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Élites y poder

Superamos el 20 por ciento de paro, con más de 4.600.000 parados. Después de Grecia y con Portugal asomando la oreja ¿será España el tercer país en ruinas? EEUU tiene 8 millones de parados en una población de casi 400 millones de habitantes. Las cifras no son comparables. ¿Es un problema del sistema económico, está generado por los especuladores que nos acechan, o se debe a las élites que nos gobiernan? Dicen los pensadores que el problema de la política y de los políticos consiste en que las élites no tienen visión a largo plazo.

Generalmente a los políticos no les conviene tomar medidas de fondo que tarden en dar resultados, prefieren vivir en la demagogia del día a día, y salir en la foto con proyectos de rendimiento inminente en vez de afrontar las reformas de fondo que precisa la economía. En muchos lugares los ciudadanos están descontentos con la forma en que son conducidos. ¿A quiénes sirven ahora los políticos? ¿A los ciudadanos, a las multinacionales, a las grandes corporaciones bancarias? Se habla ya de la revolución ultraliberal, lo ha dicho el pensador búlgaro Todorov en Tenerife. Para él esta crisis que atravesamos no ha sido lo suficientemente grave ni profunda como para cambiar las mentalidades antiguas, ya que se han vuelto a aplicar las mismas recetas.

Los gobiernos han ayudado a los bancos con dinero de los ciudadanos, y enseguida los bancos le vuelven la espalda a los ciudadanos. Mientras no haya créditos en abundancia, la economía seguirá sumergida. No se han puesto reglas ni se ha controlado el dinero público que ha ido en ayuda de las grandes entidades financieras. Y, además, el poder político se limita a mantener y a servir la maquinaria económica. Ante este panorama de desertización, ya hay quienes vaticinan el final del Estado de Bienestar, y la caída de los salarios en Europa, pues en los próximos años podrían ponerse a nivel de los países emergentes. No hay solidaridad internacional y las reuniones de alto nivel -cumbres del G-8, el G-20, etcétera- no han resuelto los problemas pendientes. Las decepciones crecen, y los ciudadanos están descontentos. ¿Presentan los partidos políticos en sus listas a los ciudadanos más capaces o a los trepadores más mediocres? Esta es otra parte de la cuestión.

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