras que las del sur están a sus espaldas, mar en perpetua calma.

Cuando fue abolida la esclavitud estas islas entraron en una crisis tan severas que la mayoría de sus habitantes emigraron a Cuba, a las plantaciones de caña de azúcar. El descubrimiento de petróleo en el lago de Maracaibo, tan cerca, llevó al establecimiento de una de las refinerías más importantes del mundo para su tiempo. Cada cual busca su praíso perdido, por ello aquí conviven tantas nacionalidades diferentes. El Caribe es esencialmente mestizo -indios, negros, colonizadores- y por ello multilingüe. África, madre de los esclavos, sustenta el criollismo actual.

Un territorio disperso que no tiene fácil su rescate cultural a pesar del gran poeta Derek Walcott, tan esclarecedora su voz cuando intentaba afianzar su identidad frente a los imperios circundantes, el imperio europeo, el imperio anglosajón, el imperio de los señores que ha traído a toda esta zona del mundo las nuevas colonizaciones de los resorts turísticos. Decía el poeta antillano con tono visionario: Has olvidado el calor. Podría venir ardiendo de una cerca de zinc. / Ni siquiera las palmeras de la orilla del mar se agitan en paz. / El Imperio se mofa de todos los pensamientos de futuro. / Sólo los bajíos de este océano interior murmuran / versos de otro mar, al que éste recuerda / mitos de islas análogas de olivo y mirto, / el sueño del Golfo adormilado. Aunque sus templos, / bloques blancos contra el verde, sean hoteles, y sus pórticos / centros comerciales, con el tiempo harán buenas ruinas… Más adelante, en el mismo texto, afirmaba algo premonitorio: el genio llegará a contradecir la historia, "como cuando los chulos de la Atenas demótica entretejieron el caos / de Asia, y las chicas de las aldeas de estacas, putas teñidas de alheña / eran las hetairas."

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