Las cosas no sólo van mal sino que irán a peor. Porque si lo que se pretende es que sobreviva esta civilización que conocemos, los políticos de la globalidad son unos indecentes. Indecente es Obama porque no ha logrado un acuerdo operativo, indecente son los gobernantes de China, y por supuesto los de España. Este país nuestro contamina como el que más y acaba de conceder subvenciones al carbón, lo más contaminante que existe. Las emisiones que generan el calentamiento global seguirán incrementándose, con lo cual la Península Ibérica se irá desertizando año tras año, las lluvias se desplazan hacia el norte y la falta de agua amenaza. Entretanto ¿qué perspectiva nos aguarda?
Decía Churchill en los instantes previos a la II Guerra Mundial aquella frase lapidaria de que había que prepararse con sudor y lágrimas. El problema es que, cumbre tras cumbre, siempre se vuelve a comenzar desde cero. El mensaje de Copenhague no es otro que el mensaje del fracaso. Pues en realidad lo que se aprobó en la capital danesa es que cada cual siga haciendo lo que le viene en gana. No hay protocolo, no existe un compromiso, no hay acuerdo vinculante de las naciones, la ONU no pinta nada, y ni siquiera existen unas cifras a las que habría que referir las emisiones que cada cual puede lanzar a la atmósfera.
Que cada cual haga lo que le venga en gana, que la cosa no va con nadie en particular. Venezuela, Cuba y otros cuantos, se opusieron frontalmente. Claro que si el negocio de Venezuela es vender petróleo, no le interesa demasiado que el petróleo sea sustituido por energías limpias y mucho menos le interesa que se hagan coches eléctricos, coches movidos por hidrógeno, coches movidos por electricidad. Coches que no dependan de su abundante y sagrado petróleo, con el que Chávez no ha sido capaz de reconstruir las clases medias de su país. Este enésimo fracaso de las reuniones internacionales sobre los desastres que se avecinan con el cambio climático en realidad nos confirma lo que ya sabíamos: que sólo interesa el lucro inmediato, aquello de recoger pan hoy aunque siembres hambre para el mañana. España incumple lo que su Parlamento había ratificado: la reducción de emisiones. Y estas emisiones siguen subiendo año tras año, con gran alegría e irresponsabilidad. Así que el 2010 habrá que empezar otra vez a discutir cosas tan básicas y elementales como si el cambio climático existe o es un invento a Al Gore y unos cuantos más. No hace tanto tiempo que el señor Bush y el señor Aznar, e incluso el señor Rajoy, ponían en duda la propia existencia del cambio climático, de la misma forma que la industria tabaquera norteamericana negó mucho tiempo que el tabaco fuera nefasto para el organismo. De este modo, tras el fracaso de Copenhague vemos que la cuestión sigue siendo la misma, sólo que el tiempo apremia y -como no se toman medidas- las consecuencias van a ser peores de las que contemplábamos. Menudo mundo vamos a dejar a nuestros descendientes. En definitiva, se confirma lo que ya sabíamos: que estamos en manos del Pentágono en cuanto a las guerras y estamos en manos de las grandes compañías petrolíferas en cuanto al clima. A nadie le interesa soltar la teta de la que viene mamando desde tiempo inmemorial.
Por cierto: entre las 10 empresas globales con mayores ingresos en 2008 figuran nada menos que siete petroleras: Royal Dutch Shell (anglo-holandesa), Exxon Mobil (EEUU), BP (Inglaterra), Chevron (EEUU), Total (Francia), ConocoPhillips (EEUU) y, como señal de por donde van a ir los tiros, aparece por primera vez Sinopec, una petrolera de China. De estas siete petroleras que gobiernan los destinos de la humanidad, cinco son anglosajonas, una francesa y una china, que acaba de irrumpir como un ciclón en el mundo comercial y en el mundo de la bolsa. Ellas son las "siete hermanas" que ahora mismo están arruinando las esperanzas.